⚔ Take An Angel by the Wings ⚔

Era difícil de creer, que luego de casi doscientos años, si la memoria no me fallaba, mis compañeras de toda la vida me dejaban. Se suponía que siempre estarían ahí, conmigo, listas para acompañarme a los lugares más insólitos por las razones más insólitas, solo porque yo lo pedía; que me catapultarían a nuevas alturas. Tenían esa fuerza única que nunca había visto, nunca me habían fallado; en la guerra me llevaron por sobre el campo de batalla muchas veces, por sobre la brisa y el viento y la tormenta. Y ahora, habían servido de sacrificio para que yo pudiera seguir adelante.

Me miré frente al espejo una última vez, mirando mi reflejo sobre mi hombro; tensé los músculos dorsales, pero solo la izquierda se alzó, la derecha colgando de mi espalda como un trapo negro. La luz que entraba por la pequeña ventana del baño atravesaba los agujeros en la membrana rosada, rebotando en el espejo frente a mi y pintando mi tez pálida de un suave amarillo.

Solté mis músculos, y esta vez tensé los laterales, y ambas se extendieron; pero el talón de la derecha estaba doblado en un ángulo extraño, porque de seguro una de las balas había cortado uno de los tendones al pasar. El aire ya no estaría contenido bajo ellas.

Y nunca volvería a volar.

Por sobre el clamor de la guerra, la suciedad, el hambre, la sed y el olor a muerto que brotaba del suelo bajo mi figura en el cielo, siempre había tenido ese lugar para recordarme que todo estaba bien; que las cosas tenían arreglo, y que la desesperación de mi gente no sería permanente. Ese lugar donde lo único que se escuchaba con claridad era el viento contra mis oídos, y lo único que sentía era el aire acariciar mis alas, tirándome hacia arriba, calentando mis huesos con la luz del sol. Incluso luego de la guerra, las alturas siempre habían sido mi lugar favorito cuando estaba sola.

Pero ahora ya no podría volver.

Supongo que lo supe desde que sentí el calor del metal atravesar el capullo de carne que habían construido en torno a mi, y lo supe aún más cuando llegué a la casa en la Reserva; me desnudé y me metí a la ducha, para descubrir que el agua helada no ayudaba a coagular, y cada vez que el líquido cristalino tocaba mi ala derecha, caía teñido de un rojo profundo. Las lavé con suavidad, con manos tranquilas porque aunque sabía que probablemente no las ocuparía nunca más, habían estado ahí para mí toda una vida. Nora y Nancy llegaban a su fin.

Qué estúpida. De pequeña las había nombrado, ambos nombres con N porque eran parte de mi pero no eran Nuala; eran mis alas, pero no eran lo mismo que tener un dedo meñique.

Se suponía que morías con ellas, y al morir regresaban a la tierra y revivían en la espalda de alguien más; siempre me entretuve pensando que quizás las mías habían pertenecido a un guerrero, y tal vez por eso eran tan buenas.

Pero suponía que la vida nuevamente tenía otro plan para mí. Que no moriría con alas, con ellas funcionales por lo menos, que no volverían a crecer en la espalda de nadie porque no eran alas; eran solo trozos de carne y hueso ahora.

Sin darme cuenta, las lágrimas habían empezado a caer por mi rostro. Llevaba varios minutos solo mirando la membrana algo traslúcida, viendo las venas oscuras contra la luz, como pequeños caminos en mi piel; lo mejor era no verlas más. Era lo más sano para las tres. Porque sacarlas de mi esencia era mucho esfuerzo para las pobres, heridas y caducas, y para mi verlas era...

No había como describir el vacío que tenía dentro.

Así que me concentré en recordar los pequeños tatuajes en la piel oscura de mis huesos, los tatuajes que nos habíamos hecho de jóvenes cuando estábamos entusiasmados por ir a la guerra y pelear por nuestra libertad; símbolos de fortaleza, de valentía, de inteligencia. Memoricé la forma de mis talones, brillantes garras al final del hueso principal.

Las batí una última vez, ignorando el dolor de la piel rasgada, y entonces cogí toda la fuerza de voluntad que me quedaba.

Y las hice desaparecer.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top