Capítulo 53. EL FIN
Vaya no saben lo nerviosa que estoy. El capi final es mega largo y ya me dirán que les parece. Saben tomense su tiempo leyendolo. En enlace externo les dejaré el link a una lista de reproducción, donde encontrarán las canciones que me inspiraron para escribir Envenenado de Ti. Besotes y ya me dirán :)
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—¡No! —Chace se lanzó sobre Elisa, cubriendo a Alex y ella. No permitiría que la mataran, era él el causante de meter a esa desquiciada en sus vidas.
Justo cuando Chace se lanzó y antes de que Amy terminara de presionar el gatillo, Scarlett cual leopardo a su presa brincó sobre Amy, logrando desviar su arma y con ello la dirección de aquella bala.
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La bala pasó muy cerca de la cara de Vanessa, ella por instinto se lanzó al suelo y comenzó a inspeccionarse.
—¿Estás bien? ¡Oh Por Dios dime que estás bien! —arrodillado frente a ella la tomaba de las manos e intentaba ver su rostro.
—Estoy bien —asentía. Alzó la vista para mirarlo y pese a que disparos, gritos y chillidos se escuchaban al fondo, por ese momento eran solo ellos. Ellos y aquella luna que los alumbraba a ambos.
—¡Cómo podré vivir sin saber si estás bien o no!
Con fuerza pasó su mano detrás del cuello de Vanessa y la acercó a él.
—Sé que no soy el conveniente, pero ¡Te Amo!
Ella no pudo poner resistencia a aquellos labios que buscaban los suyos, no podía porque sus labios eran imanes que atraían los de ella. Porque lo amaba y ya nada más importaba, necesitaba un segundo beso de despedida.
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Scarlett luchaba con todo, le arrancaba cabellos a mordiscos y estaba literalmente guindada en Amy.
Amy no soportó más el peso de Scarlett y cayeron al suelo, soltando su arma en el proceso. Chace a duras penas se levantaba y es que todos creyeron que aquella bala había acertado en uno de ellos. Ahora observaba levemente que alguien peleaba con Amy.
Amy buscaba desesperada tomar el arma de nuevo, pero Scarlett de una patada la lanzó al mar.
—¡Agh! ¡Te mataré! —Amy desquiciada se lanzaba sobre Scarlett ahorcándola.
—¡Haz algo inútil me va a matar! —gritaba Scarlett viendo a Liam.
Chace ya se dirigía hacia Amy dispuesta a matarla de ser posible, pero Liam lo detuvo y en cambio fue él quien sacó su propia arma y apoyó su frío cañón en el blanco cuello de ella.
—¡En serio me matarás! —Amy hablaba aún con sus manos alrededor del cuello de Scarlett —¿Tú lo harás? Lo dudo querido. Acaso no lo ves, siempre he intentado salvarte, en Anguila no te maté, tan solo te amarré a un árbol.
Chace no podía creerlo “¿Con quién estuve?”
—Hoy te dejé inconsciente, cuando pude haberte matado. Mata a Chace quien me ha hecho tan infeliz, mátalo y viviremos felices tú y yo.
Liam levantaba la vista para ver a Chace y de pronto el cuerpo de Chace se enfrió. ¿Sería capaz Liam de matarlo?
—Quien dice que me gustas asquerosa zorra —escupió Liam —. Ya tuve lo que quería y Scarlett es mejor en la cama que tú, así que adiós PUTA Amy.
No le disparó pero en cambio hizo lo mismo que ella había hecho por él, la golpeó en la cabeza dejándola levemente inconsciente.
Scarlett se levantaba tosiendo efusivamente. Ya Elisa había dejado su estado depresivo y ahora con toda su ira caminaba hacia donde Amy yacía un poco desmayada. Amy usando un poco de su fuerza se ponía en pie altiva.
—Nunca ganarán.
—No lo sabes Amy, los millonarios ¡Siempre ganamos! —Extendió la palabra todo lo que pudo —¡Oh! Quise hacer esto desde hace tanto.
Elisa con todas las fuerzas que tenía, clavaba su gancho derecho en la cara de Amy, dejándola Noqueada al instante.
Ian quien ya llegaba aplaudía a lo que Alex y Vanessa lo secundaron.
Chace no quería ver a Amy mucho tiempo o sabía que se olvidaría que era mujer. Respiraba hondo y es que deseaba hacer añico su cuello en sus manos. Todo ese tiempo solo fue el mayor de los idiotas.
—¿Qué haremos con ella? —preguntaba Ian.
—Pues intentó matar a Elisa en el castillo abandonado —hablaba Scarlett acercándose al grupo —, también confabuló en Anguila para acabar con todos y matar a Elisa.
—Entonces no estaba loco, la vi, ella estaba allá —exclamaba Ian.
—Sip —decía Scarlett al descuido —, le robó millones de dólares a los Van der Price —Elisa sonrió, claro que podían acusarla de eso, aunque en realidad Chace y ella habían robado ese dinero —. Era una ninfómana envuelta en algunos asesinatos raros y además se robó tu anillo de compromiso, el legendario anillo.
—¡Ella lo tiene! —gritaba Elisa.
—Sip, es tan loca que lo debe cargar encima —de inmediato comenzó a hurgarla y en efecto ahí estaba el anillo, en un pequeño bolsillo en su vestido.
—¡Maldita desgraciada! —Exclamaba Elisa tomando el anillo —Pudo haber intentado matarme dos veces, pero ¡quitarme mi anillo! ¡no sabe todo lo que me hizo pasar por esta porquería! ¡La mato!
Era obvio que estaba bromeando y todos rieron. Se vieron por un rato, todos sudorosos, sucios, despeinados, agitados. Ya todo había acabado, al menos todo ese enredo innecesario. Estaban juntos como siempre y no pudieron hacer más que reír. Rieron por todo y nada, tal vez celebrando que estaban vivos. Scarlett no los entendía, se sentía intrusa así que se alejó un poco, cuando escuchó las sirenas de policía supo que era hora de irse.
—Adiós ¡suerte! —Ya se guindaba su bolso —y ya la policía tiene toda la información, pensé que era lo mejor, aunque como siempre solo llegaron tarde.
—Scarlett debemos hablar, somos amigas ¿no? —le decía Elisa.
—¿Te lavaron el cerebro? Solo soy una colaboradora, que nunca existió —recalcó, sabiendo que era mejor no mezclarse con ellos más. Era Hacker y no debían descubrirla.
—Cómo sea, si algún día me topo contigo te daré un empujón —respondió Elisa. Ambas sabían entenderse así que Scarlett sonrió —. Además debo pagarte, no hiciste tanto por nada.
—Bueno… Digamos que yo ya tomé mi parte. Adiós.
Scarlett sabría horas después que intentar irse a través de la parte boscosa del muelle no había sido muy buena idea.
Cuando la policía llegó todo fue un caos. A todos los interrogaban, ambulancias llegaban para revisarlos. Victoria fue llevada a un clínica para tratar la herida de su pie y todos insistieron en que Elisa debía ir a que la revisaran, después de todo estaba en pie gracias a una buena dosis de adrenalina aplicada a su corazón.
Alex también fue llevado a la misma clínica que Elisa.
—Creo que aquí nos despedimos —dijo Vanessa con las luces de sirenas detrás de ella.
—Vanessa no deberíamos…
—¡Basta Ian! Ya te dije, para ser feliz debo sacarte de mi vida. Creo que siempre te amaré si me quedo aquí, y amarte no me hace bien. Adiós y que seas feliz.
Ian iba a perseguirla pero un policía lo detenía para interrogarlo. Vio cómo se alejaba y junto con Maikel se iba en aquella limusina.
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—¡Aléjense de mí porque no quiero verlos! —gritaba en la habitación de aquella clínica.
—Hija esa no es un opción —su padre con paciencia hablaba.
—¿Cómo me llamo? —Preguntaba molesta —¡No se queden callados! ¿Cómo demonios me llamo?
—Eres Mía Elisa Lubensky —Soltaba su madre.
—¡No! Mía Elisa es mi hermana que ustedes me hicieron creer es adoptada y resulta que es mi hermana mayor, la que botaron por estar loca.
—No la botamos, está bajo cuidados especiales porque los amerita —explicaba su padre —. Elisa debes entender. Una gran herencia estaba en juego.
—Solo por eso me tuvieron —decía dolida —, porque su primogénita salió defectuosa ¿Qué extraño que yo no sufriera del mismo mal?
—Nos aseguramos de eso.
—Sofía ¡Cállate! —Harry se apresuraba a callarla, pero ya Elisa lo había escuchado.
—¿Cómo se aseguraron? —un gran silencio invadió la sala —¡Respondan!
—Ya que más da, que sepa toda la verdad Harry. Mira, necesitábamos otra hija, una que no naciera loca y que tuviera las características de la primera, así que te alteramos. Nos aseguramos que no tuvieras el mismo cromosoma que hace de tu hermana una desquiciada. Ibas a ser rubia y todos te habían visto de cabello oscuro, así que con una genial muestra de nuestra inteligencia cambiamos el color de tu cabello antes de que nacieras —Sofía sonreía como orgullosa de todo.
—¡Iba a ser rubia! —Explotaba —Se dan cuenta que toda mi vida es una maldita mentira. Si quiera el color de mi cabello es cierto.
Hicieron todo eso por una asquerosa fortuna.
—Fortuna que es para ti. Nunca tocaremos un céntimo de tu herencia, pero debíamos ganarla para nuestra hija.
—¡Bravo Papá! Me demostraste cuan buen padre eres —hablaba con sarcasmo —. Lo cierto es que no me daré mala vida por sus errores. Le diremos a todo el mundo la verdad y mi hermana mayor recibirá su herencia.
—Piénsalo Elisa, ella está mentalmente discapacitada. ¿Quieres que la herencia vaya a parar en manos del gobierno? Ellos son más asesinos y corruptos que nosotros. No actúes a lo loco, piénsalo, hay pequeñas cosas que se omiten con vistas a un bien mayor
—Sofía intentaba persuadirla —. Eres Elisa y eso nadie lo cambiará, ese es tu nombre porque tú lo has llevado toda tu vida.
—Iban a dejar que Victoria me metiera a un manicomio. Eso nunca se los perdonare. Ahora largo de aquí.
Ya no había más que hablar, sus padres se fueron rogando que Elisa fuera sensata. Ella por un largo rato observó su cabello, luego de unos minutos comenzó a reír a carcajadas.
“Yo rubia ¡Guacala! Tanto tiempo burlándome de ellas y resulta que internamente eres originalmente rubia. Bueno padres gracias por no hacerme pasar esa vergüenza”
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La noche fue larga para todos. Elisa intentó dormir pero no dejaba de pensar. Veía su celular y quería llamarlo, pero no le parecía conveniente. El mañana sería igual de caótico o no, todo dependía del trabajo de los abogados.
Alex durmió gracias a los calmantes que le suministraron, su corazón se encontraba en mucha tensión, así que lo durmieron para que descansara, su madre no se alejó de él ni un segundo.
Ian por su parte acompañó a Chace, quien sentía que la cabeza le iba a explotar. Las cosas que había hecho su madre eran tan horribles que hasta tuvo que vomitar en dos ocasiones. La odiaba y rogaba que le dieran la pena de muerte.
Amy despertó en la madrugada adolorida y con unas esposas sujetándola a la camilla. Gritó y lloró, pero no tenía salvación.
“Amy Alves —decía la voz en su cabeza —, la bella Amy Alves, pasó de una vida ideal a vivir en una pesadilla. Lo tenía todo, era popular, bella e inteligente, pero algo dentro de ella no estaba bien. Su fuego interno nunca se apagaba, sus ansias de vivir al extremo se intensificaban, lo perdió todo por ello. Su vida parecía mejorar cuando él apareció con un gorro cubriendo su cara y una falsa pistola apuntándola. Ella estaba curada, él satisfacía toda la lujuria que de ella emanaba, por él ella fue buena y sana. Pero tenía que su madre entrometerse, tenía que odiarla y hacerle la guerra. La vida de Amy Alves volvió a destrozarse por el simple hecho de no ser millonaria. Amy nunca se dejaría pisotear, ella ganaría. Entonces aquel fuego dormido volvió a renacer, nadie le quitaría lo que le pertenecía. Aquella niña rica y fea no le quitaría su salvavidas, la vencería y ganaría, no importaba que tuviera que hacer para lograrlo. Así volvió a ofrecer su cuerpo a cambio de favores, volvió a ser quien era. Tal vez habría ganado. Ella merecía hacerlo, después de todo ¿por qué no merecía ser feliz? ¿Por qué no podía ser amada por un hombre rico? Era hermosa y se merecía todo. Aunque ahora solo pase el resto de su vida dentro de una celda. Lindo final el que tuviste ¡Amy Alves!”.
La voz se calló, pero sus pensamientos siguieron.
“Dónde sea que esté seré con orgullo Amy. Además no es el fin, claro que no es el fin”.
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Scarlett tuvo que pasar la noche escondida en una de las casetas de vigilancia del muelle. Policías y policías la habían rodeado y ni modo que ella diera la cara. Ahora estaba segura de que se habían ido y con sigilo salía.
Corría astuta como ratón hasta que lo vio sentado en uno de los puentes del muelle con sus pies mojándose en el mar.
—¡Ey! ¿Por qué sigues aquí? —él no se sorprendió de escucharla.
—No sé —veía el amanecer frente a él —. Se supone que debía ir a un médico, pero me escabullí y me quedé, no quería ser interrogado, aun no estoy listo para todo eso. ¡Es hermoso no! —señalaba el amanecer frente a ellos.
—Sí —respondía sentándose a su lado —, pero el agua está helada —rápidamente subía sus pies a lo que Liam rio —¡Oye! En serio te gustaba ¿verdad?
—Tal vez —respondía melancólico —. Es tonto porque sé cuan zorra siempre ha sido, pero… fue la primera mujer con la que hablé y me identifiqué. A todas evito escucharlas y me las llevo rápido a la cama —Scarlett bufaba —, pero solía pensar que ella era genial.
—Si te sirve de consuelo, todo en ella era falso. Hasta su genial personalidad. Sé que te encontraras a una chica especial, genial y divertida que te amará y que tú amarás, lo sé. ¡Por Dios eres Liam Homswerth! Todas quieren estar contigo y algún día, una o varias querrán hacer su vida contigo y tú con ellas. Así que sácate a la zorra de la cabeza, no dudo que haya sido un remolino en la cama, tenía fama de eso, pero el amor es mejor que la lujuria. No pienses que la amabas, guarda esa palabra para alguien especial, solo la querías. Querer es gozar, Amar es sufrir, así que no sufras todavía, al menos no por ella.
—Eres tan sabia Angry Bird, y lo digo en serio… Si mal no recuerdo ayer de verdad lloraste por mi muerte.
—Oh por favor no recuerdes eso —decía apenada.
—No, fue lindo —la miraba sonriendo.
—¿Lindo?
—Sí, uno nunca piensa en quien llorará en su funeral, me imagino que lo harían Chace, Elisa, Ian, Alex, mis hermanas, mi mamá y puede que mi papá deseche una lágrima, pero es bueno saber que puedo anotar a alguien más en la lista. ¿Por qué lloraste?
—No sé. Eres el rey de los idiotas, pero cuando no estás loco por la rubia, eres tratable. A veces hasta bueno, así que fuiste mi primer amigo después de mucho tiempo, aunque en realidad fuimos amigos como unas dos semanas nada más, pero bueno, cuando eres como yo, que no tiene amigos nunca, llegas a apreciar a los que te dedicaron al menos una hora de su día.
—Te mereces tener muchos amigos —acotó.
—Claro que sí, me merezco ¡todo! Pero muy pocas veces en esta vida se obtiene lo que merecemos.
—¿Ahora qué harás?
—Bueno, se puede decir que tengo los medios, sin tener que rogarle a mis padres, de hacer servicio comunitario en la fundación de ¡Maikel Loubstwell! —Gritaba emocionada — Me iré cuanto antes.
—¡Wuo! Te irás lejos. Creo que no te volveré a ver en mucho tiempo.
—Tal vez nunca más. No veo por qué vaya a volver, no me caen bien mis padres y no tengo nada más. Tengo la fe en que allá mi vida será como siempre he querido. Fue bueno conocerte Liam Homswerth y haberte salvado la vida en tres ocasiones.
—Ni me lo recuerdes —bromeaba —. Donde sea que te encuentres no dejes de ser tú. Aunque un consejo, modera un poco lo que dices frente a los hombres, hay cosas que no deberíamos saber.
—Lo haré. Adiós y cuídate Pie Grande.
Se puso de pie y comenzó a correr a la salida.
—Adiós gnomo.
Gritó, ella solo alzó la mano despidiéndose y continuó. No entendía por qué sintió ganas de llorar, pero sus ojos se calentaron y tuvo que respirar fuerte y correr más rápido para quitar la melancolía de ella.
Liam se quedó un rato más ahí sentado. Le parecía extraño que aquella pelirroja entró y salió de su vida de forma tan abrupta, siempre supo que no debió tratarla como lo hizo, le pareció que le debía unas disculpas, pero ella parecía no guardar rencor y era sincera, podía saber que su sonrisa era sincera. Cómo fuera ya solo sería un recuerdo.
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Vanessa y Maikel presentaron su declaración acompañados de sus abogados muy temprano en la mañana. Luego ambos se dirigieron al aeropuerto, debían volver a sus vidas, una fundación esperaba por Maikel.
Vanessa no sabía que sentir, estaba triste por dejar a Ian, pero estaba alegre por volver a su vida. Ahí en el aeropuerto mientras esperaban por su vuelo, Maikel le mostró el video que un gran grupo de los niños con SIDA que cuidaban en Etiopía, les enviaban. Alegres, pese a su desnutrición y enfermedad les pedían que volvieran. Uno de ellos en su lenguaje nativo les decía
“Dejen su ropa cara y baños con agua caliente, los esperamos”.
El corazón de Vanessa se puso pequeño al instante, los ojos se le llenaron de lágrimas y todo deje de nostalgia se fue de ella. Su vida era ayudar, hace mucho había dejado todo ese lujo atrás, vio sus tacones y sintió vergüenza de llevarlos puesto. Ian tenía una vida y ella una muy diferente, era claro que sus vidas estaban separadas.
Maikel con ternura limpió una de aquellas lágrimas y ella sonriendo posó su cabeza en el hombro de él. Ellos dos compartían la misma vida y eso era suficiente.
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Elisa vestía un abrigo largo negro y unas botas hasta los tobillos. Llegó a aquel departamento de policías a declarar justo después de Chace. Estaba con su abogado y afuera su madre rogaba que dijera solo lo necesario. Elisa había reflexionado, ella conocía a su hermana y sabía lo mal que estaba, era agresiva y aquello no cambiaría. Se sentía un monstruo por callar, pero
al menos con ese dinero podría hacer un bien. Solo viviría la vida que habían creado para ella.
El interrogatorio fue largo y ella contó todo lo que tenía que contar, aunque culpando a Amy de la gran pérdida de dinero de las cuentas Van der Price. En parte era cierto, porque Chace le había dado todo el dinero y ahora simplemente no aparecía. Le insistían una y otra vez que dijera el nombre de la persona que había conseguido tanta información, aquella persona no solo había Hackeado la red Van der Price, sino también la del gobierno, al enviar un correo desde la cuenta del gobernador. Elisa dijo que no sabía, a ella solo la habían llamado de forma anónima. Y nada más pudieron sacar de ella.
Al salir su madre la miró de lejos y ella solo asintió dándole a entender que no había dicho nada de su hermana. Su mamá sonrió y Elisa siguió su camino.
Aquel edificio era enorme, a la salida se encontró con Alex quien entraba para ser interrogado, se sonrieron nada más y continuaron. El edificio estaba bordeado por grandes jardines con inmensos árboles. Elisa pudo ver a Chace sentado en uno de los bancos de madera más lejanos. Le temblaban las manos y por un momento pensó hacer que no lo vio e irse de ahí, pero debía acabar con todo de una buena vez “De todas formas él ya lo sabe”.
—¿Cómo estás? —lo empujaba levemente por la espalda. Él reviró a verla sonriendo, aunque sus ojos irritados demostraban que había llorado.
—Bien —asentía —… Digo, luego de enterarme que mi mamá mató a mi papá a sangre fría, que asesinó al tío de Maikel Loubtwell porque se interpuso en su camino, que torturó a un pobre hombre solo porque se parecía a Alex, que hizo fraudes por doquier y que estuve saliendo con una mujer que mató a un viejito en una noche de lujuria, que es una loca psicópata y que intentó asesinarte. Luego de todo eso, sí, se puede decir que estoy bien.
—Yo sabía que tú podías con todo eso, eres fuerte como el roble —hablaba con elocuencia.
—Lo sé, soy lo mejor… Ya la semana que viene me darán el poder de mi compañía, recibiré mi herencia y… es raro sabes pero… tanto tiempo queriendo eso y ahora ¿qué haré Elisa? Soy un inmaduro que no ha ido a la universidad y ahora tengo que dirigir una compañía de 100 mil millones de dólares ¿Cómo lo lograré?
—Chace eres un heredero, siempre lo has sido, te prepararon para eso. Está en tu sangre. Lo lograrás, solo no te vuelvas un psicópata, asesino, fraudulento como todo el mundo con poder.
—Lo haré —suspiraba. La brisa agitaba los cabellos de ambos y desde ahí la vista de Chicago era hermosa —. Qué bueno que no seré tu heredero.
—¿En serio? —fingía sorpresa.
—Sí, te imaginas. No habría podido manejar mi empresa y al mismo tiempo ser el mayor magnate del mundo, no que horror —ponía cara de sentir asco —. Qué bueno que eso será tarea de Alex.
—Sí —el semblante de Elisa cambió de inmediato. Ambos sonreían pero ya no de la misma forma —. Pobre Alex, tener que lidiar con mi fortuna y conmigo —bromeó.
—Y contigo —susurró.
Desde hace unos días que planeó el discurso que daría en su cabeza, pero en aquel tiempo él no le había dicho que la amaba. No quería creerse tanto en su vida, como para pensar que le rompería el corazón o algo así, pero igual su corazón se aceleraba y detenía al mismo tiempo, sus manos estaban heladas y supo que no podrían salir las palabras de sus labios.
—Chace yo… —tragaba saliva, pensaba y pensaba, pero ¿acaso existen las palabras correctas para decir adiós?
—Lo supe el día que me hice la pregunta en voz alta —ahora reviraba para mirarla —, me dije, o es Alex o soy yo, y de pronto lo supe ¿Cómo si quiera lo estaba cuestionando? Es lo que debe ser ¿no?... Pero eso no evita que…
—Solo no lo digas —se apresuró a decir —. Tal vez hay muchas cosas que decir, o preguntas que contestar, pero hoy no es el día.
—Al contrario. Sé que debo decirlo, debo sacar todo y entonces poder olvidarlo. Tú siempre…
—¡Cálla! ¡Solo cálla! —con lágrimas en los ojos ponía sus dedos en la boca de Chace haciéndolo callar. Él respiraba hondo, intentaba devolver a algún fondo en su ser aquellas lágrimas que se aglomeraban en sus ojos. Tomó las muñecas de Elisa e intentaba que ella lo mirara.
—No te pido que digas nada, pero yo debo hablar. Solo tenemos este momento y nada más. En el instante en que te pongas de pie, en ese instante ya te habré perdido —Ella con la cabeza gacha lloraba —. Elisa no importa con quien estés o cuán lejos te encuentres de mí, siempre serás la única, mi única. Disfruté ser tu novio de mentira y mis mejores momentos se resumen a ser tu prometido. Extrañaré tomarte de la mano, acariciar tu rostro, todas aquellas tardes de hablar de todo y nada, de jugar ridiculeces y ver películas acostados en la cama. Extrañaré besar tus labios e insultarte cada vez que me venga en gana —ella entre lágrimas
esbozó una sonrisa —, pero espera… Igual podré insultarte, así que quitemos eso de la lista —reía —. Extrañaré y mucho deleitarme en ver cómo te muerdes la punta de la lengua cada vez que haces una travesura. Extrañaré el simple hecho de saber que bajo ninguna circunstancia volverás a ser mía. Hay dos palabras que describen a la perfección lo que siento por ti, te la he dicho ya en dos ocasiones, pero ahora sin embargo esas palabras no me corresponden. Así que Mía Elisa Lubensky McGraweth yo no te amo, yo solo estoy Envenenado de Ti, pero no te preocupes conseguiré el antídoto para no morir —susurró en su oído.
La presión en el pecho de Elisa era excesivo, le costaba respirar y lo único que podía hacer era sollozar. Completamente afligida se abrazó a él, hundiendo su cara en el pecho de Chace.
—Chace yo… —¿Cómo decirlo?
—Lo sé. Un día delirando lo dijiste. Lo sé —Elisa levantaba la cara para verlo, él sonreía.
—Tú fuiste mi maldito indicado —fingiendo rabia le daba un golpe en el hombro —. Lo tuvimos todo ¿no? —alejándose limpiaba sus lágrimas —En cualquier mundo tú y yo deberíamos terminar juntos, pero… bueno… Tú sabes que soy una maldita perra loca —tarareaba —. Hago lo que quiero cuando quiero. Tú eres un maldito perro viviendo su vida a su ritmo, pisoteando el mundo a sus pies. Dijiste hola ¿Cómo te llamas? y desde ese día robaste mi corazón y por eso es que sonrío sin ninguna razón. Lograste convertirme en una idiota chillona —ambos rieron —. Chace aunque me torturen nunca admitiré que ¡Eres mi mejor amigo! No importa que pase de ahora en adelante eso no cambiará, nunca nadie me conocerá como me conoces tú y nadie podrá leer mi mente así como tú lo haces. Nunca creí que llegaría a llorar por tus asquerosos ojos azules como el mar, de verdad son asquerosos, brillan y penetran dentro de uno, son ¡guacala! Deberías tomar mi consejo de usar lentes de contacto —Chace movía la cabeza indicando que consideraría su sugerencia—. Tampoco creí que extrañaría tu amarillenta dentadura, ni la forma en cómo juntas tus cejas cuando bromeas. Pero es momento de seguir con nuestras vidas. ¡Gracias! Porque por ti viví un montón de cosas nuevas, casi morí, pero también me divertí, y lo que pase de ahora en adelante solo será gracias a que un día decidiste decirle a tu madre que era tu novia. Pero cada etapa tiene su fin, así que sigue, vive tu vida, sigue, di adiós, yo disfrutaré viendo cuan feliz eres.
—Cuan feliz seremos —completó.
—Exacto —suspiraba —. Creo que aquí nos despedimos de esta extraña historia, tan siquiera ¿qué fuimos?
—Yo sé exactamente que fuimos —alzaba la mano cómo si estuviera en la escuela y quisiera intervenir.
—Ok, alumno Christopher Van der Price tiene permiso para hablar —cambiaba su voz a un adulta y refinada.
—¡Fuimos novios! —cantaba con voz de niño pequeño —Y me temo que el primer amor uno del otro. Pero qué más da ¿Quién recuerda el primer amor? —añadía quitándole seriedad a todo.
—Tienes razón. Nadie se casa con su primer amor.
—¡Patético! —gritaron al unísono, para luego carcajearse.
—Elisa para mí fue un placer ser el primer hombre en besarte. Ahora espero que hayas aprendido bien, no vayas a babear o ser abrupta con Alex, no me des mala fama.
—¡Idiota!
—Hablo en serio, lo que hagan puede perjudicar mi fama de experto del sexo, así que no seas la vieja tú, pon en práctica todas mis clases, sino de nada habrán valido la pena —él mismo no creía que dijera todo eso, solo dios sabía cuánto le dolía solo imaginarlo —. Pero antes una última clase, así se siente un beso de “Adiós eterno”.
Tomándola de la quijada se acercó a ella. Elisa solo cerró los ojos y dio el último paso. Ese beso era de él tanto como de ella. Para Elisa aquel beso se estaba llevando su pasado, aquella vieja etapa en la que había crecido y que ya nunca más volvería. Podía sentir como cada mínimo sentimiento y recuerdo era arrancado de ella. Por su mente pasó rápidamente todo lo vivido en esa corta historia de amor. El primer beso en las escaleras de la catedral, ese segundo beso en una vía desierta con su rodilla rota y los otros tantos que escondidos bajo la palabra “espías” se formaban revelando lo que en realidad sentían. Sus labios parecían estar siempre prestos a recibir los de Chace, pero ésta sería la última vez que los probarían. Todo alrededor de ambos daba vueltas y podría decirse que sentían las mariposas en sus estómagos revolotear y salir con el remolino que aquel beso causaba. Unas lágrimas se resbalaron por las mejillas de Chace, supo que ya era hora de terminar. Aun sujetando sus caras separaron sus labios.
—Bueno… —respiraba profundamente alejándose de ella —Adiós Elisa —sus pies parecían no querer moverse, y sus manos se aferraban a aquel banco de madera “¡Ya basta! Debes hacerlo” Con una gran fuerza de voluntad sus manos se soltaron y se puso de pie. Sus pesadas piernas dieron unos cuantos pasos alejándose, para luego volver hacia Elisa —. Hola Araña —sonreía sin ningún atisbo de haber llorado, cómo si apenas estuviera llegando.
Había acabado la historia de los amantes, ahora solo quedaba la de los amigos, esa historia que sí continuaría por mucho,
mucho tiempo más.
—Hola Piolín —decía fingiendo desprecio y poniéndose de pie también —. ¿Buscando alguna estreñida abogada o malhumorada policía para pasar tu calentura?
—Créeme que si quisiera ya tendría mil aquí. Y tú ¿acaso irás a casa a ver películas cursis o a buscar en internet, la forma cursi y nada grotesca de declararle tu amor a Alex?
—¡Oh Imbécil! —Adelantaba el paso, fingiendo intolerancia —¿Cómo demonios supiste que hice eso?
—Solamente sé lo patética que eres.
Caminaron un poco más hablando, hasta que llegaron a la entrada del edificio de policías.
—Ahí te ves araña —con su mano le hacía señas de que se iba —¡Elisa! —le gritaba de lejos —En serio averigua bien que decirle, mira que ya te veo diciéndole “Alex tú y yo chaca-chaca”.
—¡Púdrete! —mirándolo como si fuera el mayor tonto del mundo le sacaba el dedo medio de su mano derecha.
Él terminó de entrar al edificio negándose a mirar atrás. Una vez que lo hizo se recostó a una pared. Quería tal vez solo irse a su casa y escuchar música con una botella de whisky de amiga, pero en cambio comenzó a respirar fuerte.
“¡Ya basta! ¡Ya Chace! No hay nada que pensar ¡Esto acabó! ¡Hasta aquí!”
Ian quien lo estaba buscando luego de haber declarado se acercaba a él.
—¿Todo bien? —le preguntaba preocupado.
—Sí, todo bien —se erguía y le daba palmadas al hombro de Ian —. Vayamos a casa, necesito hablar con un amigo.
—Ok. Le diré a Liam que nos alcance allá, ahora lo están interrogando.
—Mejor esperémoslo entonces —. Aunque intentaba ser normal, podía notarse la nostalgia en él.
Simplemente la tristeza es imposible de ocultar. Sale por los poros de la piel y cuelga ese gran cartel en tu rostro, ella demanda hacerse notar, no importa cómo, no hay máscara que la disfrace. Para Ian era normal que Chace estuviera triste, estaba pasando por uno de los peores momentos de su vida, era la comidilla de los diarios y las noticias internacionales, pero lejos estaba de pensar cual era el verdadero origen de su tristeza.
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Elisa se odiaba ella misma, odiaba a su cabeza que no dejaba de confundirla y a su corazón. Siempre que creía saber lo que sentía, venía un remolino dentro de ella que revoloteaba todo. Sin embargo, ahora agradecía tener solo una opción. Ya Chace estaba lejos de su vida, ahora lo que la mataba era el cómo se acercaría a Alex.
Ella era torpe a la hora de hablar de sus sentimientos, era un desastre total al momento de decir algo lindo. Alex ya le había declarado su amor ahora le tocaba hablar a ella, pero sabía que no sería fácil convencerlo de que era sincera.
“Elisa dentro de al menos media hora tendrás un resultado, así que aguanta. Vamos que tú eres valiente”.
Una sirvienta le abrió la puerta, mencionó que Alex estaba en su habitación. Cómo se trataba de Elisa la sirvienta no fue a avisarle a Alex, solo dejó que Elisa fuera a buscarlo.
Toda ella era un manojo de nervios, subió las escaleras y en el pasillo se paró un momento frente a aquel espejo a intentar arreglarse un poco, su nariz estaba roja por el llanto anterior, así que se colocó un poco de compacto que para su suerte había llevado, colocó un poco de brillo en sus labios y pasó sus dedos en sus cabellos. También revisó sus dientes. “Ahí vamos”.
Escuchó desde afuera que Alex tocaba el piano. Abrió la puerta con cuidado no queriendo asustarlo. Origami no demoró en hacer acto de presencia y lanzar su pelota roja en frente de Elisa en símbolo de que jugaran.
—¡Oh Lindo Origami! Te extrañé mucho, mucho —se arrodillaba para tocar sus cachetes.
—¡Elisa! —de improvisto Alex dejaba de tocar.
—¡Hola! —Esbozó, aunque sin dejar de concentrarse en Origami —Que bello perro, eres hermoso.
—Creo que él también te extrañaba —señaló Alex acercándose —. ¿Qué haces aquí?
—Bueno —tomaba aire —, no te vi más en el departamento de policías y… Tengo que hablar contigo.
—Al salir los vi a Chace y tú hablando, así que no quise interrumpirlos —un sentimiento de culpa se encendió en Elisa “¿Será que vio el beso?”.
—Solo nos estábamos despidiendo —casi gritó como excusándose, aunque en realidad Alex no le estaba recriminando nada.
—¡¿Despidiendo?! ¿Por qué…? —Pensaba confundido, hasta que su mente se formó una conclusión —¡No Elisa! —Como espantado y hasta molesto se alejaba de ella —No me hagas esto y más aún no te hagas esto tú.
—¿Hacerme qué? Alex escúchame yo… —lo perseguía por la habitación.
—¡No Elisa! No quiero oírte. Todo este tiempo he estado claro con una sola cosa y es que, Chace y tú son el uno para el otro.
—Claro que no —refutaba ella.
—Por favor, tú lo sabes, no lo niegues. Aun cuando te vi con él en el altar, supe que eran la pareja perfecta. Todo el mundo busca a su media naranja y ustedes se encontraron. No hagas el sacrificio de dejar al amor verdadero por no hacerle daño al chico enfermo. No te hagas esto y no me lo hagas a mí —hablaba con autoridad.
—No lo voy a negar —lograba articular Elisa —, Chace y yo tenemos muchas cosas en común, puede que si lo intentáramos llevaríamos una buena relación, pero…
—No se te ocurra decir que me amas porque te odiaré Elisa —dijo con desprecio y rabia.
Por un momento Elisa no supo que hacer, se quedó ahí pensando en las cosas que debía decir. Alex no quería verla un segundo más así que le pasó por un lado dirigiéndose a la salida.
—¡No te irás sin escucharme imbécil! —tal vez no era la forma de reaccionar, pero fue lo único que su cuerpo pudo hacer. Tomó la mano izquierda de Alex y la presionó en unos puntos especiales. Él se retorcía del dolor, de pronto su cabeza le dolía, junto con otras partes más de su cuerpo.
—¡Elisa suéltame! —intentaba recuperar su mano, pero Elisa estaba aferrada a ella. Con su otra mano solo alcanzaba a presionar su cabeza, el dolor lo estaba matando.
—¡No! Quieres hacerte el mártir. Nadie puede amarte sino es a causa de tu corazón delicado, pero ¡Basta! —Gritaba presionando su mano cada vez más —Solía pensar que todo lo que merecía en esta vida era un amor como el de Chace, uno en el que siempre estaríamos insultándonos, totalmente incapaces de decirnos algo lindo, porque simplemente somos incapaces de demostrar que somos débiles. Creía y aun una parte de mí lo piensa, que no merecía tener un amor tierno y sincero, me consideraba demasiado mala persona y corazón de hielo como para ser amada.
—¡Elisa por favor ya! —jalaba su mano, pero Elisa no lo soltaría.
—Hasta que comprendí que… tal vez no te merezca, pero qué más da. No me importa no ser digna de ti, solo tenerte a mi lado.
—He visto cómo se miran Chace y tú, la forma en que se besan ¡por Dios Elisa lo amas! Y ¡Suéltame!
—¡No! Tú dices “he visto cómo se besan” y sin embargo tuve la iniciativa de besarte a ti, algo que nunca tuve con él. Con Chace todo era fácil porque era falso, pero pese a que contigo todo era real, me atreví a besarte, pese a que nunca lo hago, me abracé a ti. Tú logras sacar en mí aquella parte que pensaba no existía, por ti me di cuenta que puedo ser cariñosa. Entiende —decía ya con lágrimas en los ojos —, tú sacas aquella parte que me dedico a esconder, pero que sin embargo, está ahí, aquella parte que indica que soy un ser humano. Sino siento nada por ti por qué es que quiero que tus manos exploren mi cuerpo y que tus labios sacien mi sed de ti —“Eso no debías decirlo” Los colores se le subieron al rostro pero ya no había marcha atrás —. Y sí ¡Te amo! Un día me dijiste que era imposible que yo amara, que debía buscarle una palabra a lo que sentía, pero te equivocaste, la palabra que describe lo que siento, ya existe y te la digo hoy y te la diré por mucho, mucho tiempo más ¡Yo Te Amo! —con fuerza pegaba a Alex de una pared cercana —y ya no me importa si lo crees o no.
Tomó la cara de Alex y lo besó. Él
se debatía entre el dolor que sentía en su cabeza y aquella energía caliente que se propagaba de sus labios a todo su cuerpo. Al principio solo quiso alejarla, pero era Elisa la chica que amaba desde hace varios años, así que abriendo levemente su boca comenzó a saborear los labios de Elisa. Ella lo buscaba como si el mundo fuera a acabarse y en él por un instante se fue todo dolor secundario. Finalmente el beso terminó y el dolor volvió.
—¡Elisa ya suéltame!
Ella al besarlo se había olvidado, asustada lo soltó de inmediato. Él pudo respirar y comenzó a masajear su mano, el dolor de su cabeza desaparecía con rapidez.
—¿Qué me hiciste? —aún adolorido señalaba su mano.
—Puntos chinos —decía apenada.
—¿Cómo está eso que no importa si lo creo o no? —preguntaba ya un poco más erguido.
—Fácil —decía con su tono de siempre. Ese que indicaba que era cien por ciento Elisa —, no me importa si crees o no que te amo, igual serás mi novio.
—¡¿Cómo?! —Alex se atoraba con su saliva.
—Como oyes. Me importa poco lo que sientas. Una vez dijiste que me amabas y bueno eso lo doy por hecho, así que no importa que no quieras, igual estaré contigo todo el tiempo, te llamaré y te acompañaré a donde vayas, en todos lados me presentaré como tu novia y te besaré las veces que me dé le gana —Hablaba con prepotencia y Alex no sabía si reírse o temerle —. No vine a preguntarte si querías ser mi novio, eso no está en discusión, lo serás y no hay escapatoria.
—¡En serio! Tú tendrás los pantalones y yo te obedeceré porque no tengo escapatoria.
—Así será, hasta que decidas tomar el rumbo y dejes de desconfiar en mí —ya toda seguridad se había ido de ella. No sabía que más podía hacer, pero lanzarse a llorar para que la aceptara ya no era una opción.
Para su fortuna la mamá de Alex entraba a la habitación. Le sorprendió ver a Elisa ahí, le dijo que estaba enterada de todo lo que había vivido y que la compadecía, ahora no había resentimiento para con Elisa, la trató bien, incluso la abrazó. Elisa fue amable y mirando por última vez a Alex se despidió.
“¿Ahora qué sigue? Quedaste en la misma, idiota. No se supone que ibas a actuar así. Le gritaste, lo estuviste torturando ¿qué demonios te ocurre?”
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Alex estuvo por un momento acostado en su cama pensando. Ya se había hecho a la idea de que Elisa y Chace permanecerían juntos, no era algo que le gustara y sin duda alguna pasaría mucho tiempo durmiendo, pero ahora todo había cambiado. Lo que menos quería era ser amado por lástima, sin embargo, todo el comportamiento de Elisa en cierta medida le gustó. Lo había tratado mal sin preocuparse por su corazón, en ese momento supo que no tenía en mente las veinticuatro horas del día que él tenía una afección, pero estaba demasiado seguro que amaba a Chace.
Ya no pensaba hablar con Elisa sino con Chace. Tal vez a él sí podría convencerlo de dejar la lastima a un lado y luchar por su amor.
“¿Por qué todos seremos tan
decentes?” exhalaba con amargura, a la vez que se ponía su chaqueta para salir.
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—Entonces la dejaste ir —decía Ian tomando un poco de su escoces en las rocas.
—No la dejé ir, solo pasó lo que tenía que pasar. Así las cosas deben ser —mandó hasta el fondo el contenido de su vaso.
—Y por eso es que te sientes tan bien —acotaba Liam sarcástico.
—No has pensado que tal vez algún día te arrepientas de no haber pensado en ti —indagaba Ian —. Lo mismo pasó con Angelic, ella gustaba de ti primero, pero tú se la dejaste a Alex. Todos sabemos eso, excepto Alex quizás.
—Y ya ven Angelic fue más que feliz con Alex, fueron el uno para el otro, conmigo nada habría sido así, rápido la habría dejado por otra. Alex busca el amor de su vida, yo estoy joven y solo quiero divertirme ¿Podría hacer eso con Elisa? —tanto Liam como Ian negaron —¡Exacto! Y no es que se la estoy regalando, solo es que yo no tengo cabida en su vida sentimental, así de simple. Hay cosas que en teoría son buenas, más no en la práctica. Verán solo quiero emborracharme hoy y ya mañana olvidarme del asunto.
—Todos necesitamos emborracharnos, así que dale —Ian llenaba de nuevo los vasos de todos.
Acercaban sus vasos para brindar cuando Alex llegó.
—¿Por qué todos reunidos hoy? —Decía algo molesto —¿Hablan de lo generoso que es Chace al renunciar a Elisa por el enfermo del corazón?
—Amigo, Chace se entera que su mamá asesinó a su padre, lo obligan incluso a ver la cinta de cómo grita por clemencia —Chace cerró los ojos al recordarlo. Ian continuaba hablando —, se entera de que su madre casi que era la mayor de las mafiosas, que debe salvar una compañía de caer en la ruina, que Amy estaba más loca que los psicópatas de la anfetamina y de paso que ya la semana que viene asume la presidencia de su compañía. Créeme que tiene miles de cosas por las cuales emborracharse con los amigos.
—No me dejen como un insensible. ¿Por qué la dejaste?
—Digamos que no la dejé, ni me dejó, simplemente no éramos nada y decidimos que lo mejor era seguir así
—respondía vaciando de nuevo el contenido de su vaso.
—¿Por qué? La amas idiota y lo sé, y ella te ama a ti ¿Acaso no es simple? Se aman ¡estén juntos! —gritaba.
—Alex escúchate ¿en serio crees que la amo? Y si la amo ¿crees que va a ser por siempre y para siempre? Me conozco, hace casi dos años prodigaba amor por Amy, pensé que me había enamorado y lloraba por ella, me desesperaba por no tenerla a mi lado y todo resultó ser nada. En caso de que Elisa me amara, estaríamos un tiempo juntos pero luego mi verdadero yo saldría, sé que la engañaría y entonces solo quedaríamos como seres que se odian. No quiero eso.
—Solo te estás excusando. Las personas cambian cuando aman.
—Y por eso sé que no la amo, no de verdad. Mi falsa relación con Elisa se basaba en besarla a ella y besar a Amy, hablar con Elisa y tener sexo con Amy. No hubo momento que por mi cabeza pasara que eso estaba mal. Así soy yo. Verás entre Elisa y yo un empujón, un insulto es una caricia. Para decirle que se ve linda, le diría algo como pareces plasta de vaca —Ian y Liam se rieron —, nunca podríamos decirnos o tener un gesto de cariño, porque somos incapaces de admitir que somos débiles y sentimos. Pero contigo ella no es así. Supe el día que te besó en el baile que yo solo sobraba. No lo piensa dos veces para abrazarte y no le da pena besarte. Contigo todo es natural, en esta vida todo necesita un equilibrio y ella y yo estuvimos bien porque todo era un juego y aun así bien que me partió la nariz un par de veces. No te diré Alex corre hacia Elisa porque está soltera, solo te digo que ella y yo somos amigos, los mejores amigos y nada más que eso pasará. Ahora siéntate a tomar un trago.
Alex pudo replicar mucho más, pero veía la seguridad en Chace y recordaba la seguridad de Elisa. Ellos ya se habían dicho adiós y era para siempre, solo que él no sentía que estuviera bien tener una relación con Elisa, no de esa forma.
—Toma y quita esa cara —Liam le daba un trago a él también.
—Sabes algo Alex, sino te quedas con Elisa lo intentaré yo —Ian alzaba su vaso como celebrando su maravillosa idea. Liam y Chace solo comenzaron a reír —no se rían. Verán, algo debe tener la enana para que ustedes dos estén con este lío. Algo sé y es que Elisa si ha de tener novio tiene que ser alguien del grupo, no soportaría tener que lidiar con algún nuevo y desconocido tarado. Vanessa ya se fue a su gloriosa vida con los animalitos y enfermos, así que bueno Elisa no se ve mal. Los dos seriamos unos rechazados por nuestros amores y ya lo vi todo, haríamos una excelente pareja. Está dicho, Alex aléjate de mi camino.
Alex decidió acompañarlos a tomar, continuaron hablando, hasta que borrachos comenzaron a cantar, bailar, y jugar, cuan video juego encontraban. Para la noche todos cayeron de borrachos donde los alcanzó el sueño.
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Un mensaje llegaba al celular de todos. Era Elisa diciéndoles que fueran urgente con sus pasaportes al aeropuerto, era cuestión de vida o muerte. A todos se les quitó el malestar de la resaca ante tal mensaje, la llamaban pero ella no atendía, la maldecían, pero no tuvieron más remedio que ir al aeropuerto. Otro mensaje les decía que fueran a la sala VIP 456C.
Allí estaba ella vestida muy deportiva.
Todos pusieron mala cara cuando la vieron tan bien parada, excepto Ian.
—¡Hola Elisa! —Ian con una gran sonrisa en su cara se acercaba a ella.
—¡Hola! —su comportamiento le parecía raro.
—Te ves hermosa —hizo el intento de abrazarla, pero entonces le dio un beso en los labios.
—¡Ian! —Gritaba alejándolo —¿Qué te ocurre?
Liam y Chace reía, pero Alex nunca pensó que Ian llegara tan lejos con su juego.
—Eso hay que practicarlo. ¿En serio eso fue lo mejor que pudiste sacarle a Elisa? —le preguntaba a Chace.
—Que te dije araña, te dije que no me dejaras mal parado. Vuelve a hacerlo, pero esta vez pon en práctica mis lecciones. Dale — Ian totalmente presto se acercaba de nuevo a Elisa.
—¡Detente! Un centímetro más y te parto la nariz —amenazaba.
—Pero Elisa soy la única opción que te queda —ella no entendía nada —, verás Chace no te quiere, de camino acá una aeromoza le dio su número y está ¡calidad! —Elisa volteaba los ojos — y Alex dice que ni loco se mete en ese rollo contigo, se dio cuenta que no te quiere, solo estaba confundido, así que ven con papá, los dos somos unos rechazados, se mi clavo que saca otro clavo.
—De verdad es un honor que me tomes en cuenta para ser tu clavo que saca otro clavo, es lo que soñé toda mi vida —fingía emoción —, de pequeña escribía en mi diario enmarcado en un corazón “Elisa Lubensky el comodín de Ian”, pero soy la novia de Alex.
—¿En serio? —exclamaban Ian y Liam con sarcasmo.
—No se rían, ni se burlen —hablaba inocente —. Somos novios o ¿acaso dijo lo contrario?
Alex iba a hablar pero se adelantó a hablar Liam.
—Solo llegó ayer a reclamarle a Chace por lanzarle ese perro muerto —Alex le hacía señas de que callara —. Creo que al saber que ya estas usada perdió el interés por ti.
—¡Desgraciado! —Elisa le daba un golpe en el pecho a Liam —No estoy usada, y tú ya acostúmbrate a la idea —señalaba y miraba a Alex —, te dije que eres mi novio, no hay discusión en eso.
—Elisa no sigas con eso —dijo no es son de broma.
—¿No entiendo? —intervenía Ian.
—Ayer le dejé bien claro que me importa muy poco si me quiere o no. Es mi novio y punto, ya hasta salió en las noticias —alzaba su celular. Alex se lo arrebató de las manos de inmediato.
—Siempre mi amor fue Alex —leía indignado.
—Claro que no dije eso, están apostados afuera de mi casa y gritaban “Todo con Chace fue mentira” y dije “sí”, preguntaron “¿qué hay de Alex?” y dije “somos novios”. Te digo que solo dije eso, pero sacaron una telenovela de dos simples oraciones.
—No te seguiré el juego, te lo advierto —le escupió a la cara para salir rápido de ahí.
—Y así es como conviertes al hombre más bueno de la tierra en un ogro —decía Chace detrás de ella.
—¡Cállate maldito!
Pero Chace tenía razón y ella lo sabía. Les dijo a todos que no se movieran de esa sala y corrió a buscar a Alex. Por suerte usaba zapatos deportivos y pudo correr a toda velocidad. Logró verlo desde lejos bajando rápido las escaleras mecánicas. Ella lo siguió, pero sabía que se le perdería, el pasaba justo frente a ella en el piso de abajo, así que sin pensarlo se subió a la baranda de vidrio y se lanzó.
Las personas gritaron y Alex frenó de golpe cuando algo cayó frente a él. Policías comenzaron a acercarse corriendo y él pudo reconocerla mientras se quejaba del dolor de su pie.
—¡Elisa! —gritaba a la vez que se agachaba a ayudarla.
—¿Por qué no se puede hablar contigo de forma normal? —se quejaba aun tirada en el suelo. Los policías se acercaron pero a una seña de Alex supieron que todo estaba bien, aunque se quedaron ahí manteniendo la distancia —Siempre tienes la mala maña de darte la vuelta y dejarme con la palabra en la boca.
—Estas bien Elisa —fastidiado se levantaba para irse de ahí.
—¡No, espera! —gateando se agarraba a su pie. Nada de eso pasaba desapercibido pero no le importaba.
—¡Elisa basta! —refunfuñaba.
—¡No me dejes! ¡Solo escúchame! —rogaba.
—¡Elisa no hagas esto! —la tomaba de los brazos y la ayudaba a levantarse.
—Perdóname —dijo antes de hundir su cara en el pecho de Alex —. Sé que soy grotesca y no debí tratarte como lo hice, de verdad soy ¡horrible! solo me faltó darte un golpe y echar un escupitajo al aire, o sacarme los mocos mientras te decía “te amo”. Lo sé soy espantosa, y de paso me pasé de vanidosa al creer que tú todavía sentías algo por mí. Sé que no me amas —hablaba rápido.
—No es eso Elisa —le hablaba pasivo al oído.
—Yo lo sé y sé también que todo es por mi culpa. Pero… no me dejes… no dejes de ser mi amigo… solo no te vayas… ¡Eres mi príncipe! Te necesito.
—¿Cómo tu amigo? —reafirmaba.
—Exacto, no te obligaré a soportarme como nada más, pero no dejes de ser mi amigo. No te besaré cada que me dé la gana y haré una rueda de prensa para resaltar que no somos nada más que amigos. Juro que me comportaré —aún estaba abrazada a él —. Ayer no era mi intención llegar como “mira estoy disponible aprovecha” yo no quería actuar así, pero todo se salió de control. Lo único que sé es que si hoy te vas nada volverá a ser lo mismo. En el momento que dejemos de viajar juntos, todo el grupo, en ese momento ya nos habremos perdido. Solo no nos dejes.
—Acepto —suspiraba. Elisa celebraba —. Ahora ¿a dónde iremos?
—Bueno… eso ya lo sabrás.
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—¡África! —gritaba Ian.
—Un día impedí que tomáramos un avión que tal vez nos llevaría a una vida mejor, ese día arruiné tu vida —miraba a Ian —, pero aún hay tiempo de arreglarla. Tú amas a Vanessa y debes luchar por eso —Alex desde el fondo del salón carraspeaba. Elisa lo miró pero decidió obviar ese gesto —. Una última lucha, si es tan tonta como para no quedarse contigo volveremos y fin del asunto, pero si pasa lo contrario, serás feliz Ian. Ahora ya hablé con nuestros abogados y por unos tres días podemos irnos. Así que iremos a buscar a Vanessa.
—¡Yeah!!!! —gritaron Liam y Chace fingiendo emoción.
Ian no estaba convencido, él que hasta ese momento era el más animado, ahora se había convertido en un ser sin vida, estaba pálido y no hacía más que sentirse enfermo, muy enfermo.
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—Allá está —susurraba Elisa.
Después de probar todos los medios de transporte, llegaban a una mediana tribu de Etiopía. Era de noche y en medio de los arbustos veían como Vanessa reía, sentada en medio de aquella fogata. Maikel estaba a su lado y estaban rodeados por varias personas. Elisa ni ninguno de los otros con excepción de Alex aguantaban las picadas de los zancudos.
Maikel se paró un momento alejándose del grupo. Algunas especies de chozas se encontraban a lo lejos.
—Es tu oportunidad —le indicaba Elisa —¡Ve! Anda, no viajamos tanto por nada. Nosotros —señalaba al resto del grupo —, iremos a entretener a Maikel. Así que aprovecha, ya sabes Ian es tú última oportunidad.
Elisa, Chace, Liam y Alex se escabulleron dejando a Ian solo y siguiendo desde lejos los pasos de Maikel.
Elisa era la más afectada por los mosquitos, sus manos ya estaban rojas como la sangre y sus piernas eran un desastre. A mitad de camino se lanzó al suelo, la picazón era excesiva y ya no solo le picaba y ardía, sino que sentía sus piernas dormidas.
—¡Qué porquería! ¡Me duele! —se quejaba enterrando sus comidas uñas en su piel.
—¿A quién se le ocurre venir a la selva en short? —la regañaba Chace.
—Sigan ustedes, yo veré si consigo agua —con brusquedad Elisa chocaba su palma en su muslo, pero no mató ni un solo mosquito en el proceso.
Chace se encogió de hombros y continuó. Liam lo siguió, fue Alex el único que con remordimiento se quedó.
—Ven, te llevaré al lago que pasamos hace un rato.
Pasó la mano de Elisa alrededor de su cuello y la cargó. Desde hace ya un día y varias horas que no tenía a Elisa tan cerca. Ella se tensó ante el roce de las manos de Alex con su cuerpo. Él pudo notar el cambio del ritmo de la respiración de Elisa. Continuó caminando, y hasta que llegaron al lago, las picadas de Elisa le habían dejado de doler.
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Ian se quedó un rato aun escondido hasta que se armó de valor y saliendo se acercó de improvisto a aquella fogata y su grupo de personas. Vanessa casi gritó horrorizada cuando lo vio alumbrado por las brasas ardientes ahí frente a ella, con aquella llamarada separándolos. Pensó que ahora sí había caído en la locura, pero entonces notó que todos reviraban a ver a Ian.
—Hola Vanessa —exclamó —¿Podemos hablar?
—¿Qué haces aquí? —se levantaba molesta y hasta indignada.
—Vine a conocer tu mundo y ya que estoy aquí ¿por qué no podemos hablar?
—No tenemos nada de qué hablar, te lo dije, dije que me dejaras ir, pero eres tan egoísta.
—Vanessa el problema es que te…
—¡Ven conmigo! —dándose cuenta de que todos los veían, tomó a Ian del brazo para alejarse de ahí.
Ya se encontraban detrás de una de esas raras chozas de paja.
—¿Por qué me haces esto? —le reclamaba.
—Vanessa ¡Te amo! Y ¿por qué debemos estar separados? Tú me amas y no lo niegues. Toda mi vida he sido un patán, pero no volveré a hacerlo. Pensaba que sí debía dejarte ir, pero si estar separados es lo correcto y lo único que nos haría felices es estar juntos ¿a dónde nos llevaría eso? Supe en ese beso en el muelle, supe que serías tan desdichada como yo. Podemos tenerlo todo y nos lo estamos negando, y aun no sé por qué.
—Yo sé por qué. Ian tu vida y la mía ya no es la misma. Dejé de ser la niña rica de chicago hace mucho. Y nunca podré volver a ese estilo de vida. Esto que ves acá, estas casas, esas fogatas, estas personas, son mi familia, este es mi hogar, es lo que soy. Puedo amarte pero ya no pertenezco a tu mundo, y tú no perteneces al mío. Lo nuestro fue una linda ilusión, además ya no soy la misma Ian. No soy la misma loca que te perseguirá por doquier y que hará caso omiso a tus desplantes. La Vanessa que conocías ya no es.
—Amo a ésta Vanessa decidida y guerrera tanto como a la otra. No hay momento que cierre los ojos que no te imagine, escucho tu risa en cada momento, intento taparla con ruidosa música, pero es imposible, tú vives dentro de mí. Si tu mundo es aquí, algo haremos. Tú eres mi vida y mi hogar será donde tú estés.
—No podrías dejarlo todo por mí —exclamaba escéptica—. Entiende somos como un hipopótamo y una jirafa, simplemente no somos de la misma especie.
—Claro que sí. Solo ponme a prueba —rogaba —, si no sirve, siempre puedes volver con Maikel, si él de verdad te ama, esperará por ti.
Se acercó a besarla, pero ella se alejó.
—Ian solo vete de aquí. Tú ya no perteneces a mí.
Le dio la espalda y se fue. Ian sentía que cada mínimo hueso de su cuerpo era aplastado y hecho polvo. Solo se sentó en ese suelo arenoso con la espalda afincada en aquella vieja choza. Quería llorar, ese era el fin y ya no quería ser fuerte, solo sacar ese monstruo que tenía dentro. “Las personas como tú no tienen finales felices ¿cómo si quiera lo pensaste?”.
Vanessa caminó un buen trecho alejándose, pero miles de cosas pasaron por su cabeza. Se dio cuenta que su gran historia de amor se resumía a un día en el patio del colegio, a una conversación y un beso. Con Maikel su historia era mucho más larga y fundamentada “Pero… a él no lo amas”.
Su vida volvía a ser un completo desastre. Se dio vuelta y rodeando las chozas caminaba esperando encontrar a Ian aún por ahí. No sabía explicarse que quería, pero continuó caminando sigilosamente hasta que escuchó los sollozos de Ian.
“Dime qué haré sin ella a mi lado. Mi vida se resumía a leer sus correos y esperar sus regalos, a soñar con verla algún día en Chicago”
Le dolió verlo así y una revelación vino a ella. Con lágrimas en los ojos se acercó a él. Ian estaba con sus cabeza mirando al arenoso suelo por ello no notó la presencia de Vanessa hasta que ella comenzó a tocar sus cabellos. Levantó su cara de inmediato y ahí estaba ella con toda su belleza y aflicción sonriéndole. Él iba a decir algo, pero ella ya no podía aguantar más y con firmeza besó sus labios.
Era un beso tierno y fuerte, uno en el que se mezclaba el amor y el sufrimiento. Un beso agridulce, que despedía aquella tórrida historia de amor y le daba la bienvenida a una historia diferente, una llena de pureza y esperanza.
—Ian Porque “tú eres la pieza de mí misma que desearía no necesitar —decía citando una canción que le había abierto los ojos —. Si nuestro amor es tragedia, ¿por qué eres tú mi cura? Si nuestro amor es locura, ¿por qué eres tú mi
claridad
?” Ya no quiero luchar contra el viento, ni seguir negando que eres lo único que amo y deseo. Te amo y ya veremos cómo logramos unir nuestras vidas. Quiero tener algo más que recordar que un beso de adolescentes y dos de despedidas. Hoy solo bésame y hazme el amor.
Ian comenzó a besarla como lo había deseado toda la vida, por un momento se cuestionó que sería de Maikel, pero que se aguantara. Esa noche sería una de las más felices en su vida.
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—Creo que Maikel Loubstweth no querrá ir más nunca a esos raros baños —reía Liam.
—Si se sentía mal del estómago, tiene toda la noche para descargar su cuerpo —Chace golpeaba su botella de whisky con la de Liam, para luego tomar un buen trago.
Continuaron caminando, riendo de todo, hasta que vieron a lo lejos otro grupo de personas.
—¡Espera! ¡Espera! —Liam jalaba a Chace para esconderse entre los arbustos —¡Mira! ¡Es Angry Bird! —señalaba.
—¿Quién? —Chace miraba atento, hasta que reconoció a alguien —¡Ah la pelirroja loca! ¿Qué hace aquí?
—Me imaginé que la encontraría, vino a trabajar para Maikel Loubstweth.
—Vayamos a saludarla.
—¡No! —Gritaba —Pensará que la estoy persiguiendo, además mira, ya consiguió amigos. Al parecer este sí era su lugar.
—Estas raro —señalaba Chace —, la ves raro ¿te gusta?
—No —ponía los ojos en blanco —. Continuemos.
Lo jalaba lejos de ahí.
—El único raro eres tú, si Alex no quiere nada con Elisa ¿por qué no volver con ella? Ustedes dos actúan como si nada hubiera pasado, como hace dos cumpleaños míos atrás cuando solo insistías en que la sacáramos del grupo.
—Somos buenos actores, siempre lo he dicho. Aunque no lo creas me cuesta dejar a cada rato a Elisa a solas con Alex, para ver si él da su brazo a torser. Ahora mismo deseo que eso no pase, quiero que Elisa muera soltera. Soy malo ¿no?
—¡Mucho!
—Pero mi amigo, tomemos ésta noche, que si no me emborracho no aguantaré la picazón de estos mosquitos radiactivos.
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Él la depositó en la orilla y ella saliendo del momento incomodo comenzó a hundir sus piernas y sus brazos en el agua que para su sorpresa estaba tan caliente como el exterior.
—¡Me voy a morir! —gritaba rascándose, el picor ya era insoportable, sentía que tenía granos hasta en la orejas.
—Tranquila, no sé qué tiene tu sangre pero llama a los bichos —Alex estaba a su lado —. De verdad estás mal Elisa —miraba sus manos y varias partes ya echaban sangre.
—Te digo que estoy haciendo mi mayor esfuerzo para no rodar en el suelo y gritar como loca —respiraba y continuaba mojándose.
Alex comenzó a ayudarla. Tomaba con sus manos porciones de agua y se la rociaba en su brazo derecho. Elisa sintió que aquella parte de su cuerpo ardió y por un mini segundo dejó a un lado ese infernal picor que la atacaba. Dejó su labor de echarse agua para ver a Alex, sus miradas se encontraron por unos segundos. Elisa se iba a preparar para decir algo, pero un extraño animal pegajoso y frío brincaba a su pierna.
—¡Ay!!!!!! —gritó despavorida, sacudía su pierna y se lanzó sobre Alex como buscando protección en él —¡Lárgate! ¡Lárgate!
—¡Elisa ya se fue! —le gritaba duro para calmarla, aunque ella no estaba muy convencida, era un manojo de nervios.
—¿Qué era? —lograba decir mirando todo lo que la oscuridad le permitía.
—Un sapo, creo.
—¡Qué! ¡Qué asco! —volvía a entrar al agua y a restregarse el cuerpo como maniática.
—¡Elisa! ¡Elisa! —Se levantaba más asustado y es que ella se hundía cada vez más en ese lago — Tranquilízate.
—No entiendes esto es insoportable. Quiero ser fuerte, pero no aguanto —se rascaba tan fuerte que pronto se sacaría pedazos de su piel.
—Solo respira —ya estaba ahí dentro del lago con ella, pero Elisa estaba a punto de hiperventilar. Gritaba y maldecía, se rascaba y maldecía — Tranquila, tranquila.
—No sigas diciendo eso —gritaba furiosa —. Ya quiero verte todo picado, pronto toda yo seré una enorme picada de mosquito. Es que… ¡ya basta!... me muero…¡aghh!
Decía incoherencia tras incoherencia hasta que su boca fue sellada por la de Alex. Eso nunca se lo vio venir, pero él estaba ahí besándola. De seguro en toda su vida Elisa nunca se vio más fea que esa noche, pero él la estaba besando y ella solo quiso más.
—Gran forma de callarme —susurró bromeando.
Alex sonrió también algo apenado, evitaba mirarla directamente y ahí bajo la luz de la luna aquella timidez no pudo ser más hermosa para Elisa.
Chace y Liam observaron justo el beso desde la distancia. Chace solo lanzó su ahora vacía botella y se dio media vuelta.
—Aquí nos podría llevar un cocodrilo —señaló Alex, sacando a Elisa de su momento de ensueño —. Vamos al campamento a hacer algo con tus picadas.
Salieron del lago y él volvió a cargarla. Elisa usaba toda su fuerza de voluntad para no rascarse, ni quejarse, pero sentía que se volvería loca.
Por suerte el campamento no estaba muy lejos y su equipo de guías turísticos estaban equipados con un doctor.
Él la dejó en aquella colchoneta dentro de su carpa. Elisa estaba quemando ya, solo quería hacerse un ovillo y esperar dormirse.
—Doctor, deme un palazo cochinero y déjeme noqueada —rogaba.
—Algo malo hiciste que los mosquitos buscaron venganza —bromeaba el doctor —, Te va a arder.
Comenzó a rociar alcohol en el cuerpo de Elisa como si fuera agua, su piel irritada reaccionaba ante el ardor. Elisa solo quería morder algo. Alex se apresuró a tomarla de las manos.
—Después de esto estarás bien —le decía muy cerca de su rostro. Ella solo asentía y respiraba fuerte.
El doctor salió a buscar un mosquitero y unos calmantes para que durmiera, mientras, le dejó a Alex la tarea de cubrir cada picada con una
crema especial. Ella misma tomaba la crema y se la ponía con presura en los granos de sus manos. Alex por su parte comenzó por sus piernas.
Ella intentaba concentrarse, pero el contacto de los dedos de Alex con ella la hacía estremecerse. Miles de hormigas imaginarias corrían ahí en dónde los dedos de Alex se posaban. A él le dolía ver a Elisa así, sabía que debía dolerle y tenía unas ganas inmensas de abrazarla y volverla a besar, pero se decía que estaba mal. Ella debía ser de Chace y algún día él lo entendería.
Cuando dirigió sus dedos con crema al cuello de Elisa toda la tensión aumentó. Se miraban agitados, solo una linterna de kerosene los alumbraba, cuando ya ambos se acercaban, el doctor llegaba felicitándose él mismo por ser alguien tan preparado para toda clase de urgencia.
A Elisa le dieron las pastillas y un té, además de acomodar aquel mosquitero blanco encima de ella. Alex decidió salir, muchas cosas lo atormentaban y ya no quería verla.
“Ella ama a Chace, ella es de Chace” Se repetía mientras caminaba de un lado a otro. Hasta que escuchó unas risas y sonidos que solo podían ser besos. Pensó alejarse, pero reconoció una voz, con sigilo se acercó y ahí pudo verlo. Chace se había conseguido tal vez a una voluntaria de la fundación de Maikel y en medio de la lujuria se besaban con desenfreno a los pies de una enorme roca.
No sabía por qué se sorprendía, ese siempre había sido Chace. Su comportamiento le decía que solo quería olvidar, pero también sabía que no cambiaría, se acostaría con quien quisiera, pero nunca buscaría de nuevo a Elisa. Él lo había dicho, la quería demasiado como para perderla, así que mejor la tenía como su mejor amiga.
Volvió al campamento y entró a la carpa de Elisa, ella dormía placentera, sus manos estaban llenas de puntos de crema blanca por doquier y sus piernas ya habían sido cubiertas con vendas. Él la miraba y ella era simplemente perfecta. Tosca, ruda, extraña, pero perfecta. Levantó el mosquitero y despacio se acostó a su lado, la observó por un buen rato, hasta que se acercó y besó su frente. Elisa se movió un poco y se acurrucó un poco más, entonces él besó con ternura uno de sus ojos. Ella somnolienta abrió los ojos y lo vio, no sabía si estaba soñando, pero ahí estaba cerca de ella y ahora besaba la punta de su nariz, ella sonrió y entonces él pasando su mano por su cintura la atrajo a él y besó sus labios.
Ya no le importaba si Chace la amaba, o ella amaba a Chace. Solo sabía que para él ella era su vida, él la amaba y tal vez solo eso bastaría.
—Dicen que los egoístas viven más tiempo —susurró —, así que decidí ser egoísta, al menos en esto.
Volvieron a besarse una y otra vez bajo una melancólica luz. Sin duda alguna la vida de Elisa cambiaría de ahora en adelante, pero para su extrañeza no sentía miedo. No estaba martirizándose con el mañana, pensando en las burlas de sus amigos, o diciéndose que esa no era ella. Por primera vez no pensó en que estaba cambiando.
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—Vanessa dejó a Maikel ayer —decía una joven compañera de Scarlett.
—¡No te creo! —ella emocionada brincaba —Tal vez ahora sí sea mi turno.
Vio a Maikel a lo lejos y corrió hacia él, pero en mitad de camino una tremenda iguana la hizo caer. Levantó la vista y ya una rubia atlética se llevaba a Maikel tomándolo del brazo.
“La historia de mi vida ¡qué desgracia!”
—¡Scarlette! Ya vámonos. Nos toca llevar las medicinas al hospital.
Poniéndose de pie corrió. De verdad le gustaba su nueva vida “No te preocupes Scarlett, Maikel Loubtswell será para ti”
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Solo tenían esa noche antes de volver a Chicago y ellos ya se encontraban en la ciudad. Ian se había quedado en la selva con Vanessa y es que pensaba quedarse un periodo largo allá con ella.
—¡Hi! —sorprendía a Alex tocándole la espalda. Ella contenta se daba una vuelta. Llevaba puesto un vestido corto blanco con flores estampadas. Su cabello aún estaba húmedo por el reciente baño —Ya no tengo ronchas —contenta señalaba sus manos y sus piernas. Alex sabía perfectamente a lo que ella se refería y por un momento se sintió nervioso.
—¿Y ese milagro? —exhalaba Chace detrás de ella.
—¡Elisa dejaste de ser una iguana escamosa! —gritaba Liam acercándose.
—En serio ¿Qué hiciste? —insistía Chace.
—Bueno fue un proceso corto, no la verdad, fue largooo. Me bañaron en leche, me restregaron como ropa sucia, me pasaron unas cosas con luz y otras que vibraban, hasta me pintaron ¡Miren! Estoy bronceada —todos reían —y toquen, estoy suave como un bebé. Nunca más volveré a hacerme esas horribles sesiones de belleza, de verdad, que asco, pero bueno, no voy a negar que da resultados.
—No lo veo así, sigues igual de fea —señaló Chace.
—Yo también te quiero —dijo sarcástica —. Ahora a comer.
Chace y Liam comenzaron a caminar hacia las mesas y Elisa tomando la mano de Alex los seguía, pero él la jaló hacia él. Elisa no supo cómo, pero ahora estaba con las manos de Alex alrededor de su cintura y a centímetros de su rostro. No iba a negarlo, le encantaba cuando hacía eso.
—Te ves hermosa —le dijo —, siempre has sido hermosa, pero quería recordártelo.
—¡Nah! Me veía aún más detestable con esas ronchas.
—No, te veías linda. Un tanto carrasposa, pero linda… Por cierto —suspiraba —¿Estás segura?
—Claro —afirmaba sonriendo —. Muy segura.
Riendo se besaron de forma juguetona.
—¡Please! No empiecen —decía Liam fastidiado.
—¡Ya cállate grinch del amor! —Exclamaba Elisa como solo ella sabía —Andando, que tengo hambre.
Hablaron de como dejaron a Maikel Loubstwell encerrado en una letrina, se burlaron de Elisa y sus múltiples picadas, comieron y tomaron.
—De verdad fue una desgracia. Toda mi vida creyendo que mi destino era estar acá ayudando a los niños huérfanos, combatiendo el terrorismo y resulta que África y yo no estamos hechas la una para la otra. Y los únicos animales que vi, fue un sapo que se montó en mi pie, una asquerosa y carnosa iguana que pisé —de recordarlo todo en ella se revolvía —los ojos de esos cocodrilos alumbrando en la noche, y el millar de mosquitos invisibles que me picaron. Yo acá no vuelvo.
—Y así es como unas cuantas picadas acabaron con las ganas de Elisa de ayudar al prójimo —Chace alzaba su copa.
—Pueden contar con mi dinero, pero no con mi presencia. Amo la ciudad.
Cuando se hizo más noche los ahora compañeros de rumbas, Liam y Chace, se fueron a ver las discotecas que South África tenía.
Alex y Elisa caminaron un rato por el lobby para luego subir a su habitación. ¿Qué si estaba nerviosa? El corazón de Elisa amenazaba con salir por su boca.
—¡Te amo! —le dijo él y acorralándola en una esquina del ascensor la besó.
Estaban solos, así que continuaron hasta salir. Abrieron la puerta y juguetona Elisa lo volvía a besar. Alex besó su cuello, ella entre nerviosa y emocionada alzó la vista y de pronto lo vio a él. Chace se había devuelto a buscar su billetera, él a lo lejos le alzó su dedo índice y artículo con su boca “Bien”. Ella sonrió y terminó entrando a la habitación.
Si, ver a Chace no fue el mejor incentivo para continuar, pero llegaría un momento en que dejaría de sentirse culpable.
—Sabes qué si no quieres está bien —le decía Alex tomándola de las manos.
—Estoy nerviosa, pero sí quiero —recordó la noche que besándose todo parecía ir más allá, pero ella no quería recordar su primera vez entre besos de ronchas. Ahora ya no había impedimentos —. Solo que tendrás que decirme que hacer, he visto películas, no pornos claro —Alex reía —, pero igual sabes que no estoy acostumbrada a esto.
—No tienes que ver ninguna película, todo debe ser natural.
—Bueno yo siempre veo películas así que acostúmbrate.
Bromeó y él simplemente tenía que besarla. Besaba sus labios y bajaba a su cuello, a sus delgados hombros. Subía sus manos de sus muslos a sus senos, en un recorrido lento y suave. De inmediato no hubo otro pensamiento en Elisa que querer más y más de eso. Nunca podría describir lo que sentía, eran unas ansias desesperadas por rendirse ante esos labios y esas manos que la exploraban.
Ella torpemente comenzó a quitarle su camisa. Pasaba sus manos por su pecho y su abdomen, de pronto sentía que tocaba algo prohibido y esa sensación le encantaba. Comenzó a besarlo también, bajó hasta la parte baja de su cadera depositando pequeños besos en su recorrido. No era algo que se imaginara haciendo nunca, pero como Alex le dijo, todo lo que hacía en ese momento era natural, era el resultado de sus ansías de consumar sus deseos.
Alex se sentía en la gloria, cada beso de Elisa era un punto de vida y energía que se clavaba en su corazón. Cuando ella besó su ombligo, él tomó su cara para volver a besarla, la puso frente a él y con un poco de fiereza algo que Elisa agradeció, le quitó su vestido.
—¡Eres hermosa Elisa Lubensky! —susurraba aun besándola.
Elisa la antigua Elisa habría descrito el acto sexual como la forma de pasar la calentura de dos seres cachondos, solo cómo la forma más rápida de intercambiar bacterianos e inmundos fluidos. Citándola textualmente “Tener relaciones sexuales es la mayor prueba que el ser humano no es más que un animal, movido por sus instintos inmundos, lujuriosos y sus deseos de reproducción”. Pero luego de esa noche Elisa no volvería a pensar lo mismo. Esa noche fue querida, fue amada, nada se compararía a esa noche.
—¿Estás bien? —le dijo acostado a su lado. Ambos estaban agitados y sudorosos.
—No podría estar mejor —señaló con voz ronca. Estaba ahí solo con una delgada sábana blanca cubriéndola y no se sentía extraña —¡Te amo! —Sus dedos se entrelazaban y jugaban con los de Alex —¿Me amas?
—Nací para amarte.
—Eso no es del todo cierto. Estabas comprometido con mi hermana mayor, no conmigo.
—Estaba comprometido con Mía Elisa Lubensky y esa, eres tú —alzando la mano de Elisa la tomaba para besarla.
Ella estaba exhausta así que en unos minutos se quedó dormida. Él no dejaba de mirarla, tal vez nunca se cansaría de hacerlo. La veía a su lado y para él era una frágil flor que debía cuidar. Le sorprendió saber que ella y Chace nunca habían hecho nada, pero le alegraba saber que aunque Chace fue el primero en besarla, él era el primer hombre en su vida. Esa noche decidió que nunca más pensaría si los sentimientos de Elisa para con él eran verdaderos o no. Ella ahora era de él y disfrutaría de eso.
Elisa se levantó temprano y sin querer despertar a Alex con cuidado se enrolló en la sábana y corrió al baño. Quería darse un baño, cepillarse y verse linda. Mientras se bañaba no pudo parar de recordar y reír ante todo lo que había vivido. Podía recordar cada beso y caricia de Alex. Se sentía viva, feliz, muy feliz. Se miraba en el espejo y podía verse distinta, no sabía que exactamente había cambiado pero no era la misma. Él la había hecho mujer de la forma más dulce y linda posible. Era una desconocedora del asunto, pero para ella había sido perfecto, había probado el fruto prohibido y ahora temía que ya era una adicta.
Se puso unos jeans rotos y una camisa negra. Salió del baño y ahí frente a la ventana estaba él, con sus pantalones, sin camisa. Los rayos del sol hacían brillar su cuerpo y las motas de polvo volando a su alrededor lo hacían ver celestial.
“Sé que no lo mereces, pero es tuyo. El hombre más perfecto sobre la faz de la tierra ¡es tuyo! Nunca olvidarás lo antes vivido, nunca dejarás de ser grotesca, cínica y extraña, nunca volverás a ser la Elisa de hace un año atrás, pero qué más da. Por primera vez en mi vida no tengo miedo de madurar, no tengo miedo de ser cariñosa o llorar. Tienes sentimientos y él los ha sacado. Eres Mia Elisa Lubensky, eres oscura, mala, te gusta ayudar a tus amigos, eres torpe y a veces hablas sin pensar, tienes buenos amigos y lo más importante, lo tienes a él. No hay nada más que pedir, lo tienes a él”.
Se acercó a él y pasó sus manos por su cintura besando su hombro desnudo.
—¡Hey! —dijo él sorprendido.
—Acostúmbrate que tal vez contigo sea cariñosa.
—Creo que te estás enamorando de mí —decía en son de broma.
—Ya te lo dije ¡Te amo! Es una palabra que solo te corresponde a ti, a ti y nadie más. Bueno… a ti y a Origami.
—Creo que nunca me cansaré de besarte, y saber que antes era un imposible.
—Sí, quién lo diría. Nunca habría adivinado que terminaríamos juntos. Solía pensar que moriría virgen y ya ves, tengo novio a los diecisiete años… Sabes… me da miedo estar tan prendada de ti.
—¿Por qué? —interrogaba abrazándola.
—No sé… Temo despertar algún día y saber que todo fue un sueño, temo que la burbuja explote y entonces viva la realidad.
—Solo hay una realidad y es que pase lo que pase, siempre nos tendremos el uno al otro.
Elisa no entendía por qué en las películas románticas los novios no hacían más que verse y reírse, sin palabras. Pero ahora sabía que solo una mirada bastaba para decirse todo, tal vez ahora sería experta en risitas cursis.
—¡Ya mismo nos vamos! —Gritaba Liam desde afuera —¡Muévanse tortolos!
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5 meses después
—Esto es el colmo —protestaba Liam —. Alex es el único que pudo venir a la reunión con su novia.
—Tarado yo estoy desde la fundación del grupo —replicaba Elisa —. Además de qué te quejas si no tienes novia.
—Igual, igual. Olvídense de que son novios por hoy.
—Trato hecho primo —Elisa chocaba la mano con él.
—Ya este año se va a acabar y saber que pasamos por tantas cosas —mencionaba Ian.
—Sí. Mi mamá aún está esperando sentencia. Amy fue condenada a 20 años de cárcel. Casi todos morimos a mitad de año. Ahora soy el más rico de todos ustedes —celebraba Chace.
—También el más viejo —se burlaba Alex —. Pronto te quedarás calvo y sacarás panza. Igual que todos los grandes magnates.
—Eso no lo voy a negar —Chace bromeaba tomando un poco de ponche —. Elisa se graduó, no fue a la graduación y ahora está de vaga y que ayudando a los huérfanos.
—¡Idiota! Claro que los ayudo. ¿Acaso no me quedó lindo?
Estaban ahí en aquella colina de su castillo en Colin Fart. Justo era la inauguración de su parque para los huérfanos. Podían ver el bello castillo, la rueda de la fortuna y un sinfín de juegos mecánicos. Abajo sus huérfanos no hacían más que brincar de un lado a otro, ese era su pequeño Disney World.
—Es hermoso Elisa —decía Ian —. Vanessa vendrá el 31 a celebrar el fin de año, deberíamos venir y recibirlo aquí.
—No es mala idea —señalaba Elisa —pero… por ahora tomémonos una foto. Nunca seremos más jóvenes que hoy. Aunque nosotros nunca seremos viejos.
Colocó la cámara y ahí sentados en el césped sonrieron para aquella foto que siempre los recordaría como el grupo de amigos más divertido y acontecido que haya existido.
—Propongo un brindis —Chace levantaba su refresco —. Por nosotros, por nuestra vida como Rock Stars, bailando en los bares, con nuestras botellas en manos, gritándoles al mundo que ellos están mal, porque nosotros seremos por siempre jóvenes. Aquí en el lugar donde nos encontremos juntos, seguiremos siendo los perros y tontos de la secundaria. El chico que siempre duerme —señalaba a Alex —, el que necesita clases para besar a las mujeres —señalaba a Liam —, el compañero de parrandas con acosadora incluida —Ian levantaba la mano —, el perro seductor que conquista a todas las mujeres —se señalaba a él mismo y los demás se burlaban —, y la enana, flacucha y varonil que ideaba los mejores planes para divertirnos. No importa cuántos años pasen siempre seremos nosotros.
—Aquí nunca creceremos —culminaba Elisa.
—La araña lo resumió mejor —reía Chace.
—Salud —gritó Alex a lo que todos le siguieron.
—Y díganme ¿Hoy que haremos para divertirnos? —Preguntaba Ian —Por favor Elisa no se te ocurra decir que robar una tienda.
Todos comenzaron a gritar cosas como ¡Sape! ¡No! ¡Dios nos salve!
—No sé qué tenga planeado nuestra bruja madrina —decía una de las niñas del orfanato, María, una de las más grandes. Ella junto con otros más habían corrido hacia la colina —, pero por ahora a prepararse que ya pronto es momento de la obra.
—¡Obra! —gritaron al unísono.
—Sí. La última vez la obra de Pocahontas fue todo un éxito. Ahora tenemos mejores disfraces —señalaba una de las pequeñas.
—Y… ¿Qué haremos niñas? Miren que ustedes me aterran —Ian fingía comerse las uñas.
—Representaran ¡Frozen!!!!! —gritaban todas.
—¡¿Qué?! —gritaba Elisa.
—Por si no lo saben. En Frozen hay una reina y una princesa —intervenía Liam —. Faltaría una mujer.
—No se les ocurra ponerme como el viejito de peluquín —amenazaba Ian.
—Yo quiero ser el monstruo de hielo —alzaba la mano Chace
—¡Vaya! ¡Vaya! —Elisa los miraba a todos con extrañeza —De nuevo ¿Cómo es que saben tanto de esa comiquita?
Todos comenzaron a carraspear y mirarse los unos a los otros.
—Todo está arreglado —rompía el silencio una de las niñas —. La otra vez Ian se quejó de que desperdiciamos su talento, así que hoy será la protagonista —gritaba —, serás ¡Elsa! —decía emocionada.
—¡¿Qué?! —exclamó. Chace, Liam y Alex rompieron a carcajearse.
—Liam será Olaf. Eres muy grande, pero eres cómico —Liam no tuvo más remedio que asentir.
—Elisa será Ana y es que es loca como ella.
—¡Qué bien! —Elisa fingía emoción.
—Alex será Christof —las niñas ya suspiraban de solo imaginárselo —y Chace será el príncipe.
—¡Por fin seré un príncipe! Ves Alex te quité el papel —como niño le sacaba la lengua.
A Ian tuvieron que jalarlo para que bajara la colina y es que el pobre estaba en shock, o al menos eso fingía. Pero casi entró en estado de coma cuando vio su vestido, fue una proeza metérselo, su larga crineja dorada lo hacía ver aún más feo. Pero entre risas comenzó la función.
Liam se veía grotesco con el mini traje de Olaf que le dejaba todas las piernas al descubierto. Para Elisa fue algo incómodo fingir que se enamoraba como tonta de Chace. En el momento final que ella casi agonizando le pedía que la besara sintió que él de verdad iba a hacerlo, pero entonces le susurró “Vivo con tu veneno, pero me curé” y entonces le dio un leve golpe en la cabeza a lo que todos rieron.
Elisa cayó en la conclusión de que siempre tendría vivo en ella los recuerdos de sus meses juntos, fingiendo ser los extraños y excéntricos novios. Después de todo a Chace tenía que agradecerle su nueva vida, tal vez por siempre su corazón sentiría algo extraño, tal vez lo mismo le ocurría a él. Pero también sabía que nunca había sido tan feliz, en poco tiempo Alex se había convertido en su todo, se sentía protegida a su lado. Solo había una conclusión lógica, Chace siempre sería un lindo recuerdo, su momento irreal, pero Alex era su hermosa y perfecta realidad.
Las niñas amaban a Alex, no hacían más que suspirar y vitorearlo. Para ellas su bruja madrina no había podido hacer mejor elección. Él era el príncipe con las que todos soñaban.
Durante la obra disfrutaron en hacerse comer nieve, hacerse malas caídas. Y a la final decidieron convertir a Elisa en una verdadera estatua de hielo.
Una última foto fue tomada. Elisa cubierta de nieve reía, mientras Alex, Liam, Chace y Ian solo le lanzaban más bolas de hielo encima.
Todos sabían que en sus corazones por siempre serían jóvenes, pero también supieron que no por siempre estarían juntos. En la blancura de aquella nieve vieron sus vidas pasar frente a ellos. Ahora era que tenían tiempo por vivir e historias que formar, pero ese día supieron algo, aunque nadie lo dijo en voz alta, ese día dijeron “Adiós”.
“Siempre pensé que la mayor parte de mi vida fue vacía, que se resumía a ver televisión, escuchar música y entretener a mis idiotas amigos. No llegué a entender que era estar con ellos lo que llenaba mi vida, y que eran esos momentos de hacer todo y nada lo que recordaría con anhelo. Por siempre querré volver a aquel tiempo, en donde me creía la dueña del mundo y donde todo parecía tan alcanzable. Pero la vida es una gran bola de basura, asquerosa y pegajosa que sin remedio alguno te atrae a sus idiotas costumbres. No lloraré como una tonta niña malcriada, por lo que fue o no fue. No soy una imbécil que cree en la existencia de los unicornios, o que sueña con un mundo ideal. Solo sé que en este mundo nos toca sufrir, reír y más de sufrir, pero así es la vida, es esa incertidumbre lo que la hace interesante, son los momentos malos los que te hacen apreciar y disfrutar los buenos. Por eso un día dejé de pensar en aferrarme al pasado, a mí pasado, el futuro está lleno de las peores y mejores cosas, así que solo decidí ser una flotadora en este mar de experiencias por vivir, dejándome llevar por la corriente, sabiendo que no importa con cuanta basura me tope, soy lo suficientemente grotesca para darle una patada desmoronarla y continuar por mi camino. Aunque sé que no importa cuánto tiempo pase siempre seré quien soy y ¿Quién soy? Soy Elisa Lubensky”.
Fin.
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Cuando por fin escribí Fin, suspiré. Y es que no lo podia creer, me da nostalgia y tengo muchos nervios de si les gustó o no. Espero no haberla embarrado con el final. Saben que se viene el Epílogo en dónde más o menos se dará un adelanto de la segunda parte.
Les agradeceré individualmente en una entrada luego del epílogo. Por ahora solo quiero darles a todas un GRACIAS enorme. Mil gracias por leerme, por hacerme reír con sus comentarios, por simplemente hacer mi vida más bella.
Mily mi hermana menor en los agradecimientos te diré todo, pero ahora te digo que gracias a tu desgano por el drama, escribí esta historia. Siempre fue para ti y espero que la hayas disfrutado hasta el final. Gracias por ser mi primera fans.
Besotes a todas y por favor ya sea para insultarme o lo que sea, me encantaría que me dejaran sus comentarios, diganme que les gustó y que no, please, please. Miren que siempre existe la edición, esto es un borrador y todo lo que me digan me ayudará mucho.
Gracias por acompañar a estos cinco amigos y vivir con ellos su salto a la madurez. Creo que en cierta parte el miedo de Elisa por crecer y cambiar, se debe al mismo miedo que siempre he sentido, yo crecí con ella y espero que a parte de reirse y enamorarse en algo les haya ayudado.
Nos vemos en el epílogo y en los agradecimientos, miren que estoy pendiente de cada una de ustedes.
Besos!!!!!!!!!!!!!!
P.D: Tal vez no lo crean pero estoy llorando :(
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