Capítulo 49
En el total silencio volvieron a la mansión Van der Field, no es que hubiera mucho que decir, aunque la cabeza de Chace parecía que pronto explotaría.
“¡Qué pensabas! Elisa no iba a decirte ¡Te amo! Ni iba a brincar de la felicidad por tu declaración ¡Qué tonto fuiste!”
Elisa no hablaba pero a medida que pasaron los minutos una especie de rabia comenzó a apoderarse de ella.
“No tienes razones para estar molesta con él —veía de reojo como Chace miraba por la ventana y una extraña ira la carcomía —tan solo te dijo que… ¡Agh! El imbécil no podía guardarse sus dudas. Tan solo no podía mantener la boca callada —en su mente pataleaba, en el exterior solo fruncía la boca —. Calma falsa Elisa, mira que bien pudo ser una broma, lo dijo por decirlo ¿Acaso no se lavaba la boca diciendo que Amy era la mujer de su vida? Hace unos meses Amy era todo para él, sentía que se moriría si no se la llevaba a la cama todos los días. Chace solo es un inmaduro que no sabe lo que quiere. Cree que amar es algo que se toma a la ligera y a la mínima señal de sentirse mal o culpable ya piensa que está enamorado. Él no te quiere, así que no… —por más que lo pensaba una parte de ella dudaba — no… no… ¡Basta! Él estará bien”.
El frenar del auto hizo que volviera de sus pensamientos. “Hola querida cárcel” repitió en su mente.
—No pienses tanto en lo que dije —susurró Chace detrás de ella mientras se bajaba del auto.
—Porque era una broma —continuó con sarcasmo. Aunque evitando que Victoria se diera cuenta de esa pequeña conversación.
—No —la expresión de Elisa cambió y Chace aprovechó que se quedó estática para pasarle por un lado, con ella de espaldas dijo —Es solo que no importa ¿verdad?
Chace apuró el paso y ya no hubo oportunidades para respuestas. Cada quien fue llevado a su respectiva habitación en donde sus mentes no descansarían.
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¿A dónde iría? Era la pregunta que atormentó a Amy en el preciso instante que Chace la dejó. No duró mucho tiempo en angustia pues notó que contaba con mucho dinero en efectivo. Una muy lujosa habitación en el Hilton de Chicago le servía ahora de guarida. Aunque no tenía idea de por dónde empezar. La noticia de que Chace y Elisa se casarían le cayó tan mal que sintió que le daría un infarto, pero logró tranquilizarse y pensar con la cabeza fría, sabía que algo raro pasaba, averiguaría todo y volvería a tener a Chace lamiendo sus pies.
—¿De dónde sacaste tanto dinero? —Andrew abismado preguntaba con un buen tajo de dólares en sus manos. Amy lo había llamado de sorpresa y ahora estaban ahí en aquella inmensa habitación hablando de esconder dinero.
—No lo robe, eso es lo único que importa. Créeme cuando te digo que me lo he ganado a pulso.
—Amy esto no está bien —lanzaba el dinero en el sillón —. No puedo creer que hayas vuelto a lo mismo, necesitas ayuda y lo sabes.
—¡Por el amor de Dios Andrew cállate! —Gritaba molesta — No me lo gané de la forma que tú piensas. Aunque sea difícil de creer he cambiado. Ya no me vendo tan fácil. Ahora dime ¿me ayudarás?
—Esto no suena bien, pero eres mi amiga, siempre lo has sido y claro que te ayudaré —decía con pesar.
—¡Oh Andrew! ¡Te amo! —Con algarabía se guindaba en su cuello y lo besaba en la mejilla —Sabía que no me dejarías mal. Todos pueden darme la espalda menos tú.
—Chace Van der Price se casa —decía quitándosela de encima —¿No te molesta?
—Claro que me molesta —toda aquella rabia volvía a ella.
—Pero qué más da, que sea feliz por su lado y tú lo serás por el tuyo.
—Andrew no seas tonto —escupía — Claro que no dejaré que sea feliz y se burle en mi cara. Algo haré pero esa boda no se hará.
—¿Qué podrías hacer? Si no te ama, simplemente no hay salida. Además ¿aún estás enamorada de él?
—¡Enamorada! —Aquello le parecía hasta cómico —Creí que tú me conocías mejor que nadie. No es ¡Amor! Solo… no puedo dejar que otros sean felices. No toleraré que la tonta de Elisa Lubensky se quede con mi premio mayor —por un momento se quedó callada, perdida en sus recuerdos —y por eso aquella noche lo busqué a él…
Andrew no quiso preguntar a quién “él” se refería, pero la mirada de su amiga no le gustaba nada. Podía no estar en sus andanzas pasadas, pero al parecer ahora estaba en algo peor.
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Scarlett con su patineta se cansó de recorrer las calles de Chicago, finalmente se compró un sándwich y junto con un jugo de fresa se sentó en una banca de la plaza. Tenía sus pies encima de la banca con su laptop apoyada entre sus rodillas y su abdomen. Escuchando aquella música escandalosa con sus audífonos se perdía entre líneas y líneas de códigos. Estaba encontrando miles de cosas interesantes. Se entretuvo un buen rato leyendo chismes de oficina, pero supo que no debía seguir por ese camino, estaba perdiendo su verdadero objetivo.
“Porquería de Elisa Lubensky ¿por qué no ponerle un localizador a su primo? ¡Cómo se ve lo mucho que lo quieres! —Alejando la vista de la pantalla observó a su primo en la terraza de aquel café lejano, pensaba ir a saludarlo, pero… —¡Maldita sea! ¿Ahora no piensas alejarte de esa perra rubia?... Ya va… espérate un momento… ¿acaso ella no debería estar bien lejos de aquí? Digo sí Chace y Elisa están encerrados, ella debería no sé correr para no ser atrapada por Victoria… ¿Qué te traes perra loca?”
No pudo pensar mucho más. Tenía que encontrar a Liam, pese a que esa tarea no le gustara. Ya se imaginaba a él gritándole que lo dejara en paz y a ella clavándole un buen golpe “Ja, ja. Golpearlo en realidad sería tan lindo —reía —de solo imaginarlo ya me sentí feliz”.
Guardó sus cosas y tomando de nuevo la patineta comenzó su recorrido. “Me rindo” exhaló cuando casi a las tres de la tarde Liam no aparecía por ningún lado “¿Estará en su casa? ¡Qué idiota! ¿Cómo no se te ocurrió buscarlo en su casa? Pero ya me duelen los pies, creo que hasta me salieron cayos, y las ruedas de mi patineta ya no dan para más. Lo siento, pero me voy a sentar un rato”.
Caía con todo su peso en aquel pasto verde, sacaba unos chicles y los metía a su boca. Así estuvo un rato solo respirando y maquinando en todo lo que tendría que hacer. Se encontraba en los jardines de la universidad, pensó que estando Amy en Chicago querría ver a Liam y los extensos jardines de la universidad siempre les servían de escondite. Como si alguien inmaterial le estuviera avisando, reviró para encontrarse a un Liam que con ropa casual veía su celular y caminaba apurado. Scarlett estaba entre los arbustos y debido a lo despistado que iba era imposible que la notara, ella no lo pensó mucho para meterle el pie y ver cómo sin remedio aquel gigante caía al suelo, apoyándose con sus manos. Su celular voló y cayó un poco más allá. Scarlett no paraba de reír. Liam sin caer en sí, gateó hasta tomar el celular y luego su cerebro procesó el origen de aquella risa.
—¿A quién venías a ver Pie Grande? —preguntó ya más seria. Aunque su comportamiento se podría asemejar mucho al de Vanelope en Ralph el Demoledor.
—Ese no es tu problema demonio —la miró con todo el desprecio que pudo y le daba la espalda poniéndose de pie.
—Creí que ver mal a los demás era cosa exclusiva de las chicas, pero al parecer los hombres también se están copiando eso —Liam deteniendo el paso apretaba los puños “es una chica, aunque no lo parezca es una chica, no se te olvide”.
—Solo déjame en paz. Mira, cómo te lo digo de una forma delicada. Verás, esta obsesión que desarrollaste por mí no tiene ningún fundamento y no irá a ningún lado —Scarlett de verdad no lo podía creer —. Tú y yo jamás. Digamos que no eres mi tipo, yo soy el gran Souflle de Chocolate y tú un caramelo de papelón ¿Me entiendes?
—¿Por qué con cada palabra te vuelves más gay? —Explotó a reír —Gran señorito Souffle de Chocolate —Liam ponía los ojos en blanco —tenemos que hablar.
—Claro que no —volvía a darle la espalda y seguir su camino.
—Claro que sí. Te he estado buscando toda la mañana y lo que va de tarde. No importa cuánto camines, te seguiré —en efecto caminaba pisándole los talones. Hasta que le pisó el zapato haciendo que el mismo se le saliera del pie.
—¡Ahggggg! —Gritaba ya al borde de un colapso — ¡Déjame en paz mini bestia!
—¿Qué ocurre? —ambos voltearon ante aquella voz delicada. Scarlett hizo un bufido, Liam en cambió se puso de todos los colores.
—Nada Amy —tartamudeaba —un estorbo que no puedo quitarme del camino —de nuevo miraba a Scarlett de forma asesina.
—¡Oh! Lo siento tanto por ti —Amy se abría paso para quedar de frente a Scarlett —Sé que para personas como tú, que alguien les hable ya es razón para enamorarse, pero entiende, Liam está a años luz de ti, es inalcanzable para ti. Es mejor que lo entiendas ahora, mejor temprano que tarde —sonreía de forma presumida y Scarlett se debatía entre escupirle o darle un buen golpe.
—No sabes cuánto me has abierto la mente —sarcástica hablaba —de no ser por tus palabras habría seguido embobada por Pie Grande. Oh linda Rubia ¡Gracias! Mil gracias por compartir tu sabiduría y ahorrarme un corazón roto. Ahora ¡Lárgate! —Gritó, alargando la palabra todo lo que pudo —tengo asuntos que tratar.
—¿Qué te pasa gnomo irlandés? Vete largando tú.
—Amy, no vale la pena —quería tomarla de la mano, pero simplemente no podía —¡Amy! Vámonos, en serio está demente —Scarlett notaba como Liam se esforzaba por siquiera rozar a Amy, ni siquiera la miraba a los ojos.
—Te dije que debo hablar contigo —insistió Scarlett.
—Pero hay que ver que eres necia feíta —ya con rabia Amy la tomaba del brazo empujándola. Scarlett se quedó con la boca abierta “tranquila, tranquila, ya llegará el día que le des su merecido”.
—¡Suéltame! —Articulaba con sus dientes unidos —una de nosotras se irá con el inútil ese y seré ¡yo!!!! —De inmediato recuperó su brazo —¡Policía!!!!!!!! —Comenzó a gritar como loca —¡Policía! —Amy no la entendía. Liam quiso correr, pero Scarlett se guindó en él —¡Policía! —Ya se estaba quedando sin aire —¡Esa rubia es una asesina! ¡Es la del programa de los más buscados! ¡La prostituta mata ancianos! ¡Agárrenla!
Era tanto el alboroto que en efecto unos policías comenzaron a correr hacia allá. Amy sabía que los policías no la detendrían, pero se supone que estaba en Chicago escondida, no podía darle su nombre a aquellos policías, así que no tuvo remedio que correr y perderse entre el campus de la universidad.
—¡Corran! ¡Corran tras ella! —Gritó cuando por fin los hombres llegaron y ella no soltaba a Liam —yo la vi en el programa de ayer, creo que se llama Stephanie Holly —¡Muévanse hombres!
Los policías ni siquiera se detuvieron a escuchar a Scarlett que aquella chica echara a correr ya era sospechoso, así que no dudaron en seguirla.
—Eres una maldita —Liam se la quitaba de encima. Sabía que si seguía a Amy solo la metería en más problemas —¿Qué pasa contigo? ¿Qué hice para merecer tal castigo?
—No puedo creer que te hayas acostado con ella —dijo antes de que Liam de nuevo comenzara a irse, aquello lo detuvo de inmediato —. Es la novia de uno de tus mejores amigos ¿Qué acaso ya no existe la regla entre los hombres de no meterse con la novia del amigo?
—¡Cállate! Ya estás loca. Además ¿Cómo sabes lo de Amy y…? —aunque quería mostrar seguridad el temblor de sus manos lo delataba.
—Eso no importa, pero lo que digo es cierto. Te acostaste con ella, te revolcaste con la novia de tu amigo, tuvieron sexo, metiste tu serpiente en su hoyo, usurpaste el trono de tu amigo, sudaste….
—¡Ya basta! —Gritó —Si, lo hice. Solo mantén tu bocota cerrada —Scarlett sonrío con satisfacción.
—Siempre estuviste loco por la rubia, dime ¿cumplió tus expectativas?
—¡Por Dios! No responderé eso —como con asco se alejaba.
—Creo que el hecho de que se haya acostado contigo, cuando se supone que está enamorada de tu sabes quien, no demuestra muchas cosas buenas de ella.
—Es mejor persona que tú, eso te lo aseguro.
—No lo creo —reía burlona —obviamente es linda y yo no, pero mejor persona jamás. Ahora no vine a hablar de la perra rubia, sino de otras cosas.
—No me interesa hablar contigo.
—Lo harás, o quieres que todos sepan que la rubia está en Chicago y que de paso te acostaste con ella. Grabé toda nuestra reciente conversación, así que será lindo que todos lo escuchen de tu propia boca. Sabes que soy experta en destruirte ¿quieres que ahora sí te deshereden? ¿Quieres quedarte sin amigos?
—¿Qué clase de demonio eres?
—El más feo de todos. Ahora acompáñame Souffle de Chocolate. Y no pongas esa cara, respira solo quiero que hablemos, no pienso violarte.
Su risa sarcástica retumbaba en los oídos de Liam, la odiaba, claro que la odiaba.
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—¿Dónde estoy? —Alex aturdido se levantaba restregándose los ojos.
—Ah hola —Ian se estiraba para aparecer en el campo de visión de Alex.
—¿Qué me hiciste? ¿Dónde estamos? —ya más consciente se levantaba.
—Tranquilo, es solo que debemos hablar. No digas nada hasta el final.
No sabía muy bien por dónde empezar y extrañamente durante todo ese tiempo ahí encerrado no pensó en el discurso que le daría a Alex. Decidió empezar por el principio, la conversación con Elisa, su promesa de proteger a Alex y cruzó los dedos para que su amigo entendiera.
—¡Esperas que me quede como un cobarde escondido, mientras Elisa corre peligro! —gritó. “Ya sabía yo que esa sería tu reacción”.
—Mira Alex si sales y te atrapan solo meterás más en problemas a Elisa. Lo único que salvó a Elisa en la cueva fue pensar un comino en lo que te pasara —se arrepintió de decir eso, pero ya estaba hecho —. Ya las cosas están difíciles sin tenerte a ti como amenaza, así que…
—Cómo tú dices poco le importo a Elisa, así que poco le importará que la amenacen conmigo, no hay razón para esconderme —masculló.
—No te pongas bobo amigo, mira que si te puso un localizador, me pidió que te escondiera y de paso adiestró a una chica para que lo hiciera también, es porque te quiere, claro que te quiere, así como entre todos nos queremos. Si quieres a Elisa como dices que lo haces seguirás su voluntad, así de simple.
—Me iré de aquí porque es hora de que alguien acabe con este circo —empujó a Ian y comenzó a jalar la puerta.
—Está cerrada y desde afuera, no puedes salir de aquí.
—Saldré —estaba furioso y no quería ser dócil, al menos no ese día.
—Ya cálmate o volveré a dormirte. Entiende por un demonio que debemos esperar al sábado, entonces todo acabará, Elisa elegirá a Chace y tú quedarás destrozado, entonces al menos volverás a dormir y a ser normal.
—¿Ese es el futuro que ves de mi vida? —no supo porque aquello en vez de molestarlo, solo lo hizo sonreír.
—¿Acaso no lo sabes tú?
—Es patético ¿no? —se lanzó en un sillón sonriendo. Ian aliviado hizo lo mismo.
—¿De no haber revelado tus sentimientos habrías actuado así?
—Tal vez sí, entonces se habrían dado cuenta de todo. Tarde o temprano lo que uno siente simplemente sale, explota como un volcán. No sé qué pensaba cuando le dije que la amaba, solo sé que ya no soportaba verla con Chace. Ya de por sí me había molestado que ella fuera amiga de ese grupo de nerds con los que siempre estaba explotando cosas.
—¡Ah sí! Se me había olvidado eso —Ian recordó que a él también le cayó mal ese asunto.
—Me daba de todo que pasara tiempo con James y su grupo. Por eso comencé a dormir más, tan solo quería sacármela de la cabeza, todos ustedes reían, bromeaban, pero yo solo siempre pensaba en que no debía verla de la forma como lo hacía. Aquellos meses que se alejó de nosotros, no fue que no pensara en ella, es solo que creí que no verla me quitaría aquellos raros e incompresibles sentimientos, tal vez solo había tenido un sueño raro con ella y ahora estaba bajo los efectos de aquel sueño, pero nada cambió.
—Yo sé lo que es querer no querer a alguien ¡Uff! Eso sonó a trabalenguas —ambos rieron.
—¿Sabes que estuve ahí el día que Elisa y Chace se besaron por primera vez?
—No te creo —exhaló.
—Sí. Te digo que estaba trastornado, sabía que todo era una mentira, pero también sabía que en algún momento se besarían y aquello no sabes cómo me mataba. Ese día los seguí, estuve afuera esperando que salieran, los perseguí mientras caminaban. No era el único, me topé con varios paparazzis, y entonces vi cuando él la besó. Tú debes saber lo que se siente, debe asemejarse a saber que Maikel Loubtswell pronto será el esposo de Vanessa.
—Amigo no me acuerdes de eso.
—Ves, tú me entiendes. Lo peor no fue ver que se besaran, sino ver aquella risa traviesa en Elisa, fue notar como lo miraba, la relación estrecha que nació en los dos. Sabía que debía morir callado, pero la presión en mi pecho ya era demasiada, sentía la necesidad de subir a una montaña y gritar todo. Aquel día solo exploté, dije lo que siempre quise decir, me faltó tener un cartel de “lo que te digo es sin ninguna esperanza, ni nada parecido”. Sé cuál es el final de todo esto. Es responsabilidad de Chace cuidarla, pero… ¿Acaso no merezco aunque sea asegurarme de que esté bien? Juro que luego simplemente me olvidaré del tema —Ian lo observaba como diciéndole “sabes que no lo olvidarás” —, pero por ahora debo hacer algo.
—Elisa no está mocha y ya está moviendo sus piezas, solo dejemos que haga lo suyo y no la estorbemos.
—Exacto, ahora mismo soy un estorbo y no sabes cuánto odio tener éste maldito corazón —frustrado se levantaba.
—Amigo, no es tu culpa estar enfermo.
—No es mi culpa, pero lo estoy y por siempre seré Alex el maldito delicado, antes querían protegerme por ser el menor, ahora siempre veré sus miradas de lastima y lo peor es que no soporto que ella me vea así. Claro que ama a Chace, él es todo lo patán y aventurero que puede ser, y yo no. No quiero seguir así, odio estar así.
“¿Por qué demonios estoy yo aquí? Di algo Ian, tú puedes, solo di algo” A su cabeza ninguna palabra sensata llegaba ¿qué podía decirle? “He Alex pues cámbiate ese corazón” Claro que no, para su suerte la puerta comenzó a chillar, era obvio que alguien la estaba abriendo.
—¡Que pases inútil! —se oyó y un Liam entraba cayendo al suelo debido al empujón que le habían dado. Alex se asustó, hasta que vio a la pelirroja entrar detrás y cerrar la puerta tras ella.
—¿También tienes a mis amigos aquí? —preguntaba Liam, quien pensaba que de verdad aquella chica era una psicópata, no le había querido decir nada y en cambio él la había seguido hasta ese lugar abandonado, por un momento se vio en las noticias con un gran cartel de desaparecido.
—Tienes que dejarnos salir. El plan de Elisa es una tontería —Alex se acercaba a ella, su cabello estaba despeinado y sus ojos estaban rojos, por alguna razón Scarlett sintió que veía a un ángel, tan triste e inocente, un suspiro se coló en sus pensamientos.
—¿Elisa? ¿Esto lo planeó Elisa? —Liam miraba todo ese horrible lugar espantado.
—Sí, y lo siento de verdad —haciendo a un lado a Liam se ponía frente a Alex—, pero es lo mejor.
—Entiende, no puedo estar aquí mientras ella está pasando por quien sabe qué cosas —con cara sufrida tomaba las manos de Scarlett, ella se perdió en su mirada “Aw es tan lindo” —¿Me ayudarás?
—No voy a dejarte ir.
—Lo sabía —la expresión de su rostro cambió de inmediato, jaló las manos de Scarlett y en un segundo ella rebotaba contra el suelo, le arrancó las llaves y caminó hasta la salida.
—¡Maldito desgraciado! —Scarlett hecha una furia se guindó en sus piernas haciéndolo caer. Liam se apresuró a agarrarla para alejarla de Alex.
—¡Corre Alex! Yo la detengo ¡es una loca! —gritaba Liam y Scarlett solo quería matarlo. No dejaba de aferrarse a las piernas de Alex, Liam no dejaba de jalarla por el abdomen e Ian entró para jalonear a Liam.
Comenzó una pequeña guerra. Ian gritaba “Liam déjala” Liam exclamaba “Alex muevéte corre” y Scarlett vociferaba “inútil él no se puede ir”.
Ian logró detener a Liam metiéndole un golpe. Alex luchaba para deshacerse de Scarlett intentando no hacerle daño, ella finalmente comenzó a llorar quejándose que le dolía la mano, gritaba desesperada del dolor, a lo que Alex se condolió y preocupado se agachó a ver que le había hecho, momento justo para que Scarlett levantara su cabeza y le diera un cabezazo que lo dejó inconsciente y a ella con un enorme chichón. Liam estaba horrorizado.
—¡Esa no era la manera! —exclamó Ian.
—Pues casi mi cabeza se parte en dos. ¿Por qué no podías simplemente inyectarlo para que se durmiera? —furiosa se frotaba la cabeza.
—¡Oh vaya! Se me olvidó —decía con cara culpable.
—¿Tú estás de parte de ésta loca? —Liam no podía creerlo.
—Claro que sí y más te vale que no armes líos, porque te amarro —Liam de verdad sentía miedo —¿no deberíamos amarrarlo a él? —señalaba a Alex que permanecía en el suelo, con gran parte de su cabello cubriendo un poco de su frente.
—Ni lo pienses —advirtió Ian.
—Ok, Ok. Aunque se vería lindo el condenado con unas buenas esposas en sus manos, atado a aquella cama, sin camisa y con un antifaz ¡uy! Ya me calenté.
Ian reía y a Liam todo le parecía asqueroso.
Fue tarea de Ian convencer a Liam de que colaborara con la causa. Scarlett decidió que no era bueno para su seguridad quedarse con ellos, más si Alex despertaba, así que tomó sus cosas y volvió a su casa. Muchas cosas interesantes encontraría Scarlett en la red Van der Price. En algún momento de la madrugada tuvo miedo de no haberse quedado con los chicos vigilando que no se escaparan, pero luego se tranquilizó diciendose que no eran ningunos niños ¿o tal vez sí?
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Elisa pasaría esa noche en una cama, al menos la bruja se había compadecido. Claro que no estaba en su cuerpo dormir, detestaba estar ahí con las manos cruzadas, no había nada que pudiera hacer, una cámara la vigilaba y pensaba que sí todo salía mal, así viviría por mucho tiempo “Claro que no Elisa, antes te matas que seguir las ordenes de esa idiota por más tiempo”.
Claro que las palabras de Chace en el jardín la tenían pensativa. Una canción particular venía a su cabeza, una que hace un tiempo la hizo pensar en un “quizás”, pero todo con Chace era demasiado cerebral. No podía dejar de pensar y no podía creer que él la amara. Ella era la chica masculina que nadie tomaba en serio y ahora resultaba que el gran Chace Van der Price la amaba, eso no podía ser cierto.
Victoria tuvo otro gesto amable con ella y la dejó ver televisión. No quería pensar y decidió mirar una película que poco le llamaba la atención, pero tal vez le diera respuestas y en efecto una frase le llegó al corazón. Pero ahora todo volvía a ser confuso.
“amo mi antigua vida. Solo quiero ser una nadie, un corazón solitario en un mundo de enamorados. Quiero amarme a mí misma y más nada. Oh Elisa Lubensky, quien te mando a ser tan irresistible” El solo pensarlo le daba naúseas, ella no era una chica de novios, eso nunca fue parte de su vida “pero… no eres un bicho raro, todos aman y son amados en algún momento ¿por qué tú serías la excepción? Lo único cierto, es que quiero ser invisible” Se hundió en su almohada esperando poder dormir, pero no lo consiguió.
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—¡Maldita Loca! —refunfuñaba Victoria cuando a las seis de la mañana le avisaban que Vanessa Smith la buscaba.
Sabía que no podría deshacerse de ella, así que subió a la habitación de Elisa, quien permanecía en pijamas acostada en la cama, jugando con su cabello.
—Buenos días mamá —decía Feliz, dejando sus cabellos a un lado.
—No tengo tiempo para esto. Vanessa Smith está allá abajo, para cumplir con su papel de Dama de Honor.
—¡Vaya! ¿Dejarás que me vea? Sabes que no tengo ganas de hablar cosas de la boda — fingiendo que poco le importaba volvía a jugar con su cabello.
—Tendrás que hablar y cuidado con decir algo fuera de lugar. Estás loca por casarte, despídela rápido, ya sabes que no debes hacerme enojar, o…
—Ya basta Victoria. ¿No te cansas de tu papel de bruja malvada? Soy inteligente, no tienes que recalcarme a cada rato tu bendita amenaza, no la agotes, porque bien sabes que tiendo a pensar más en mí que en los demás.
—Eres insoportable niña. Ya sabes, cuidado con lo que dices.
Lanzó la puerta tras ella. Victoria pensaba que un día de estos le daría un infarto, una semana más de lidiar con Elisa y cavaría su tumba. La charla con Vanessa no fue para nada amistosa, aunque Vanessa gozando de su estado mental siempre sonreía y hacia como que desconocía las miradas intolerables de Victoria.
—¡Elisa! —con sus grandes tacones corría hacia ella —Dime que no estas embarazada, porque eres muy joven y…
—La verdad es que sí lo estoy —reía —. Tengo dos meses de embarazo, pronto se notará y pues debo casarme.
—¿Bromeas verdad?
—Para nada, incluso no he tenido tiempo para avisarle a nadie, así que podrías publicarlo. Creo que ya todos lo suponen, pero serás como mi portavoz, quiero gritar a los cuatro vientos que espero un bebé —solo lo hacía para molestar a Victoria.
—Entonces felicidades —volvía a abrazarla —. Tú siempre has amado a los niños, serás una madre como ninguna. Ay amiga, debemos hablar de todo, sabes que recibí el vestido rojo pequeño del que te hablé —le hacía señas de que le hablaba de otra cosa. Elisa lo entendió al instante, era obvio que Scarlett había hablado con ella, sino no estaría ahí —es el que usaré para tu boda.
—Ese vestido te quedaba perfecto. Confía plenamente en mí en que ese vestido te luce increíble.
—Sí, eso me imaginé. Tú querías el vestido de Kenso, pero ese no está listo ¿por qué te quedaste con otro?
—Bueno por el embarazo me obligaron a conformarme —Vanessa hacía gestos de que entendía —. Todo esto me tiene loca, a veces creo que tengo una hermana gemela que toma decisiones por mí, y es que hago tantas cosas que luego no me acuerdo —aquella parte fue incompresible para Vanessa, pero algo le decía que era importante —, pero tal vez luego del embarazo vuelva a tener una boda y ahí sí usaré el vestido que siempre he querido.
—Es una excelente opción, podrías hacer una boda de cuatro días, así como querías.
—Exacto. Ahora hablemos de esa futura boda, porque ésta la está organizando mi suegra, y bueno es obstinante, pero todo por casarme rápido.
—Hablemos de la luna de miel —gritaba emocionada.
—¡Yeah!!!! —Elisa la imitaba —aunque antes quiero que como mi Dama de Honor organices mi despedida de soltera. Tengo que hacer una buena, mega fiesta. ¿Me ayudas?
La conversación de ambas no se extendió mucho. Vanessa se fue dándole un abrazo y diciéndole al oído “todo saldrá bien”. Elisa quería confiar en que si Scarlett convenció a Vanessa entonces de seguro ya tendría a Alex a salvo.
La noticia de que Elisa estaba embarazada se corrió como pólvora. Miles de llamadas de felicitaciones llegaron a la oficina de Victoria. Los padres de Elisa también recibieron las noticias allá en aquella parte recóndita en el polo sur donde se encontraban. Se alegraron y preocuparon, pero una placa tectónica se estaba moviendo y bueno el embarazo de su hija duraría nueve meses ya tendrían tiempo para verla. Fue Scarlett la que se encargó de difundir las dos noticias, la del embarazo y la de la mega despedida de soltera que haría Elisa Lubensky. Toda la crema y nata de Chicago esperaba ser invitada a la despedida de soltera, aquella fiesta era un hecho, uno que Victoria no podía tolerar.
—Eres una idiota —gritó Victoria a la noche cuando volvió a casa.
—Ya lo sabía, pero ¿por qué recibo tal acusación hoy?
—Con que estás embarazada.
—Dijiste que poco te importaba lo que pensaran, pues bien.
—Y vas a tener una despedida de soltera.
—Victoria voy a casarme a la fuerza, al menos quiero una noche para emborracharme ¿es mucho pedir?
—¡Maldita zorra! —De una buena cachetada lanzó a Elisa al suelo, haciéndola sangrar por la nariz —te dije que no hicieras nada estúpido, pues bien —encendió el televisor y la imagen de un chico de rizos dorados, amarrado en una silla apareció. Sus rizos caían sobre su cara que no podía mantenerse erguida, y sangre se desparramaba por su cara. Elisa exhaló un grito ahogado y no quiso ver más “No puede ser es Alex, tiene a Alex” sentía que algo le daría, solo podía agarrarse el corazón, y la televisión se apagó —. Creíste que podías esconderlo de mí, pues mira lo que hiciste hoy —lanzó sobre ella una caja. Elisa temblorosa la tomaba, se llevó las manos a la boca y la caja cayó de sus manos. Vomitó a un lado de la cama, lloraba totalmente consternada.
—¡No! ¡No! —no podía hablar, solo llorar, se acurrucó en una esquina temblando y sollozando.
—No quería hacerlo, pero tú lo lograste —Elisa se tapaba los oídos para no escuchar, pero se alejó las manos de ahí al instante al recordar lo que había visto —. Irás a esa fiesta y te portarás bien o terminarás recibiendo no una oreja, sino su corazón.
Lanzó sobre ella aquella pulsera que Elisa le había regalado a Alex hace tiempo y los temores de Elisa se confirmaron, era él, claro que era él.
—¡Te mataré!
Cómo desquiciada se lanzó sobre Victoria, aferró sus manos en las orejas de ella, queriendo arrancárselas, los vigilantes comenzaron a golpearla, pero ella solo quería matarla, con su boca incluso le arrancó un buen tajo de cabello antes de quedar inconsciente por un golpe en su cabeza.
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Bueno pensaba dejarlo más largo, pero creo que ya está demasiado largo por hoy. No quiero aburrirlas tampoco jaja. Creo que a Envenenado de Ti le quedan como unos cinco capítulos por mucho, capis igual o hasta más largos, así que bueno, ya pronto nos despediremos. Mil gracias por sus lecturas y apoyo. Me encantaría saber que les pareció el capi. besotes lindas :)
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