Peter is safe

No ajeno a su persona, después de dos años de relación, Loki supo que su presencia no podría mantenerse clara. Su vida era una cadena forjada de malas decisiones, y sabía pronto tomaría una de nueva cuenta. Qué lío había sido darle todo, qué lío haber querido ser libre sabiendo que solo daño podría hacer. Y aun así, no se arrepintió de haber arriesgado todo por una alma gemela. Pero sus riesgos tenían límites y ya estaba llegando a uno.

¿Alguna vez Peter sospecharía de su terror diario? No, no lo haría. Porque cuando estaba con él, simplemente todos sus males desaparecían. Nunca opacado se mostraría ante esos ojos castaños, sin embargo, la verdad no se podría esconder por tanto tiempo. Loki estaba dispuesto a liberar parte del peso de sus cadenas, aunque este peso fuera su razón de existencia.

Loki salió entonces a las calles, a los lugares donde era posible encontrarlo. Justamente ahí, con sus amigos de clase, se dio cuenta de algo: Peter estaba destinado a brillar, pero no a su lado. Le ensombreció verlo. No lo quería feliz, no con nadie más. Aún sabiendo que lo iba a perder, quería gritar que él le pertenecía. Estaba tan desesperado. El sueño había terminado, y su corazón fue lanzado a la hoguera por el amor que se le había arrebatado. Hoy en día, Loki podía sentirse crepitar en ese fuego ardiente, insondable.

Volvió a encontrarse con Peter después de la ruptura. Volvió a ver los mismos ojos castaños que, sin llorar, reflejaban destrozo, la misma mirada que había visto en el momento justo en el que le quitó todo. Qué dicha tan amarga experimentó. Loki se arrepentiría toda la vida por abandonar ese corazón dado con tanto candor. Arreglar las cosas ya no serviría de nada. Tal vez por eso no le costó presentarse a su cuarto, tratarlo sin cariño como fruto del descuidado amor y la frustración de años.

Loki esperaba esta vez su renuncia fuera completa, aprendería a vivir con las espinas de las consecuencias. Conoció un lugar en donde no había perdones, donde se sobrevive a base de someter, aunque la desdicha recayera severa.

Si tan solo hubiera actuado conforme a lo que deseaba su alma, dejado las apariencias y la vida propuesta a un lado, seguro todo sería menos gris. ¿Quién decía que una vida al lado de un mortal no podía ser perfecta?

Loki se marchó, porque, igual, había otras cosas de las que no podía seguir huyendo.

Besó el recuerdo, la vida que pudo tener y prefirió echar a un lado. Ya todo estaba hecho. Ahora viviría con la ausencia, su fiel compañero.

Había un solo lugar de donde nunca podría escapar: el destino que parecía tener una armonía siempre ajena a él, empujando sus deseos lejos, haciendo entrar lo supuestamente correcto.

—Tú no vas a ser nunca un dios...

Y todo por tratar de mantener a Peter a salvo.

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