Capítulo 14
—Calma, por favor. No hablemos todos la vez —pidió Shanks, alzando el tono de voz.
Todos los miembros de la comunidad estaban reunidos en el templo de la urbanización, algo alterados tras haber escuchado la noticia.
Makino estaba embarazada. Dentro de probablemente seis meses, habría un bebé entre ellos.
—Vamos a ir por grupos dando vuestra opinión —indicó el hombre de melena roja—. Ace, Sabo y Luffy.
—Nos parece una buena noticia. Un bebé traerá un poco de alegría la comunidad —apuntó el rubio, en nombre de los tres. Makino suspiró, aliviada.
—¿Hiriluk? —continuó Shanks.
—Está bien. Lo cuidaremos y buscaremos la forma de adaptarnos —indicó el hombre de cabello canoso.
—¿Belle-mère?
—Está bien, pero tendremos que ir pensando medidas cuanto antes —respondió la susodicha. Al fin y al cabo ella se llevó a dos crías detrás. Sin embargo, un bebé era prácticamente incontrolable.
—¿Robin?
—Todo bien. Nos apañaremos —contestó, brevemente y con una amable sonrisa.
—¿Franky, Zoro?
—¡Me parece súper! —exclamó el hombre de cabello azul—. Nos las apañaremos bien y estaremos súper entretenidos.
—Está bien. Simplemente tendremos que matar a todo aquel que se acerque con malas intenciones —agregó el peliverde, con tono tranquilo y sin darle especial importancia al asunto.
—¿(TN)?
—Sí, eh... Está todo bien. Entre todos le protegeremos y le cuidaremos —respondió la susodicha, aliviada.
Después de haber teñido pensamientos negativos toda la noche, se sentía tranquilizada al estar rodeada de aquel tipo de personas.
—Y... ¿Law? —preguntó Shanks, dirigiendo su mirada al chico de ojos grises. El último por hablar.
—Ya está todo dicho —sentenció el pelinegro, dando el fin a la ronda de preguntas.
Como era obvio, Kid y sus dos compañeros no tenían derecho a opinar, ya que abandonarían la comunidad tarde o temprano.
—Muchas gracias a todos por vuestra comprensión —intervino Makino, ya más calmada. No se había pronunciado durante toda la reunión, por temor a estallar en lágrimas—. Todavía quedan seis meses, en un principio... Así que hay tiempo para prepararse.
—(TN)-ya y yo nos encargaremos de tu seguimiento —informó Law.
La reunión se dio por finalizada, y cada uno se dirigió a sus respectivas casas, ya que era la hora de la comida. Más tarde, volverían a sus tareas.
La peli(t/c) estaba bastante cansada. Casi no había pegado ojo en toda la noche por el tema del embarazo. Lo de adelantar acontecimientos y sus respectivos pensamientos intrusivos era todavía más fatídico durante un apocalipsis.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no se encendía el fuego? Presionó varias veces con la yema del dedo índice, pero no había respuesta ninguna por parte de aquel aparato.
Se acercó al primer interruptor de luz y lo pulsó. Al parecer era un problema general, no solo de la cocina.
Soltó un pequeño gruñido cargando de frustración e impotencia.
Salió de su casa, giró a la derecha y caminó hacia el interior de la urbanización. La casa en la que estaban Franky y Zoro era una de las malas alejadas de la entrada principal.
Una vez en frente de la puerta, golpeó con los nudillos y esperó a que abrieran.
—Eh, (TN), ¿pasa algo? —preguntó el hombre de cabellos azules, al ver a la joven allí plantada.
—Creo que hay algún problema en mí casa. No funciona la luz.
—No te preocupes. Comemos y le echamos un vistazo —le tranquilizó él—. Entra con nosotros. Vas a tener la suerte de probar la súper pasta de Franky.
La peli(t/c) sonrió amablemente y se adentró en la casa.
Al final la súper pasta resultó ser unos simples macarrones. Aunque con la variedad de alimentos que lograban conseguir, no se podía hacer mucho más. Tampoco podían quejarse, dadas las circunstancias.
—Parece que el regulador tiene algún fallo... —sentenció Franky, tras haber revisado el aparato durante unos segundos—. Tendré que mirarlo con más calma. En la otra casa nos pasa lo mismo, compararé ambos a ver si encuentro el problema y la solución.
—Vale, genial —murmuró ella—. Entonces... ¿Tendré que compartir casa con alguien?
—Así es. Intentaré arreglarlo cuanto antes.
—No, tranquilo. Si es por mí tranquilo. Tómate tú tiempo —expresó ella. No quería meter prisa—. Voy a hablar con Robin.
Comenzó a caminar, dejando a sus espaldas a Franky, que seguía examinando aquel aparato.
(TN) cruzó los brazos y frotó con las palancas de sus manos, para darse algo de calor. Llevaba una de las camisetas de manga larga y la sudadera encima, pero aquel día principios de enero estaba siendo especialmente frío. Y lo sería todavía más por la noche.
—(TN) —saludó de forma amable Robin, tras abrir la puerta de su casa—. ¿Puedo ayudarte en algo?
—Al parecer la luz no funciona en mi casa y... Me preguntaba si podría quedarme aquí hasta que Franky pueda solucionarlo —explicó la joven, temiendo ser una molesta. Robin era la única chica que vivía sin compañía.
—Claro, la habitación pequeña está libre. Puedes quedarte el tiempo que necesites.
—Muchas gracias. Entonces voy a por mi ropa —indicó la peli(t/c), dando un par de pasos hacia atrás con ligera torpeza—. Vuelvo enseguida.
Tras llevar sus cosas hasta su nueva casa y ordenar sus prendas de ropa en la habitación pequeña, la joven de ojos (t/c) se dirigió a la consulta.
Bajó la escaleras de la caseta blanca a paso rápido y se encontró con el chico pelirrojo sentado en la camilla.
—Llegas justo a tiempo, (TN)-ya —indicó Law, apareciendo de detrás de una de las estanterías, con las manos ocupadas—. Voy a cambiar el vendaje y a revisar la zona.
—Ah, genial —murmuró ella, acercándose. Se ofreció a coger las vendas y las gasas.
—Aquí tengo todo lo necesario para hacer la cura. Tan solo pásame lo que te vaya pidiendo —señaló el pelinegro, mientras comenzaba a retirar los vendajes teñidos de rojo.
La peli(t/c) fue siguiendo las indicaciones, intentando no mirar durante mucho rato aquella zona del brazo. Todavía tenía que cicatrizar y mejorarse. Daba algo de impresión verlo; pero, para las malas condiciones en las que Law había tenido que hacerlo, estaba bastante bien.
—Listo, Esutass-ya. ¿Cómo te encuentras?
—Mejor después del calmante que me has dado al llegar —respondió el pelirrojo. Sin embargo, cuando le pasaba el efecto era demasiado doloroso.
—Esta noche ya puedes pasarla en una de las casas, con tus compañeros —anunció el chico de ojos grises—, así que te daré unos cuantos calmantes más. Recuerda que se deben tomar cada ocho horas. Ni se te ocurra pasarte.
—Vale, vale. Lo pillo —aseguró el pelirrojo, tomando la caja de pastillas de la mano del doctor.
—Y mañana vienes para que te revisemos de nuevo. Por la mañana —sentenció Law, como última indicación.
Kid, asintió y se levantó de la camilla. Hizo un gesto a modo de despedida, antes de comenzar a subir los escalones para abandonar la consulta.
—Has hecho muy buen trabajo. La intervención a quedado muy bien para los medios de los que disponemos —le felicitó la joven, mientras comenzaba a recoger los vendajes ensangrentados.
—Hemos hecho un buen trabajo —le corrigió, remarcando la primera palabra. Se inclinó también para recoger.
—Bueno, técnicamente lo has hecho tú.
—Pero tú me estabas ayudando. No me hubiera salido tan bien sin tu ayuda —aclaró, con el ceño ligeramente fruncido. Con lo que le costaba hacer cumplidos...
—Ya, bueno... —murmuró ella, no del todo convencida. Aunque no podía negar que aquel reconocimiento le llenaba de felicidad. Notó un suave toque en su frente—. Auch...
—¿Tampoco sabes aceptar cumplidos? —cuestionó el chico, cuando sus ojos se cruzaron con los de la peli(t/c)—. Ni críticas ni cumplidos.
(TN) tan solo encogió los hombros. No podía negar la verdad.
—Por cierto, vamos a ser vecinos. Al menos durante un tiempo —comentó la joven. El pelinegro alzó de nuevo la mirada, esperando a que continuara la explicación—. La luz en mi cada se ha estropeado, así que Robin me ha acogido.
—Bueno, a ver si así llegas más puntal.
—Solo ha sido un par de veces —se excusó, rápidamente.
—Estaba bromeando...
—Pues no se te da bien bromear —recalcó ella, antes de hinchar los carrillos.
Él se quedó observándola. A veces tenía actitudes muy tiernas, y eso le hacía parecer extrañamente adorable.
Sus manos se rozaron, cuando fueron a recoger el último envoltorio al mismo tiempo. Ambos se apartaron, de manera instintiva.
—Ay, lo siento... —farfulló la chica, levantándose y colocándose bien la sudadera—. Voy a ordenar estas cosas que hemos sacado... No vaya a ser que luego nos las encontremos.
Law no dijo nada, tan solo le siguió con la mirada. ¿Qué extraños sentimientos se estaban despertando en su interior?
[•••]
Después de una tarde bastante tranquila y sin accidentes —niños que cayeran al suelo y Luffy con sus ardores de estómago—, (TN) se marchó a casa de Robin.
La mujer de cabellos negros ya estaba preparando la cena cuando ella llegó. Arroz y lago de carne de ciervo.
Robin no era muy habladora, pero estar con ella en silencio no era nada incómodo. Era amable, pero reservada. Por eso le caía tan bien a la peli(t/c).
La joven de ojos (t/c) se ofreció a fregar y recoger todo; pero la mayor insistió en compartir la tarea y así fue.
Una vez en su habitación, abrió el armario para coger su pijama. Aquel lugar debía haber pertenecido a un adolescente, por la decoración y los pósteres que había colgados en las parades.
Dejó el pijama sobre el colchón, para quitarse primero los zapatos y los pantalones. Se colocó la parte de abajo y procedió a quitarse la sudadera. Después la camiseta de manga larga y finalmente el sujetador.
Mientras tanto, en la casa de al lado, cierto pelinegro estaba observando el espectáculo de manera hipnótica.
¿Se estaba cambiando aposta en frente de la ventana? Le había informado que iban a ser vecinos y se cambiaba justo ahí...
Pero, claro... ¿Cómo iba a imaginar ella que él se quedaría pegado al cristal de la ventana justo cuando ella se estaba cambiando?
Law se veía con la necesidad de aclarar —a sí mismo, realmente— que no es que hubiera estado toda la noche pendiente, si no que el escritorio de aquella habitación estaba pegado a la ventana.
Él simplemente estaba leyendo y, en una de las veces que sus ojos se habían dirigido de manera inconsciente a la ventana de en frente, se había encontrado con aquella escena.
Lo que no entendía era por qué no podía dejar de mirar.
Y no es que hubiera sentido atracción y deseo muchas veces en su vida. De hecho, casi nunca se había interesado por nadie. Tuvo un par de encuentros esporádicos —con alcohol por en medio—, en una mala época en la que tan solo le apetecía desinhibirse y olvidarse de todo por un rato.
Y ahí estaba; en pleno apocalipsis imaginando cómo apartaba a un lado aquellos cabellos (t/c) y se abalanzaba sobre su cuello. Aunque fuera un pensamiento fugaz, que se disipó tan rápido como había llegado.
Definitivamente, estaba perdiendo la cabeza. Puede que estuviera algo confundido. Era la primera vez en muchos años que pasaba tanto tiempo con alguien, al menos de aquella forma. Por ello debía estar algo confuso, pero nada más.
—Mierda —gruñó para sí mismo, cuando sus orbes grises se encontraron con los de (TN).
Le había pillado mirándola por la ventana. Vergonzoso. Humillante. En fin... Encontraría algún argumento para defenderse, en caso de que fuera necesario.
Por su parte, la peli(t/c) estaba tirada en la cama, con la cara hundida en la almohada. El corazón le latía a cien por hora, y sentía que iba a desmayarse de vergüenza.
Law le había visto desvistiéndose.
Bueno, a lo mejor no lo había visto todo y tan solo había coincido en ese último momento, ¿no?
¿O le habría estado mirando? Imposible. Las probabilidades de que Law se fijara de ella en aquella manera eran nulas. O al menos eso pensaba la joven de ojos (t/c).
De todas formas, se moría de vergüenza. ¿Cómo iba a mirarle a la cara al día siguiente?
Ahogó un pequeño grito contra la almohada y se dio la vuelta, tumbándose hacia arriba. Le ardía la cara. No estaba segura de poder conciliar el sueño.
[•••]
—¿No has dormido bien? —preguntó Robin, que ya estaba impecable desde primera hora de la mañana.
—Me ha costado dormirme —confesó la joven, que llevaba con la mirada perdida desde que se había sentado en la mesa—. Igual es un poco tarde. Iré ya hacia la consulta.
—He preparado café, por si quieres llevarte una taza —indicó la pelinegra, señalando la cafetera de color plateado—. Puedes llevarle una taza a Law también si quieres. Hay de sobra.
—Vaya, muchas gracias —agradeció la peli(t/c), levantándose para coger un par de tazas y servir el café.
Caminó con cuidado hacia la caseta blanca, que estaba mucho más cerca ahora. Apoyó el codo y empujó la manecilla, haciendo que la puerta de a se abriera y casi derramando el contenido de las tazas.
Bajó las escaleras a paso lento y se encontró a Law de pie junto al escritorio, leyendo unos papeles.
Iba a anunciar abiertamente que había traído café para desayunar; pero se acordó del pequeño momento que ambos vivieron la noche anterior, haciendo que los nervios se apoderaran nuevamente de ella.
—Buenos... Buenos días —saludó, torpemente, caminando hacia él. El pelinegro se giró y le miró fijamente—. Traigo café.
—Vaya, genial. —Un buen café siempre venía bien.
Fue a coger la taza que la peli(t/c) le ofrecía, pero esta la soltó antes de que el pudiera cogerla. El café se derramó sobre la camiseta de Law y la taza cayó contra el suelo, haciéndose añicos.
Por el sobresalto, (TN) volcó parte del líquido marrón del otro recipiente sobre su sudadera.
—Joder —masculló el pelinegro, cogiendo la parte de abajo de la camiseta y apartándola, dejando ver parte de sus abdominales. El líquido todavía estaba caliente.
—Lo siento... —murmuró ella. Estaba nerviosa, pero también embobada observando la piel del ojigris.
—Si querías verme sin camiseta podrías haberlo pedido de otra forma —bromeó él, antes de quitársela del todo.
Aunque con su tono serio, las bromas no parecían bromas. Aún no se le daba bien del todo, pero con práctica mejoraría.
—Eh... —balbuceó (TN), tratando de mantener la compostura.
No podía dejar de mirarle, no podía apartar los ojos de su cuerpo. No es que fuera extremadamente musculoso y grande; pero es que le gustaba más así, de complexión delgada y cuerpo bien rebajado.
—¡Tú eres el que me espiaba mientras me cambiaba! —exclamó la joven, finalmente.
—No te espiaba, estaba en mi escritorio. Tú eres la que se ha cambiado en frente de la ventana —puntualizó él, sin perder la calma.
—Entonces... ¿No me estuviste mirando? —preguntó ella. Sus sentimientos eran entre una mezcla de alivio y decepción.
—Solo un poco. —Law no pudo evitar sonreír de lado al ver como las mejillas comenzaban a teñirse poco a poco de rojo.
Nunca había sentido la necesidad de provocar o coquetear con alguien, pero no podía negar que era una sensación sorprendentemente satisfactoria.
Tenía la sensación de que aquellas palabras provocarían esa reacción en ella, y así fue.
—Voy... Tú puedes... Puedes ir limpiando tu camiseta para que no se quede mancha y yo recojo esto —farfulló, sus palabras se atropellaban unas a otras.
Se agachó para recoger con torpeza los trozos de cerámica blanca, haciéndose un pequeño corte al tocar uno de ellos. Soltó un pequeño quejido mientras se incorporaba de nuevo.
—Déjame ver —pidió el pelinegro, tomando con suavidad su muñeca derecha.
—No es nada... —aseguró, apartando la mirada. Su cara estaba demasiado cerca de la suya—. Eso con un poco de saliva se... Cura. ¡Law!
Le iba a dar algo allí mismo. Law se había llevado su dedo índice a la boca. Jamás ninguno chico le había hecho sentir de aquella forma, y eso que se había besado con unos cuantos —bueno, dos o tres—.
El chico de ojos grises estaba arrepintiéndose de lo que estaba haciendo. Había querido llevarla hasta el límite y le había hecho sentirse incómoda. Era un poco egoísta, pero le había apetecido disfrutar de aquella nueva forma de satisfacción.
—Siento haberte hecho sentir incómoda —se disculpó, estando todavía cerca de ella.
—No sé si incómoda es la palabra —aclaró ella.
Tan solo lo esclareció por no hacerle sentir mal a él, pero había sido una declaración demasiado abierta y tan solo tardó unas milésimas de segundo en arrepentirse de sus palabras.
—¡Oh, vaya! —Ambos dieron un paso hacia atrás al escuchar la voz de Belle-mère, la cual estaba sonriendo de una manera sospechosa—. Siento interrumpir. Iba a decir algo, pero puede esperar.
—¡No! ¡Espera! —exclamó la peli(t/c), en vano, ya que la mujer de cabellos rojo-púrpura subió la escalera a gran velocidad, desapareciendo del lugar.
Belle-mère no podía creerse lo que había visto. Al final habían acabado teniendo razón. (TN) había ablandado el duro corazón de Law. Los demás iban a alucinar cuando se enteraran.
Tenían que tener un poco de diversión para evadirse de toda la mierda que les rodeaba.
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