Capítulo 25

—¿Cómo está? —preguntó Makino, que fue la primera en darse cuenta de que Law estaba llegando de nuevo al comedor.

Todos se incorporaron y se acercaron al joven médico. Excepto los niños. Los pequeños habían vuelto a dormirse derrotados por el miedo, la tensión y el cansancio.

—Está... Bien, dentro de lo que cabe. He curado todas las heridas y cosido las que habían falta —comenzó a explicar él—, pero todavía no ha despertado. Tal vez tengamos que quedarnos unos días aquí, para que se recupere mejor.

—Nos quedaremos el tiempo que haga falta, hasta que tú consideres. Hasta que (TN) se ponga bien —aseguró Shanks—. Este es un buen sitio para descansar y tomarse un respiro. Cuando podamos continuaremos el camino a Tokio.

—Claro. Mientras tanto podemos explorar la zona —comentó Belle-mére—. La gasolinera cercana, pueblos y zonas cercanas... Tal vez encontremos materiales, municiones o comida. Podemos ir abasteciéndonos.

—Y buscar algún coche útil de gasolina, para cuando acabe la vida de los eléctricos —añadió Kid.

—Tenemos que ir con mucho cuidado y distribuir bien los grupos. No se cuantos tipos más de infectados existirán que no conocemos —advirtió Sabo, que todavía estaba algo conmocionado por el ataque, al igual que los otros dos que lo habían presenciado—. Hay que repartirse bien para ir a explorar y para quedarse aquí vigilando.

—Tenemos que ser más sigilosos que nunca. Esas cosas... La cosa que atacó a (TN) es muy rápida —continuó Ace—. Como no las veamos venir y ataquemos antes... Y a distancia si puede ser.

—Lo estudiaremos bien. Esto no puede volver a pasar —destacó Law, con expresión fría.

Mientras el resto se encarga de organizar los grupos y la primera salida, el pelinegro volvió de nuevo a la recepción, donde habían apartado el colchón para (TN).

Ahí estaba ella, dormida, con respiración profunda y tranquila. Su cuerpo estaba tapado por una manta y el arañazo de la cara era la única herida a la vista en aquellos momentos. Bueno, no a la vista del todo, cubierta con una gasa, igual que el resto.

Temía que hubiera cogido demasiado frío mientras le desinfectaba, ya que tuvo que quitarle toda la ropa y no le cubrió con la manta hasta que hubo acabado.

Se sentó junto a ella y posó la mano en su frente. No parecía tener fiebre. Eso era buena señal.

Estaba tan agradecido de que no le hubieran mordido...

La imagen de aquella criatura atacando a (TN) no se le iba de la cabeza. Todo había sucedido a cámara muy lenta en su cerebro. Incluso sus movimientos al intentar ayudarla le habían parecido lentos. Como si la distancia entre él y su objetivo fuera interminable.

Había pasado mucho miedo y no le costaría admitirlo en voz alta si alguien se lo preguntara.

No contaron con Law para los planes y la salida de aquel día. Su papel en aquel momento era estar junto a (TN) y encargarse de que todo iba como debía.

Estaba a punto de atardecer cuando llegó el grupo que había salido de expedición.

Law no se había apartado del lado de la peli(t/c) ni un segundo. Apenas se había enterado de que varios infectados se habían acercado a la zona y que habían sido eliminados con facilidad.

—¡Hemos encontrado un rio! —exclamó Luffy, emocionado. Sus gritos llamaron la atención del chico de ojos grises, que dirigió su mirada con el ceño fruncido hacia el adolescente.

—No chilles tanto... —le regañó Sabo, con amabilidad—. Bueno, es más bien un riachuelo, pero tenemos agua en la zona. Esta a unos veinte minutos caminando en dirección contraria al pueblo.

—Eso son buenas noticias —aseguró Shanks—. ¿Habéis encontrado algún otro grupo?

—No nos hemos encontrado con nadie, aparte de infectados —reportó Ace.

—Bien. Mañana partiremos en dirección al pueblo, a ver si encontramos algunos suministros —indicó el pelirrojo—. Ahora prepararemos algo de cenar y descansaremos.

Todos pasaron hacia el comedor, donde habían creado la zona base.

Corazón, que era uno de los que se había quedado dentro con los niños, se asomó al recibidor y fijó su mirada en Law.

Le dolía verle tan abatido. Lo único bueno de todo aquello era que, por fin, parecía haber encontrado a alguien que le importara.

Se acercó y se agachó junto a él, posando la mano en su hombro derecho.

—Law... Ve a comer algo. Despéjate un rato —le aconsejó el rubio.

—No quiero separarme de ella. Quiero estar aquí cuando despierte.

—Llevas todo el día aquí... Yo puedo quedarme con ella mientras te despejas un poco. Tiras todo eso... —propuso, dirigiendo su mirada hacia las gasas llenas de sangre que Law le había cambiado. Las heridas estaban tan abiertas que no habían tardado en empaparse—. Comes algo y vuelves. Yo te aviso si despierta.

—Bueno... —El chico de ojos grises reflexionó la propuesta durante unos segundos. Recoger aquel desastre y despejarse le vendría bien para estar más centrado—. De acuerdo, pero avísame enseguida si despierta, por favor, Cora-san.

Se sintió algo avergonzado al dirigirse de aquel modo hacia el mayor, pero era la costumbre de cuando era más pequeño.

Sin embargo, al rubio le hizo mucha ilusión escucharle decir su nombre así de nuevo.

—Tú tranquilo, yo te aviso.

El pelinegro se incorporó, dio unos pasos y se agachó de nuevo para recoger las gasas ensangrentadas.

En la puerta estaban Franky y Robin vigilando. Pasó entre ellos y se acercó a un contenedor que había cerca del hotel. Ya estaba a rebosar, pero consiguió depositar las telas blancas —más bien rojas— sin que se cayeran.

Cuando volvió dentro, en el comedor, ya estaba teniendo lugar el reparto de la cena. Tan solo quedaba pasta para cuatro pequeñas raciones. Era lo único consistente que les quedaba, al menos hasta el día siguiente, cuando esperaban encontrar algo más.

—Yo no tengo mucha hambre —anunció Shanks—. Creo que con un poco de frutos secos o unos cereales voy bien, así que no quiero pasta. ¿Quién quiere cenar pasta?

—¡Yo! —los tres pequeños del grupo levantaron la mano los más alto que pudieron. Luffy también iba a levantarla, pero Sabo le frenó.

—Vale, pasta para tres. ¡Eh! Un momento... Creo que el bebé de Makino está diciendo algo —el pelirrojo se agachó junto a la mujer de cabello verde y pegó la oreja contra su vientre—. Que quiere un poco de pasta también. Bueno le prepararemos una pequeña ración también. ¡Para todos los niños!

Todos entendieron las intenciones de Shanks, a excepción de Luffy, que no estaba muy entusiasmado por el hecho de quedarse sin pasta.

Había sido una buena idea para que los niños no se sintieran mal y que el reparto de comida no creara una pequeña guerra interna en el grupo.

El resto se apaño con un puñado de frutos secos y otro de cereales.

Law tomó la ración de Corazón y se acercó al recibidor para sentarse junto a él, ofreciéndole la comida.

—Nada, ¿no?

—No. Sigue durmiendo tranquila.

—Gracias por vigilarla. Puedes irte a descansar. Yo dormiré aquí —indicó Law.

—Law... Dentro de todo este desastre, me alegra que hayas encontrado tan buena gente y que hayas encontrado a alguien tan especial para ti.

—Es una ventaja encontrar un buen grupo, pero no lo es tanto que te importe alguien en esta situación... —admitió Law. La sensación de tener algo que perder se clavaba en el pecho. Era un sentimiento doloroso.

—(TN) va a recuperarse —le ánimo Corazón—. Está en las mejores manos.

Se levantó, dejando de nuevo a Law a solas con la peli(t/c) y uniéndose al grupo que estaba en el comedor.

El joven clavó sus ojos grises en el rostro de la chica. Le entraba demasiada angustia viéndola así y no poder hacer nada más por ayudarla.

Ni si quiera fue a dormir con el resto, se quedó allí, recostado junto a aquel colchón hasta que, poco a poco, el cansancio venció y se durmió junto a ella.

[•••]

Le venían imágenes en bucle de aquella cosa abalanzándose sobre ella. Sentía el dolor de cada arañazo, de las uñas desgarrándole la piel.

Maldecía su lentitud y su incapacidad para atacar. Tan solo podía tratar de frenar los golpes y esquivar sus mordiscos. Todo menos que le clavara los dientes. Cualquier cosa menos eso.

Abrió los ojos y se encontró con oscuridad. Sintió el dolor de cada una de las heridas que había en su cuerpo y se incorporó de golpe, con la respiración irregular.

Law se despertó de golpe. Sintió un gran alivio el ver que por fin había despertado.

—Tranquila, tranquila... Estás a salvo —murmuró, posando con suavidad las manos en sus hombros.

Zoro era el que estaba montando guardia en aquel momento. No se acercó para ver qué pasaba. Vio de reojo que Law se estaba encargando, así que continuó vigilando la entrada.

—Me duele mucho... —susurró, apretando los dientes con fuerza.

—Lo sé... Las heridas son bastante graves. Pero te recuperarás —le aseguró el pelinegro. Quería abrazarla, pero tenía hacerle daño—. Venga, vuelve a tumbarte.

Law volvió a arroparla de nuevo. Le acaricio el rostro, la zona que no estaba cubierta por la gasa.

—He pasado mucho miedo Law. Yo solo... Solo he intentado que no me mordiera.

—Lo hiciste muy bien, (TN)-ya... Incluso a nosotros tres nos costó derrotarlo —le tranquilizó—. Estaremos preparados para la próxima vez. Tú, ahora, céntrate en recuperarse y descansar.

—Sí, gracias por salvarme...

—Yo también he pasado mucho miedo, (TN)-ya... Miedo por la posibilidad de perderte. Miedo por no poder ayudarte... —confesó, sin dejar de acariciar su mejilla—. No quiero perderte. Estar contigo hace que todo sea mejor.

—Vaya... No me imaginaba que Don Insensible diría estás cosas tan profundas —comentó ella, sonriendo, a pesar del dolor.

Law sonrió de lado se recostó en el colchón, en el espacio que quedaba. Acercó su boca a la oreja de la peli(t/c).

—Te quiero, (TN)-ya —murmuró, rozando su piel con los labios. La joven sintió un escalofrío ante tal declaración y la forma de hacerlo—. Y cuando te recuperes pienso demostrarte las ganas que tengo de tenerte cerca y sentirte. De hacer que disfrutes, que disfrutemos.

El calor que recorrió el cuerpo de la joven fue tan intenso que, por unos segundos, ni si quiera notó el dolor de las heridas.

—Yo también te quiero, Law. —Fue todo lo que pudo decir, aunque aquella propuesta tras su recuperación le interesaba mucho.

[•••]

—¡Aquí traemos reservas de agua! —exclamó Sabo. Dejando una de las garrafas en la entrada.

El grupo al que le tocaba explorar ese día había vuelto sano y salvo. Y con seis garrafas de agua recién llenadas del riachuelo, para añadir a la otra que todavía estaba algo llena y que tenían en el comedor.

Durante aquella semana ya había saqueado los dos supermercados que había en el pueblo más cercano. Misión en la que habían tenido bastante éxito.

Tal vez las personas que habitaban allí no se habían atrevido a salir de sus casas y enfrentarse a los infectados.

—Toca lavada de pelo a los pequeños —anunció Belle-mère. Ellos vitorearon. Se agradecía sentirse limpios—. Os avisamos cuando acabemos, para que suban los siguientes.

Efectivamente, también habían cogido gel y champú, así como pasta de dientes. Comodidades que no tenían pensadas conseguir fuera de la urbanización.

Iban a establecer turnos para ducharse y así no gastar toda el agua que recogían en el día. También la necesitaban para beber.

Aquel día empezaban a probar aquella nueva idea.

—Está claro que hoy no podremos todos, pero mañana recargaremos las garrafas y habrá para más gente —comentó Shanks.

—(TN)-ya debería ducharse de las primeras —intervino Law—. Le voy limpiando las heridas, pero estaría bien una limpieza completa.

—Y tú le ayudarás a ducharse, ¿no? —inquirió Kid, en tono burlón.

—Debo supervisar las heridas, Eustass-ya —respondió el chico de ojos grises, que tardó unos segundos en descifrar el significado oculto de las palabras del pelirrojo.

—Claro, supervisar —murmuró Kid, haciendo que varios de los presentes se rieran.

Law tan solo chasqueó la lengua. No tenía sentido seguirle el juego a aquel idiota.

(TN), que estaba en el recibidor, tumbada sobre su colchón, lo había escuchado todo. Al fin y al cabo, la puerta que comunicaba ambas estancias del motel estaba abierta.

No podía creerse que Law iba a verla desnuda por primera vez en aquel estado, con aquellas horribles heridas en su piel.

No dijo nada cuando se sentó de nuevo a su lado y estuvieron charlando mientras esperaban a que Belle-mère acababa de duchar a los pequeños.

—Es nuestro turno, (TN)-ya —anunció Law, una vez los pequeños bajaron dando saltos por las escaleras y salpicando con sus melenas mojadas.

—Sí... —farfulló, tratando de mantener la calma e incorporándose con cuidado.

Las heridas estaban evolucionando según lo esperado, pero el dolor todavía estaba presente. El pelinegro le ayudó a ponerse en pie y, con despacio y con cuidado, fueron subiendo las escaleras.

Entraron en la habitación más cercana y se dirigieron al baño.

La joven se quitó poco a poco la ropa, con algo de dificultad, tras pedirle a Law que se diera la vuelta.

Se observó la piel durante unos segundos, todos aquellos hilos negros de los puntos cerrando sus heridas. En los brazos, en las piernas, en el abdomen... Y no se lo veía pero también en la mejilla izquierda.

Se sentía horrible. Puede que fuera una estupidez preocuparse por aquello teniendo en cuenta en la situación que se encontraba. Al fin y al cabo había sobrevivido y eso era todo lo que debía importarle.

Sin embargo, no podía evitar sentirse horrible y preocuparse por ello.

—Puedo ducharme yo sola.

—No, es mejor que te ayude. Tienes que tener cuidado con las heridas —insistió él, mientras comenzaba a dar media vuelta.

—No me mires. —Law cerró los ojos rápidamente, pero girado hacia ella.

—Te prometo que todo esto es con fines médicos —aseguró él, manteniendo los ojos cerrados. Ella no dijo nada—. Explícame que te pasa, por favor, (TN)-ya.

—Te voy a parecer una estúpida y que es una tontería...

—Nada de lo que te preocupe me va a parecer una tontería.

—Pues que estoy horrible —confesó, finalmente, tratando de aguantar las lágrimas. Con éxito por el momento.

—(TN)-ya... —murmuró Law, abriendo los ojos.

La joven se estaba cubriendo sus partes más íntimas. Las heridas cerradas por los puntos eran visibles por varias partes de su cuerpo.

El pelinegro se acercó a ella y posó las manos en sus hombros, acariciando la piel con la yema de sus dedos.

—Estás... Viva —dijo él—. Y eso es lo único que importa.

—Lo sé... Por eso te he dicho que era una tontería.

—No lo es. Entiendo que puedas llegar a sentir lo que estás sintiendo —le aseguró el chico de ojos grises—. Me encantaría demostrarte lo poco que me importan esas heridas y lo preciosa que estás sin ropa, pero ahora mismo sería demasiado esfuerzo para tu cuerpo.

—Law... —Desde luego sabía cómo hacer sentir a una mujer deseada. Pero más que eso, se sentía tan comprendida a su lado...

—Venga, voy a lavarte. Métete en la ducha. Eso es, con cuidado. No te resbales.

Le ayudo a entrar, ya que el suelo estaba algo resbaladizo por el agua que los pequeños ya habían utilizado.

Enjabonó su cuerpo, le puso el champú en el pelo e incluso se tomó tiempo para hacerle un masaje que (TN) disfrutó en todo momento.

—¿Ahora te toca a ti? —preguntó ella, una vez aclarado su pelo. Law sonrió de lado.

—No es mi turno de ducha hoy, pero estaré encantado de que subas a ayudarme mañana —respondió, haciendo que la peli(t/c) se pusiera nerviosa sólo de pensarlo.

Todo el grupo estaba demasiado tranquilo, pero no era conscientes de que habían estado siendo vigilados desde el primer día que llegaron al motel.

Y es que, el mundo fuera de la urbanización, no era para nada tranquilo.

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