Capítulo 13🦋: Metedura de pata.
— ¡Darell!— Gritó la chica tras la llegada de Darell a la meta.
Inmediatamente un bullicio masculino se apoderó del lugar, las voces desenfrenadas de los chicos, excepto la de Equis claro, resonaban como tambores en mis oídos.
Hans lanzó el casco a la arena furioso y se dirigió hacia nosotros.
— ¿No que les ibas a hacer morder el polvo?— Pregunté cruzándome de brazos arqueando una ceja.
— No fastidies.— Susurró chocando mi hombro y desapareciendo de nuestro campo visual.
Simon, Arlen, Diana y yo reímos juntos.
— Hola nena.— Se acercó Darell a saludarme aún con el casco.
— Felicidades por tu victoria.— Respondí con una sonrisa.
— ¿Cómo me ví atravesando la meta?— Preguntó mientras retiraba el casco de su cabeza.
— No pierdes la oportunidad eh.— Añadió Michael, los chicos se acercaban.
Sin pensarlo dos veces agarré del hombro a Simon y lo aparté del grupo.
— Es el momento perfecto para acercar a Arlen y a Jackson. ¿No crees?
— Yo Arlen y tú el chico.— Respondió apuntando a ambos.
— ¿Cómo se sienten tras ganar unos billetes gracias a mí?— Preguntó Darell arrogantemente.
— Solo por esto dejaría de apostar por ti.— Lo regañó Joshua.— Mejor cambiemos de tema... Megan, ¿nos presentas a tus amigos?— Desvió la mirada hacia Jackson, al parecer Joshua sería parte del plan improvisado.
— Por supuesto, ella es Diana.— La señalé.— Él es Simon, fue el primer amigo que hice en la universidad, me ayudó un montón mi primer día.— Lo tomé por los hombros.— El chico del segundo lugar es Hans.— Señalé la figura de Hans en la lejanía desolado.— Y ella es Arlen, ¿bonita no?— Añadí mirando a Jackson.
— Cierto, cierto.— Asegura Darell.
Idiota, este premio no es para ti.
— ¿Qué crees, Jackson?— Preguntó Joshua.
— ¿Yo? ¿Por qué me preguntan específicamente a mí?— Cuestionó nervioso mientras fruncía el ceño y desviaba la mirada.
— ¿Te llamas Jackson?— Preguntó Arlen acercándose de a poco.
— Sí...— Respondió él mirando directamente a sus ojos.
— Olvidé presentarlos a ustedes... — Añadí.— Él es Jackson.— Le doy un empujoncito hacia Arlen.— Él es su hermano, Michael; Michael Jackson, ¿gracioso no?
— Muy creativo.— Opinó Simon levantando ambas cejas.
— Eso pensé yo cuando los conocí. Él es Darell, nuestro ganador engreído.— Continué mientras él sonreía y formaba el símbolo de amor y paz con los dedos.— Este serio es Joshua. — Él ni se inmutó.— Y bueno...
¿Cómo vas a presentarlos, idiota? ¿Cómo rayos les dirás que es Equis?
— Él es Equis.— Finalmente me atreví.
Diana tose indiscretamente.
— ¿Por qué esa reacción? ¿Tienes algo en contra de mi nombre?— Preguntó él desagradablemente con el ceño fruncido.
— Equis...— Le regañé.
— No... Disculpa.— Intenta Diana calmar el ambiente.
Simon yacía estupefacto en el lugar.
— ¿Y tú porqué estás ahí parado con esa cara de idiota?
— ¡Equis!— Nuevamente lo regañé.
— ¿Disculpa?— Se indignó Simon.
— Bueno yo... Iré a comprar una botella de agua.— Intentó Jackson escapar de la situación.
— Arlen, ¿por qué no lo acompañas?— Se entrometió Diana.
— Bueno... Yo... Está bien.
Arlen y Jackson se perdieron juntos en la distancia, mientras tanto en el grupo yacía una tensión inimaginable.
— Quédense aquí chicos, ya regreso.— Dije agarrando a Equis por el brazo y alejándonos del grupo.
Él caminaba torpemente y desganado.
— ¿Por qué, eh? No sueles abrir la boca y cuando lo haces es para decir estupideces.— Le dije molesta colocando mi cabello detrás de las orejas.
— ¿Qué has dicho?
— Solo... No te pido que seas simpático ni que les hables, pero por lo menos mantente en silencio. ¿O es que no sabes?
Equis abrió los ojos como platos y entreabrió los labios.
Sin otra cosa que decirle me alejé de él y regresé al grupo.
— ¿Qué le dijiste?— Preguntó Joshua.
— Solo lo regañé un poco.
Todos rieron, él nos observaba de lejos.
No puedo creer lo que dije, acabo de alterarle la voz.
Media hora después.
— Como que Arlen y Jackson...
— Llevan un rato perdidos.— Culminé la frase de Michael.
— La presidenta del consejo me ha enviado un mensaje.— Añadió Diana mientras revisaba en su celular.
— ¿Qué sucede?— Preguntó Simon colocándose a su lado.
— Está asegurándose de que nuestro salón se encargue de la banda.
Oh no... Lo había olvidado. Tendrás que comentarles luego.
— ¿Banda?— Preguntó Darell frunciendo el ceño.— ¿Banda para qué?
— Tendremos una fiesta nocturna dentro de poco en la universidad.— Respondió Simon.
— ¿Y qué banda tocará? Quizás la conozcamos.— Añadió Joshua acomodándose el cabello.
— Luego les hablaré sobre eso... Este...— Mis ojos comenzaron a explorar nerviosos el lugar.— ¡Miren, Arlen y Jackson están de regreso!
Salvada.
— ¿Por qué demoraron tanto?— Cuestionó Darell.
— Déjalos.— Lo regañó Joshua dándole un ligero golpe en la espalda.
— Solo caminamos despacio, es todo.— Se justificó Jackson.
— Bueno, ha sido una tarde divertida, pero creo que debemos irnos.— Nos rodea Simon a Diana y a mí con los brazos.
— Tienes razón, busquemos a Hans.— Respondí buscándolo con la mirada.
— Entonces... ¿Nos vemos esta noche?— Preguntó Jackson a Arlen.
— ¿Cómo?— Cuestionó Diana abriendo los ojos como platos.
Le di un ligero codazo en el estómago.
— Megan...— Musitó.
— Claro. Nos vemos.— Le respondió Arlen.
Todos los demás en el grupo nos encontrábamos en plena guerra de miradas, mientras los tortolitos exhalaban dióxido de carboamor.
Mientras Simon, Diana, Arlen y yo nos marchábamos en busca de Hans para regresar a la ciudad, miré hacia atrás una última vez.
Y ahí estaba él, erguido frente al horizonte con su maldito cigarrillo, su maldita expresión de amargado y su maldita... Carita bonita.
Al día siguiente en la noche.
Mientras me encontraba aburrida en el mostrador, a tan solo unos suspiros de quedarme dormida en el estante trasero, la puerta de cristal emitió un sonido tras ser abierta por aquel vejestorio.
— Unos Red Seals.— Dijo observando con detenimiento la pantalla de su celular, sin tener algún tipo de contacto visual conmigo.
— ¿Qué miras en tu celular? ¿Acaso tienes gustos?— Pregunté entre risas mientras buscaba la caja en el estante.
— No es cosa tuya.— Me la arrebató de la mano como de costumbre.
— ¿Aún estás molesto por lo que sucedió ayer? Debes entenderme, te comportaste como un idiota.
— No, me comporté como soy normalmente. Además, tú te comportas como una idiota todo el tiempo y no me quejo.— Refunfuñó colocando las monedas sobre el mostrador.
— Sí, sí te quejas.
— Es cierto. ¿Pero a quién le importa?— Continuó mientras se dirigía hacia la puerta.
— Equis...
— ¿Qué?— Preguntó sin voltear colocando su mano sobre el manubrio.
— Debo hablar contigo y los chicos sobre algo importante.— Respondí frunciendo el ceño y presionando los labios.
— Yah...— Emitió un sonido para luego simplemente desaparecer.
¿Cómo voy a contarles sobre la metedura de pata que cometí? Definitivamente debo comenzar a cavar mi tumba.
Unas horas después.
— Hola Humbert...— Saludé al de seguridad algo tímida, la verdad no las tenía todas con él.
— Hola, Verónica Megan. ¿Cómo van las cosas con tu novio Equis? ¿Han regado las flores juntos estos días?— Ironizó.
— Lo siento, me disculpo nuevamente. ¿Podrías dejarme pasar, por favor?
— ¡Hola linda! ¡Claro que puedes pasar, vamos!— Apareció Darell de repente.
— Adiós...— Le susurré a Humbert humildemente mientras agitaba la mano en señal de despedida.
Él me observó agridulcemente.
— Miren quién ha venido a visitarnos. — Dijo Darell mientras abría la puerta del camerino.
— Hola Megan.— Me saludó Joshua sin volver la mirada hacia mí, se encontraba jugando cartas con Equis en el sofá.
— ¿Es esto una visión?— Pregunté adentrándome en la habitación con el ceño fruncido.
— Soy un ser humano normal. ¿Sabes?— Se quejó Equis.
— Ya veo.— Me hice en el cabello una cola.
— Has venido bastante tarde.— Comentó Joshua.
— Es que decidí no escapar de la tienda, de ahora en adelante vendré tras cerrarla, aunque duerma unas 2 horas antes de ir a la Universidad.
— ¿Qué es eso tan importante que tienes que charlar con nosotros?— Se acercó Michael.
— Un momento... ¿Dónde está Jackson? Iba a preguntarle sobre su cita con Arlen, la verdad es que ella no fue hoy a la Universidad, así que me preocupé.
— Está con Arlen en estos momentos, no tengo idea de porqué ella se ausentó a clases. — Respondió Darell.— Pero por lo que nos contó...
— Y la expresión esplendente que llevaba en el rostro.— Le interrumpió Michael.
— Parece que le fue demasiado bien.— Culminó Darell.
— Al parecer alguno de nosotros saldrá de la soltería pronto.— Comentó Joshua colocando una carta.
— ¡Quizás llegue el momento en que los cinco tengamos pareja!— Exclamó Darell rodeándome con el brazo.
Equis lo observó con una mirada acribillante.
— Ya vale... La suelto. Lo tuyo, es tuyo.— Dijo Darell apartando su brazo.
— ¡¿De qué hablas?!— Cuestionó Equis algo nervioso.
— Lo has mirado como si quisieras matarlo.— Respondí entre risas.
— ¡No es cierto! Son alucinaciones tuyas. Ustedes pueden coquetearse cuánto quieran.
— Sí que lo hiciste.
— Ya quisieras...
Un silencio incómodo se apoderó de la habitación.
— Bueno... Nos terminamos desviando del tema, Megan tenía que platicar con nosotros.— Introdujo Michael el asunto.
— Es cierto.— Asintió Darell.
— Bueno, yo...— Me senté en la silla giratoria frente a la larga cómoda de madera blanca.— ¿Recuerdan la banda de la que hablaban mis amigos ayer?
— ¿La que tocará en tu fiesta?— Cuestionó Joshua.
— Sí.
— ¿Quiénes son? Me muero por saberlo.— Añadió Michael sentándose en el sofá para unirse al juego de cartas.
— Yo también.— Darell se acomodó en el sillón.
— Son... ¿Ustedes?— Sonreí nerviosa con el ceño fruncido.
— ¿Cómo?— Musitó Darell.
— Pero... — Intentó hablar Michael, sus ojos se encontraban sorprendidos.
— ¿¡Qué?!— Exclamó Equis.
— Megan...— Joshua se cubrió el rostro con ambas manos.
— Es que yo... No tuve opción, si no conseguía una banda la fiesta se cancelaría, y ya prometí que ustedes tocarían.— Me justifiqué nerviosa con un montón de ademanes atropellados.
— ¿¡Qué hiciste qué!?— Comenzó Equis a alterar la voz, lanzó su maso de cartas al suelo.
— Lo siento... Pero lo dije sin pensar.
— ¿¡Cómo se te ocurre!?— Exclamó Darell levantándose del sillón.
— Sabía que me llevarían directo a la tumba.— Susurré cabizbaja.
— Pues comienza a cavar.— Respondió Equis levantándose molesto del sofá.
— Ey... Calmémonos un poco. ¿Sí?— Lo detuvo Michael.
— ¿Calmarnos? ¿Tienes idea de lo que va a suceder? Si Bratzman descubre esto... ¿Sabes qué? — Darell hizo una pausa.— ¡A la calle!
— Lo sé, lo sé. Lamento haberles hecho esto... Ahora mismo le enviaré un mensaje a la presidenta del consejo estudiantil, de que la banda enfermó o algo así.— Intenté revertir los daños provocados por mi irresponsabilidad.
— Megan... ¿Qué pasa si cancelas?— Preguntó Joshua sereno, al parecer no se tensaba con absolutamente nada.
— Tranquilos, la fiesta no se realizará.
— ¿Y tú, cómo quedas tú?— Preguntó Michael.
— Yo buscaré la manera de arreglarlo, fue un error mío. No se preocupen por mí. Y disculpen nuevamente.— Ofrecí disculpas una última vez y me dirigí hacia la puerta del camerino, dispuesta a marcharme.
— Megan... — Me detuvo Equis en corto agarrándome del brazo, nuestras miradas se encontraron en unos segundos.
Qué situación tan cliché... Hermosamente cliché.
— ¿Qué?— Pregunté fingiendo que miles de mariposas no revoloteaban en mi estómago.
— Tocaremos.— Respondió soltándome inmediatamente.
— ¿¡Cómo!?— Reaccionó Darell.
— ¿¡Qué haremos qué!?— Le siguió Michael.
— ¿Y a ti que mosca te picó? Hace unos segundos parecías un loco del demonio.— Cuestionó Joshua cruzándose de brazos.
— ¿Te comprometiste con esa gente?— Me preguntó Equis.
Asentí con la cabeza.
— Tocaremos.— Reiteró su argumento dirigiéndose nuevamente al sofá, a continuar su juego de cartas como si nada.
— ¿Desde cuándo eres tú tan humanitario?— Preguntó Darell acercándose a él.
— Normalmente es más probable que una ardilla aprenda a bailar.— Opinó Michael.
— Estoy impresionado, realmente lo estoy. ¿Por qué ese ataque de generosidad y sacrificio por el prójimo? Sabes todos los riesgos que vamos a correr y aún así aceptas solo por... ¿Ayudarla?— Cuestionó Joshua con el ceño fruncido.
— Ya basta. Lo haremos y ya está.— Repitió.
El silencio nuevamente nos sorprendió.
Mientras tanto, yo me encontraba de pie en la puerta, observando a Equis desde allí con los ojos cristalizados, a unos segundos apenas de comenzar a sollozar.
De repente mis pies comenzaron a moverse solos, y el silencio fue interrumpido por mis tenis impactando contra los tablones del suelo del camerino.
— ¡Gracias! — Exclamé lanzándome al sofá, a los brazos de Equis.
El maso de cartas cayó al suelo, la expresión de su rostro era de sorpresa.
Sus ojos se encontraban estupefactos y sus labios entreabiertos. Los chicos observaban aquella imagen callados.
No me esperaba esto de ti... La verdad no...
Me dirigí de a poco y sonriente hacia la salida, y justo cuando abandoné aquel sitio de la puerta con la calavera, el mismo brazo del mismo chico me detuvo como hacía unos segundos atrás.
— ¿Qué sucede?— Pregunté con aquel brillo en los ojos que todos conocemos.
— De nada.— Respondió secamente, para luego adentrarse en el lugar secreto.
Eres tan inestable y discordante... Me vuelves loca.
Pero supongo que por eso me enamoré de ti.
¿Espera, qué? ¿Enamorada?
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