[Acto III]

Uno de los cerdos más pequeños se había escapado del corral, empezando a correr desesperadamente por el palacio, siendo perseguida por una de las ninfas, la cual se notaba ya algo cansada.

—¡Vuelve aquí! ¡O Ellie te hará a fuego lento!

El cerdo chillo atemorizado ante eso y continuo corriendo, llegando al vestíbulo y dirigiéndose a la puerta. Pero antes de siquiera poder acercarse, es que la ninfa logró atraparlo e hizo fuerza para levantarlo, con el cerdo moviéndose para intentar librarse.

—¡Jaja! ¿Creíste que podías huir? -Se burlo ella.

Fue entonces que escucho unos pasos y miró a la entrada del palacio, viendo allí de pie a un hombre, el cual le devolvería la mirada. La ninfa se quedó en silencio hasta que salió corriendo de allí con el cerdo.

Alec vio a aquella chica irse para luego dirigir su mirada al frente, observando el salón por unos momentos antes de empezar a caminar a un paso lento en su interior. Alec miraba a los lados, viendo los enormes ventanales como también las decoraciones, era un lugar bastante elegante, bien cuidado y con un olor que cautivaria a cualquiera. Alec miro a una puerta de madera, caminando hacia esta al oír algunas voces del otro lado, no dudando en abrirla, encontrándose allí el salón principal.

Alec observaria entonces allí una sala llena de distintas y hermosas flores, además de haber distintas mujeres que las regaban, las cuales se detuvieron al oír la puerta abrirse y lo miraron con temor, todos excepto una... La que estaba en el centro, la mujer de cabellos naranjas: Ellie.

Alec tomo aire y sonrió levemente, empezando a caminar hacia ella a paso lento y con cuidado.

—Dama del palacio, disculpe las molestias, pero espero solo sea un malentendido... —Alec movio un poco su mano al hablar. —Mande a unos hombres a explorar y casualmente se encontraron con su palacio.

Alec se detendría estando a pocos centímetros de ella, manteniendo una sonrisa amigable en su rostro mientras esperaba una reacción de la mujer, pero nada.

—Verá... Con el pasar de los años, no hemos sido bienvenidos de forma hospitalaria por nadie, así que solo quería saber... ¿Les hizo algo? —preguntó con un tono divertido.

Ellie no lo miro aún, solamente dejaría de regar por un momento y soltó una leve risa.

—¿Quién? ¿Yo? Solamente revele sus verdaderas formas~

—... Los convertiste en cerdos. —Alec frunció el ceño, borrando su sonrisa.

Ellie ante eso es que alzo ambas cejas para luego mirarlo de reojo, frunciendo el ceño.

—Huh.

Ellie finalmente dejaría la jarra a un lado en el suelo y miró a sus ninfas, asintiendo y haciendo que estás abandonaran la habitación de inmediato. Ellie se giro para mirar a Alec, teniendo su ceño fruncido y elevando una de sus manos al frente para hacer que la puerta de madera se cerrará fuertemente, pero esto no alarmó a Alec, quien mantuvo la mirada fija en ella.

—No se quien eres ni porqué viniste aquí, pero déjame decirte algo... Tengo gente que proteger, ninfas que dependen de mí, así que no te daré el beneficio de la duda, querido. —Ellie metería una de sus manos entre sus plantas.

Fue entonces que sacaría de sus flores una daga, la cual tenía la empuñadura con la cabeza de una leona. Ellie levantaría la daga hacia arriba para luego bajarla y apuntar a Alec, escuchándose un fuerte rugido proveniente de aquella daga, mientras Ellie se iba acercando a un paso lento.

—Si haces un mal movimiento, se acabó; Si haces algo que no me gusta, se acabó; Podria lanzarte un hechizo y se acabó. Así que escúchame bien chico, huye ahora que puedas y JAMÁS vuelvas. —Exclamo con fuerza.

La daga se quedó a nada de tocar el cuello de Alec, pero este ni se inmutó. Ellie levantó una ceja, confundida, al ver que aquel hombre no parecía en lo más mínimo intimidado... Es más. ¿Se estaba riendo? ¡Si! Alec no pudo contener la risa, una risa arrogante y confiada. Sin mucho miedo, llevo un dedo al costado de la daga para apartarla de su cuello, mirando a Ellie con una sonrisa.

—No pretendo burlarme, pero dejame decirte que tus hechizos no funcionarán sobre mí. —Soltó una leve risa.

Alec daría unos pasos hacia Ellie, la cual se mostró aún más confundida, pero igualmente retrocedió un poco, pareciendo ponerse un poco nerviosa.

—Veras, me comí una flor que hace que tus poderes sean totalmente inútiles ante mi, así que lo mejor será que tomes tu propio consejo y te marches, no tienes oportunidad. —Se encogió de hombros de forma burlona.

Ellie quedó boquiabierta al oír eso, con sus manos temblando un poco. ¿Él había comido la flor Moly? No podía creerlo. ¡Era imposible! Retrocedió hasta que chocó con la estructura en dónde tenía sus plantas, moviéndose hacia un costado de forma rápida mientras mantenía su daga arriba y Alec se paraba firme a pocos centímetros de ella. Ellie negó con su cabeza, pareciendo preocupada.

—No... Debes ser un mentiroso. ¡Ningún mortal puede siquiera arrancar la flor Moly sin sufrir graves consecuencias!

—Bueno, entonces resulta que soy un Dios al igual que tú, porque verás...

Mientras Alec levantaba sus manos a la altura de su pecho y cerraba sus ojos, es que Ellie escucharía un leve ruido en una de sus ventanas, haciendo que se girase para ver de que se trataba.

—Con estás manos, fui hacia la flor Moly, la tomé y la arranque de sus raíces. ¡Como si nad-

—Nick te la dio. ¿No es así?

Alec abrió sus ojos y sintió un sudor frío bajar por su cuerpo al oír eso. Entonces vio a Ellie de pie junto a una ventana en la cual se encontraba asomándose Nick, el cual se notaba igual de nervioso que Alec en esos momentos, mientras que Ellie le dedicaba una sonrisa burlona y levantaba una ceja. Alec, avergonzado, se acercó a la ventana para tomar las cortinas y cerrarlas, girándose a ver a Ellie, la cual lo miraba de brazos cruzados con aire de suficiencia. Alec llevó un puño frente a sus labios, aclarando su garganta.

—Bien, si, lo hizo... ¡Aún así!

Alec de inmediato llevó su mano a la empuñadura de su espada y la saco, haciendo que Ellie rápidamente retrocediera aún teniendo la daga en su mano, con ambos apuntando el uno al otro con sus respectivas armas, mirándose de forma fija y con total decisión.

—¡Tú y yo estamos en las mismas condiciones ahora! Será un duelo justo... ¿Sabes? Empiezo a creer que estábamos destinados a encontrarnos. —Alec entrecerró sus ojos.

—No me digas... —Habló entre dientes.

—Y al igual que tú, tengo gente que proteger, amigos que dependen de mí. ¡Así que no hay vuelta atrás!

Rápidamente fue que ambos, mediante sus armas, harían invocación de sus bestias. Por parte de Ellie, una enorme y temible mantícora haría acto de presencia soltando un fuerte rugido, mientras que por parte de Alec, un enorme soldado con espada y escudo apareció, comenzando así una feroz batalla entre ambas bestias.

Ellie apretó sus dientes mientras que un aura mágica empezó a rodear su cuerpo, haciendo algunos movimientos con sus manos para guiar a su mantícora en la lucha. Alec por su parte daba unos pasos hacia atrás y fruncía su ceño para agitar su espada al frente, siendo esos movimientos copiados por su bestia.

La mantícora se abalanzó sobre el soldado para lanzar un fuerte arañazo contra su pecho, logrando herirlo, pero este usaría su espada para hacerle un corte en el costado de su rostro a la mantícora la cual retrocedió. La cola de la mantícora se alzó entonces y se abriría, lanzando una llamarada el cual el soldado evitará al usar su escudo para protegerse lo mejor que pudo, avanzando mientras resistía la llamarada.

Fue entonces que apenas el fuego se detuvo, el soldado levantó su escudo listo para apuñalar a la bestia, pero está lo evitó y se abalanzó sobre el soldado abriendo su boca llena de dientes filosos. Pero el soldado logró moverse a tiempo a un lado y aprovecharía para así apuñalar por la espalda a la mantícora haciendo que suelte un grito desgarrador y cayera al suelo, muerta, dejando perpleja a Ellie.

Tan pronto como la mantícora murió, fue que está empezó a desaparecer al igual que el enorme soldado, dejando a Alec y Ellie solos nuevamente. Ellie estaba en shock, viendo al punto en el suelo donde su mantícora había muerto, con su mente empezando a ser un revoltijo. Sus piernas le temblaban y sus manos, por primera vez en años, sudaron por los nervios. ¿Realmente había perdido?

Alec aprovechó el descuido de Ellie para acercarse a paso rápido. La hechicera reaccionaria, girándose para ver a Alec y elevando una de sus manos buscando chasquear sus dedos para lanzar un hechizo contra Alec, pero este fue más rápido y la tomó de su muñeca fuertemente, haciendo que ella soltará un quejido de dolor. Alec gruñó y usaría su fuerza y cuerpo para empujarla bruscamente contra uno de los ventanales, manteniendo su mano presionada contra la misma. Alec soltó su hombro y sacó ahora una daga, poniéndola contra el cuello de Ellie, la cual lo vio con sorpresa y algo de temor.

—Se acabó, perdiste. —Sentenció.

Ellie podía sentir el filo de la navaja rozando su cuello, haciendo que apretara sus labios y frunciese su ceño hacia arriba. Ella miro a Alec a los ojos, esbozando una leve sonrisa.

—Eso parece. ¿No?

—¿Por qué convertiste a mis hombres en cerdos?

—... Mis ninfas son como mi hijas, las protegeré siempre a cualquier costo... La última vez que dejamos a extraños vivir sufrimos una gran perdida. —Su tono se volvería uno melancólico.

La mirada de Alec se suavizó un poco al escuchar eso, pero rápidamente regreso a su concentración y molestia, apretando la muñeca de Ellie haciendo que ella soltará un quejido de dolor. Alec agachó la mirada un momento y la volvió a ver.

—Lamento que hayan pasado por eso, pero no tenías derecho a hacerle eso a mis hombres...

—No pretendo correr riesgos, todos tienen el mismo nivel de amenaza bajo mis ojos.

—No todos...

—No me has dado ni una sola razón para que pueda otorgarte mi confianza, desde el primer momento que entraste, te convertiste en la más grande amenaza...

Ellie frunció el ceño unos momentos mientras su enojo se apoderaba de ella. Aunque notaría que sus palabras parecían tener cierto efecto en Alec, el cual nuevamente agachó la mirada unos momentos antes de volver a verla. Fue entonces que Ellie haría algo que desconcertó un poco a Alec: Sonrió.

Ellie le dedicaría la sonrisa más dulce y hermosa que Alec hubiera visto desde que abandonó su hogar, una sonrisa llena de cariño y picarez. Ellie entrecerró sus ojos, manteniendo la mirada sobre Alec.

—Pero por suerte para ti... Las personas revelan sus verdaderos colores en actos de... Lujuria~

Ellie soltaría una sensual risa al decir eso, mientras llevaba una mano al bíceps de Alec, acariciándolo suavemente con la yema de sus dedos. Alec miró su mano y luego la vio a ella, sintiéndose un poco nerviosa, entrecerrando sus ojos.

—... Creo que no te entiendo.

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