Capítulo 12🦋: Carreras de motos.
Eran las 7:00 de la mañana, me encontraba sentada en el inodoro observando el blanco techo del sanitario, postergando todos los deberes escolares que tenía por hacer.
—¿Por qué no ha hecho la tarea, Srta Sanders? Esto amerita una F.— Imaginé la insoportable voz de la profesora Linda luego de descubrir que no había hecho los deberes de literatura.
— Oh...— Suspiré inconforme cubriéndome el rostro con ambas manos.
Al dirigirme a la habitación para buscar los libros recibí un mensaje en el celular.
Simon: ¿Qué tal si damos un paseo hoy? Tú, Diana, Arlen, Hans y yo. ¡Anímate, será divertido!
Yo: Me gustaría, pero tengo deberes pendientes... De hecho, tú también.
Simon: El mundo puede acabarse mañana, Megan. Aunque no estás en condiciones de no hacer los deberes de literatura. ¿Por qué no te apresuras y salimos luego del almuerzo?
Yo: Lo intentaré.
Simon: Si logras terminar a tiempo, el encuentro es en la Avenida 16 a las 2:00, es justo esa que radica detrás de la Universidad.
Yo: Ok.
Tras apagar el móvil me dirigí a la mesa de la cocina lo más rápido que pude para intentar culminar con mis deberes antes de la hora establecida para el encuentro.
¿Qué estará haciendo Equis ahora?
Seguro está observando su tortuga.
2:00 de la tarde.
— ¡Hola chicos!— Les saludé alegre tras encontrarlos reunidos.
— ¿Has terminado los deberes? — Preguntó Simon cruzándose de brazos con el ceño fruncido.
— Sí...— Respondí desviando la mirada.
— ¡Más te vale! — Me regañó dándome un ligero golpetazo en la cabeza.
Lo fulminé con la mirada, inmediatamente me acarició el cabello desviando la mirada y los chicos rieron.
— ¿Tienes algo que contarnos, Megan?— Preguntó Hans arqueando una ceja.
— Veo que ya lo saben.— Miré a Simon.— Me pregunto quién se los contó...— Ironicé.
— Eso es lo de menos... ¡Cuéntanos!— Exclamó Diana agarrándome el brazo.
— Cuéntanos todo y exagera.— Añadió Arlen tomándome el otro brazo.
Estoy rodeada.
— Bien, bien, señoritas del chisme, pero que nos vaya contando por el camino que se nos hace tarde.— Advirtió Hans rodeándonos con los brazos.
— ¿Se nos hace tarde? ¿A dónde vamos?— Pregunté con el ceño fruncido y observando a Simon.
— Iremos a varios lugares, pero primero veremos a Hans competir.— Respondió Diana dándole un ligero hombrazo a Hans.
El rió desviando la mirada.
— ¿Competir?— Levanté ambas cejas con una ligera sonrisa.
— Carreras de motos, Hans es corredor de motos.— Respondió Arlen acomodándose el cabello detrás de las orejas.
— ¿Enserio?— Pregunté con una expresión de asombro.
— Es muy bueno, de hecho.— Añadió Simon rodeando a Hans con el brazo.
— Verás como los hago tragarse el polvo, Megan.— Dijo Hans con una sonrisa burlona.
— Eso ya lo veremos.— Lo desafío cruzándome de brazos.
Mientras nos dirigíamos a la estación del metro les contaba a los chicos lo sucedido con Equis la tarde anterior. Diana se burlaba un poco al igual que Hans.
En cuanto nos subimos al metro vi un chico en el fondo vestido con un traje negro, que por alguna razón se me hacía familiar, sin embargo, decidí creer que eran cosas de mi imaginación y terminé olvidándolo.
El metro nos dejó en las afueras de la ciudad, y luego caminamos cerca de un kilómetro hasta llegar a nuestro destino.
— ¿Era necesario que compitieras en el fin del mundo?— Pregunté sofocada descansando en el hombro de Simon.
— ¿Acaso puedes hacer carreras de motos ilegales en medio de la ciudad?— Preguntó Hans con el ceño fruncido.
Suspiré agotada.
— Vamos, ha sido solo un kilómetro.— Dijo Simon observándome decepcionado.— ¿Cómo puedes ser tan enérgica y perezosa a la vez? Con Equis no se te agotan las energías...
— ¡Oye!— Le regañé entre risas dándole un codazo.
Mientras mis ojos exploraban todo el lugar Hans se relacionaba con los otros competidores.
El entorno era pura arena y algo de pasto, algunas chicas vestidas como quien no quiere ropa, señores gordos con gruesos fajos de billetes... En fin, justo como lo había imaginado.
Encima de una de las motos noté que se encontraba el chico del metro con un casco.
¿Por qué me da la impresión de que conozco a ese chico?
— ¿Por qué te encuentras distraída así?— Preguntó Arlen colocando su mano sobre mi hombro.
— No es nada...— Evadí el tema.— Por cierto... ¿Dónde está la moto de Hans?
— Ninguno de los competidores tiene moto, amiga. Estas bestias le pertenecen a los tipos que apuestan por sus competidores.— Explicó ella dándole un manotazo al timón de la moto que yacía frente a nosotros.
— Apartémonos, la carrera está a punto de comenzar.— Nos advierte Diana.
Todos nos alejamos a las afueras del camino mientras que Hans y los demás competidores, incluyendo aquel chico que me generaba ansiedad, se encontraban en la línea de salida.
Una chica con una especie de brasier, tacones y minifalda, se colocó a la izquierda del camino con un pañuelo rojo.
— ¡¿Están listos bestias de la arena?!— Exclamó mientras enrollaba el pañuelo en su mano.
Inmediatamente todos los competidores emitieron ruidos acelerando.
— ¡Los voy a aplastar!— Gritó aquel chico que me parecía conocido.
Esa voz... ¿Darell?
— ¡A la cuenta de tres!— Exclamó la chica.— ¡3... 2... 1! ¡A correr!
En un parpadeo todos los competidores se encontraban en el camino, levantando bruscamente el polvo frente a nosotros.
La competencia se desarrollaba de manera circular, el que llegara primero a la meta luego de 5 vueltas a la pista sería el ganador.
— Un momento...— Cuestioné con el ceño fruncido.
— ¿Qué sucede?— Me preguntó Simon dirigiendo su mirada hacia el punto que me encontraba observando.
— Ese señor...— Hago una pausa para analizarlo nuevamente.— Olvídalo, acabo de confundirlo con alguien.— Le miento finalmente tras reconocerlo.
— Oh... Me pasa muy a menudo.
Aquella barriga y esos dientes los reconocería a kilómetros... Era el Sr Bratzman, el manager de The Crazy Boys.
¿Qué rayos hace ese tipo aquí?
— ¡Primera vuelta!— Exclamó la chica luego de que el ejército de motocicletas levantara nuevamente el polvo en la línea.
— Hola muchacha... ¿Te gustaría apostar?— Se acercó el regordete.
— No, disculpe, he venido a ver un amigo correr. No apuesto.— Intenté amablemente rechazarlo, tratando de ocultar mi odio y náuseas de tenerlo cerca.
— ¿Qué tal si apuestas por tu amigo?— Nuevamente intentó convencerme.
— Lo siento, pero no tengo dinero ahora mismo, solo vine a disfrutar la carrera.— Respondí seria esta vez.
— Muchachitas estúpidas de hoy en día.— Se alejó mientras refunfuñaba entre dientes.
Le he escuchado, señor.
¿Acaso su competidor será Darell?
— ¿¡Megan!?— Exclamó una voz masculina detrás de mí.
— ¿Michael?— Me volteé.
— ¿Qué haces idiota? Te dije que...— Se acercó Equis a nosotros.
— ¡No voy a fingir que no la he visto!— Lo regañó.
— Hola Megan...— Me saludó Jackson.
— ¿Qué haces en este lugar?— Preguntó Joshua mientras se acercaba con el ceño fruncido.
— Un amigo está corriendo... ¿Pero qué hacen ustedes por aquí?— Hice una pausa.— ¿Darell está corriendo, verdad?
— ¡Segunda vuelta!— Nos interrumpió la chica.
Me sacudí la arena de los jeans.
— Sí, es el chico de la moto azul oscura.— Respondió Michael.
— Bratzman está aquí.— Les advertí.
— Lo sabemos, ha venido con nosotros. Todos estamos apostando por Darell.— Añadió Joshua acomodándonse uno de los mechones azules.
— Ya veo... ¿Hasta tú?— Pregunté dirigiendo la mirada hacia Equis.
— No me interesan las apuestas.— Respondió fríamente sin apartar la mirada del horizonte.
— ¿Entonces has venido a ver competir a tu... Compañero?
— No tenía nada mejor que hacer.— Respondió aún sin mirarme.
Eres una caja de repugnancia.
Mientras conversaba con los chicos y Equis prendía un cigarrillo, noté que Arlen y Jackson se encontraban en una extraña guerra de miradas. No de esas fulminantes que lanzas cuando alguien te desagrada, por el contrario, de aquellas que dedicas cuando algo te llama la atención.
— Jackson...— Me acerqué a él.
— ¿Sí?— Preguntó nervioso.
— No has dejado de mirar a aquella chica.— Dije apuntando discretamente a Arlen.
— Son alucinaciones. No tengo tiempo para eso.
Ajá, ya te estás pareciendo a Equis.
— Ha venido conmigo. Es mi amiga.— Añadí entre pícaras risas.
— ¿Es tu amiga?— Cuestionó clavando sus pupilas brillosas en las mías.
— Sí. ¿Quieres que te la presente?
— No, no. — Insistió negando nuevamente con la cabeza.
— Tu ojo azul la está observando mientras que el castaño la está mirando.
— ¿Eso ha sido un chiste para heterócromos? — Cuestionó con cara de asco.
— ¿Sí...?— Respondí encogiéndome de hombros.
— Ha sido el peor chiste del mundo.
Puse los ojos en blanco un tanto avergonzada.
— Lo mejor es que huyas mientras puedas, de lo contrario no te dejará en paz y terminará insistiendo en el tema. — Le aconsejó Equis tocando su hombro en señal de comprensión.
— Tú cállate.— Le regañé.
— ¡Tercera vuelta!
— No quiero.— Respondió cruzándose de brazos.
— Wow... Qué extraño. Normalmente sería al revés. — Expresó Jackson frunciendo el ceño.
— Ya que no me quieren aquí, volveré donde mis amigos de la universidad, ya que ellos sí disfrutan de mi presencia.— Dije indignada alejándome de los chicos.
— ¿No piensas insistir para quedarte aquí parloteando?— Preguntó Equis.
¿Qué ha sido eso? Tú odias que lo haga.
— ¿Acaso eres masoquista?— Cuestionó Michael mientras se acercaba.
— Sí, siempre dices que la quieres lejos y que detestas oírla chillar en tu oído. Ahora que por fin ha decidido marcharse por su cuenta... ¿Le pides que se quede? Exactamente le pides que insista hasta que le permitas quedarse con nosotros.— Explicó Joshua con el ceño fruncido mientras se acercaba junto con Michael.
— ¿Estaban escuchando o qué?— Desvió el tema Equis avergonzado.
— ¿Por qué evades el tema?—Cuestioné cruzándome de brazos arqueando una ceja.
— Los odio.— Respondió mientras de a poco se alejaba.
Un silencio incómodo nos abrazó de repente, el cual fue interrumpido por mi risa y la de los chicos, debido a la cómica situación reciente.
— Iré con mis amigos... Los veré antes de irme.— Dije entre risas para luego caminar hacia donde se encontraban Diana, Simon y Arlen.
— ¿Conocías a esos marihuanos?— Preguntó Diana frunciendo el ceño.
— Son mis amigos.
— ¿Pero si eres nueva aquí? Nunca los había visto en la universidad... Resaltan por encima de la multitud con sus cabellos y vestimentas locas. Parecen una banda de rock de los 80. — Titubeó Arlen.
— Ajá, y noté que no dejabas de intercambiar miradas con uno de ellos.— Desvié el tema introduciendo otro.
— ¿Yo?— Hizo una pausa apuntándose al pecho con el dedo índice.— Psss... No.
— Sí, sí lo estabas mirando Arlen, y él a ti.— Respondió Simon pícaramente sacándose la chaqueta que llevaba puesta.
— No... Están equivocados.
— ¿Quiere decir que si los presento no habrá nervios entre ustedes?— Pregunté jugando con un mechón de su cabello mientras le lanzaba una mirada descarada.
— ¡No es necesario!— Respondió severamente.
— Si no te llamara la atención, no te molestara chica.— La develó Diana asintiendo suavemente con la cabeza.
— ¿Ya te dije que a veces hablas como dopada, Diana?— Añadió Simon.
— Aquí lo importante es...
—¡Cuarta vuelta!— Me interrumpe nuevamente la chica de la minifalda.
— Por suerte solo queda una vuelta.— Expresó aliviada Diana llevándose la mano derecha al pecho y cerrando los ojos.— Este polvo es insoportable.
— Deberíamos acercarnos a la línea, solo quedan unos minutos para que alguien llegue a la meta.— Aconsejó Arlen.
No porque hayamos cambiado de tema quiere decir que lo he olvidado.
Los cuatro nos acercamos a la línea, notando que Hans y otro chico se encontraban bastante cerca. La competencia estaba sumamente reñida, y los señores gordos junto a las chiquillas zorritas no dejaban de gritar.
— Darell y Hans...— Suspiré. No pudo haber existido mayor casualidad.
— ¿Conoces al otro competidor?— Preguntó Diana.
— Es parte de aquel grupo de rockeritos de los que hablábamos hace unos segundos.
— ¿Entonces dos de tus amigos están compitiendo por el primer lugar?
— Eso parece...— Suspiré nuevamente.
— ¿¡Será Darell!?— Gritó la chica animadora.
Un grupo de chicas exclamó despavorido.
— ¿¡Será Hans!?— Continuó, luego otro grupo de chicas vociferó.
— ¡Y el ganador es...!— Hizo una pausa, esperando unos segundos a que uno de los dos llegara a la meta finalmente.— ¡El ganador es...!— Repitió para provocar tensión.
¿Cuál será el ganador? ¿A quién debo apoyar?
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