Capítulo 7🦋: Noche con los chicos.

El oxígeno penetraba y abandonaba mis pulmones con intensidad, me encontraba corriendo como nunca antes por las aceras, empujando a cualquiera que se atravesara en mi camino.

Tras llegar a la tienda, por suerte a tiempo, me senté unos segundos en la acera para recuperar el aire.

— ¿Eres asmática? — Preguntó una voz masculina, había un chico de pie frente a mí.

— Ah... Hola...— Respondí sin aliento. — No, no soy asmática... ¿Pero podrías esperar unos segundos a que me recupere? Corrí media ciudad hasta aquí.

— No, no puedo esperar, soy un cliente y debes venderme, la tienda debe ser abierta en exactamente...— Hizo una pausa para mirar la pantalla de su teléfono.— Un minuto. De lo contrario voy a demandarte, mariposa insoportable.

— ¿Podrías esperar un poco?... Al menos por el maldito pastel.— Me quejé.

— No. — Se negó rotundamente.

— ¿Debo hornear otra tarta para que me dejes descansar unos minutos? Te ha gustado, a que sí.

— No te importa.

— A veces te odio, lo juro.— Mascullé entre dientes.

— Tranquila, el sentimiento es mutuo.

Lo fulminé con la mirada para luego abrir la tienda de un tirón.

— ¿Qué vas a llevar?— Pregunté acomodando mi bolso.

— Una caja de Lucky Strike.

— Enseguida.

— Ey... Los chicos me han dicho que les gustaría que los visitaras... Creen que eres graciosa.

No... Me lo puedo... Creer.

¿Les gustaría?— Pregunté arqueando una ceja con una pícara sonrisa.

— Sí, a ellos. Piensan que eres buena onda... Lo que ellos aún no saben es que has venido desde las profundidades del infierno con tu voz chillona a maldecir nuestro mundo.— Me arrebató la caja de la mano como siempre.

— Bien... Pero esta noche no podrá ser. — Susurré lo más bajo que pude para que no se escuchara el sonido de mi voz en la cámara de seguridad.— No tienes idea de las cosas que he tenido que inventar y hacer para visitar ese... Lugar en el que tocas.— Expliqué.— He inhabilitado la cámara de seguridad dos veces seguidas, el jefe no me creerá que todas las noches se descompone. Ayer se marchó algo inconforme.

— No es mi problema, es tuyo y de esos malditos locos que quieren que vayas, puedes hacer lo que quieras, me da igual.— Respondió dirigiéndose a la puerta.

— ¿Por qué eres así?

— ¿Por qué no serlo? Ya me preguntaste eso antes.— Respondió abandonando el lugar dando como siempre, un portazo.

¿La palabra que más se repite en esta historia, es portazo?

Mientras me encontraba atendiendo un cliente, recordé que Equis regresaba en la madrugada.

Quizás se queda con los chicos hasta esas horas... Puedo llegarme luego de cerrar la tienda. Aunque eso requiere no dormir lo suficiente para mañana...

12:00 de la noche.

— Todo de maravilla, al parecer la cámara no presentará problemas nuevamente. — Dijo el jefe mientras me ayudaba girando el cartel.

— ¿Entonces ya puedo irme?

— Claro, pero debo hacerte una pregunta antes. ¿Has tenido algún desencuentro con el chico problemático?

— ¿Problemático? No... Al contrario, es bastante tranquilo.

— No lo parece chica, tiene más tatuajes que The Rock y más perforaciones que un colador.— Opinó con el ceño fruncido.

— A veces las apariencias engañan...

— ¿Son cercanos?

— Algo así...

— Aún así, te advierto que debes tener cuidado, es algo extraño.

Tras escuchar al jefe caminé hacia el lugar donde tocaba la banda algo indignada, si algo me molestaba enserio era escuchar todos esos comentarios sobre Equis solo por su físico, y más aún porque no conocían nada sobre él. Aunque la verdad yo tampoco le conocía.

Lo único que conozco es que toca la guitarra en una banda llamada The Crazy Boys, que por alguna razón es clandestina. Tiene una tortuga llamada Tedd, no le gusta hablar de su familia y no cree en la amistad. Además al parecer le gusta el pastel.

Al haber llegado a la puerta de la calavera susurré la contraseña y me adentré en el lugar.

Por suerte Humbert no se encontraba cerca, me daba algo de vergüenza verlo tras haberle mentido con el asunto de Verónica y mi relación con Equis.

Decidí adentrarme en la multitud para ver por primera vez un concierto de la banda de cerca. Joshua era el vocalista, Michael y Equis eran guitarristas, Darell el baterista y Jackson el tecladista.

— ¿¡Qué les parece si tocamos algún Cover!?

— ¡¡¡¡Sí!!!!— La masa aclamaba.

— ¿¡Qué tal Forget me too!? Necesitamos una chica para que acompañe a Joshua, el cual interpretará Machine Gun Kelly, ¿quién será la que interprete las partes de Halsey?

Un montón de chicas corrieron al escenario, incluso una cayó al suelo por el camino.

Terrible.

— Necesito hagan silencio unos segundos, por favor.— Pidió Darell.

Jackson comenzó a observar a todas las chicas que se acercaban, mientras Equis y Michael al parecer les hacían arreglos a sus guitarras, cuando de repente alguien me jaló un mechón de cabello por accidente.

— ¡Cuidado! ¡Me ha dolido un montón!— Exclamé en medio del incómodo silencio.

— ¿Megan?— Preguntó Joshua.

— Hola...— Saludé algo tímida.

Inmediatamente las miradas de todo el público se posaron en mí, me sentía realmente incómoda.

— ¿Conoces la canción linda?— Preguntó Darell.

Las chicas comenzaron a cuchichear.

— ¿Linda? ¿Por qué rayos le llama así?— Cuestionó una voz femenina a lo lejos.

— Sí... Pero...

— Sin peros, sube y canta con Joshua.— Me interrumpió.

— La verdad yo...

— ¡Vamos!— Se bajó Michael de la pequeña tarima y me agarró por el brazo.

— ¿Están locos?— Preguntó Equis con cara de asco.— Saben que Megan no tiene autorización para entrar aquí...

— ¿Olvidas cuál es el nombre de la banda?— Respondió Darell.

— Si la chica no quiere lo mejor será que la dejemos.— Opinó Joshua.

— ¡Tú siempre tan responsable y agua fiestas! — Exclamó Michael subiéndome a la tarima. —Será mejor que te animes o terminarás como el vejestorio de Equis...— Le susurró en el oído a Joshua.

— Te he escuchado, grandísimo idiota.— Respondió Equis dándole un ligero golpe en el hombro.

— ¡¿Están listos?!— Preguntó Darell al público.

Michael me entregó el micrófono.

No puede ser, estoy a punto de cantar frente a una cantidad considerable de personas con el uniforme de la tienda...

¿No te has percatado que tocas para una masa de lo que llamas: humanos despreciables?— Pregunté a Equis entre risas.

— Mejor cállate y demuestra que por lo menos sabes cantar. ¿Sabes, no es cierto? ¿Te enseñaron de pequeña?

Le lancé una pícara mirada, estaba preparada para tomar el micrófono y callarle la boca.

— ¡Y uno, y dos, y un, dos, tres! — Exclamó Michael para luego comenzar a tocar levemente acompañado de la voz de Joshua, ya que las primeras frases de la canción eran tranquilas, unos segundos después comenzó la acción.

Mientras el público saltaba y los chicos tocaban con pasión, me encontraba algo cohibida sobre cómo debía comportarme, hasta que terminé contagiándome del entusiasmo y la locura de los chicos.

Unos segundos antes de que llegara el momento de cantar, respiré hondo y observé a Equis.

Ahora verás.

— 🎶I'VE WASTED SO MUCH TIME
WAITING AROUND FOR YOUR PHONE CALLS EVERY NIGHT, MY BAD DREAMS ARE SILK SCREENED CAUSE I TASTE BLOOD WHEN YOU BLEED IT'S EATING ME ALIVE [...]🎶

Durante toda mi interpretación miré a Equis sonriendo pícaramente.

¿Lo ves?

Luego de que la canción terminara y recibiera los aplausos de la audiencia, y también algunos rostros amargados y envidiosos, le agradecí a los chicos por elegirme y les comuniqué que los esperaría en el camerino.

Alrededor de unos 20 minutos después aparecieron en la habitación, sus pieles brillantes y cabellos mojados los hacían verse sexys... Pero pronto olerían a primate de zoológico.

Demonios... ¿Por qué son todos tan guapos?

— Deberían ordenar este kilombo... Uysh— Gemí asqueada tras encontrar una camiseta manchada de café.

— No tenemos tiempo para eso preciosa.— Respondió Darell.

— En realidad sí lo tenemos.— Contradijo Joshua.— No lo hemos hecho por pereza. Los conciertos duran como máximo 2 horas, y nos quedamos aquí tonteando hasta la madrugada... Podríamos ordenarlo cuando...

— Deja ese sentido de la responsabilidad Joshua.— Le regañó Jackson lanzando su suéter sudado al espejo de luces, quedando al descubierto.

Es un chico delgado... Pero no opaca su atractivo.

— Deberían preocuparse de qué cuento le meterán a Bratzman cuando llegue con su panza gigante y diente de oro, a cuestionarnos por qué rayos subimos al escenario a una chica de la que no conoce hasta su ADN y su champú.— Se quejó Equis dejándose caer en un pequeño sofá.

— ¿Quién es Bratzman?— Pregunté frunciendo el ceño.

— Es nuestro mánager... Es un imbécil, nos trata como si fuésemos basura.— Explicó Michael.

— ¿Puedo hacerles una pregunta algo indiscreta? Equis nunca ha respondido a ella.— Dije algo apenada.

— Era de esperarse que Equis no te diera ni la hora.— Respondió Darell sentándose a su lado.

— Pero me aceptó un pastel... Y también me invitó a pasar a su apartamento, incluso se sinceró.— Confesé sentándome en una silla giratoria frente al espejo de luces.

— ¿Cómo?— Susurró Michael desconcertado.

— Equis...— Expresó Jackson cubriéndose la mitad del rostro con ambas manos.

— Además, tiene una tortuga llamada Tedd.— Añadí.

— Eso último es mentira, no deberían creerle. Olvidé decirles que Megan es también una mentirosa compulsiva.— Dijo Equis cruzándose de brazos.

— No es cierto.— Negué con el ceño fruncido.

— ¿A no? Humbert no piensa lo mismo... ¿Olvidas que le mentiste a tal punto de falsificar tu identidad con un nombre tan patético como Verónica? ¿Olvidas que le dijiste que eras mi novia? ¿Y que además me gustaba regar flores?— Preguntó altaneramente con una ceja arqueada y las manos dentro de los bolsillos de su suéter.

— Eso me pareció gracioso.— Confesó Darell.— ¿Por qué crees que te pedimos traer a Megan con nosotros? Creemos que puede dar mejores vibras al ambiente.

— ¿Por qué ella específicamente?— Preguntó Equis con cara de asco.

— Porque soy especial. ¿No lo ves?— Respondí con una sonrisa.

— Especialmente intolerable y básica, mariposa insoportable.— Me contradijo.

— Megan es divertida... Pero sobre todo valiente, nunca creímos que alguien fuera capaz de mentir sobre tu vida de esa manera, y que luego no lo asfixiaras mientras tomaba su siesta del mediodía en calcetines.— Explicó Joshua.

— ¿Por qué en calcetines?— Preguntó Michael.

— Así se evitan los hongos en los pies.— Respondió Joshua.

— ¡Ya cállate!— Se quejó Equis lanzándole uno de los cojines del sillón.

— Al final nos desviamos del tema...— Recordó Jackson.

— Oh, cierto. ¿Cuál era la pregunta que querías hacernos hermosa Megan?— Preguntó Darell.

— ¿Por qué The Crazy Boys es clandestina?

Un silencio incómodo arropó la habitación, la brisa se escuchaba colarse por la rendija de la ventana.

Una pelea de gatos se escuchó.

Todos permanecíamos aún callados.

— Somos estafados.— Rompió Joshua el silencio.

— Oh no... Vuelves con el mismo cuento. El tío es un tarado pero tiene razón.— Se quejó Jackson haciendo un par de ademanes con las manos.

— No tenemos la licencia para tocar en ningún lugar, ni siquiera aquí. Conocimos a Bratzman en una cafetería, lo escuchamos hablar con alguien sobre el lugar pequeño que tenía para los conciertos de una banda.— Explicó Michael.

— En ese entonces éramos solo mi hermano y yo. Terminamos hablando con él y contándole sobre nuestro sueño frustrado de pertenecer a una banda. Nos propuso realizar primero una audición, a la que también llamamos a Joshua que era nuestro amigo. Los tres aprobamos, ya que sabíamos tocar instrumentos y Joshua tenía la voz ideal.— Continuó Jackson.

— Un tiempo después encontramos a Darell tocando en un callejón unos latones de basura como si fuese una batería, y supimos que debía ser parte de nuestra banda. Luego encontramos a Equis dormido en una vieja camioneta alejado de la ciudad, le hablamos creyendo que era vagabundo, pero resultó este mamarracho que tienes ante ti. Le contamos sobre la banda y decidió unirse. Sin embargo, Bratzman nos convenció de que seguir su plan era lo mejor para nosotros.— Le siguió Joshua.

— ¿Cuál plan?— Pregunté curiosa.

— Dijo que éramos talentosos, pero a nivel de ciudad, que no teníamos la calidad de una banda que puede ganar fama nacional e internacional. Nos convenció de que si le mostrábamos nuestro proyecto a la sociedad nadie nos representaría de la manera que teníamos soñado. Sin embargo, con él tendríamos un sitio pequeño, donde no necesitaríamos licencia. Él se encargaría de conseguir público, en cambio no debíamos exponernos ni traer personas aquí que él no autorice, para así no terminar avergonzados... Qué filosofía tan patética.— Dijo Equis mientras fumaba un cigarrillo.

— Me parece una total estafa... Ustedes tienen el talento y todo lo que se necesita para triunfar, no quiere que se expongan porque sabe que inmediatamente los perderá. No tiene dinero para patrocinar a una banda con mayor fama, por eso está practicando esta forma de explotación tan chantajista...— Opiné haciéndome una cola en el cabello.

— Es lo que pienso.— Comentó Joshua.

— ¿Por qué siguen con este estúpido proyecto?— Pregunté ansiosa por conocer las razones.

— A mí no me interesa la fama, los estudios me parecen una pérdida de tiempo y debo ganar dinero de alguna forma. Tampoco me importa vivir en una mansión, me basta para vivir en el apartamento, alimentarme y mantener los cigarrillos... ¿Qué más podría pedir?— Confesó Equis su motivo.

— Por alguna razón lo imaginaba.— Respondí con el ceño fruncido.

— Siempre he sabido que Bratzman nos estafa... Pero la verdad no sé si esté preparado para la vida de una estrella de rock and roll con fama amplia. Me gusta el estilo de vida que llevo.— Explicó Joshua.

— Pienso que Bratzman tiene razón. ¿Y si en verdad no tenemos el talento? ¿Y si abandonamos su proyecto y cuando salgamos a la calle no le interesamos a nadie?— Cuestionó Jackson.— Además, prefiero la tranquilidad que este tipo de vida me está trayendo.

— Tú siempre buscando la tranquilidad... — Le regañó Michael.— Yo por el contrario estoy aquí por mi hermano. Si fuera por mí ya hubiera pateado a ese tío en el trasero.

— ¿Y han pensado en estudiar?— Pregunté.

— Claramente no.— Respondió Equis.

— Siempre me gustó la profesionalidad.— Admitió Joshua.— Pero cuando debí, no tomé las decisiones correctas.

— Nosotros tenemos la inteligencia de un pez.— Comentó Michael rodeando a su hermano con el brazo.

— Opino igual que Equis. Los estudios son una pérdida de tiempo. La única razón por la que estudiaría sería para ver a las chicas en minifalda con el traje de porristas.— Dijo Darell con una pícara sonrisa.

— Lo imaginé.— Me sinceré frunciendo el ceño. — ¿Y qué edades tienen chicos?

— Yo tengo 24.— Dijo Joshua.— Equis tiene 25, Darell 22, Michael 26 y Jackson 21.

— Yo tengo 22.

En ese momento se escuchó un auto fuera.

— Hagan silencio ratas inmundas.— Nos regañó Equis asomando sutilmente el rostro por la ventana.— Bratzman está aquí.

— Debemos esconder a Megan.— Mencionó Jackson observando la habitación, buscando un sitio donde ocultarme.

— Eso lo sé. ¿Pero dónde vamos a esconderla?— Cuestionó Darell algo alterado.

— ¿Qué tal si la lanzamos por la ventana?— Preguntó Equis fríamente.

— El closet me parece la mejor idea.— Comentó Michael.

— Qué cliché... Son muy poco originales.— Les reprochó Equis lanzándose nuevamente al sofá.

— ¿Y qué rayos quieres? ¿Que me monte en un cohete y llegue al espacio?— Cuestioné sarcásticamente.

— No sería mala idea.— Le dio una calada al cigarrillo.

— ¡Apresúrate! ¡Está avanzando por el pasillo! — Exclamó Jackson abriendo las puertas del guardarropa.

Inmediatamente me adentré en el armario e intenté guardar el mayor silencio posible.

— ¿Cómo ha ido el concierto de hoy?— Preguntó el tal Bratzman, su voz era ronca y envejecida. Definitivamente un estafador.

— Todo ha ido de maravilla. Como siempre.— Respondió Michael.

— ¿Y eso es gracias a quién?— Cuestionó Bratzman.

— A usted Sr Bratzman.— Respondieron todos en coro desganados.

Idiota, grandísimo idiota.

— Me alegra que lo reconozcan. Mañana traeré público nuevo, espero que den lo mejor... — Escuché que se alejaba dando pasos pesados.— Y otra cosa.— Se detuvo en corto.— Les recuerdo como siempre, que no deben comentar sobre esto con nadie.

— En mi barrio comentan cosas raras sobre mí.— Comentó Michael.

— En mi edificio cuchichean todo el tiempo, dicen que soy un ladrón, un drogadicto, un traficante... En fin... Humanos despreciables. Ratas de alcantarilla.— Añadió Equis prendiendo otro cigarrillo.

— ¡Olvídense de eso!— Les gritó.— ¿Qué les importa a la gente sus vidas? Mejor concéntrense en su carrera o de lo contrario renuncien. Fácilmente encontraría algo mejor.

El tal Bratzman abandonó la habitación haciendo impactar su bastón contra los tablones.

Unos segundos después Darell abrió las puertas del armario.

— ¿Estás bien nena?— Preguntó tomando mi mano para ayudarme a salir.

— Estoy enojada para ser precisos. Me cae como el orto.— Opiné sacudiéndome los jeans.— No es justo que las personas vivan rumoreando sobre ustedes. Sé que salir en la noche y regresar de madrugada es sospechoso... Pero si conocieran sus motivos fuera todo diferente.

— Nos sentimos bichos raros, Megan, pero nos hemos adaptado.— Aseguró Joshua.

— ¿Por qué no cambiamos el tema? ¿Qué les parece si bebemos unas cervezas para pasar el rato?— Preguntó Michael abriendo una pequeña nevera.

— Oh no... Debo irme, tengo escuela mañana. Lo siento chicos.— Me disculpé dirigiéndome a la puerta.

— Un rato más no hará daño girl.— Darell se colocó en el umbral impidiéndome el paso.

— Está bien.— Refunfuñé.— Pero solo un rato.

Jackson tomó una botella mientras que Michael sacó alrededor de cinco.

— No deberías beber tanto hermano... Recuerda lo pesado que te vuelves.— Reprochó Jackson.

— ¡Bebe!— Exclamó Michael poniéndole la botella a su hermano en los labios.

— Percibo que ustedes se sienten cómodos con mi presencia... Es porque no están acostumbrados a relacionarse con otros que no sean ustedes mismos. ¿O me equivoco?— Cuestioné tomando una cerveza y sentándome en el sofá al lado de Equis.

— Pasamos ratos divertidos, pero de vez en cuando nos sentimos algo solos. Las personas del público solo buscan el concierto.— Explicó Joshua.

— No es momento para deprimirnos. ¡Pasemos una noche diferente!— Reprochó Michael.

— No beban demasiado o terminarán durmiendo en la calle como vagabundos.— Añadió Equis levantándose del sofá para luego buscar una cerveza en la nevera.

— Ya cállate hombre letra.— Dijo Darell entre risas.— Brindemos por nuestra nueva amiga.— Extendió la cerveza con su mano.

— ¡Por Megan!— Exclamaron todos en coro chocando sus botellas.

— Están brindando por una parlanchina y cobarde criatura.— Interrumpió Equis el brindis.

No planeaba discutir con él, no en ese momento que planeaba pasarla bien. En verdad tenía en mente quedarme por unos minutos más, pero terminé pasándome de tragos y me encontré una gran sorpresa al despertarme en la mañana.

— Eh...— Gemí desconcertada abriendo de a poco los ojos.— ¿Qué lugar es este?— Pregunté incorporándome de a poco en la cama.

Mis ojos exploraron la habitación, tenía la misma estructura de la mía. Era obvio, estaba en el edificio.

En ese momento Equis salió del baño, se encontraba con el cepillo de dientes en la boca, sin camisa y con una toalla en la cintura. Su torso tenía más de veinte tatuajes.

¡¿Qué rayos estoy haciendo en la cama de Equis?!

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