Capítulo 37
“¿Sí?”
San le sonríe a la voz.
“Seonghwa, soy yo.”
Una pausa, entonces… “¡Joder!”
Hay un zumbido y la puerta se abre, San toma su bolsa del suelo y asiente hacia Yeosang
y Wooyoung, haciéndole señas para que lo sigan.
El jardín de la casa es tan lindo como lo recuerda, con arbustos perfectos y flores
saliendo con elegancia de limpios capullos.
“Este lugar es tan asombroso.” Susurra Yeosang, San rueda los ojos.
“Y aún no has visto la casa.”
La puerta delantera se abre y San apenas tiene tiempo para registrar todo antes de ser
envuelto en un fuerte abrazo.
“¡Mierda, San!” Seonghwa casi grita, riendo como loco. “¡Ha pasado bastante tiempo!”
“Seonghwa, no puedo respirar.” Chilla San, pero aún así lo abraza. Está más alto que la última vez.
Seonghwa se aparta, con una gran sonrisa en el rostro. San se da cuenta que, Dios, extrañaba su estúpida sonrisa.
“Que bueno verte.” Dice San.
“También es bueno verte y…” Seonghwa mira a los desconocidos detrás de San. “Y conocerlos a ellos, supongo.”
Wooyoung se pone detrás de Yeosang, mirando al suelo.
“Está bien, Woo.” Dice San. “Puedes quitarte el tapabocas.”
Seonghwa frunce el entrecejo pero no hace preguntas. Rara vez las hace en realidad.
Wooyoung no parece seguro pero aún así obedece, bajando el tapabocas y haciendo una
pequeña reverencia hacia Seonghwa.
“¿Puedo preguntar quiénes son? No es que me moleste, sólo que…” Seonghwa aprieta los
labios. “Han pasado tres años, Sannie.”
San asiente. “¿Recuerdas el favor que me debes?”
Seonghwa sube el mentón, toda su atención está en él por un momento.
“Por supuesto.”
“Supongo que ya puedes pagarme.”
Antes de que Seonghwa pueda decir algo, otro hombre sale de la puerta.
“¡Dios mío, en serio es él!” Exclama, una enorme sonrisa estirando sus labios.
“Hola, Hongjoong.”
“Dios, San, ¡Ha pasado tanto tiempo!" Hongjoong camina hacia él, ve a Yeosang y a
Wooyoung y les sonríe. “¡Y trajiste amigos! Vamos, entren. Seonghwa, no puedes dejar a los invitados en el jardín.”
Seonghwa murmura algo por lo bajo pero aún así derrotado les hace un gesto para que
entren a la casa.
Justo cuando están a punto de entrar, San se vuelve hacia Yeosang y Wooyoung y sisea.
“No digan una sola palabra acerca de las alfombras.”
Ve que fruncen el ceño pero asienten. La casa, como San esperaba, no había cambiado en
absoluto. Desde el techo alto con candelabros blancos guindando, hasta las luces cálidas que salen de los enormes ventanales de la pared y esas horribles alfombras. San hace una mueca
mientras camina, odiándolas tanto como la primera vez.
“Santo…” Yeosang dice con asombro, mirando a su alrededor y registrando lo vasta que
es la habitación. “Este lugar es genial.”
“¡Gracias!” Dice Hongjoong emocionado. “Lo decoré yo mismo. Arriba es mucho mejor. Te
daré un recorrido luego.”
Yeosang asiente, sus ojos casi saliendo de sus cuencas cuando ve el sofá de cuero y el
gran piano al final de la habitación.
“¿Está es la sala de estar?” Pregunta, San ríe.
“Ésta es la entrada.” Responde Hongjoong.
Yeosang traga.
“Creo que me voy a desmayar.”
Wooyoung mira a su alrededor.
“Las alfombras.”
San se tensa y Wooyoung jura que la cara de Seonghwa comienza a perder color. La sonrisa
de Hongjoong se rompe un poco, sus ojos entrecerrándose.
“¿Qué pasa con ellas?” Pregunta, su voz fría como el hielo. San le envía una súplica con
los ojos pero Wooyoung lo ignora.
“¿Son Osterbergs?”
“Lo son.” Dice Hongjoong, su voz de nuevo feliz y sus ojos suaves. “¿Te gustan?”
Wooyoung sonríe y asiente. “Adoro el diseño, siempre he querido una.”
Hongjoong inhala fuertemente, claramente satisfecho y se vuelve hacia San.
“Es inteligente y tiene gusto. Vamos, vengan. Les daré un tour a ambos. Van a quedarse, ¿No es así?”
San asiente. “Si no es problema.”
“Quédense por todo el tiempo que necesiten.” Hongjoong sonríe y mira a Seonghwa. “¿Le
enseño sus habitaciones?”
“Seguro.”
“Vamos entonces, también les buscaré algo de beber.” Dice Hongjoong y comienza a
caminar fuera de la habitación, Wooyoung y Yeosang siguiéndolo.
Mientras Wooyoung camina cerca de San para un momento y susurra en su oído.
“Esas alfombras son horrendas.”
San se ríe y Wooyoung se aparta.
Seonghwa suspira.
“Tiene una nueva alfombra, ¿Sabes?”
“¿Sí?”
“Es más fea que las otras. Y más costosa. Lo odio.” San arquea una ceja.
“En realidad no.”
“Cállate.” Seonghwa sonríe y le da una palmada en el hombro. “Vamos arriba, te enseñaré tu habitación.”
Mientras suben por las escaleras, Seonghwa le dice que Hongjoong le convenció de ir a clases
de cocina y que está sorprendido de que aún no lo han sacado, considerando cuantos
platillos ha arruinado ya. San escucha sin prestar atención, simplemente disfrutando la voz de su amigo.
Seonghwa abre la puerta de una de las habitaciones de invitados y entra, San lo sigue. “¿Esta es en la que dormí la última vez?” Pregunta, apenas reconociendo la habitación, la gigantesca cama y el closet de madera, el cuadro en la pared, las cortinas azules y otra de esas malditas alfombras.
“Sí, recuerdo que te gustaba.”
“Sí, en realidad era porque no tenía alfombras.”
“Esa es la nueva.”
“La odio.”
“No quieres saber cuánto pague por eso.” Seonghwa cierra la puerta y suspira. “Bien, ahora de vuelta a lo que vinimos. ¿Qué necesitas?”
San suelta las bolsas en el suelo y busca la suya, la abre y los ojos de Seonghwa brillan con sorpresa.
“Oh.”
“Sí.”
“Mierda.”
“Necesito ese servicio.”
Seonghwa asiente, apartando sus ojos del dinero.
“Bien. Puedo hacerlo, va a tomar una semana, tal vez dos.”
San lo mira con aburrimiento. “¿Y para mí?”
Seonghwa sonríe. “¿Ellos también lo necesitan?”
“Sí.”
“Cuatro días, tal vez menos si me hago cargo.”
“Hazte cargo.”
“Está bien.” Seonghwa se sienta en la cama. “¿En qué jodida cosa te metiste?”
San se encoge de hombros. “Sólo digamos que Imoogi Pa no está feliz.”
“Obviamente no lo están. ¿Qué hay de esos dos?”
San se sienta junto a Seonghwa, el colchón hundiéndose un poco bajo su peso.
“No son de Imoogi.”
“Sí, me di cuenta. ¿Qué les pasó? Y lo más importante, ¿Con cuál te estás acostando?”
San rueda los ojos. “Bueno, con ambos.”
Seonghwa parpadea. “Ambos.”
“Sí.”
“¿Acaso salvaste el país en otra vida, o…”
“Cierra la jodida boca.”
“Lo siento, es sólo que…” Seonghwa se rasca la parte trasera de la cabeza. “Eres muy
suertudo, eso es todo. ¿Cómo los conociste?”
“Bueno, es gracioso.” Dice San. “El pelinegro, Wooyoung, mató a un tipo que intentó
violarlo, Yeosang es un jodido desastre y sólo se nos unió, y cuando los conocí casi los
atropello a ambos. En realidad, no, atropellé en serio a Yeosang.”
Seonghwa parece procesar las palabras, mirando a San con una expresión indescifrable.
Finalmente, respira profundamente.
“Mejor… Mejor no le digamos a Hongjoong.”
San asiente. “Mejor no.”
“Eres increíble.” Seonghwa se levanta con una sonrisa. “Iré y los meteré, entonces, supongo
que dormirán juntos.”
“Sí, gracias.”
“Ni lo digas. Pero en serio, es bueno tenerte de vuelta.”
San sonríe. “Es bueno estar de vuelta.”
Seonghwa asiente abandonado la habitación, cerrando la puerta.
San se recuesta en la cama, suspirando con pesadez y disfrutando del silencio de la habitación, sin sonidos saliendo de afuera, un lindo olor a flores frescas llenado el aire.
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