Capítulo 29
—Buena elección, buena elección —les felicitó Rosward, dando una palmada en el hombro a los... afortunados—. Mi hija es un encanto. Espero que la tratéis tan bien como se merece.
—Os he preparado todo, venid conmigo —indicó Shalria, enganchando a cada uno de un brazo y obligándoles a seguirla.
—No os entretengáis. En cinco minutos todos en la entrada principal y cada uno a su puesto asignado —ordenó el jefe—. Aokiji ya está preparando todo para buscar al resto de vuestro grupo. No tardarán en llegar.
—Eh, papá. ¿Son nuevos? ¿Quién es esta chica? —Un tipo de cabello oscuro y no muy agradable se plantó en frente de (TN), la chica dio un paso atrás de forma inconsciente—. ¿Puede venir conmigo?
—Creo que ya hemos hecho suficiente —intervino Law, de manera cortante, clavando sus fríos ojos grises en Rosward y con la hija de este todavía colgada del brazo.
—Claro, claro... Charlos, déjalo estar. Tú habitación ya está bastante llena.
—Pero puedo cambiar a alguna chica...
—¿Acaso no me has escuchado? —insistió su padre, alzando la voz—. Lárgate y ponte a hacer algo de provecho. Jamás podrás estar al mando a mi lado si no te pones las pilas.
El tal Charlos se alejó, maldiciendo entre dientes. Si no podía quedársela... Le tocaría conquistarla con sus propios encantos.
Los recién llegados de separaron. El grupo más grande se dirigió hacia el polideportivo cubierto. Allí estaban montadas todas las camas, repartidas en filas a lo largo y ancho de todo el espacio, como un hospital de campaña.
—Podéis quedaros con estas. Guardaremos el resto de la fila para los que faltan de vuestro grupo —indicó el mismo militar que les había acompañado al principio y que les acompañaba en esos momentos—. Aquí tenéis otra muda de uniforme, para cuando tengáis que lavar la que lleváis puesta.
Les indicó los horarios y las ruinas que seguían en la comunidad. Hora de despertarse, el desayuno, trabajo, comida, más trabajo, tiempo libre, cena y descanso nocturno. Todo supervisado por los militares vigilantes, quienes se encargaban de que se cumplieran para poder tener un buen clima de convivencia.
Tras la explicación, se dirigieron a la entrada principal, tal y como se les había indicado. Law y Zoro ya estaban allí, con cara de pocos amigos como era habitual. Y todavía con más razón.
—Bien. A vuestros puestos —indicó el militar.
Salieron al exterior y se separaron, para dirigirse a las zonas a las que habían sido asignados.
Law y (TN) caminaron juntos hacia la carpa de la enfermería. Habían estado allí nada más llegar y había un símbolo sobre la lona que marcaba con claridad la función de ese lugar.
—¿Cómo ha ido? —inquirió la peli(t/c).
—Pues muy mal. Es insoportable. Preferiría haber seguido enfrentándome a hordas de infectados y haber hecho guardia todas las noches que pasar un solo minuto en esa habitación —respondió él, con el ceño fruncido y extremadamente malhumorado.
—Se os ha... ¿Acercado mucho? —continuó preguntando. No tenía del todo claro el plan que tenía aquella chica, aunque se hacía una idea.
—Por el momento no —indicó el pelinegro—, pero... Creo que cuanto menos hablemos de ella mejor.
—Lo sé, tienes razón —admitió ella, sin poder evitar sentirse algo decaída.
Sabía que no significaba nada para Law, pero era normal que no le hiciera ninguna gracia toda aquella situación.
—Sabes que me encantaría besarte con todas mis ganas posibles aquí, delante de todo el mundo, y que todos supieran que te pertenezco y que jamás podría fijarme en alguien que no fueras tú.
(TN) sintió un cosquilleó entre las piernas y un escalofrío recorrió todo su cuerpo al escuchar la voz de Law pronun cuando aquellas palabras tan cerca de su oído.
Segundos después, entraron en la carpa.
—Vaya, los nuevos —comentó uno de los médicos que lo había estado presente durante el chequeo. Todas las miradas se posaron en ellos—. Me llamo Marco, soy el que está a cargo aquí. Venga, poneos las batas y os informo de todo.
Al parecer, la carpa que tenían montada al lado era un auténtico almacén de medicamentos y demás utensilios.
No solían tener casos graves. Los que salían a hacer expediciones era gente preparada para ello, aunque habían tenido algún que otro susto.
La gente de dentro solía enfermarse poco, pero tampoco nada grave. Al menos así había sido desde que fundaron la comunidad. Sin embargo, nunca había que bajar la guardia.
—Hoy hemos salido en busca de mercancías nuevas. Podéis clasificarlas y ordenarlas. No es por dejaros el trabajo sucio, si no para que os familiaricéis un poco con el almacén —explicó Marco, sonriendo con amabilidad—. Creo que os da tiempo de sobra antes del descanso. Cuando acabéis volved a la enfermería.
Los dos asintieron y el médico jefe se dio media vuelta, abandonando el lugar y dejándolos solos frente a las dos cajas llenas de medicamentos y utensilios médicos.
—Genial... No espera una apasionante tarea. Pero bueno así nos familiarizamos un poco como ha dicho...
(TN) no pudo terminar de hablar, ya que los labios de Law se posaron sobre los suyos con una intensidad que jamás había sentido.
¿Alguna vez se acostumbraría a sus besos?
El pelinegro posó una de sus manos en la parte baja de la espalda dela joven, para atraer su cuerpo contra el suyo. La peli(t/c) se apoyó en sus hombros y se puso de puntillas, con la intención de devolverle el beso como era debido.
Como tantas veces le había pasado, todavía le costaba que podía besar a Law cuando quisiera. Bueno, ahora ya no siempre que quisiera, pero... En fin. La cuestión era la cuestión.
Mientras sus lenguas danzaban la una con la otra, la peli(t/c) movió las manos para enredar sus dedos en el cabello del chico de ojos grises.
Law soltó un gruñido apenas imperceptible contra sus labios y ella se sobresaltó al notar su erección.
—Law. —Su voz sonó más aguda que de costumbre, tal vez por la excitación del momento, cosa que encantó al pelinegro.
—(TN)-ya... No puedes imaginar las ganas que tenía de pasar un momento a solas —confesó. Sus labios se rozaban con cada palabra—. No he podido evitar pensar que aquí tendríamos más intimidad que... En el motel. Que la gente no estaría tan pendiente de nosotros. Necesito sentirte cerca.
—Bueno, no sé si ahora mismo tendremos intimidad —murmuró, mirando la entrada de la carpa.
Tan solo pudo decir esa tontería. Tuvo que decir cualquier cosa para probar que todavía podía hablar después de lo que Law había dicho. El corazón se le iba a salir del pecho. Tenía mucho calor y hasta le costaba respirar.
Los ojos grises de Law estaban clavados en el rostro de la chica. Estaba hipnotizado por su expresión. Las mejillas ligeramente teñidas de rojo, los labios entreabiertos y su respiración agitada.
Podría matar a cualquiera que entrara por esa puerta e interrumpiera aquel momento.
Tomó el rostro de la peli(t/c) y le hizo ladear la cabeza con la máxima suavidad que puedo, para que dejara de mirar la maldita entrada de aquel lugar y se centrara en él.
Volvió a besarla, con más ganas si es que era posible. Quería sentirla más cerca. Todavía más. Todo lo que se pudiera.
Posó las manos en sus nalgas y empujó para elevarla. Ella enseguida le rodeó la cintura con las piernas, sintiendo por completo el miembro de Law sobre la tela de los uniformes.
Le iba a dar algo.
—¿Te duelen mucho las heridas? Si te duelen paro —gruñó, pero sin dejar de besarla. Le costaría la vida parar.
—No me duele. No me duele nada —respondió ella, mientras seguía jugueteando con el cabello negro de Law y disfrutando de la humedad de su boca.
Aunque le doliera cada milímetro de su cuerpo, no se le hubiera ocurrido decirlo en voz alta.
Law sentó a la peli(t/c) sobre una de las dos mesas que había allí cerca, la más despejada. Se posicionó entre sus piernas y continuaron besándose.
Tan solo se despegó de la boca de (TN) para poder besar la piel de su cuello, lamiendo y succionando las zonas que sabía que le encantaban a ella, provocando que el cuerpo de la joven se retorciera bajo el suyo y arrancándole pequeños gemidos y suspiros que intentaba reprimir.
Law se separó y se incorporó. La temperatura de aquel lugar había subido lo menos cien grados. Se pasó una mano por el pelo, sin despegar la vista de la peli(t/c).
Le sobraba todo lo que llevaba. La puta bata, el puto uniforme naranja y la ropa interior que llevara debajo.
—Ay, Law, por favor... —murmuró, tratando de juntar las piernas. Necesitaba cualquier tipo de contacto que le aliviara la urgencia que sentía.
El pelinegro comenzaba a arrepentirse de haber causado aquella situación. No era el momento más idóneo. Y no quería hacer nada con prisas y pendientes de ayer alguien entrara. Quería que fuera algo más especial.
—(TN)-ya, tenías razón... No es el mejor momento —dijo, muy a su pesar.
—Sí, lo que yo había dicho —afirmó ella, incorporándose y quedándose cerca de él de nuevo.
Tenía el ceño ligeramente fruncido al principio, pero su expresión cambió enseguida. Le encantaba cuando le daba la razón. Más que nada porque esas palabras casi nunca salían de la boca de Law, ni para ella ni para nadie en general.
—Te encanta que te lo diga, ¿verdad? —Law no pudo evitar sonreír de lado—. Pero en serio, siento lo que ha pasado.
—¿Pero por qué lo sientes? —inquirió ella—. A mí me ha gustado.
—Tendré qué especificar mejor... —murmuró él, pegando su frente a la de ella—. Siento haberte dejado con ganas de más, (TN)-ya, pero... Te aseguro que no eres la única.
Tomó una de sus manos y la acercó a su entrepierna. A la joven se le paró el corazón. Jamás. ¡Jamás se acostumbraría a tocar a Law!
—¡Oye, esto no ayuda! —se quejó ella, apartando la mano y la mirada.
El pelinegro se mordió el labio. Ojalá tener pronto un momento a solas de verdad. Se inclinó y le dio un beso en la frente.
—Venga, vamos a ordenar todo —propuso Law, antes de volver a cerrarse bien la bata.
[•••]
Tras el descanso, en el cual también habían horarios de ducha —había que ahorrar el agua, ya que no sabían en qué momento se podía acabar o cortar el apaño que habían logrado hacer— llegó la hora de cenar.
Al parecer, las comidas solían tener lugar en la zona al aire libre, siempre que el tiempo lo permitía.
Hacían una fila e iban pasando por el puesto donde servían la cena. Una vez servidora se iban sentando en el suelo. Cada grupo se sentaba en círculo y charlaban sin armar mucho escándalo. A pesar de estar bien protegidos, nadie quería llamar la atención de posibles infectados que estuvieran cerca.
Tan solo los que mandaban tenían mesa y sillas para sentarse. Nadie se había quejado de ello, al fin y al cabo, esas eran las personas que habían creado ese lugar y que les habían dado la oportunidad de estar allí.
Mientras cenaban la porción de ese día, (TN) miraba de reojo a la mesa de vez en cuando. Al fin y al cabo, Law estaba allí con esa chica que no paraba de cogerle el brazo e intentar llamar su atención.
La peli(t/c) hubiera sentido celos si no le hiciera tanta gracia como el pelinegro trataba sin esconder sin éxito su expresión malhumorada.
Zoro, por su parte, aprovechaba para beber el máximo de sake posible.
—¡Eh, mirad! ¡Ahí están! —exclamó Franky, señalado y haciendo que la gente que estaba cerca se girara a mirar.
Era el resto del grupo, ya uniformado con la ropa naranja. Debían haberles hecho las pruebas y estaría todo correcto.
Tras coger la cena, se sentaron todos juntos. Lo primero que tuvieron que hacer fue aclarar por qué Law y Zoro no estaban allí con ellos. Tras ello, comentaron cómo había ido el rescate de Kaya.
Poco después, hablando de los susodichos, el pequeño grupo de Usopp de unió a ellos. Estuvieron un rato más charlando sobre las nuevas rutinas que les esperaban en aquel lugar.
—Hola, (TN). —La joven reconoció esa desagradable voz. Aún daba gracias por haberse librado de tener que ir con él—. Te he traído estos mochis... Eran para mí, pero pensaba que te apetecería algo dulce.
—Acéptalos, por favor... —le suplicó Kaya, que se había sentado a su lado, en un tono tan bajo que a la peli(t/c) le costó descifrar sus palabras.
—Eh, vaya... Muchas gracias —murmuró la joven, finalmente, aceptando la oferta.
No quería que se montara ningún tipo de espectáculo. Por algo Kaya le había dicho aquello. Y, además, que demonios... Le apetecía algo dulce.
Aquel tipo, Charlos, se marchó sin decir nada más. Estaba contento porque sus trucos estaban funcionado. La conquistaría sin necesidad de meter a su padre por en medio.
—(TN) —le llamó Marco. Ya habían acabado la cena y estaban casi entrando por la puerta principal de la zona cubierta para irse a dormir—. Debes pasarte por la enfermería. Comenzaremos el tratamiento para intentar que tus heridas desaparezcan por completo.
—De acuerdo.
—Y necesitaré la ayuda de alguien más, Law.
—¿Qué justo de Law? —se quejó Shalria, aferrándose al brazo del pelinegro.
—No interfieras en el trabajo de los demás, cariño —le apaciguó su padre, dándoles unos toques en la cabeza—. Ve yendo a la habitación.
Por suerte, la cosa no fue a más. Shalria se agarró todavía más a Zoro y los otros tres comenzaron a caminar en dirección a la enfermería.
Una vez dentro, Marco le indicó la la peli(t/c) que se tumbara en una de las camillas.
Le fue retirando los vendajes uno a uno, mientras explicaba a ambos los ungüentos que iban a utilizar para terminar de cicatrizar las las heridas, que no hubiera ninguna infección y que las marcas que quedaran fueran poco visibles.
—Sabes que ya no es necesario que lleves siempre las vendas puestas, ¿verdad? —inquirió Marco, tras terminar de aplicar el tratamiento.
—Lo sé, y no las llevo siempre puestas. Es solo que aquí... —respondió ella, quedándose en silencio al final—. Que no quiero que la gente lo vea. Aún no estoy preparada.
—En ese caso... Deberías dormir aquí por el momento.
(TN) asintió. Al fin y al cabo, las camas improvisadas eran prácticamente igual se cómodas que las de la enfermería.
—Y tú puedes hacerle compañía la primera noche, por si surge algún inconveniente —añadió, dirigiéndose a Law.
—Si no fuera porque estoy secuestrado por la hija de Rosward —comentó el pelinegro, con expresión malhumorada.
—Bueno, hay una persona que requiere de cuidados médicos, al menos por esta noche. Rosward no se interpondrá en el trabajo —le aseguró, sonriendo con amabilidad—. Yo mismo le explicaré la situación.
—Gracias, Marco —murmuró (TN), desde la camilla.
El mayor se despidió haciendo un gesto y con su amable sonrisa todavía dibujada en el rostro. Abandonó la carpa, dejándolos solos.
Law acercó otra de las camas y la pegó a la de la peli(t/c). No podía estar más agradecido con aquel tipo. Era una suerte que hubiera gente decente en aquel lugar.
Se quitó los zapatos y se acomodó sobre el fino colchón, posicionándose de lado.
—Estoy agotada —suspiró la joven—. Ha sido un día largo e intenso.
—Es cierto. Así que, es momento de coger fuerzas para mañana —comentó él, estirando el brazo y enredando los dedos en el cabello de (TN), para acariciarle con suavidad—. Descansa.
La chica estaban tan cansada que el sueño no tardó en apoderarse de ella. Además, la presencia y el contacto del pelinegro le llenaban de calma y tranquilidad.
Sin embargo, Law tardó bastante en dormirse. Estuvo observándola y jugueteando con su pelo durante un buen tiempo.
Tan solo quería disfrutar de la que podría ser la única noche a su lado durante un buen tiempo.
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