Capítulo 9

—Venga, entrad a rebuscar sin miedo. Nosotros nos encargamos de que nadie entre —aseguró Luffy, mirando a sus dos compañeros más expertos en el campo de la medicina—. ¡Patearemos traseros podridos!

Law ni si quiera contestó, tan solo le lanzó una fría mirada. Ese chico tenía suerte de ser bueno luchando, de lo contrario jamás lo hubieran aceptado en el grupo. Era demasiado problemático. No sabía seguir los planes adecuadamente.

(TN) siguió al pelinegro y entró tras él a la farmacia. Aquello era un auténtico desastre: estanterías destruidas, medicamentos tirados por el suelo, cajas vacías... Por suerte, parecía que aún quedaba alguna que otra cosa que podía resultar de utilidad.

—Primero revisaremos el almacén. No vaya a ser que nos llevemos una sorpresa —indicó Law, señalando una puerta entreabierta que había tras la barra donde trabajan anteriormente la dependientas.

—Sí, claro —murmuró ella, antes de empezar a caminar hacia allí.

El pelinegro pasó el primero y pulsó el interruptor de la luz que, tal y como esperaba, no funcionaba. No era un gran problema, ya que la luz que se colaba por la pequeña ventana que daba a la calle iluminaba lo suficiente la estancia.

Miraron tras las dos grandes estanterías que había en medio de la sala. No parecía que hubiera nada vivo o muerto por allí.

Llevaban apenas un minuto revisando una de las estanterías cuando, de entre una gran cantidad de cajas de cartón apiladas, apareció una mano que agarró el tobillo de la peli(t/c).

—¡Ah! —exclamó ella, asustada, tratando de librarse del agarre. Varias cajas cayeron al suelo, mostrando un rostro desfigurado.

Se sobresaltó cuando vio pasar el filo de la espada ante ella y el brazo que le estaba agarrando se partió por la mitad. Acto seguido, Law clavó su espada en la cabeza del infectado.

—Tienes que espabilar —espetó él, mirando con seriedad a su compañera—. Para algo llevas un arma encima.

—Sí, lo sé —murmuró ella, tratando de calmarse.

—Venga sigamos revisando y llenando las mochilas.

(TN) fue observando las cajas de medicamentos y guardándolas mientras los pensamientos bailaban por su mente. Sabía lo que Law debía estar pensando y ella pensaba exactamente igual. ¿Cómo había podido sobrevivir ella sola hasta ahora? Tal vez había sido por pura supervivencia. Había estado sola, sin nadie que la defendiera y, lo más importante, no había tenido miedo a morir. Más bien no le hubiera importado morir y cada vez que se había defendido había sido puros reflejos. Desde que había llegado a la comunidad, rodeada de gente que parecía tener buenas destrezas, se había relajado.

—Creo que ya hemos rescatado todos los medicamentos posibles —comentó el pelinegro, una vez las estanterías y cajas estuvieron revisadas—. No vale la pena coger lo de fuera. Está pisoteado y la mayoría del contenido de las cajas está esparcido por el suelo.

La peli(t/c) tan solo asintió antes de que ambos emprendieran su camino de vuelta al exterior. Al parecer, el grupo de vigilancia no había tenido mucha faena mientras la pareja cumplía su parte de la misión.

—¡Venga, venga! —exclamó Luffy, cuando vio que sus compañeros salían por la puerta—. Ahora toca la mejor parte. ¡Vamos a conseguir carne!

La segunda parte de la salida consistía en cazar y pescar. Ya hacía un tiempo que no lograban encontrar nada de carne en ningún mercado de la zona ni de los alrededores. Ese privilegio tan solo fue al comienzo. No tardó en desaparecer.

Por esa razón, ellos mismos debían encargarse de conseguir la carne de primera mano.

Volvieron a subir al coche y condujeron hasta la zona de bosque próxima a la urbanización. Alrededor de la zona tan solo podías encontrar algún que otro conejo o ardilla; pero, sí te adentrabas en el bosque, las presas eran más grandes.

—¿Cómo nos dividimos esta vez? —preguntó Sabo, una vez bajaron todos del coche y se reunieron.

—Yo prefiero pescar —respondió (TN), rápidamente. Solía comer carne, pero no estaba segura de poder matar a un ciervo o algo así. Los peces le darían algo menos de pena.

—Entonces irás con Law, el amante del pescado —sentenció el rubio, sonriendo con amabilidad. Le ofreció una de las "cañas" hechas a mano al susodicho—. El resto nos encargamos de la carne. ¿Con dos suficiente?

—Sí —respondió el pelinegro, con brevedad.

Observó con la mandíbula tensa como los cuatro se alejaban mientras aquel mocoso no paraba de hablar en voz demasiado alta. No tardaría en atraer a todos los infectados.

—¿Dónde vamos a pescar? —preguntó la peli(t/c).

—Sígueme. Daremos un paseo hasta el río —contestó él, antes de comenzar a caminar.

Siguieron un pequeño sendero de tierra que se distinguía en el interior del bosque. La joven no hizo ni una pregunta más, tan solo siguió el paso de su compañero hasta que por fin sus ojos vislumbraron el río.

—¿Prefieres pescar? ¿O cubrir las espaldas? —preguntó Law, una vez pararon frente a la corriente de agua. Aunque no se sentiría muy seguro si ella tuviera que defenderle en caso de que apareciera un infectado.

—Creo que pescar —respondió ella, finalmente, tras pensarlo durante unos segundos. No había pescado en su vida, pero era hora de ir aprendiendo.

—Bien. No solemos pescar con caña como tal. Esta tiene un pincho en uno de los extremos. Simplemente tienes que clavarlo en el pez —explicó el pelinegro, antes de ofrecerle el palo de madera.

La joven trató de mantener la calma y mantener el rostro inexpresivo. No quería mostrar que estaba totalmente perdida, y menos frente a ese tipo. Tal vez se le daba mejor de lo que pensaba y no tendría problemas, así que por el momento se callaría y empezaría con su faena.

Se posicionó al lado de uno de los lados del río, colocando sus pies en el borde de la tierra. Una gran cantidad de peces pasaba ante sus ojos, nadando con la corriente. Algunos eran más grandes que otros. Se centraría en los más grandes, ya que los pequeños parecían pasar a la velocidad de la luz.

Aquellos seres eran incluso más escurridizos de lo que pensaba. ¡No acertaba ni una! La peli(t/c) comenzaba a perder los nervios; aunque, poco a poco iba acercándose cada vez más. Puede que estuviera a punto de pillarle el truco.

—¿Todavía no has pescado ni uno? —Los estúpidos comentarios de Law era lo último que necesitaba en aquel momento. Ni si quiera le contestó—. Espero que en algún momento nos sirvas de ayuda en las salidas.

(TN) trató de respirar hondo, intentando que la rabia que recorría su interior no afectara a su tarea. Ya había estado varias veces a punto de conseguir clavar el palo en el lomo de algún pez. Solo debía bajarlo uno segundos antes.

A ver, a ver. Vale. Debía darlo todo. Se quitó las deportivas y los calcetines. Acto seguido, se arremangó los pantalones y metió los pies en el agua. Rodeó el palo con ambas manos y lo bajó rápidamente teniendo en cuenta los segundos que había estado calculando.

¿Lo había conseguido? ¡Lo había conseguido! Desde aquella posición era claramente más sencillo. ¡Había atravesado un pez!

Se estiró para poder depositarlo dentro del cubo grande de plástico que había dejado donde estaba antes tratando de capturar aquellos peces.

Lo intento unas cuentas veces más y, aunque la mayoría de los intentos fueron fallidos, logró atrapar tres más. Y eran bastante grandes.

—Toma los malditos peces —soltó, cabreada, estampando el cubo contra el pecho del chico.

Acto seguido, se dio media vuelta y comenzó a caminar por el pequeño sendero que llevaba de vuelta a los coches. Law se quedó unos segundos pasmado, aguantando el cubo de plástico. ¿Por qué se había ofendido tanto? Él no había dicho ninguna mentira. Era cierto que aquella chica no era especialmente útil. Estaba claro que algunas personas eran demasiado sensibles.

Nadie habló durante el camino de vuelta. Al fin y al cabo, Robin tampoco era de las que daba mucha conversación, a pesar de ser una persona amable.

Cuando llegaron de nuevo a la urbanización, Shanks, Makino y Belle-mère estaban esperando en la zona de entrada. Querían comprobar de primera mano que la misión había sido exitosa y ver que todos habían llegado sanos y salvos. Una vez mostraron todo lo que habían conseguido, (TN) se acercó para hablar con el pelirrojo.

—Oye, Shanks... Quería pedir que no me pusierais más con Law en ninguna salida —comentó, con tono de súplica. Las dos mujer, de cabello verde y cabello morado, se acercaron al escuchar las palabras de la chica—. No congeniamos muy bien y ya es suficiente pasar tantas horas juntos en la consulta.

—Sabemos que Law es algo brusco, pero es muy buena persona —añadió Makino. Todavía seguía pensando que la compañía de aquella chica sería buena para el pelinegro.

—No digo que sea mala persona —aclaró la peli(t/c), rápidamente. Miró hacía un lado para asegurarse de que el chico no estaba escuchando—. Solo que él y yo chocamos y no me siento bien con algunos de sus comentarios.

—Tranquila. Trataremos de solucionarlo —concluyó Shanks.

—Gracias. —Tras realizar una pequeña reverencia se acercó de nuevo al grupo, que estaba descargando las piezas que habían conseguido—. Os ayudaré a llevar a los ciervos. Creo que Law puede apañarse solo con los peces.

—Gracias, (TN). Nos vendrán bien dos manos más. Así acabaremos cuanto antes —comentó Ace. Ella tan solo sonrió, mientras escuchaba las indicaciones. Menos mal que había gente amable allí.

Law ni si quiera se tomó aquel comentario como una ofensa ni le dio importancia al hecho de que (TN) no quisiera ayudarle a almacenar los peces. De hecho, pensaba que ya se le había pasado el enfado. O al menos ya no parecía enfadada. Le importaba bastante poco.

—Law. —Dejó de caminar al escuchar la voz de Shanks a sus espaldas. Dio media vuelta y miró directamente a los ojos del pelirrojo, esperando a que continuara—. ¿Qué problema tienes con (TN)?

—Ninguno en especial —respondió el pelinegro—. Solo que no considero que sea muy útil para las salidas y misiones, así como puede serlo en el almacén ayudando con los medicamentos.

—No se lo habrás dicho directamente, ¿verdad? —preguntó Belle-mère, juzgando al chico con la mirada.

—Más o menos. No con esas palabras exactas, pero la idea era la misma —confirmó, como si nada.

—Law... —murmuró Makino, llevándose una mano a la cabeza—. No puedes ir diciendo esas cosas a la gente.

—No he dicho ninguna mentira —se defendió, sin perder la calma.

—Aprende a relacionarte con los demás —espetó la mujer de cabello morado—. Esa pobre chica va a tener que estar muchas horas contigo. Compórtate.

El pelinegro tan solo chasqueó la lengua. Estaba harto de sermones de ese tipo.

—Deberías disculparte —propuso Makino.

—Ya, sí —farfulló el chico, antes de darse la vuelta. Estaba harto de tener que disculparse.

(TN) no estaba muy a gusto cogiendo a aquellos ciervos sin vida por las patas, pero prefería aquello antes que aguantar un segundo más a Law. Al menos por aquel día.

—Ace y yo nos encargaremos del resto. No es muy agradable —dijo Sabo. Había observado como la joven miraba apenada a las presas.

—¿Qué? Pero yo quiero ayudar —replicó el pequeño pelinegro.

—No. Te he visto más de una vez tratando incluso de probar la carne cruda —le regañó el rubio—. Te vas con (TN) y buscas algo que hacer.

—Venga, vamos —le apremió la chica, cogiéndole de la muñeca y tirando de ella.

Nada más salir, Luffy enseguida se distrajo y convirtió en su víctima a la primera persona que pasó por delante de sus narices, Zoro.

La peli(t/c) aprovechó para escabullirse hasta su casa. Era prácticamente medio día, así que decidió prepararse algo para comer. Algo sencillo, como arroz con salsa de soja. También tenía un paquete de pasta y otro de judías.

Se permitió descansar una media horita tumbada en el sofá antes de ponerse a entrenar. Sí, pensaba entrenar y poder ayudar mejor las veces que le tocara salir de la urbanización o por si acaso algún día debía defender el lugar.

La pequeña terraza-jardín que había en la casa era ideal para entrenar. No es que hubiera un espacio muy grande, pero más que suficiente.

Durante horas estuvo practicando varios movimientos con la katana, buscando los que les salieran de forma más rápida y natural. Movimientos rápidos y sencillos con los que cortar o atravesar la cabeza de los infectados.

Ni si quiera fue consciente de cómo el cielo iba cambiado sus colores hasta que cayó la noche. Fue entonces, cuando aún quedaba un rato para la cena, cuando Law por fin decidió acercarse a disculparse.

Cuanto antes se lo quitara de encima mejor. A partir de ahora se quedaría callado para no ofender a nadie. Siempre que abría la boca alguien se sentía ofendido.

Una vez en frente de la puerta, golpeó la madera con los nudillos. Una vez, dos veces, tres... No había respuesta. ¿Tan molesta estaba como para no abrirle? Soltó un fuerte suspiro de exasperación y se dispuso a marcharse. Al menos lo había intentado. Antes de comenzar a caminar, le pareció escuchar unos sonidos en el jardín de aquella casa.

Se acercó hasta allí con paso tranquilo y trató de ver algo entre las rejas horizontales. Al parecer, (TN) no era de las que se encerraba en su cuerpo a llorar, sino que trataba de buscar una solución. O tal vez ambas, pero lo importante era que estaba intentando mejorar. Bueno, eso le ayudaba un poco más a disculparse adecuadamente. Estiró los brazos y colocó las manos sobre las rejas de metal. Cogió impulso y logró colarse en el jardín.

Nada más escuchar el ruido del pelinegro pisando el suelo, la joven se puso en guardia y se giró agitando la katana en el aire. Law esquivó el golpe de milagro, pero se mostró impasible.

—¿Estás loco o qué te pasa? —preguntó ella, alterada. Apartó el arma rápidamente—. ¿Te parece normal colarte así en casa de alguien?

—He llamado al timbre, pero no abrías —se explicó el chico.

—Bueno, no lo he escuchado. De todas formas no tengo ganas de hablar contigo —replicó la peli(t/c)—. Así que si no te abro la puerta no te cueles en mi casa. Ahora sal por la puerta.

—Conmigo si has tenido buenos reflejos, ¿eh? —El tono sarcástico de Law consiguió poner a la chica todavía más de los nervios.

—Vete de mi casa —insistió.

—Eres demasiado sensible. No tienes que tomarte tan a pecho las cosas.

—Y tú eres un insensible maleducado —le espetó—. Si no te quieres ir, vale. Quédate en el jardín y te largas cuando te dé la gana.

A Law le estaba gustando esta nueva faceta de (TN). Estaba demostrando que podía sacar su carácter. Se necesitaba carácter para sobrevivir en aquel nuevo contexto.

El pelinegro dio unos pasos hacia delante y logró coger a la joven de la muñeca antes de que entrara al interior de la casa.

—Espera. Déjame disculparme como es debido —pidió él, con tono tranquilo. Quería solucionar aquello cuanto antes.

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