Capítulo 18

Al día siguiente, los miembros de la comunidad fueron amaneciendo tranquilos.

Ignoraban el peligro que sufrirían en unos días, cuando descubrieran que las sospechas de parte del grupo respecto aquellos dos desconocidos iban a cumplirse.

(TN) caminaba hacia la consulta después de su último desayuno junto a Robin.

No era otra mañana cualquiera, no. Debía comentarle a Don Insensible la posibilidad de mudarse a su casa.

Esa idea no le había dejado dormir en toda la noche. ¿Por qué tenía que darle tanta vergüenza proponerlo? A ver si se pensaba que quería ir totalmente en serio con él... No sabía con exactitud cómo estaba la cosa entre ellos.

Se gustaban y punto.

Le sabía mal preocuparse por ese tipo de cosas en medio de un apocalipsis.

—Buenos días, (TN)-ya —saludó el chico de ojos grises, mientras la joven bajaba por las escaleras.

—Buenos días. —¿Acaso dormía allí? Daba igual a qué hora llegara, él ya estaba allí—. Law... Tengo que comentarte algo.

—Claro, dime —dijo él, fijando la mirada en la peli(t/c).

—Pues... —La chica tragó saliva antes de continuar, mientras organizaba de nuevo las palabras en su mente—. La cuestión es que Robin me ha comentado si podría buscar otro lugar en el que alojarme.

—Puedes venir a mi casa, si quieres —propuso Law, como si nada.

(TN) se quedó en silencio, asimilando la respuesta. Tantas vueltas que ella le había dado... Para nada. Es que tal vez no era para tanto y lo había exagerado en su cabeza.

—Bien, pues luego iré a por mis cosas. ¿Hay algo qué hacer?

—No tenemos trabajo de momento —respondió, comenzando a caminar hacia ella—. Podemos, no sé... Podemos mirar si necesitan ayuda con el huerto o alguna otra tarea.

—Vale, sí, bien —murmuró la joven, dándose media vuelta y poniendo un pie en el primer escalón. Apoyó mal y casi perdió el equilibrio—. Ay.

—Cuidado, (TN)-ya, o al final si tendremos trabajo —comentó el pelinegro, a modo de burla, tras haber sujetado la cintura de la joven a gran velocidad.

—Sí... —farfulló ella, comenzando a notar el calor al sentir a Law tan cerca.

Las calles de la comunidad estaban tranquilas. Los tres más pequeños estaban jugando a hacer carreras sin alzar la voz.

Sabían que no debían elevar el volumen en exceso, aunque sí hubiera infectados cerca, las personas de guardia los divisarían desde sus puestos.

—Hola, Franky. Hola Hiriluk —saludó la peli(t/c), cuando llegaron al huerto.

Se le hacía raro ver a Hiriluk socializando. Era un hombre amable, pero pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en su casa y no solía participar mucho en las reuniones de la comunidad.

Tal vez por qué sentía que su opinión no importaba mucho en el grupo, ya que apenas aportaba algo de su parte.

Sin embargo, solía hablar bastante con Franky. Este le había dejado una zona del huerto para cultivar algunas de sus hierbas con las que tanto le gustaba hacer té y otros mejunjes.

—La enfermería está tranquila, así que veníamos por si necesitabas ayuda —explicó Law.

—Pues habéis venido en buen momento. La segunda parte de la cosecha ya está lista —indicó el manitas de la comunidad—. Sobre todo zanahorias y fresas, y por fin las calabazas.

—¿Qué tenemos que hacer? —inquirió la peli(t/c).

—Os iré pasando las cosas y luego las agruparemos para repartir —ilustró el hombre de cabello azul—. Luego tendremos que hablar de algunos materiales que necesito, pero para eso reuniremos al grupo de las salidas.

—Vale, venga. Pues manos a la obra. —La joven de arremangó el jersey, dispuesta a colaborar con energía.

No fue una tarea muy complicada. No solo dividieron los productos por unidades domésticas, sino teniendo en cuenta el número de integrantes.

—Hiriluk, ¿quieres que te ayude a llevar todo? —preguntó la peli(t/c), ya que el hombre de cabello blanco llevaba las manos llenas de aquellas hierbas.

—Si no es mucha molestia —aceptó él.

La joven asintió y se acercó a la caja de madera en la que habían colocado su ración y comenzó a caminar junto a él.

Anduvieron en silencio, incluso cuando entraron a la casa. Al cruzar el recibidor, (TN) se fijó en una foto en la que Hiriluk junto a un niño de cabello castaño.

—Era como un hijo para mí. —La repentina y apagada voz del hombre le hizo sobresaltarse. Ladeó la cabeza hacia él y este dio media vuelta, dejando ver su expresión sombría—. No pude hacer nada para protegerle.

Mientras descargaron y guardaron los productos, Hiriluk le fue contando su historia. El pasado con el que cargaba desde que comenzó aquella situación.

Al fin y al cabo, todos estaban marcados por algún triste suceso.

El suyo fue no poder proteger a su niño de acogida. Hiriluk llevaba cuidando de él durante dos años, ya que su madre siempre volvía a empeorar y no podía tomar de nuevo la custodia.

Cuando todo aquello comenzó, el caos se formó en la ciudad. Se separaron y no logró llegar hasta él. No tenía agilidad ni fuerzas para alcanzarle. Lo perdió de vista y ya no pudo volver a encontrarlo.

Pero, habría sobrevivido, ¿verdad? ¿Cómo iba a haberse salvado un viejo como él y no aquel pequeño? Albergaba la esperanza de que estuviera con otro grupo.

—Bueno, Hiriluk, sí necesitas cualquier cosa... Aunque se charlar, puedes contar conmigo —le aseguró la joven, antes de abandonar la casa.

—Muy amable, jovencita. Lo tendré en cuenta.

La peli(t/c) le dedicó una amable sonrisa antes de cruzar la puerta. Una vez fuera, vio que Law y Franky caminaban de nuevo hacia el huerto, así que aceleró el paso para llegar hasta a ellos.

—¿Ya habéis repartido todo?

—Sí, gracias por vuestra ayuda —agradeció Franky—. Ahora me gustaría comentaros los materiales que necesito.

—Bien. En ese caso recorramos la calle y reunamos al resto del grupo cerca de la entrada principal —indicó el chico de ojos grises.

—¡Law! ¡(TN)! —La voz de Sabo les hizo media vueltas. Ambos sabían que eso solo significaba una cosa: Luffy y Ace la habían liado—. Ace y Luffy estaban en la torre de vigilancia y, haciendo el tonto, se han caído al exterior.

—No puedo creerlo... Todavía me cuesta aceptar que sean tan... En fin —masculló Law, entre dientes, tratando de mantener la calma—. Vamos a echar un vistazo, (TN)-ya.

Los dos encargados de la enfermería aceleraron el paso y caminaron junto a Sabo hasta la entrada principal. Otros miembros del grupo se habían acercado al escuchar algo de jaleo.

Shanks ya estaba abriendo la puerta principal mientras ellos llegaban.

—Ay, Torao... (NT)... Ayuda —mascullaba Luffy, apretando su tobillo derecho con las manos.

Law soltó un pesado suspiro y se agachó para cogerle en brazos. (TN) y Sabo se acercaron al pecoso para que se apoyara en ellos y caminar hacia la enfermería. Ace no parecía tan fastidiado como Luffy.

Ayudaron a ambos a tumbarse sobre las dos canillas improvisadas y se centraron primero en el pequeño.

—Esguince de tobillo, pero leve... Has tenido suerte —comentó Law, tras examinarlo de manera minuciosa—. (TN)-ya, trae hielo del congelador de arriba y envuélvelo en papel.

La peli(t/c) hizo caso a las intenciones y enseguida preparó el material.

Mientras Luffy sujetaba el hielo contra la zona afectada, pasaron a revisar a Ace, el cual tan solo había recibido un fuerte golpe en el trasero.

No parecía haber nada más allá de eso, así que la joven se acercó a las estanterías para buscar una pomada que podía llevarse a casa para ir aplicándosela.

—Te haremos un vendaje, Mugiwara-ya. Te quedarás aquí a pasar el día y te iremos aplicando hielo cada cierto tiempo —explicó Law—. (TN)-ya, si puedes acercarme unas vendas y después buscar algo para el dolor.

La joven se acercó a la hoja de registro para ver lo que tenían. Tan solo había unas pastillas antiinflamatorias y, como las ordenó alfabéticamente, se acercó directa a ellas.

Todavía quedaba blíster y medio, aunque lo más probable era que ese medio se acabara pronto.

Una vez los heridos estuvieron controlados, la otra parte del grupo que solía realizar las salidas se reunió con Franky en la puerta de la caseta blanca.

—Necesito esta lista de materiales para reforzar el conducto de agua entre otras cosas —comentó, mostrándoles el pedazo de papel—. Si ya de paso encontráis más semillas para el huerto, sería perfecto.

—Bien. Mañana a primera hora nos ponemos a ello. ¿Os parece bien? —propuso Law, paseando la mirada por sus compañeros.

—Será lo mejor. Si vamos ahora corremos el riesgo de que se alargue y anochezca —secundó Sabo.

Todos estuvieron de acuerdo. No era muy agradable enfrentarse a los infectados de noche. Parecían avivarse todavía más y la oscuridad no proporcionaba ventajas para atacarles.

Tras aclarar todo, Law y (TN) pasaron el resto del día en la consulta, aguantando los quejidos y demandas de Luffy. Tan solo hicieron un pequeño descanso a la hora de comer.

Al anochecer, Sabo y Ace—que ya estaba en mejores condiciones— pasaron a recoger al más joven del trío.

Tras unas indicaciones por parte del chico de ojos grises, abandonaron la enfermería entre los lamentos de Luffy por no poder acompañarles en la salida que tendría lugar al día siguiente.

—Bueno, entonces... Voy a ir a por mis cosas a casa de Robin —comentó la peli(t/c), una vez ellos también salieron de allí.

—Bien, iré preparando algo de cenar.

La joven aceleró el paso para dirigirse a casa de la morena. Sin embargo, cuando entró, no parecía haber nadie en la vivienda.

Se dirigió a su habitación y recogió la ropa que le prestaron el primer día que llegó a la comunidad.

Caminó de nuevo hacia casa de Law, con sus escasas pero suficientes pertenencias dentro de una bolsa de plástico.

—Pasa, (TN)-ya. La cena está casi lista —indicó el pelinegro, tras abrir la puerta—. Si quieres acomodar tus cosas mientras.

—Sí, vale —murmuró ella, dirigiéndose hacia las escaleras.

Su corazón latía con fuerza. Todavía no podía creerse que iba a compartir casa con Law. Aunque no estaba del todo segura sobre cómo iban a ir las cosas.

Se quedó parada al subir al segundo piso. Miró la habitación grande —en la que debía dormir él— y la pequeña.

Por supuesto, ella se quedaría en la pequeña. No iban a compartir habitación, ¿no? Claro que no. No estaban a ese nivel todavía.

¡Si ni si quiera se había acercado a ella en todo el día!

Dejó las cosas en el armario de madera y bajó de nuevo al salón. Law ya estaba preparando la mesa.

—Espera, ya pongo yo las cosas —se apresuró a decir la joven, acercándose a él.

—No importa, ya está casi. Luego puedes recoger tú —propuso el pelinegro.

—Ah, sí... Está bien.

Comieron en silencio los pequeños tacos de pescado y el arroz que lo acompañaba. Algunos alimentos empezaban a escasear, pero mañana aprovecharían el viaje a la ciudad para tratar de encontrar algo.

Los animales frecuentaban cada vez menos por aquella zona. Por suerte para Law, los peces todavía recorrían el río.

—Podríamos... Comer alguna fresa de esas que nos ha dado Franky —planteó la joven. Le apetecía mucho después de tanto tiempo.

—Claro, coge las que quieras.

—¿Tú no quieres? —preguntó ella, mientras se acercaba a cogerlas.

—Bueno, comeré una —aceptó él.

La peli(t/c) asintió, sonriente. Ella se cogió un par y le ofreció una al pelinegro.

—(TN)-ya, siento si no soy muy hablador. Estoy acostumbrado a estar solo —aclaró él, después de haber estado pensando sobre ello.

—Tranquilo, está bien. No pasa nada.

En su interior se sentía agradecida por aquella breve explicación. El silencio había sido un poco incómodo para ella.

No tardaron mucho en irse a dormir. A la mañana siguiente debían salir temprano hacia la ciudad. Debían aprovechar al máximo la luz del día.

—Veo que has dejado tus cosas en la habitación pequeña —apuntó Law, cuando subieron al segundo piso.

—Ya, sí. No sabía muy bien donde tenía que instalarme —explicó ella, tratando de sonar lo más calmada posible.

Sintió escalofríos cuando el pelinegro acortó la distancia dando un paso hacia ella. Agarró un mechón de pelo color (t/c) y inclinó hacia la joven.

—Te comentó que puedes mudarte de cuarto cuando quieras, (TN)-ya —susurró él, tan cerca de ella que sus labios se rozaban con cada palabra.

La joven estaba segura de que no podría articular palabra, así que tan solo asintió de manera casi imperceptible.

El chico de ojos grises se separó con una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro y dio media vuelta para entrar en su habitación.

Era una tontería, pero le encantaba ponerla nerviosa de aquel modo.

[•••]

Tras unas horas de sueño —para algunos más que para otros—, el grupo que conformaba aquella salida ya estaba de camino a la ciudad.

Robin conducía y Law la acompañaba de copiloto. Los asientos traseros estaban ocupados por Zoro, Sabo y (TN).

El ruido del coche atraería a los infectados, pero la ciudad quedaba demasiado lejos y no podían cargar con todo lo que querían conseguir si iban caminando.

Luffy y Ace habían lamentado no haber formado parte de la salida, pero eso les ayudaría a ser más cuidadosos la próxima vez.

—Aparcaremos el coche aquí —indicó la mujer de cabellos oscuros, cuando llegaron a la ancha carretera que se paraba las afueras de la ciudad.

—Sí, y nos encargaremos de esos infectados que vienen hacia nosotros —añadió el pelinegro, refiriéndose a la horda que se acercaba al coche.

Debía haber más o menos unos veinte. Salieron del coche con las armas preparadas.

(TN) era la única que contaba con arma a distancia —al menos silenciosa—, así que se encargó de eliminar a unos cuantos antes de que se acercaran del todo.

Una vez lo que quedaba de la horda estuvo encima de ellos, se encargaron de acabar con los infectados con sus armas cuerpo a cuerpo.

—Venga, empezamos la ruta y larguémonos de aquí cuánto antes —dijo Sabo, una vez la peli(t/c) hubo recogido sus flechas, saltando la barra de metal para posar sus pies sobre la carretera.

El resto hizo lo mismo. Nadie quería estar allí más de lo necesario.

Nada más cruzar al otro lado de la carretera ya tuvieron que moverse con sigilo y matar por la espalda a los infectados que iban encontrando.

—Paremos ahí. Hay una tienda de comestibles —indicó Robin, en un susurro.

El supermercado al que solían ir ya estaba en las últimas. Tenían un recorrido marcado que se conocían de las anteriores salidas y no solían desviarse mucho.

Aquella tienda tan solo estaba dos manzanas hacia la derecha.

Con cautela y destreza, lograron llegar hasta el establecimiento. Nada más entrar se percataron que, como era obvio, no habían sido los primeros en estar allí.

Las estanterías estaban prácticamente vacías y la mayoría de productos estaban esparcidos por el suelo. La buena noticia era que todavía quedaban productos.

Lograron rescatar cuatro packs de arroz, dos de pasta y cuatro cajas de cereales. Era todo un botín en aquellos tiempo, pero ellos eran una comunidad bastante numerosa.

Lo repartieron en las mochilas vacías que llevaban y se dispusieron a volver a la zona que entraba dentro de su recorrido.

Esperaban encontrar algún tipo de comercio en el que todavía quedarán los materiales que Franky les había pedido.

—Parece que tenemos un solitario por aquí —señaló Zoro, observando a través del cristal de la tienda.

Todos dirigieron sus miradas hacia el mismo sitio que el peliverde y pudieron observar a un infectado bastante pálido y con el brazo derecho desmembrado.

Zoro abrió la puerta sin mucho cuidado y aquel ser clavó sus ojos en nosotros. Abrió la boca, desgarrando todavía más sus comisuras y profirió un estruendoso y agudo chillido.

Si había otros infectados cerca, ya estarían de camino.

📌 Nota 📌

Mi novio y yo nos hemos comprado el juego de "State of Decay 2", así que puede que coja algunas cosas de ahí 😂

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