Capítulo 11
Ya habían pasado unas tres semanas desde que (TN) llegó a la comunidad, y dos desde que ella y Law habían firmado la paz.
Desde entonces, la peli(t/c) había estado entrenando —tanto a solas como con ayuda del pelinegro— y había hecho un par de salidas más. Habían sido tan solo por los alrededores de la urbanización, para conseguir más carne y pescado; así que no había tenido la oportunidad de enfrentarse de nuevo a ningún infectado.
No es que quisiera encontrarse a alguno cerca, ya que eso significaría que podían estar en peligro, pero le apetecía probar sus nuevas habilidades con la espada y ver si realmente estaba mejorando.
—¿Esta tarde? —preguntó la joven a su compañero.
Estaban en la consulta, sin mucho trabajo, y Law le había estado comentando acerca de una salida que tenían pensada. Al parecer, un mes después de llegar, estuvieron explorando el terreno y descubrieron otra pequeña comunidad, a unos tres kilómetros de allí.
Era un grupo pequeño que vivía en una casa abandonada, perdida entre el bosque. Ese sería el tercer mes que llevarían a cabo sus intercambios. Aquel grupo contaba con una gran cantidad de materiales que Frankie solía utilizar para crear algunos de sus inventos, los cuales eran bastante útiles para la comunidad. Sin embargo, escaseaban de fruta y verdura, ya que no tenían el terreno adecuado para cultivar. Por aquella razón, habían quedado en hacer un trueque cada vez que empezaba un nuevo mes.
—Sí. Saldremos temprano. Son unos cuarenta y cinco minutos de ida y otros de vuelta —recalcó el pelinegro.
—¿Y por qué no vais en coche? —preguntó ella, confundida.
—Es un buen momento para entrenar. No solo caminando, si no que tal vez encontremos a algún infectado por el camino —explicó él—. Por eso te propongo que vengas.
—Sí, está bien —accedió la peli(t/c). Le vendría muy bien aquella salida.
Law no dijo nada en voz alta para no herir los sentimientos de Doña Sensible pero esperaba que pudiera durar durante toda la caminata sin problemas.
Por su parte, (TN) sabía perfectamente que Don Insensible se estaría quejando en su interior sobre su capacidad para aguantar varios kilómetros andando sin desfallecer. ¡Claro que podía! ¿Cómo había aguantado hasta entonces si no? Puede que no estuviera en muy buena forma antes de todo aquello; pero las cosas habían cambiado, y había estado entrenando también para mejorar su aguante. Estaba segura de que lo conseguiría.
Aquel día dejaron la consulta para comer antes y, tras una comida ligera, todos los que formarían parte de la expedición, se dirigieron a la entrada de la urbanización.
—En esta caja está todo lo necesario para el intercambio. He guardado un par de cajas de medicamentos básicos de las que podríamos prescindir llegado el caso —explicó Law—. De todas formas, pronto tendremos que volver a la ciudad. Necesitamos más productos de la farmacia.
—Bien, nos reuniremos para planear esa salida —intervino Sabo—. Bueno, creo que sabemos a quién le toca llevar la caja...
—¿Otra vez yo? —se quejó Zoro, cuando todas las miradas recayeron sobre él—. Ya la llevé la vez anterior.
—Pero... ¿Es que alguien más podría levantarla? Tú eres el más fuerte —comentó (TN), provocando que el peliverde sonriera con orgullo.
—¡Yo también soy fuerte! —exclamó Luffy, mientras se colocaba delante de aquella caja de madera. Trató de levantarla con todas sus fuerzas, pero apenas se movió unos centímetros.
—Déjame a mí, estás demasiado flacucho. Tienes que comer más —intervino Ace, tratando de levantarla también. Incluso consiguió dar unos cuantos pasos con ella entre las manos. Finalmente tuvo que dejarla caer—. ¡Uf! Está llena hasta arriba.
—Bueno, la llevaré... —accedió Zoro, finalmente.
Se acercó y la levantó sin problema alguno. Sus musculosos brazos se marcaban claramente tras aquel fino jersey de color blanco.
—Guau... —murmuró la peli(t/c), observándolo sin reparos.
¿Cómo podía estar tan fuerte? Debía haberse matado en el gimnasio antes de todo aquello. No podía haberlo conseguido en tan poco tiempo, aunque era cierto que entrenaba prácticamente todo el día.
—Empieza a andar, que se te cae la baba. —La voz de Law cerca de su oído le hizo volver al mundo real.
—No digas tonterías, idiota —gruñó ella, entre dientes.
—Vamos a tener una excursión tranquila —intervino Sabo, colocándose entre los dos y pasando los brazos por encima de los hombros de ambos.
La primera parte del camino consistía en seguir el sendero que empezaba desde la entrada de la urbanización y bordeaba el bosque hasta la zona urbana más cercana.
Después de un buen rato caminando, se comenzó a escuchar a lo lejos el sonido de una alarma de coche. En cuanto sus oídos lo captaron, comenzaron a intercambiar miradas de confusión entre ellos.
Una vez avanzaron un poco más, observaron un coche que parecía haber chocado contra uno de los árboles que había justo al lado del sendero. Y no solo eso, a pocos metros del vehículo parecía haber una horda de infectados.
—Parece que hoy tendremos un buen entrenamiento —comentó Sabo, sonriente.
—Hay... Muchos, ¿no? —comentó la peli(t/c), algo asustada. Su corazón comenzó a latir con fuerza. Aquel grupo tan grande le recordaba a los primeros momentos de aquella pesadilla.
—¡Más para cada uno! —exclamó Luffy, emocionado. Desde luego, a aquel adolescente le iban las emociones fuertes.
—Tenemos que acabar con todos y hacer que esa maldita alarma deje de sonar —indicó Law—. Estamos demasiado cerca de la urbanización y lo último que necesitamos es que haya una horda de infectados paseando por aquí.
—Cuanto antes acabemos mejor —sentenció el rubio—. Zoro, deja la caja tras ese árbol de ahí. Será mejor que ataquemos todos juntos.
El grupo de seis se acercó con paso decidido —algunos más que otros— hasta la zona en la que los infectados parecían estar devorando dos cadáveres, probablemente los de los dueños de aquel coche.
—Voy a intentar quitar la alarma mientras os encargáis de esto —avisó Law, una vez llegaron a la altura del coche.
—Perfecto, nosotros nos vamos encargando del resto —comunicó Sabo. No tardó en darse cuenta del que sus dos queridos hermanos se había adelantado—. Estos dos no tienen remedio.
El rubio comenzó a caminar hacia los infectados, parte de los cuales ya estaban siendo aniquilados por los dos chicos de cabellos negros. Zoro también estaba a punto de unirse a la fiesta y (TN) caminaba unos pasos por detrás de Sabo, mentalizándose.
Si ellos podían, ella también. Había sobrevivido hasta entonces y había estado muchas horas entrenando para manejar bien su nueva arma. Quería ser capaz de valerse por sí misma y ayudar a sus compañeros. Aquello podía considerarse simplemente como una fase más del entrenamiento.
Cogió la empuñadura de la katana y tiró hasta sacarla de la funda que llevaba enganchada a la espalda.
Los infectados eran algo lentos, eso era un gran punto a favor. La gran desventaja era que, con solo un mordisco, estabas condenado. Debía ir con cuidado.
Dio un par de pasos más hasta quedar a escasa distancia de un par de ellos. Agitó su arma, tal y como había practicado, con uno de los movimientos que más fácil le resultaba. Golpeó de forma horizontal.
No atacó con suficiente fuerza, ya que el filo no llegó a pasar de un lado de la cabeza a otro, se quedó atascado a mitad. Sin embargo, fue suficiente para acabar con aquel ser.
Hizo fuerza para sacar la katana de ahí y poder atacar al siguiente. Esta vez profirió un golpe vertical. Le costó otra vez volver a retirar el arma de la cabeza del infectado. Eso le restaba segundos para hacer los ataques de manera más continuada, pero ya sabía que era lo siguiente a mejorar.
Al mismo tiempo que acababa con el quinto infectado, notó como el filo de otra espada pasaba demasiado cerca de su mejilla.
Ladeó ligeramente la cabeza y observó el arma teñida de sangre. Dio un paso hacia el lado contrario, con el cuerpo algo tembloroso.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que Law le acababa de salvar de un zombi que estaba justo detrás de ella.
—Has mejorado mucho —comentó el pelinegro, guardando de nuevo su arma. Habían logrado acabar con la horda—. Solo hay que entrenar un poco más los brazos. Atacaras más rápido.
—Sí... —murmuró ella. Era exactamente lo que había estado pensando durante esos minutos.
—¿Dónde están los dueños del coche? —preguntó Law, alzando la voz—. Deben llevar las llaves encima. Las necesitamos para abrir la puerta.
Zoro se puso de cuclillas en frente de los dos cadáveres y comenzó a rebuscar entre los restos. (TN) apartó la vista. Todavía le resultaba impactante ver cuerpos recién descarnados en el suelo.
Una vez dio con ellas, el peliverde se las lanzó al chico de ojos grises, que las agarró en el aire.
Este se acercó al coche y metió la llave en la cerradura de la puerta del copiloto. Nada más la abrió, la alarma por fin dejo de sonar. ¿Se habría activado al chocar? La puerta estaba cerrada, así que los dueños la habían cerrado antes de abandonar el vehículo. Tal vez se hubiera activado posteriormente si los infectados se habían lanzando sobre el coche en manada.
—Lo bueno es que este sonido a atraído a los infectados que estaban escondidos en el bosque —comentó Sabo, mientras caminaban de nuevo hacia la zona donde habían dejado la caja con los productos para el intercambio—. Hemos podido deshacernos de ellos.
—Un buen avance, pero no debemos bajar la guardia —aclaró el pelinegro.
—¡Ha sido genial! Hacía tiempo que no pateábamos tantos traseros —exclamó el pequeño del grupo, con energía.
—No grites tanto —le regañó Law, frunciendo el ceño.
—Necesitamos más entrenamientos como estos —apuntó Ace—. Últimamente no nos hemos cruzado con muchos y no podemos perder la práctica.
—Cuando vayamos a la ciudad tendremos infectados de sobra —recalcó el doctor. Acto seguido, su mirada se dirigirá hacia el pequeño pelinegro—. Allí hay que ser cautelosos, recordadlo.
Luffy comenzó a tararear una canción, como si la cosa no fuera con él. Law chasqueó la lengua. ¿Acaso se pensaba que estaban en una excursión de colegio?
En unos minutos llegaron a la zona señalada. Desde que ambos grupos se encontraron, decidieron marcar uno d ellos árboles para recordar cual era el camino que llevaba hasta la cabaña.
Tan solo debían seguir el sendero a través del bosque. La última parte del trayecto.
Tras un rato «disfrutando» del paseo por el bosque, por fin lograron divisar la cabaña.
Era bastante grande, aunque se notaba que llevaba bastante tiempo abandonada. Mucho antes de que todo aquello comenzara.
El jardín exterior estaba completamente descuidado, y los nuevos inquilinos tampoco se habían preocupado mucho por arreglarlo. La madera de color oscuro que formaba las paredes estaba en mal estado; pero aguantaba decentemente, aunque se notaba que habían cubierto algunos desperfectos.
Una vez en frente de la estructura, fue Law el que golpeó la puerta un par de veces. El resto del grupo estaba alerta. En un principio, sería un intercambio tranquilo, pero nunca podías bajar la guardia en esos casos.
—Vaya, nuestros queridos vecinos... —El que abrió la puerta era un chico joven, debía tener más o menos la misma edad que ellos.
—Venga, hagamos rápido el intercambio —apremió Law, sin dejar tiempo para saludos y demás cosas innecesarias.
El tipo de cabello rojo ignoró sus palabras y camino hacia la única chica del grupo. Se paró en frente suya y, mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa socarrona, estiró su brazo para acariciar la barbilla de la joven.
—¿Nueva adquisición? —preguntó, al mismo tiempo que sus dedos se posaban sobre la piel de la peli(t/c).
—¡No me toques! —exclamó ella, dándole un manotazo para apárteles la mano—. Y no soy ninguna adquisición. No hables así.
—Eustass-ya, parece que no tienes mucho tacto con las mujeres —intervino Law, dando un paso hacia el interior de la cabaña—. No creo que tuvieras mucho éxito antes de todo esto.
—Solo bromeaba —gruñó el pelirrojo, entre dientes, antes de seguir a su invitado.
La cabaña por dentro no era precisamente acogedora. No solo estaba en mal estado, sino que aquel grupo no parecía interesarse precisamente por mantenerlo limpio. O tal vez les habían pillado en el día antes de la limpieza.
La peli(t/c) observaba cada rincón del lugar con la nariz ligeramente arrugada, sin ocultar su mueca de disgusto.
—¿También hay medicinas? —preguntó el pelirrojo, cogiendo la bolsa de plástico que había dentro de la caja.
—Tan solo las he traído por si teníais algo aparte que ofrecer —explicó Law, arrebatándole la bolsa.
(TN) observó de reojo. Por supuesto... ¿Cómo iba «don insensible» a mostrar algo de compasión? Pero bueno, ese tal Eustass no le había caído muy bien, así que le daba igual.
Ambos se retiraron a una de las habitaciones después de que el pelirrojo le dijera algo a Law en el oído. El resto esperaron allí, charlando con otros miembros del grupo sobre cómo habían visto los alrededores de la zona.
La peli(t/c) no estaba muy atenta. Ella observaba de reojo a la pareja, que se habían quedado bajo el marco de la puerta.
No pudo escuchar la conversación, pero acabó con el pelinegro ofreciéndole las medicinas al otro, aunque no parecía hacerle mucha gracia tener que dárselas. ¿Puede ser que hubiera alguien enfermo? Law se hacía el duro e insensible, pero en el fondo era buena persona. O eso pensaba ella después de ese tiempo junto a él.
Una vez se repartieron las cajas y las bolsas con los diversos materiales que el pequeño grupo les había ofrecido y, tras una breve despedida, emprendieron su camino de vuelta hacia la urbanización.
Por suerte, no fue hasta terminar de ordenar los materiales bajo la supervisión de Frankie cuando anocheció. No era muy seguro salir de noche de la urbanización. La falta de luz era una desventaja.
—Perfecto. Con todo esto podré perfeccionar el conducto de agua —concluyó él, tras echar un último vistazo a todo—. Venga, podéis iros. Os merecéis un súper descanso.
El grupo que había explorado se disolvió tras salir a la calles de la urbanización, el trío de mejores amigos y Zoro se fueron hacia un lado y Law y (TN) en la otra dirección.
El pelinegro y la peli(t/c) caminaron en silencio. O al menos así fue hasta que llegaron a la casa del primero, ya que tocaba despedirse de alguna forma.
—Law... ¿Cómo es que has acabado dándoles las medicinas? —pregunto la chica, justo cuando él frenó el paso.
—Tenían a un compañero con fiebre y lo necesitaban —respondió él—. No me mires así. Conseguiremos más en la próxima salida.
—No es eso... Es solo que me ha parecido un gesto muy bonito por tu parte —aclaró ella. No quería que pensara que le estaba reprochando nada.
—Es lo que hubiera hecho cualquiera... Cualquiera con moral y ética —aclaró con eso último. Se hizo el silencio durante unos segundos. ¿Por qué (TN) le miraba con esa leve sonrisa todo el rato? No entendía nada—. Bueno. Ahora ve a descansar. Y mañana empieza a entrenar esos brazos. No quiero tener que volver a salvarte por lenta.
—¿Es que siempre tienes que estropearlo todo? —preguntó ella, intentando mantener la calma.
—Es mi especialidad —murmuró. La peli(t/c) observó como su expresión se había ensombrecido—. Buenas noches, (TN)-ya.
—Buenas noches... —susurró, mientras le observaba alejarse.
Era un chico extraño. Ella sabía perfectamente que no era mala persona, aunque fuera un borde y un insensible algunas veces —bastantes—. Law le había estado ayudando mucho desde que había llegado.
Era prácticamente con la persona que más tiempo estaba y puede que a veces se pasara un poco con ese tema. Y es que le costaba mucho aceptar las críticas sin tomarlas como un ataque.
Si era cierto que algunos comentarios podría ahorrárselos, pero en otros casos era ella la que lo había exagerado. También tenía que entrenar el no tomárselo todo a lo personal.
Siempre había sido un poco dramática, pero toda aquella situación hacía que su intensidad estuviera todavía más a flor de piel. Siempre intentaba justificarse, pero... No se había parado a pensar en Law. En lo que debía haberle pasado antes de llegar allí.
Solo debía intentar poner de su parte cuando él pusiera. No se callaría si él se pasaba, pero... Por el bien de la convivencia, se lo tomaría todo con más calma.
Además, estaba feliz. Ese día había colaborado y ayudado al grupo, solo tenía que mejorar un poco más para dar el cien por cien. Después de esa experiencia, incluso esperaba con ganas la próxima salida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top