A Window to the Past

Ayudar a los demás profesores a ahuyentar a los Dementores de regreso al Dédalo, luego de que un cuarteto de niños se metieran a curiosear y terminaran casi muertos por las hordas de sombras negras, lo había dejado absolutamente liquidado. Hace años que no usaba tanta magia, en concreto desde la Segunda Gran Guerra Mágica, y por más que su varita fuese estupenda y sus habilidades siguieran allí, Balaur sentía que le había pasado el mismísimo tren de la Estación Arthur Cross por encima.

Todavía no podía creerse que le hubiese funcionado el Expecto Patronus, ni que su representación física siguiese siendo el mismo león de hace veinte años atrás. El mismo león que había conjurado en la Clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, antes incluso de que Umbridge llegara a Hogwarts a establecer lo que sería el inicio de todos los problemas de la academia. El mismo león que había sido producto de un recuerdo antiguo, de su madre cuando seguía viva. Al caer en la cuenta de ello, Balaur incluso se había puesto a llorar frente a Agnes, cosa que en retrospectiva le daba bastante... vergüenza. Incluso luego de décadas, no se sentía con el derecho a sentir pena, mucho menos a sentir alivio como lo había hecho unas horas atrás.

Pero aunque su Patronus no hubiese cambiado, la memoria que lo había traído al ser había sido otra muy diferente. En el momento, Balaur había tenido tanto miedo de ver a los Dementores rodeando a los niños, rodeando a Agnes, de ver como le chupaban la felicidad a su propio sobrino de la misma forma como se la habían quitado a él en Azkaban, que no se había fijado en qué había pensado para lanzar el conjuro. Las manos le temblaron un poco al retroceder a esos breves segundos en el laberinto, derramando unas gotas de té sobre su pulgar que no tardó en quitarse con los labios, ignorando por completo el ardor del agua recién hervida.

Había pensado en un hecho que en su momento, le había resultado tremendamente ordinario. Había pensado en la vez que conoció a Thesaia Macleir.

El partido de Quidditch estaba por terminar. Balaur había asistido, al igual que al anterior, solamente para hacerle barra a Gryffindor, y para tontear un rato con sus compañeros y amigos entre las gradas y bajo las enormes torres, gritando a todo pulmón cada vez que los jugadores de uniforme rojo metían un punto. Odiaba volar, nunca le había gustado, pero mientras que él estuviese en el suelo, pues todo bien. Además, ver a Gryffindor sumar otra victoria a las muchas del año gracias al famoso Harry Potter era agradable.

—¡Vamos a Hogsmeade, a celebrar!— sugirió uno de sus compañeros mientras se alejaban de la cancha con rumbo al castillo, las risas y la alegría vibrando por sobre el sonido de las trompetas a sus espaldas.

—¡Eh, Balaur!— gritó otra voz, una femenina que no pertenecía al grupo de muchachos, sino que venía de más atrás y que rápidamente reconoció como la voz de Rowena; ya era su segundo año en Hogwarts pero juraba que con cada año que crecía, solo se ponía más irritante.

—Ya los alcanzó...— gruñó, girándose para ver qué podía querer su hermana de él, metiendo las manos en sus bolsillos, su rostro serio. —¿Qué?

Recién entonces se dio cuenta de que Rowena se acercaba con alguien más, una chica que él no conocía pero que seguramente solo estaba acompañándola a hablarle.

—Papá está indignado porque no le respondes las cartas— aparentemente, ella sí tenía un hábito de leer los mensajes que les mandaba su padre con las lechuzas cada cierto tiempo, mientras que a él se le perdían entre el desastre que era su habitación. —Ah, esta es Thesaia— agregó con naturalidad, presentándole a la chica de cabello castaño y rostro tierno que la acompañaba.

—Hola ¿Hufflepuff?— la saludó con normalidad, esbozando una sonrisa de solo labios, preguntando a pesar de que podía ver el amarillo en su uniforme claramente, apuntando al tejón en el pecho de su capa.

—Sí, la casa de la amistad ¿ves? Por eso soy amiga de una Ravenclaw tan aburrida como tu hermana— bromeó de regreso la chica, sacándole una risa profunda a Balaur y ganándose un codazo de Rowena.

—Oye, no es mi culpa que mi nombre me haya predestinado a estar en esa casa— contestó la rubia con el mismo aire humorístico, ambas riéndose de la otra, Thesaia mirando de soslayo a Balaur que permanecía allí como un imbécil a pesar de que la conversación entre él y su hermana menor claramente ya se había acabado.

De pronto regresó a la realidad al darse cuenta de que la taza de té se le estaba enfriando, y el sol comenzaba a bajar; su momento favorito del día era ese, sentarse solo en la pequeña mesita de su sala, con una taza de té caliente, a ver el atardecer. Tomando el plato sobre el cual descansaba su bebida, Balaur salió de su modesta cocina y se sentó en la silla de madera que usaba siempre, sus ojos oscuros clavándose sobre los colores dorados que bañaban el jardín e iluminaban el interior de su cabaña; tocándolo a él también.

¿Por qué había escogido ese recuerdo, tan ordinario, tan simple? Una imagen que parecía ser tan normal como un recuerdo de comer ranas de chocolate en la sala común de Gryffindor, pero que tenía tanta felicidad contenida que había sido lo suficientemente poderoso para conjurar un Patronus. Pensó entonces, que quizás estaba equivocado, que había recordado otro momento que ahora ya no podía captar otra vez; pero necesitaba saber. Necesitaba saber qué parte de él no estaba tocada por la oscuridad, qué parte de su alma todavía tenía suficiente pureza y alegría como para llamar al gigantesco león de bruma que le había salvado la vida a esos cuatro niños.

Así que el hombre sacó su varita de su bolsillo, la varita que había comprado esperando que pudiese darle un nuevo comienzo, y apuntó a las colinas de pasto verde que se extendían frente a su casa. El corazón se le aceleró hasta el punto que su respiración se tornó temblorosa, esperando a que pudiese reunir todo el valor que tenía para lanzar el encantamiento de nuevo, sin saber qué haría si esta vez no funcionaba. Hasta que se cansó de tener el brazo alzado y el estómago en la garganta, y pensando en esa sonrisa, en la diversión de Thesaia y de su hermana frente a una cancha de Quidditch hace veinte años atrás, bramó.

—¡Expecto Patronus!

Y tal cual como había ocurrido unas horas antes, de la punta de su varita brotó el león con un rugido, parándose con orgullo sobre las lomas de césped, mirando a Balaur a través de la ventana con tanta detención que el hombre creyó que el Patronus lo atravesaría. Atónito, jadeando, bajó su varita y sostuvo la mirada del felino, sin darse cuenta de cómo lentamente, su rostro se deformaba, absolutamente sobrecogido.

—¿Pero por qué...?— se preguntó en voz alta, con la tráquea contraída de... asombro, dolor, desesperación, una mezcla de emociones tan fuertes y que no sentía hace tanto tiempo, que ni siquiera sabía cómo interpretar.

Pensó entonces en la mujer que había estado allí, sentado junto a él en esa mesa, hace unas semanas atrás, comiendo galletas y riéndose de las cosas del pasado. De ese pasado tan lejano, que parecía como si hubiese sido en otra vida. En lo distinta que era de esa chica Hufflepuff que había conocido aquella tarde en Hogwarts; incluso tenía otro nombre. Aurielle Dumont. Como si verdaderamente todo hubiese sido un sueño. Pensó en cuánto miedo había sentido al darse cuenta de lo bien que la estaba pasando con ella, de cuánto quería redimirse y abrirle las puertas de su vida como había hecho solo con Agnes en esos últimos cinco años de libertad, en cuánta tristeza y amargura había sentido después de echarla de su casa. En el dolor que le había producido el verla tan enojada por su mala educación, y en la culpa que no lo dejaba en paz jamás, ni siquiera para sentir otras emociones humanas.

Y se dio cuenta de que el recuerdo, ese recuerdo que al parecer ni los Dementores en Azkaban habían podido tocar, era tremendamente especial. Era un recuerdo que reproduciría todos los días en su cabeza, con la esperanza de que su luz pudiese tocar el resto de su vida. Con la pequeña y fútil esperanza, de que alguna vez pudiese ahuyentar las sombras de su pasado con el, tal como había hecho con los Dementores.

WELL no era lo que tenía planeado pero se me murieron la mitad de las neuronas estudiando pilas galvánicas así que.... perdónenme xD ojalá lo hayan podido disfrutar igual <3 As promised, un poquito de la historia de Bal y Aurielle

imqerial

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burymeinvodka

SayHelloToTheWitch

hopewithroses

ojalá no se me olvide nadie que son muchas personas xd


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