Capítulo 19

—¿Pero se puede saber que mierda es eso? —gruñó Zoro, tapándose los oídos y arrugando la nariz, igual que el resto del grupo.

—No tengo ni idea, pero como no acabemos con él no vamos a ser suficiente comida para todos los infectados que van a llegar —aseguró Law.

Sabo y Robin habían cerrado la puerta y estaban pegados al cristal, observando como lo zombies comenzaban a acercarse.

—Sí abrís... Y me cubrís... Puedo lanzarle una flecha —propuso (TN). Aquellos horribles aullidos hacían resonar las cristaleras del establecimiento.

El arco de Robin estaba en proceso de reparación y había sido muy mal idea salir tan solo con un arma a distancia.

—Pues espero que seas rápida. Si abrimos tendremos que cerrar rápido —le advirtió Sabo.

Ella asintió. Todos sabían que no había otra opción.

Con manos algo temblorosas, cogió una de sus flechas y fue colocándola en la posición adecuada.

Se acercó hasta la puerta bajo la atenta mirada del resto del grupo. Intentó apuntar antes de que abrieran. Aquella cosa no se movía del sitio, tan solo ladeaba la cabeza de vez en cuando. Aunque ese movimiento ya complicaba bastante el asunto.

Se tomó unos segundos para observar el balanceo, mientras su corazón latía con fuerza. Estaba tan concentrada que no se estaba fijando en los infectados que iban apareciendo en la lejanía y que estarían allí en muy poco tiempo.

—¡Abre! —exclamó la joven.

El chico de cabellos rubios hizo caso a su orden y presionó el tirador, abriendo la puerta de la tienda.

La peli(t/c) lanzó la flecha y, por suerte, se clavó en el lugar indicado. Aquel extraño infectado se desplomó en el suelo y sus horribles aullidos cesaron.

Volvieron a cerrar la puerta, poco antes de que los infectados comenzaran a amontonarse contra los cristales.

—Bien, ahora deberíamos comprobar si hay otra puerta para salir de aquí —propuso el pelinegro—. Y no deberíamos perder de vista la principal.

Law y Zoro recorrieron el pasillo principal hasta la zona trasera mientras el resto se quedó vigilando la principal.

Había todo un ejército de infectados ahí fuera.

—Ahí está —indicó el pelinegro, una vez llegaron a la parte trasera—. Parece que está abierta. Pero... Atascada, joder.

—La abro en un momento —aseguró el peliverde, acercándose con decisión.

—No lo dudo, Roronoa-ya, pero tenemos que estar preparados cuando lo hagas. El ruido atraerá a los infectados y tendremos que salir cuanto antes.

Ambos se sobresaltaron al escuchar un gran estruendo que procedía del otro lado de la tienda, donde estaba el resto del grupo y la gran marabunta de zombies.

Aceleraron el paso para llegar cuanto antes y se encontraron un coche que parecía haber sido modificado con piezas de metal o algún material de ese estilo.

Alguien estaba derribando a los infectados.

—¿Deberíamos salir a ayudar? —cuestión Sabo, rompiendo el silencio que se había creado por parte del grupo.

—No sé si necesitan ayuda, y tampoco sabemos cómo van a reaccionar con nosotros —aclaró Law.

—Tal vez deberíamos hablar con ellos cuando esté todo más calmado ahí fuera —propuso Robin.

—Si les ayudamos tal vez podamos dar una buena impresión —insistió el rubio.

—O recibir un disparo en la cabeza —ilustró el pelinegro, desafiándole con la mirada.

—Bueno, no discutamos... Si total ya están acabando —intervino la peli(t/c), encogiendo los hombros—. ¿No podríamos hacernos nosotros un coche así? Seguro que Kid o Franky saben cómo hacerlo.

—Buena propuesta. Lo comentaremos al llegar —coincidió Law.

Todos miraron de nuevo hacia la cristalera cuando escucharon un par de golpes. Los infectados estaban abatidos y un grupo de hombres con máscaras de mono estaban pegados al cristal.

Desde luego, te podías encontrar de todo.

El más grande de ellos, que debía ser el líder del grupo, abrió la puerta de la tienda, apuntándoles con una de sus armas.

—¿Se puede saber que estáis haciendo aquí? ¿Que coño hacéis en mi zona? —cuestionó, con tono agresivo—. Encima me llenáis el barrio de una enorme horda de esos putrefactos.

—No... No sabíamos que esta era la zona de nadie. Solo queríamos conseguir algo de comida —explicó la peli(t/c), adelantándose a Law—. Y sentimos haber atraído... Es que nunca habíamos visto ese tipo de infectado. Empezó a chillar y hemos acabado con él como hemos podido.

Aquella conversación necesitaba algo de tacto, por así decirlo.

—Claro, lógico. Disculpad las formas. Aquí nunca sabes que intenciones tiene la gente —se disculpó, bajando el arma. Se retiró la careta, mostrando su rostro barbudo y moreno—. Me llamo Masira y este es mi grupo. Tenemos la base aquí cerca.

Tras la ronda de presentaciones y agradecimientos por haberle quitado a aquel enorme grupo de infectados, aquel tal Masira les propuso buscar los materiales juntos, si también les ayudaban a ellos a encontrar algunas cosas que estaban buscando.

Aquella espontánea y momentánea alianza fue muy útil para ambos grupos.

Volvieron con todo lo que necesitaban, incluso con información nueva y bastante útil.

Al parecer, aquel infectado que profería los agudos y molestos gritos había sido bautizado como "aullador". Y no había solo uno.

Según las explicaciones y deducciones de Masira, eran zombies que habían perdido los brazos y habían desarrollado la capacidad de aullar esa forma para compensar sus carencias.

También les había comentado que de vez en cuando aparecían infectados bastante más veloces que la media y que se movían a cuatro patas, como perros salvajes.

Desde luego, eran unos privilegiados por tener la base donde la tenían. Aunque ese hecho les hubiera provocado no ser conscientes por completo de la nueva realidad que les rodeaba.

Había muchas cosas que todavía desconocían. Era el precio de vivir en un lugar seguro. Bueno, eso y la suerte que habían tenido de no cruzarse con ese tipo de infectados en sus anteriores salidas.

Una vez de vuelta a la comunidad, Zoro y Sabo se encargaron de llevar los materiales a Franky mientras Law, Robin y (TN) distribuyeron en partes iguales los alimentos que habían conseguido.

—¿Te apetece algo en especial para comer, (TN)-ya? —preguntó el pelinegro, mientras caminaban hacia la casa.

—Eh... Pues pasta estaría bien, si te apetece a ti también.

—Claro. Puedo prepáralo yo y, mientras, puedes ir a echar un vistazo a Mugiwara-ya y comentar también lo de blindar los coches —propuso Law—. O al revés.

—Sí, bien. Encárgate tú de la pasta. Enseguida volveré —aceptó ella. Estaba claro que a él no le apetecía tener que ir a hablar con nadie.

La peli(t/c) se lo pensó durante unos segundos, pero acabó haciéndolo. Antes de irse, acortó la distancia con Law y le dio un fugaz beso en la mejilla.

No sé espero a ver su reacción, simplemente se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la casa de Luffy.

Estaría todo el rato dándole vueltas. Tan solo había sido un beso en la mejilla a una persona que le gustaba y ella también me gustaba a él... Pero su cerebro tenía que ser estúpido y dar vueltas a todo.

Mientras tanto, Law hervía la pasta, con tranquilidad. No había pensando nada de aquel beso, salvo que había sido un gesto agradable.

—¡Ya he vuelto! —escuchó anunciar a la peli(t/c) desde la puerta, un rato después, cuando ya estaba a punto de servir la pasta.

—Justo a tiempo, (TN)-ya.

—Ay, no... Ya has puesto la mesa y todo. Bueno, pues luego recogeré yo —comentó, antes de sentarse en una de las sillas.

—¿Todo en orden? —preguntó él, mientras colocaba los platos en la mesa.

—Sí, Luffy bien, sin problemas, todo dentro de lo esperado. A Kid y Franky les ha parecido buena idea lo de blindar los coches —respondió ella, mientras pinchaba varios macarrones con el tenedor—. Solo que no saben si usar alguno de los que tienen aquí y conseguir materiales de ahí o buscarlos fuera y blindar todos. No sé.

—Bien, eso se puede ir hablando. Tal vez no necesitamos todos los coches que hay aquí...

No charlaron mucho más durante la comida, aunque tampoco es que el plato de pasta les durara mucho. Sus estómagos se habían ido acostumbrando poco a poco a ingerir menos cantidad de comida.

—Vale, pues voy a recoger todo —anunció (TN), considerado la comida finalizada. Law no parecía ser el típico al que le gustara quedarse charlando.

—Podemos recoger juntos y relajarnos un rato antes de ir a la consulta —propuso el pelinegro, levantándose de la silla y cogiendo su plato y sus cubiertos.

—Bueno, es una opción... Pues bueno, yo friego y tú secas.

Entre ambos fue una tarea rápida y sencilla, y no tardaron en recostarse sobre el sofá.

Se sentaron uno al lado del otro, pero (TN) estaba lejos de sentirse relajada. No solo porque estaban demasiado cerca, si no porque... No había habido ni un solo acercamiento desde que se habían levantado. ¡Solo el beso de ella!

Tenía que relajarse, ya sabía que Law no era un chico precisamente cariñoso. Además, tampoco era necesario estar pegados todo el tiempo. Ni si quiera eran novios.

Tenía demasiada poca experiencia. Primer amor en pleno apocalipsis, claro que sí.

No se imaginaba que aquel tipo de asuntos le fueran a preocupar tanto, aunque... Si daba vueltas a todo, en aquel aspecto no iba a ser diferente.

—¿Quieres recostarte? —preguntó él, indicando que apoyará la cabeza en su regazo.

No lo dudó ni un segundo. No iba a perder semejante oportunidad.

Se recostó en el sofá y apoyó la cabeza en las piernas del pelinegro. Se dio cuenta de lo agotada que estaba. Se habían levantado muy pronto para hacer la salida y habían vivido emociones bastante más fuertes que en otras ocasiones.

No tardó en notar los dedos de Law acariciando su cabello. Cerró los ojos y se dejó llevar por aquella sensación de relajación.

—Has estado increíble hoy, (TN)-ya —comentó el pelinegro, sin dejar de acariciarle.

—Sí... Ha sido una suerte que acertara —admitió ella.

—No ha sido suerte, ha sido tu habilidad. Has mejorado mucho desde el principio y lo estás demostrando —le corrigió él, dándole un toque en la frente.

Ella abrió los ojos y arrugó la nariz; pero, de todos modos, no pudo evitar sonreír ante aquellas palabras.

Tras unos segundos de silencio, se dio cuenta de que tal vez aquella era la ocasión en la que más raro había estado mirando fijamente los fríos ojos grises del chico. Ser consciente de ello le hizo sentir algo nerviosa.

Por su parte, Law se fue inclinando, poco a poco, hasta que sus labios rozaron los de ella. Después, se tomó su tiempo para observar el rostro de la chica. Adoraba esa expresión.

—Venga, descansemos un poco —sentenció el pelinegro, volviendo a recostarse en el sofá.

[•••]

—Podríamos hacer como un registro con la nueva información que nos han dado —propuso la peli(t/c), después de una tranquila hora en la enfermería—. De los infectados esos raros.

—Buena idea, será útil para próximas salidas. También sería interesante convocar una reunión y explicarlo a todos los demás —sugirió Law—. No sé si llegarán hasta esta zona, pero no hay nada imposible.

Decidieron que (TN) fuera la que escribiera ya que, como dijo Law en su momento, tenía la letra bonita.

—¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor! —La estruendosa entrada de Belle-mère hizo que ambos jóvenes se sobresaltaran.

El fuerte llanto del pequeño rubio de la comunidad ya se escuchaba antes de que comenzaran a bajar las escaleras.

—¿Qué ha pasado? —preguntó la peli(t/c), acercándose a la camilla junto a Law, la mujer dejó a Sanji.

—Estaba haciendo la cena... Le gusta preparar a él la comida, como siempre y no sé qué ha pasado que se ha cortado el dedo.

El pelinegro retiró el trapo con el que le habían tapado la mano y ninguno de los dos pudo evitar abrir los ojos de más dadá la gravedad de la herida.

—Eh... Bueno, nada. Esto lo solucionamos en un momentito —aseguró la joven, tratando de mantener la calma para no asustar al pequeño. Se acercó al pelinegro y le susurró en el oído—. ¿Hará falta un par de puntos, no?

—Sí, prepara todo, (TN)-ya —respondió él.

—Es un corte muy grande... —apuntó Sanji, entre sollozos.

—Lo sé, pero ya verás que lo vamos a coser un poco y luego se te curará —le tranquilizó Law, dándole unos toquecillos en la cabeza.

No había material para anestesiar, pero fue una sutura sencilla y todo salió a la perfección. El pequeño rubio se portó como todo un campeón, a pesar del miedo que estaba pasando.

—¡Sanji, Sanji! —se escuchó exclamar a Nami, que bajó las escaleras llorando desconsolada.

Por suerte, ya se habían desecho del trapo y de las gasas llenas de sangre y la herida estaba tapada.

—Ha sido mi culpa... —continuó, tras sorberse los mocos—. He pasado y le he empujado sin querer y se ha hecho mucha sangre.

—No es tu culpa, ha sido un accidente —le tranquilizó el rubio, que ya no estaba llorando, aunque todavía tenía los ojos algo rojos.

—Además, ya está todo arreglado. Solo falta que se vaya curando poco a poco —aclaró la peli(t/c)—. Sanji se ha portado muy bien. Ha sido muy valiente y le hemos podido curar enseguida.

—¡Oh, Sanji! —la pelinaranja se abrazó sobre su amigo y lo estrujó con todas sus fuerzas, teniendo cuidado en no dañar su mano—. Venga, vamos. Hoy acabaremos nosotras de preparar la cena. Te cocinaremos hasta que estés mejor.

—Muchas gracias a los dos... Menudo susto nos hemos llevado —les agradeció Belle-mère, ya más tranquila.

—De nada —dijeron ambos, al unísono.

Una vez solos, se sentaron cada uno en una silla y respiraron, aliviados. Suerte que no había sido más grave y lo habían podido arreglar con facilidad.

—Law... ¿Podemos seguir con la información mañana? Estoy un poco cansada —propuso (TN), masajeándose las sienes.

—Claro, lo dejamos ahí y mañana seguimos escribiendo.

Tras todo el camino proponiéndolo, la joven consiguió convencer a Law de hacer ella misma la cena. Quedaron en que establecerían turnos para cocinar y limpiar, ya que tendrían que iban a convivir juntos.

—Bueno, buenas noches... —murmuró la peli(t/c).

Ambos habían subido las escaleras y estaban en el piso de arriba, parados en frente de la habitación grande, en la que dormía el pelinegro.

—¿Seguro que no quieres dormir conmigo, (TN)-ya?

—Pues... Bueno, sí. Podemos dormir juntos —respondió ella. No iba a rechazar la oferta. Aunque recalcó la palabra dormir, haciendo que Law sonriera de lado—. Voy a ponerme el pijama.

El corazón de la peli(t/c) latía a mil y por hora, y continuó haciéndolo tras haberse puesto el pijama de pantalón largo y camisa burdeos a juego y caminar hacia la habitación del chico.

Cuando entro lo vio tirado en la cama, con la mirada perdida en el techo. Aquellos simples pantalones grises de pijama u la camiseta negra básica le quedaban... Muy bien.

—Ya estoy —anunció, plantada bajo el marco de la puerta.

—Entonces, ven aquí... —pidió él, dando unos suaves golpes contra el colchón.

La joven caminó hacia la cama y, con algo de timidez se tumbó junto al chico. Se movió un par de veces hasta que encontró la posición más cómoda, acurrucada junto a él.

Fue a darle las buenas noches, pero un bostezo le interrumpió.

Law, que la estaba observando de reojo, se dio media vuelta, recostándose hacia ella.

—Buenas noches, (TN)-ya —dijo, mientras le acariciaba la mejilla con suavidad.

—Buenas noches, Law. —Le dedicó una dulce sonrisa antes de cerrar los ojos y, poco a poco, dejándose caer en un profundo sueño.

[•••]

A la mañana siguiente, bastante temprano, un ruido ensordecedor que provenía de las afueras de la urbanización despertó a todos los miembros del grupo.

Law no pudo evitar maldecir en su mente, ya que apenas había dormido un par de horas; pero no había tiempo para quejas.

Aquel ruido podía atraer a muchos infectados y había que parar a lo que lo estaba produciendo. O todavía peor: a quien o quienes lo estuvieran provocando.

Ambos jóvenes se levantaron a gran velocidad de la cama, sin tiempo si quiera para ponerse algo de ropa, tan solo las zapatillas.

Al salir por la puerta se encontraron con otros miembros del grupo que iban en la misma dirección.

Lo primero que se encontraron fue a Ace y Sabo gritando desde la torre de vigilancia y preparándose para atacar, así que aceleraron el ritmo.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Shanks, con tono serio.

—Hay cuatro tipos aquí y no les da la gana parar de hacer ruido —explicó Ace—. Ya han venido unos cuantos infectados y seguirán haciéndolo.

—¡Hasta que no salgáis todos aquí fuera no pensamos parar! Solo queremos negociar —se escuchó desde fuera.

Las palabras de aquel hombre fueron acompañadas de una característica risa.

Una risa que Law recordaba a la perfección y le hizo saber que los problemas de verdad acababan de comenzar.

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