Capítulo 23

Conducen por Busan por el día, sólo queriendo pasear con la música alta saliendo de la radio, las ruedas del Chevrolet rechinando contra el asfalto.

Yeosang está sentado detrás de él, hablando con Wooyoung sobre el evento que Changbin planea, dice que será asombroso y el mejor que ha hecho hasta ahora, todo esto mientras toca el cabello de San en caricias suaves y lentas, a veces jalando algunos mechones juguetonamente.

San se rasca la nariz, y luego pone su mano de vuelta en el volante, el camino abierto para ellos, el sol alto en el cielo y montañas dejando espacio para nuevos campos.

Wooyoung tiene su ventana abierta, tiene los ojos cerrados y una sonrisa satisfecha en su cara, una mano fuera del auto con sus dedos abiertos, y el aire cosquilleándolos. Está usando la nueva túnica que le compró San, hecha de satín rosa y mangas largas, con pétalos naranjas impregnados en el lado izquierdo.

Después de una hora de conducir paran en la estación para llenar el tanque.

“Roba caramelos para nosotros.” Le dice Wooyoung con una sonrisa, recostándose sobre el parachoques del auto.

Yeosang ríe y planta un beso en su frente antes de entrar a la tienda y, en menos de dos minutos, vuelve con una paleta en su boca y dos más en su mano.

San succiona su paleta de cola mientras llena el tanque de gasolina, Wooyoung repentinamente se levanta del parachoques y se posiciona en frente del auto cuando comienza a moverse al ritmo de la canción que proviene de la radio, Yeosang silbando y aplaudiendo con la melodía.

San nunca había usado la palabra precioso para describir a otro hombre. ¿O tal vez sí? El calor le estaba mareando. Busca en su memoria… No. No, nunca había considerado a un hombre precioso. ¿Atractivo? Sí, ¿Guapo?, por supuesto. Nunca precioso.

Sin embargo cuando se trata de Wooyoung y Yeosang, precioso es la única palabra que llega a su cabeza.

Observa a Wooyoung, bailando bajo el sol en una asquerosa estación de servicio, las largas mangas de su túnica levantadas por la suave brisa, sus ojos cerrados y oro adornando su piel, riendo ocasionalmente, sus mejillas rojas por el terrible calor y San piensa que parece una flor naciendo de un hoyo en un pedazo de concreto. Puro entre tantas cosas malas.

San mira a Yeosang entonces, recostado en el auto, sus largas piernas cubiertas en jeans rasgados, ojos suaves cuando mira a Wooyoung, sus labios en forma de corazón estirando su cara en una sonrisa que puede sacarle el aire a más de una persona, sus dedos sacudiendo un cigarrillo al ritmo de la música mientras usa una camiseta demasiado holgada en su delgada figura, los hombros siempre deslizándose hacia su lado izquierdo y el sol besando su piel perfectamente.

Sí, piensa San. Son preciosos.

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