Capítulo 13
El resto de la comunidad y los compañeros de Kid esperaban fuera de la consulta, consumidos por los nervios y la expectación.
¿Conseguirían salvar al pelirrojo?
Al único que no le hacía mucha gracia haber dejado entrar a aquellos medios desconocidos era a Zoro, pero no se lo notaba intranquilo. Simplemente, si intentaban algo sospechoso les rebanaría el cuello con su katana. No había más problema.
Después de esperar lo que parecieron días, por fin Law y (TN) salieron por aquella puerta.
Killer y Heat no tardaron en abalanzarse sobre ellos.
—¿Qué ha pasado? —preguntaron ambos, prácticamente al unísono.
—Está bien. Ahora está descansando —respondió Law, brevemente.
Las pastillas que le habían dado para calmar el dolor habían tardado en hacer efecto y no habían dispuesto precisamente de tiempo para esperar, así que el pelirrojo había sufrido un gran dolor durante la intervención.
Gracias al efecto de la medicación y a causa del dolor y de la tensión, había caído dormido sobre la camilla.
—Tendrá... Tendrá que quedarse al menos un par de días —anunció (TN), todavía algo nerviosa después del incidente.
Killer y Heat se miraron el uno al otro. ¿Qué iban a hacer ahora? Su base había sido destruida, el resto del grupo estaba desperdigado y su líder estaba postrado en aquella camilla, con un brazo menos.
—Podéis quedaros aquí, al menos hasta que Kid se recupere y podáis organizaros —ofreció Shanks, hablando en nombre de todos.
Parte del grupo no estaba del todo de acuerdo, pero comprendían la situación que estaban viviendo. ¿Y si alguna vez les ocurría a ellos?
Además, podían defenderse perfectamente en caso de que ocurriera algo malo.
—Claro, os acompañáramos a alguna de las casas que estén libres —se ofreció Makino, amablemente.
—Que quede una cosa clara —intervino el chico de ojos grises, rápidamente—. Si se os ocurre intentar algo malo, no dudaremos ni un segundo en mataros.
Ambos asintieron lentamente. Nadie dijo nada sobre el poco tacto de Law, ya que en aquella ocasión estaba justificado. Había que dejar las cosas bien claras, por el bien de la comunidad.
—Bueno, ya podéis volver a vuestras cosas. Nosotros nos encargaremos del paciente. Está todo bien —intervino la peli(t/c) de nuevo, tratando de calmar un poco el ambiente.
Poco a poco, la gente se fue dispersando y abandonado la zona de la consulta. La joven todavía notaba sus manos temblar ligeramente. Había sido todo muy intenso.
Se sobresaltó al notar una mano en su hombro.
—Has hecho un buen trabajo —le felicito Law, brevemente y cortando el contacto en cuestión de segundos—. Dudo que lo hubiera conseguido sin tu ayuda.
—Gracias... —murmuró ella, tratando de ocultar su emoción. Don Insensible dándole su reconocimiento.
—Vamos a comprobar que nuestro paciente continúa durmiendo —indicó, antes de comenzar a caminar de nuevo hacia el interior de la consulta.
Todo parecía en orden. Kid estaba profundamente dormido y su respiración era tranquila y acompasada.
Al rededor de la camilla se podía observar una colección de gasas teñidas de color rojo oscuro y algún que otro resto de esparadrapo.
Tan solo con mirarse, llegaron a la conclusión de limpiar aquel desastre.
—Dentro de poco habrá que volver a vaciar esto —comentó el pelinegro, al cerrar la tapa del contenedor grande que había cerca de la entrada.
—¿Dónde lo vaciáis?
—En un vertedero que hemos creado por nuestra cuenta —respondió él—. Nos lo llevamos con la furgoneta.
—Entiendo... —murmuró ella, con la mirada medio perdida. Llevaba dándole vueltas al tema de Makino desde que les pidió el test de embarazo.
—¿Se puede saber qué te pasa?
¿Todavía estaba nerviosa por lo de la operación? Había salido todo bien y ya le había felicitado por su trabajo. ¿Sería otra cosa? ¿Qué más podía ser a parte de eso? Parecía estar todo bien antes de aquel incidente.
—Eh... —La joven miró hacia los lados, comprobando que no había nadie cerca. Tan solo Zoro vigilando la entrada. Bajó la voz y continuó hablando—. He estado pensando en lo de Makino. Si al final resulta estar embarazada y decide tenerlo... ¿Qué va a pasar? Está claro que un bebé no es precisamente una ventaja en medio de un apocalipsis... ¿Y si echan a Shanks y Makino? ¿Y si les obligan a deshacerse del bebé? ¿Y si alguien le hace algo al bebé?
—(TN)-ya —le cortó Law.
¿Pero qué le pasaba a esta chica? Obviamente él también había pensando en la posibilidad de que aquel bebé —si es que existía— viniera al mundo. Sin embargo, en ningún momento había pensado en tantos escenarios y tan negativos.
Es decir, esa criatura iba a ser un completo estorbo. No tenía dudas sobre ello, pero nadie iba a hacerle daño. Tendrían que aguantarse y sobreponerse a la situación.
—¿Qué? —musitó, levantando la mirada y encontrándose con aquellos fríos pero seductores ojos grises.
—No adelantes acontecimientos. Cuando sepamos si hay bebé y lo que Makino quiera hacer con él... Ya nos organizaremos —explicó el pelinegro. Tenía varias opciones pensadas y estaba seguro de que el resto también tendría ideas, llegado el caso.
—Vale, sí... —murmuró, tras suspirar aliviada.
Siempre hacia lo mismo. Le daba vueltas a cosas que aún no habían pasado, o situaciones que se imaginaba ella y siempre pensando las peores opciones. Era horrible e imposible de controlar. Su mente se disparaba y funcionaba sola.
—Está atardeciendo. Puedes irte a cenar si quieres, yo me quedaré en la consulta —propuso Law, de todas formas, no tenía mucha hambre.
—No quiero... O sea, se supone que los dos debemos encargarnos del paciente —indicó la peli(t/c). Odiaba no saber explicarse por hablar antes de pensar—. Puedo preparar algo y llevarlo a la consulta. Unos sándwiches o...
—No —intervino él, rápido y tajante. Ella se quedó algo impactada, aunque ya se iba acostumbrando a su forma de ser—. Yo prepararé algo. Quédate tú en la consulta y si pasa algo vienes a buscarme, aunque no creo que haya complicaciones.
—Está bien —accedió ella, todavía algo confundida.
Estuvo esperando pacientemente en la consulta. Aquel chico pelirrojo todavía seguía durmiendo.
La joven se acercó para examinarle de cerca. Observó el vendaje que cubría lo que quedaba de su brazo izquierdo. Después de cenar lo renovarían.
—¡Ah! —exclamó (TN), asustada, cuando el chico agarró su antebrazo con la mano derecha.
—Joder —gruñó Kid, retorciéndose sobre la camilla y apretando con fuerza el brazo de la joven.
—Suéltame... Te traeré algo para el dolor —masculló ella, tratando de librarse de su agarre.
—Eustass-ya, pensaba que tenías más aguante —comentó Law, mientras bajaba las escaleras.
El pelirrojo apretó los dientes. Aquel maldito engreído le sacaba de sus casillas. Soltó rápidamente el brazo de (TN) al darse cuenta de que lo estaba cogiendo.
—Cállate, joder —se quejó Kid, tratando de mantener la dignidad.
—Ya está bien —intervino la peli(t/c), harta de que estúpido numerito—. Te hemos amputado medio brazo en malas condiciones. Es completamente normal que te haya dolido y que te duela. Así que ya está bien de tonterías.
Ambos chicos se miraron. No tenían nada que objetar ante aquellas palabras. Law le siguió con la mirada mientras ella buscaba algo para el dolor, dirigiéndose de forma directa a la estantería correcta.
—Tómate esto y quédate en reposo —le ordenó la joven al paciente, ofreciéndole la pastilla y el vaso de agua.
Fue a depositarla en su boca, pero Kid no estaba dispuesto a ello. Trato de incorporarse más de la cuenta y su rostro no tardó en mostrar el dolor que debía estar sintiendo.
—Mierda —masculló, apretando de nuevo la mandíbula con fuerza.
—¡Ya basta! —exclamó ella, al borde de la desesperación y empujando sus hombros para que volviese a rimar se, arrancando otro quejido de dolor—. Lo siento, pero deja de hacerte el machito solo para impresionar a ese.
Law clavó su mirada fría en la nunca de la joven. ¿Cómo que "ese"?
Finalmente, la peli(t/c) consiguió darle la pastilla para calmar su dolor. Acto seguido, le hizo un gesto indicándole que se quedará en silencio y descansando.
Kid no tenía ningunas ganas de intentar nada más, visto lo visto. Cerró los ojos e intento relajarse.
—Mejor comamos arriba, para no molestarle —indicó (TN), pasando por el lado del pelinegro y comenzando a subir las escaleras sin esperar respuesta.
Law ladeó la cabeza y la observó mientras subía. ¿Desde cuando daba las órdenes ella?
—¿Qué has preparado? —preguntó, al mismo tiempo que se sentaba en el suelo.
—Arroz hervido con tacos de pescado —respondió el chico de ojos grises, sentándose en frente de ella y ofreciéndole un recipiente de plástico y un tenedor.
—Tiene buena pinta... —murmuró la peli(t/c), mientras removía con el tenedor los pequeños trozos de pescado. Unos segundos después, la joven alzó la mirada, encontrándose con la del pelinegro—. Siento haberme puesto así, pero tanto su actitud como tu comentario no han estado para nada acertados.
—Tienes razón —admitió él, antes de llevarse la primera pinchada a la boca.
La joven se quedó callada y su ceño se frunció ligeramente mostrando lo extrañada que se sentía ante aquella respuesta. Extrañada, pero satisfecha. Por ello no dijo nada más sobre el tema.
Law no tenía dudas sobre el doloroso proceso al que había sido sometido ese tipo, pero no podía evitar ser sarcástico con ciertas personas y ese pelirrojo era una de ellas. Le nacía así. Y era plenamente consciente de lo estúpida que debía haberse visto aquella situación desde fuera.
—¿Qué vamos a hacer? ¿Nos quedaremos de guardia por si necesita algo? —preguntó la chica, unos minutos después cuando ambos acabaron su cena.
—Voy a dejarle un walkie y dejaré el otro en mi mesilla de noche. Si necesita algo vendré en un momento. Mi casa está más cerca que la tuya.
—Eh, bueno... —farfulló ella, no muy convencida. Le sabía mal que solo él estuviera pendiente.
—Has ayudado bastante por hoy. Has hecho trabajo que ni si quiera es de lo tuyo así que... Date por satisfecha y ve a descansar —añadió Law, que podía notar perfectamente que no se quedaba tranquila. Odiaba hablar de más.
—Está bien. Me llevaré esto y lo lavaré. Mañana te lo de vuelvo —dijo, cogiendo mi recipiente de entre las manos. Colocó los tenedores dentro de ellos—. Tú has hecho la cena, yo lo limpio.
—Vale —accedió él pelinegro. Tenía más que claro que era inútil discutir con ella—. Nos vemos mañana entonces.
—Sí. Hasta mañana —se despidió ella, antes de salir de la consulta.
Ya era de noche. No se veía ni una sola estrella en el cielo, ya que las nubes lo habían encapotado.
No había nadie por la calle, debían estar ya todos resguardados. (TN) fijó la vista en la nueva cada ocupada y observó un par de ventanas iluminadas.
Todo parecía tranquilo.
Abrió la puerta de la suya y se dirigió directamente hacia la cocina, para fregar lo que habían ensuciado.
Mientras frotaba y aclaraba pensaba en el día que había vivido.
Había sido duro. La vida de una persona había dependido de ella sin tener ni idea de lo que había que hacer. Por suerte, las indicaciones de Law habían sido claras. Él había mantenido la calma y las cosas habían salido bien.
Una vez acabó en la cocina, se fue directa a su habitación. Se puso ropa cómoda y se dejó caer sobre el colchón.
Estaba exhausta, así que no tardó en quedarse profundamente dormida, olvidándose de poner la alarma —como ya le había pasado otras veces—.
[•••]
Unas horas después, a primera hora de la mañana, Makino se despertaba en su cama.
Tal vez despertarse no era la palabra adecuada, ya que no había logrado dormir en toda la noche. Estaba demasiado nerviosa.
Se levantó de la cama con cuidado, para no despertar a Shanks; aunque eso era difícil, ya que dormía como un tronco.
Caminó hasta el baño y se agachó para rebuscar en uno de los últimos cajones que había en el mueble del lavabo. De uno de los recovecos —bien escondido— sacó el test de embarazo que le habían traído de la ciudad.
Abrió el paquete y se quedó mirando el objeto durante unos segundos, preparándose mentalmente.
Tras realizar la prueba, esperó lo más pacientemente que pudo a que pasar el tiempo indicado en el prospecto.
Cuando vio el resultado, notó como las lágrimas se acumulaban en sus ojos y no tardaron en comenzar a recorrer sus mejillas.
Debía hablar con Shanks.
[•••]
Más o menos al mismo tiempo, a unos pocos kilómetros de allí, otro grupo desconocido recorría el bosque.
—Vaya, parece que hemos mandado esa horda de putrefactos por el buen camino —comentó, un hombre alto y encorvado, de cabello oscuro y sucio.
Sus ojos estaban cubiertos por unas ganas de cristales y negros y no paraba de sorberse los mocos.
—Recoged todos los materiales. Los aprovecharemos para nuestra base —indicó un hombre alto y rubio, el cual también llevaba unas gafas de sol que cubrían sus ojos y una característica capa de plumas rosadas.
—Eres un maldito cobarde —gruñó otro hombre, atrapado entre las rejas de una jaula de metal que llevaban en la parte trasera de una de las furgonetas.
—Cállate, hermano. Y no me hagas arrepentirme de haberte rescatado cuando te encontré.
—Preferiría haber muerto que tener que presenciar todas las barbaridades que haces —gruñó el otro, agarrando los barrotes con fuerza.
Presenciarlo todo y sin poder hacer nada para evitarlo. Su hermano era un maldito sádico. Siempre supo que había algo de maldad Ema u interior, pero aquella pandemia había sacado lo peor de él.
—Oh, vamos... He hecho un buen acto. He dejado que los putrefactos se encargaran de este grupo en lugar de convertirlos en mis esclavos —se defendió aquel tipo, con una sonrisa malévola dibujada en su rostro—. Ha sido toda una suerte para ellos acabar así.
—¿Qué hacemos joven amo? —preguntó el hombre sucio de cabellos oscuros—. Reunimos otra horda y la mandamos hacia delante.
—Cambiaremos de dirección por el momento. Me apetece probar hacia el este —respondió el rubio—. Tuvimos buena suerte con aquel grupo. Se lo habían montado bien.
—Eres despreciable, Doflamingo —gruñó el otro chico de cabellos rubios, desde su pequeña prisión.
—Rosinante o te callas la boca de una jodida vez o harás que sea todavía peor —le amenazó Doflamingo, dando un puñetazo contra los barrotes—. ¡Venga! !Acabad de cargarlo todo! Lo llevaremos a la base y reuniremos otra horda para ir por el este.
Pocos minutos después, los coches se pusieron en marcha, de vuelta a la ciudad y cargados con todo lo que el grupo de Kid había estado reuniendo.
La comunidad se había librado de una buena, aunque tan solo fuera por el momento. Lástima que desconocieran la existencia del grupo comandando por aquel sádico de Doflamingo.
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