Unrequited
———Because what's worse than knowing you want something,
besides knowing you can never have it?———
The Angel Experiment.
Frío.
Lo último que recordaba era haberse dormido contra el calor del cuerpo de Wallace, contenta y satisfecha porque había conseguido un poco más de tiempo con él que el que usualmente tenía; por lo menos habían podido charlar durante la cena antes de terminar enrollados con las sábanas, como pasaba a diario.
Pero ahora tenía frío, una brisa helada que acariciaba su cuerpo desnudo de forma burlesca, como riéndose del hecho de que Wallace no estaba a su lado; de que eran las seis de la mañana y él no estaba ahí. Había dejado atrás una sombra, algo malvado que se reía de la ingenuidad de Uliana.
Había pensado que quizás anoche las cosas habían sido diferentes; que el hecho de que la abrazara en lugar de mostrarle su espalda significaba algo.
Que quizás estaría ahí cuando ella despertara.
Pero no. Estaba sola, en la habitación pulcra y perfecta del hombre, con los primeros rayos del sol colándose por la persiana a medio cerrar dándole en la cara; girando para quedar de espaldas, la mujer miró el cielo de la habitación unos segundos, recomponiéndose del pequeño momento de... dolor.
Era una estúpida realmente, o eso pensaba en ese momento; lo suficientemente estúpida como para creer que Wallace al fin la amaba aunque fuese un poco.
Con un suspiro amargo se levantó, vistiéndose en la ropa del día anterior que había quedado repartida por todo el suelo, formando un camino que llevaba directamente a la cama; odiaba empezar el día mal porque luego nada le salía bien, pero bueno, la culpa era suya por dejarse arrastrar de esa forma, por caer en lo mismo una y otra y otra vez.
Pero era algo recurrente. Cada vez que le veía el rostro. Esas facciones masculinas y viriles, esa tez melocotón y esos ojos oscuros que la absorbían y la mareaban; era imposible. Era perfecto. Su actitud, su sonrisa, sus palabras.
Dejaba de pensar cada vez que lo veía.
Y siempre pasaba lo mismo. Al despertar, como ya no estaba, la razón regresaba a Uliana, y esta se sentaba en la isla de la cocina, con una taza de café y la cabeza llena de preguntas.
¿Por qué no la amaba?
¿Se había equivocado en algo?
¿No era suficiente?
¿Por qué?
Y las lágrimas llegaban, y el dolor del rechazo indirecto era horrible, la realidad de saber que no eras más que un juguete para el otro cuando Uliana solo parecía amarlo a él; y ni siquiera estaba en su poder cambiar eso, porque estaba escrito en su ADN. Suponía que lo quedaba más remedio que aceptarlo.
Que aceptar que nunca tendría el amor de Wallace Vanserra.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top