Capítulo 46
Éste es el padre de los capis largos. De verdad lo siento, pero ya voy por 60 partes en wattpad y no aceptan hasta más de 100, así que mejor coloco los capis completos o luego no tendré donde subirlos. Al final encontraran un aviso, así que procuren llegar hasta el final y no dormirse en el proceso jaja.
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—¿Por qué no me acuerdo de éste lugar? —exclama Ian bajándose del avión, los primeros rayos del sol les daban la bienvenida.
—Porque vinimos aquí hace mucho, antes de que se nos cayeran los dientes —Bosteza Alex, estirándose.
—Yo no me acuerdo —Liam restregándose los ojos hablaba.
—Porque tienes una mente de toche. Ésta fue la playa a la que vinimos juntos en familia ¿se acuerdan? —Elisa emocionada los veía, pero todos con excepción de Alex le hacían señas de que ni idea —Ahg, me imaginaba que no se acordarían. Nuestros padres un día quisieron ser buenos padres, y nos trajeron acá.
—¡Oh sí! Mi papá estaba vivo en ese entonces —Chace ya reconociendo todo se acordaba del día en que se bajó de aquel avión y veía a su padre con las maletas —fue divertido ver a nuestros padres maniobrar sin sirvientes.
—Oh claro ¿cómo pude olvidarlo? Mi mamá intentó asar pescado y fue lo más horroroso que comí en mi vida —Liam reía.
—Mi mamá no intentó hacer nada —decía Chace —mi padre era el emocionado que buscaba la leña e intentaba cocinar. Él era un buen hombre —expresaba ya con nostalgia.
—Sí, era un buen hombre —Elisa queriendo ser un poco cariñosa le tocaba levemente el hombro.
—¿Tú que vas a saber? Eras en extremo pequeña cuando el padre de Chace murió.
—Oh querido primo tú siempre tan imprudente, era extremadamente pequeña cuando vinimos acá y yo me acuerdo perfectamente y ustedes no.
—Ya, ya no te molestes anguila —Liam pasaba su mano alrededor del cuello de Elisa y con rudeza despeinaba los cabellos de ella —ahora dime ¿por qué vinimos acá?
—Porque ésta fue la única playa a la que vine con ustedes, fue nuestro primer viaje como amigos y pensé que sería bueno que el último viaje fuera en el mismo lugar.
—Perfecto, solo promete que nos embriagaremos. Porque me urge.
Ian no había dicho palabra durante el viaje. Las expectativas de Elisa era todos bromeando y burlándose de sus miles de aventura mientras iban en el avión, por el contrario todos optaron por ponerse sus audífonos y dormirse. Intentó buscarle práctica a Chace, pero él sin remedio se durmió pronto debido al cansancio, no le quedó otra que ver una película.
Ahora que se instalaban en aquella casa que había comprado, pensaba que usaría todos los medios posibles para poder alejar toda esa melancolía. Después de todo aquel viaje solo duraría hasta el domingo en la tarde, cuando volverían a Chicago.
—Bien ¡arriba! —Elisa brincaba —mucha diversión nos espera.
—Yo quiero mucho licor —Ian con poca delicadeza apartaba a Elisa de la puerta.
—Yo quiero la forma de eliminar el internet de la faz de la tierra —Liam con amargura lanzaba su celular a un lado.
—Creo que este en un excelente lugar para dormir —mencionó Alex.
—Veo que todos están animados —gritó Elisa sarcástica.
Pese a todos los malos ánimos fueron a una playa un tanto solitaria, a la misma cercana a un lago donde alguna vez habían acampado. Aunque unas chicas de buen ver se encontraban cerca y no hacían más que pasearse frente a ellos. Elisa estaba que explotaba, debido a que nadie quería hacer nada divertido sola se puso a recorrer la playa y con ella traía una colección de conchas. Tan solo al volver las chicas se daban su quinto paseo enfrente de los chicos, solían hacer lo mismo cada vez que pasaban, algo las detenía ahí, se agachaban, se estiraban sacando más sus senos, si es que eso era posible, batuqueaban sus cabellos, hablaban un buen rato porque no había mejor lugar en la playa que ese y finalmente continuaban, tal vez esperando que uno de los chicos fuera a perseguirlas pero eso nunca pasó. Alex tenía sus lentes negros y placenteramente debajo de aquel toldo dormía. Ian solo tomaba y hablaba con Liam y Chace creía que pronto se suicidaría de todo el temor que tenía al futuro.
Elisa supo darle un mejor uso a las conchas, cuando aquellas chicas pasaron por su lado, siguió los pasos que habían dejado y prosiguió a lanzar su colección de conchas puntiagudas en uno y otro lado, disimuladamente con el pie las cubría de arena y así contenta volvió a su silla de playa.
—¿Qué hiciste que estás tan contenta? —preguntaba Chace.
—Nada. En algo debo divertirme porque ustedes parecen viejos, ahí todos chochos, rascándose la cabeza, comiéndose las uñas ¡Durmiendo! —Gritaba más fuerte eso — De verdad me esmeré en éste viaje y ustedes no tienen ganas de hacer nada.
—Elisa tiene razón estamos rumiando nuestras desgracias —Chace más motivado se levantaba —hoy te enseñaremos a nadar Araña.
—¡Nadar! —aquello no le agradaba.
—Sí, te enseñaremos entre todos y hoy nuestro miembro más pequeño Nadará —Chace tomaba la delantera y la jalaba de la mano.
—Ver a Elisa intentar nadar será de lujo. Así que andando —Ian la empujaba.
—Pero ésta playa tiene olas muy fuertes —Elisa asustada aferraba sus pies al suelo.
—Mejor aún prima, está comprobado que uno aprende a nadar cuando se encuentra en peligro de muerte. ¡Alex! ¡Alex! —lo pateaba para despertarlo. Él bostezando se incorporaba, preguntando con sus gestos que pasaba —vamos a enseñarle a Elisa a nadar, y tú eres el rey de la natación.
—Aquí es muy peligroso, hay muchas olas —se levantaba restregándose los ojos.
—No digas eso animal —Liam lo reprendía —. Además somos bastantes, no dejaremos que Elisa se la trague una ola.
—Nadaremos, nadaremos —cantaba Ian a la vez que sin permiso cargaba a Elisa.
—¡No! —Gritaba no porque la fueran a lanzar al mar sino porque se dirigían a las conchas —rodeen ésta zona. Por allá —señalaba una parte más alejada de la playa —es que veo menos olas allá.
Nadie le comprendió pero decidieron hacerle caso. El agua estaba más que helada y Elisa al ser lanzada sin más casi se quedó sin respirar. Un ola y otra ola chocaba contra su cara, ella solo con la boca abierta tragaba toda aquella agua salada. Hasta que Ian la cargó elevándola por sobre su cabeza.
—Cierra la boca desperdicio —le gritaba y las olas chocaban contra ellos —verás yo te jalaré, tu solo aspira hondo, cierra los ojos y no abras la boca hasta que te diga. Iremos por debajo de las olas.
Iba a protestar quería salir de ese infierno helado, pero sin poder decir una palabra ya Ian la jalaba por debajo del agua. Creyó que moriría solo sentía y oía las olas arriba, como los jalaban y luego de unos segundos que le parecieron eternos tranquilidad. Ian se levantó y ella no podía pegar los pies al suelo, comenzó a desesperarse y como loca se aferró al abdomen de Ian, con sus manos subía a él como si escalara. Hasta que pudo sacar su cara del agua y con fuerza se aferraba al cuello de Ian y con sus piernas se enlazaba a su abdomen.
—¡Elisa! Nos vas a ahogar a ambos —se quejaba.
—No te atrevas a soltarme. Me voy a morir —decía asustada —Más allá todo estaba más tranquilo.
—La idea de enseñarte a nadar fue de Chace, así que tómala —de un solo tirón la lanzó hacia Chace, aunque antes se hundió como roca. Elisa buscaba aire desesperada cuando en efecto Chace la sacó a la superficie.
—Los mataré. Ya quiero salir de aquí —Elisa pensaba seriamente recurrir al llanto para ver si se compadecían.
—Elisa no seas delicada—decía Liam y se hundía y salía del mar cual pez.
—Vamos a empezar con tus lecciones araña. Nadar es fácil y todos los animales lo hacen, un arácnido como tú también lo logrará —Chace bromeaba —ahora, la técnica de nadar es garra, patada, garra, patada —todos comenzaron a carcajearse excepto Elisa.
—Gracias Sip —exclamaba molesta.
—Ya basta. Yo te enseñaré, aunque aquí es difícil, pero eres Elisa, no hay nada difícil para ti ¿verdad? —Alex la tomaba de las dos manos y ella segura asentía “claro que no hay nada que no puedas hacer” se decía en su mente —entonces empecemos. Pase lo que pase siempre debes recordar que no te dejaré ahogar, ok.
Claro que podía confiar en Alex, los demás eran los que la asustaban. Pero con decisión hizo todo lo que le pidieron, pese a que las olas los llevaban de vez en vez de un lado a otro. Le pidieron que nadara un trecho pequeño y aunque con nervios lo logró, estaba feliz, ya no se hundía, y de pronto logró ver a lo lejos en la orilla como una de las chicas estaba llorando tocándose el pie. Supo que había logrado su cometido y comenzó a reír, incluso flotando se dejó llevar un poco más allá para ver mejor, no escuchó los gritos que los otros exhalaban, para cuando reviró una ola inmensa se venía sobre ella. De inmediato cualquier clase de natación se borró de su mente y solo gritó mientras la gran masa de agua cayó sobre ella y la hizo rodar y rodar. Fue arrastrada a la zona de olas y apenas sacaba la cabeza una nueva ola la hundía. Ya estaba dispuesta a despedirse de éste mundo “morir tan gafamente” hasta que alguien tomó su mano y la jaló unos buenos metros. Cuando se dio cuenta ya estaba en la orilla, con arena pegada a su cuerpo.
—¿Estás bien? —Alex preocupado preguntaba con su cara encima de la de ella.
—Sí, eso creo —susurraba. Por un segundo se olvidó de todo lo que pasó y solo podía verlo con el sol encima de su cabeza, él en verdad era un ángel.
—Araña ¿qué te pasó? —Chace ya llegaba con el resto.
—Esa ola me arrastró y no sé me olvidé de todo. Solo rodaba. Ya no vuelvo a esa playa nunca más.
—Por un momento creí que no te volvería a ver. Prima nuestra vida juntos pasó frente a mis ojos y ¡Cómo he desperdiciado mi vida! En cada momento estás tú, es tan asqueroso.
Elisa solo le dio un manotazo en la cabeza y volvieron a sus sillas. No sin antes Ian y Chace cortarse con una de las conchas en la arena. Elisa se hizo la loca y hasta se quejó de que esa Playa fuera tan peligrosa.
El resto del día comieron, bebieron, jugaron voleibol, los chicos esquiaron en el agua y Elisa se arriesgó a hacer paracaidismos acuático, y tomaron más. Una competencia de tequilas dejó a Elisa totalmente borracha. Todos concordaron en que Elisa borracha era más insoportable. Cuando llegaron a la casa ella cayó rendida y todos dieron gracias por ello.
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Ya se había dado una ducha y reluciente bajaba a irse de farra con sus amigos. Ella estaba ahí durmiendo en uno de los sillones. Se acercó y podía verla respirar de forma tan serena, un mechón de cabello cubría su cara y con delicadeza lo alejó de ahí. Como movido por una fuerza extraña se arrodilló al lado de ella, quería ver más detenidamente aquel rostro, quería recordarla en todas sus formas, en la traviesa e insoportable que era de día, y en la angelical que lucía cuando dormía. Con delicadeza pasó sus dedos acariciando Aquila mejilla blanca y suave. Miles de pensamientos vinieron a su mente, una serie de recuerdos y un sentimiento que amenazaba con brotar por sus ojos. Respiró hondo y poniéndose de pie buscó una manta. Con cuidado de no despertarla la cubrió.
—Me harás mucha falta araña.
Susurró bajo, estaba de nuevo hincado al lado de ella. Pensaba levantarse e irse, pero algo dentro de su corazón lo llevaba a aquellos labios rosas. Movió sus labios diciendo unas palabras justo antes de besarla. Tiernamente la besó, lo más delicado posible para no despertarla. Elisa en efecto solo se movió un poco, acurrucándose más, y una lágrima se desplazó por la mejilla de Chace.
—¿Por qué te irás? —Alex salía de detrás de una columna en donde lo había estado observando. Chace sorprendido y apenado se levanto de inmediato y comenzó a dirigirse a la salida —¿Por qué te irás? —insistió siguiéndolo. Chace lo ignoraba —es obvio que la…
—Lo único obvio —se apresuró a decir callando a Alex —es que el lunes debo irme. Ahora vamos a divertirnos hermano. ¡Liam! ¡Ian! ¡Muévanse! —le daba unas palmadas a Alex y sonriendo salía. Alex no iba a seguir insistiendo, tal vez con el licor, todos terminarían diciéndose la verdad.
El Bar Sun Night estaba a rebozar, pasaron ahí un buen rato, pero ninguno tenía ánimos de lidiar con chicas, al menos no con esas chicas. Los corazones de los rompe corazones ya estaban ocupados.
—Estamos viejos men —Liam con todo su peso se sentaba en la arena de aquella playa —en que mundo saldríamos corriendo de un lugar lleno de bellezas como esas —embuchaba una buena cantidad de cerveza.
—Debemos estarlo, porque ¡miren! Nuestra mayor diversión fue hacer una fogata —Ian no paraba de reír, más por la cantidad de alcohol en su cuerpo. La luz de aquella llama resplandecía en el rostro de todos —ésta fogata va por ti mi amigo —levantaba su botella y todos brindaron —Chace creo que todos estamos de acuerdo en que fuiste el capitán de éste extraño y muy buen parecido grupo. En más no fuiste, eres nuestro capitán, el perro más perro que todos seguimos. Hurra por Christopher Van der Field.
—¿Cómo te hiciste tan experto en las mujeres? —preguntaba Liam.
—Ustedes saben nací con el don —bromeaba —y ustedes necesitaban un mentor, así que bueno hice el sacrificio de estar con muchas para poder ayudarlos con mujeres de todo tipo —Ian le lanzaba un poco de arena —además tenía que ayudar a nuestro bebé —juguetonamente agarraba a Alex, pasando su brazo alrededor de su cuello y despeinando sus largos rizos.
—¡Aw! —Liam se burlaba —como olvidar los consejos Chace-Alex ¿te acuerdas Ian? ¿Cómo lo llamábamos?
—El confesionario Van der Price. También el rincón de la perrección —Alex solo sonreía ante aquello.
—Pero —Alex con su botella en mano pedía la palabra —lo más emblemático fue la dramatización de Chace y Ian sobre como hacer la primera movida para llevar a las chicas a la cama. Y aquello se extendió a la clase de cómo quitarse la camisa, fue… fue… asqueroso —terminaba y todos explotaban a reír.
—Ya me había olvidado de ese traumático suceso Alex. Uhh me dio escalofríos —Ian se retorcía asqueado.
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Elisa se despertaba y observaba a todos lados, comenzó a llamarlos a gritos, pero nadie le contestaba. Le dolía la cabeza de tanto haber tomado y trastabillando caminaba por toda la casa. “¡Malditos desgraciados! Me dejaron”.
Iba a lanzarse en el sillón molesta, pero una idea vino a su mente “gracias a dios que cuento contigo” sacaba su celular y ahora ya sabía donde se encontraban los chicos.
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Liam hablaba de lo espantoso que había sido esa clase.
—Esa demostración de Chace y Ian no me sirvió de nada, y es que mientras iba a implementarlo con Emily Cort me venía la imagen de estos dos idiotas y explotaba a carcajearme. Emily pensaría que estaba loco.
—Pero ¿cumpliste? —Chace tomaba un poco más.
—Claro que sí que crees —respondía Liam orgulloso.
—Es que así es el macho macho —Ian todo lo decía gritando —ahora ¿Dónde están los malvaviscos? —Alex reía tan efusivamente que gran parte de la cerveza dentro de su boca se desparramaba por todos lados —¡Alex! No apagues la fogata. Además ya te veré siendo el primero en asar malvaviscos.
Liam con presteza sacaba los malvaviscos e iba colocándolos en las varas de madera que habían recogido en el camino.
—¿Acaso no soy una madre ejemplar? Dándole de comer a mis niños —bromeaba a la vez que le pasaba las varas a cada uno.
Elisa ya los había visto y con cuidado se acercaba a ellos. Una mascara que vio en una tienda cubría su cara. Estaba detrás de Alex pero se acordó que no era buena idea asustarlo, así que tuvo que retroceder, para posicionarse cerca de Liam. Aunque ellos estaban en medio de la playa donde nada los cubría, así que Elisa apoyada en la oscuridad comenzó a arrastrarse hasta encontrarse a unos cinco metros de distancia y atacó.
—¡Buh!
Exhaló Elisa corriendo a gran velocidad hacia Liam. Todos se levantaron y corrieron atrás unos metros asustados, pero el grito de Liam fue algo de otro mundo, fue fuerte y agudo, se enredó con la bolsa de malvaviscos debajo de él y cayó. Elisa iba a caerle encima pero no aguantaba la risa y cayó de rodillas muy cerca de él tomándose la barriga.
—¡Elisa! —exhaló Chace entre bravo y aliviado. Ella no paraba de reír y Liam con rabia le arrancaba la mascara.
—Primo salió la mujer que vive en ti —logró decir entre la risa. Bien podría semejarse a Elisa al búho de la espada en la piedra que ríe sin parar —. Fue el mejor grito de la historia.
—¿Qué haces aquí estorbo? —gritaba Liam furioso.
—Me dejaron sola desgraciados. Yo los traje acá y decidieron dejarme sola —protestaba.
—Estabas borrada y pensé que lo mejor era dejarte dormir ¿Cómo nos encontraste? —interrogaba Chace. Elisa se demoraba en contestar y Alex de un impulso se llevó la mano a la cabeza, a aquel lugar que Elisa había perforado. Elisa se dio cuenta de ello y saltó a responder.
—Solo me puse a caminar, éste lugar no es muy grande y los vi. La fogata que tienen llama la atención de cualquiera. ¡Malvaviscos! Uh ¡qué rico! —contenta se lanzaba a tomar aquel dorado malvavisco, pero Liam molesto lo retiraba.
—Ni sueñes.
—¡Qué! ¿Ahora eres King Candy? Dame un mugre malvavisco no eres el dueño de todos.
Una mini lucha comenzó entre ella y Liam, él por ser enorme iba ganando. Finalmente tomó una buena parte de malvaviscos y obligándola a abrir la boca lo metió dentro, tantos como pudo mientras Elisa se ahogaba.
—¡Maldito! —avanzó a decir cuando por fin la soltó y escupió todos los malvaviscos en su boca.
—Tu querías yo solo te los di —hablaba con ironía.
—Ya basta. Armonía entre mis hermanos. Sentémonos en rueda y Elisa toma —Ian le lanzaba una botella de cerveza.
—No la tomes Elisa mira que ya tomaste bastante hoy —insistía Chace.
—Déjame mira que yo aguanto —presta se tomaba casi la mitad del contenido en un solo jalón —. Esto es lindo —miraba las estrellas encima de ellos, y aquellas pequeñas partes de cenizas encendidas que volaban hacia el cielo —¿Cómo es que no están en un bar de pechugonas?
—Simplemente hemos crecido —intervino Alex.
—Eso es triste. Odio crecer —como con nostalgia Elisa lanzaba una roca a la fogata —entiendo que Ian no quisiera pechugonas, porque está enamorado de Vanessa y bueno debe luchar por ella. Lo de Chace es casi igual y lo de… —tocaba el turno de Alex, pero ni borracha podía tocar ese tema, así que desvió su mirada a Liam —lo de Liam si es más incompresible. ¿Te gusta Scarlett?
—Ni porque de ello dependiera la supervivencia del ser humano. Si quedáramos ella y yo en la tierra me vuelvo gay. Te digo que no seré más amable con ella, así que ni se te ocurra pedírmelo —Elisa solo se encogió de hombros como que le importaba poco.
—En cuanto a Vanessa ya nos dijimos adiós, así que no hay lucha que efectuar. Ella se casará con Maikel y fin del asunto —Ian habló rápido dejando a todos boquiabiertos.
—No entiendo ¿por qué te rindes?
—Elisa no me mires así. Después del juicio hablamos, ella me dijo que era momento de decir adiós, que nuestra historia llegó a su final. Vivimos lo que debimos vivir y ahora es momento de olvidar —de nuevo se sentía mal y no quería llorar, así que dejó de hablar para mirar a otro lado.
—Tal vez solo le dijo adiós a esa historia loca y sádica que tenían. Puede ser un adiós a los niños y un hola a los adultos —Ian reviró para verla de inmediato, aquellas palabras le daban esperanza, aunque no quería tenerlas —. Bueno, pero qué se yo. Todo lo que digo está basado en películas en irrealidades —la esperanza de Ian se volvió a desvanecer “¡que idiota! ¿Quién puede confiar en lo que diga Elisa?” —ahora que cada quien le diga unas palabras a Chace. Este viaje es en su honor y la noche se está yendo cada vez más. ¿Quién empieza?
—Empiezo yo —Alex alzaba la mano —. Hace un rato hablábamos de cómo siempre me distes consejos, fueran buenos o malos. Eres solo un año mayor que yo, como ustedes dicen soy el menor, y para mí siempre fuiste de verdad como un hermano mayor. Tú me impulsaste a que le confesara mis sentimientos a Angelic, por ti la conocí y creo que gracias a ti tuve al gran amor de mi vida. Ella fue una de las mejores cosas que pudo pasarme y sin ti nunca habría pasado.
—Tú pusiste tu linda cara, sin eso amigo, no habría valido consejo —bromeaba Chace.
—Sé que tú mejor amigo es Ian —continuó.
—¡Epale! ¿Y yo? —intervenía Liam ofendido.
—Todos somos buenos amigos, pero Ian y Chace siempre han sido muy parejos —corrigió Alex, algo que no dejó convencido a Liam —. Lo que quiero decir es que siempre todos me cuidaron, y siento que aun lo hacen. Hemos pasado miles de cosas juntos y tú de cierta forma creaste éste grupo. Así que siempre harás falta hermano. Gracias por enseñarnos que la vida es diversión —todos aplaudieron bufoneando, mientras ellos dos chocaron las manos.
—Me toca y he de decir que yo siento que fui tu mejor amigo— Liam se ponía de pie —que mal no recuerde tú y yo loqueamos más. Conocimos más chicas. Yo era mejor acompañante que Ian y nadie diga lo contrario —Elisa iba a decir algo —tú cállate demonio. Ahora mis palabras para ti son, toda mi vida hasta te admiré, nunca olvidaré los viajes, los juegos extremos, las orgías, la vez que nos drogamos, los sustos, las veces en prisión, las veces que nos queríamos dar de estudiosos y terminábamos haciendo alguna bobería o juego extraño. Las horas indefinidas de video juegos. Si alguien supo aprovechar su niñez y adolescencia fuimos nosotros. Y en ocasiones he querido matarte, o incluso te he envidiado, pero siempre serás mi amigo. Y donde sea que estés sé que sabrás sacarle jugo a tu vida.
—Yo ya dije mis palabras hace un rato —Se levantaba Ian —pero como la enana no lo escuchó aquí vamos. Ya te dije que eres nuestro capitán, el rey de los perros, el macho-macho. Fue extraño verte enamorado, fue casi como ver el derrumbe del macho perfecto —todos reían —pero demostraste tener corazón. A mi personalmente me ayudaste bastante, con todo lo de mi hermano. Hemos pasado todos juntos momentos lindos, malos, tristes, felices y eso demuestra que más que amigos somos una familia. Somos cuatro chicos y una chica —señalaba a Elisa —huérfanos que se encontraron y de una forma extraña se dieron el cariño y la protección que necesitaban. Somos como una manada de lobos y es extraño que vayamos a separarnos. Aun no me cabe en la cabeza, creo que aun no me lo creo. Porque no deberíamos separarnos nunca. De todas formas yo no te diré adiós, sino hasta pronto, porque te digo desgraciado que si no vienes a nosotros, al menos yo iré a por ti y te encontraré. Hay que seguir conquistando chicas man— Elisa emocionada aplaudía —ahora te toca Mía —resaltaba a lo que todos comenzaron a gritar al unísono “Mía, Mía”.
—Imbeciles— se levantó, aunque se dio cuenta que no había pensado que decir —bueno yo… yo… voy a… humm.
—Dios Elisa tú más que nadie deberías saber que decir —Liam la regañaba.
—Ya voy, el alcohol me tiene tonta. Ok, ya está. Yo quiero decirte que en gran parte de mi vida me caíste mal y eso para nadie es un secreto. Siempre pensaba que de tú no estar el grupo sería mejor, pero estoy de acuerdo en que siempre fuiste el manda más, y aunque te detestaba, también siempre quise agradarte y me esmeraba para siempre inventar cosas divertidas, cosas que te gustaran y así no quisieras algún día de verdad echarme por completo. Fue bueno conocerte al final de todo, y saber que aparte de ser una rata como yo, también eres bueno, incluso cariñoso y protector. Tienes un corazón más grande que el mío, pero una mente más tonta. No voy a decir que fingir ser tu novia no fue divertido. Y claro que te extrañaré —unas lágrimas amenazaban por salir así que agitó su cabeza y tomó un trago de cerveza —Ahora quiero decirte… quiero decirte que yo solo espero —sonreía con la llama de aquella fogata iluminando su cara —que algún día volvamos a juntarnos en este bar, unamos nuestras copas y brindemos por nuestra hermandad —inmediatamente todos recordaron la canción y aunque Elisa solo decía la letra la música vino a la mente de todos —espero y no sea muy lejos el día que volvamos a éste lugar, donde tomamos hasta caer, donde mujeres y bromas alegran nuestro ser. Donde con mis hermanos estoy. Donde el mundo solo es un parque de diversión.
—Y quiero creer —Ian se levantaba y continuaba — que mis hermanos siempre estarán y éste será el lugar donde recupere mi libertad.
—El hogar de los vago, el remanso de los desgraciados, para mí solo mi hogar —Liam afincado en el cuello de Ian cantaba a voz en cuello.
—Donde el Pool y el Poker suelo disfrutar y el licor quita mis ganas de madurar—Alex le daba un sorbo a su cerveza, para también pasar su brazo alrededor del cuello de Liam. Estaban ahí abrazados en una especie de rueda, moviéndose como en forma pendular y cantando.
—Solo espero y espero que no sea una bruja y mi hermano pueda volver a ésta que es su cuna —Liam alborotaba el cabello de Chace.
—Sé que volveremos aquí y seremos los hermanos que sin arrugas y preocupaciones tomaban cervezas y reían hasta vomitar —Elisa alzaba su cerveza provocando un brindis.
—Pues el bar es el lugar donde nuestras juventud nunca se irá —cantó Chace.
—Aquí volveremos al lugar donde el hombre puede actuar como hombre —gritaron todos al unísono.
―¡Yeah! ―Elisa gritaba, tomaba lo que le quedaba de una cerveza nueva y se lanzaba sobre Chace celebrando, tanto fue el impulso que ambos cayeron en la arena ―Piolín haz una de tus ratadas, haz que te vuelva a odiar.
―Disculpa pero ser encantador es algo que hago sin querer ―sonreía y de pronto se había olvidado de todo el mundo ―¿Cómo acabará mi despedida?
―No sé, por ahora vamos a nadar ―rápidamente se levantaba.
―Aun no sabes nadar loca ―gritó pero ella ya corría hacia el negro mar.
No le quedó otra que seguirla y el resto se les unió. El mar estaba furioso y sus negras olas los tumbaban constantemente, el agua estaba helada, pero sus risas los mantenían calientes. Elisa era hundida y salvada por todos. Asustarla con que algún animal venía a comérsela era la mayor diversión. Hasta que algo extraño rosó la pierna de Liam y todos corrieron de nuevo a la orilla, gritando, tropezándose, jalándose y finalmente siendo lanzados a la orilla por una ola.
Aquella helada agua había acabado con su borrachera, pese a toda la ceremonia era poco más de la una de la madrugada. Exaustos decidieron que lo mejor era volver a la casa. Se montaron en el auto que Ian se ofreció conducir y se fueron. Liam iba en el puesto de adelante, y Chace, Elisa y Alex atrás. Ella por ser la que menos había tomado en su vida cayó rendida en cuanto se subió al auto, inconscientemente se recostó del brazo de Chace y con una mano se sostenía a él. Toda ella estaba mojada, Chace la observaba desde su hombro y peinaba un poco sus cabellos, incluso pasó su brazo alrededor de ella abrazándola para darle mayor comodidad. Alzó la vista para ver a un Alex que lo observaba, aunque él desvió la mirada rápidamente.
―Tienes que cuidarla mucho ―dijo bajo, solo para que Alex escuchara. Liam adelante hablaba sin parar de todas sus quejas con el internet y las redes sociales.
―Claro que lo haré. No debes pedírmelo ―respondió ―Chace ¿Por qué irte? ―él volteaba los ojos ―solo piénsalo. Si lo haces por obligación pronto te arrepentirás y vivirás amargado. No dejes ir tu felicidad solo porque creas que es raro.
―¿Dices que mi felicidad es Elisa? ―preguntaba irónico.
―Si no lo es ¿por qué la miras así? ¿Por qué aun en este mismo instante que lo niegas no dejas de abrazarla? ―Ian ya se estaba interesando en los susurros de atrás e intentaba callar a Liam.
―No pareciera que estuvieras tan enamorado de ella ¿por qué intentar convencerme de que me quede con la mujer que amas?
―Porque… muchas veces lo que se quiere no es que lo que te pertenece. Solo piensa que tal vez tu sufras, pero ella también. Yo la cuidaré, pero bien sabes que ella se cuida sola.
Después de dejar a Elisa en la cama salió a tomar un poco de aire. Se sentía abrumado, a veces sentía que la respiración se le iba, estaba nervioso, a punto de un ataque de pánico. Un solo día más y dejaría todo lo que conocía, todo lo que era su vida y ahora las dudas de hacer eso por Amy se incrementaban. Quería recordar aquel primer momento que la besó, ese año en que estuvo loco por ella, todas las cosas que hicieron que la amara, debía recordarlo.
―Tampoco puedes dormir ―Ian con un vaso de agua llegaba a su lado.
―No creo que pueda dormir en absoluto ésta noche o la de mañana ―cansado se restregaba los ojos.
―¡Te irás! ―exhalaba.
―No empieces tú también ―rogaba.
―Yo no voy a insistir en nada con Elisa. No digo que te quedes por ella, porque bien sé que ella dormirá muy tranquila la noche que te vayas. Tiene muy pocos sentimientos por la humanidad.
―Ella no es así ―replicaba ―creo que puede llegar a sentir más que nadie, es solo que se niega a aceptarlo, pero ella es… es… la chica más rara y casi perfecta. Tiene el toque exacto de locura, bondad, maldad y carisma ―Ian no dijo nada, pero por su mirada le daba a entender “ves, ahora sabes lo que sientes por ella” él solo resopló.
―Dejemos el tema de Elisa a un lado, como te dije no quiero que te quedes por ella, o por mí, sino por ti. Pudiste amar a Amy, o tal vez lo confundiste con amor, pero honestamente ¿aún la amas? ¿Dejarás todo por ella? No es de cobardes arrepentirse, es de valientes detenerse y de ser necesario dar la vuelta y volver. Solo piensa en las razones por las cuales te vas, piénsalo.
Dicho esto se fue dejando a un Chace más cabezón de lo normal. A su mente venían toda clase de ideas, frases, imágenes y ya no soportaba más. Unas palabras en particular vinieron a su mente. Fue a la cocina tomó dos latas de red bull, vio la hora y se dirigió al cuarto de Elisa.
―¡Hey araña! ―le hablaba al oído y la zarandeaba un poco.
―¿Qué pasa? ―bostezaba totalmente perdida.
―No querrás perderte el amanecer, aún falta pero tengo una deuda que pagar. Necesitarás esto ―le colocaba la lata de red bull en la mano.
Ella sabía a lo que se refería, pero aun así sus ojos no querían terminar de despertarse, haciendo un esfuerzo comenzó a tomar la bebida, se levantó lavó su cara y somnolienta se dejó dirigir por Chace.
―¡Es Hermoso! ―ya el red bull estaba haciendo efecto. Estaban ahí sentados en aquella bahía y podían observar un gran faro, era de noche aún un poco más de las 3 am ―tanto silencio es extraño ¿no crees?
―Sí, lo es. Creo que ahora mismo todo esto es como un sueño, porque cuando la luz del día llegue todo acabará.
―Una vez que pisemos Chicago despertaremos a un nuevo sueño o pesadilla. Solo recuerda que siempre nos tendrás, siempre estaré contigo, y no quiero que eso te espante ―reía ―quiero decir que cuando estés en aprietos no dudes en pedir mi ayuda.
―Parece mentira que por fin dejaré de oír tu irritante voz y ver tus expresiones de sarcasmo. Dejaré de ver cómo te muerdes la lengua cada vez que estás concentrada en algo, cómo frunces la boca cuando algo no te convence del todo, como tartamudeas cuando estás nerviosa, u oír esa risa escandalosa.
―Tus plegarias fueron escuchadas amigo.
―Es nuestra última noche Elisa, y solo quiero decirte que… aunque hace falta de casi un año para conocerte, cuando lo haces sabes que valió la pena intentar entenderte. Aunque eso no quita que seas fea, repugnante e insoportable.
―¡Bah! Tú sabes que piensas que soy linda ―decía en un tono medio cantado ― y lista, y divertida. Sé que quieres besarme ―era obvio que se estaba burlando, alargaba las palabras y cambiaba su voz a la de una niña pequeña a la vez que se acercaba más a Chace ― y abrazarme, tal vez ahorcarme y volverme a besar, porque sueñas con mi lengua en tu garganta y con hilos de saliva brotar de nuestros labios.
―¡Qué asco Elisa! ―terminó gritando y alejándose.
―Solo digo la verdad ―reía atorrantemente como siempre ―los besos son un intercambio constante de bacterias salivales, vieras tú la cantidad de enfermedades que se transmiten y ¿sabías que la mayoría de las personas no se cepillan la lengua? ¿Tú lo haces? ―Chace de un solo jalón la lanzó a aquel piso de madera callándola al instante.
―Sabes que no piensas eso de los besos ―decía encima de ella sujetando sus manos sobre su cabeza. Ésta vez no fue rápido, no tenía ninguna clase de apuro. Observaba cada gesto de ella, cada mínimo detalle de sus ojos y su boca, se acercaba lentamente. Elisa lo miraba, aunque por su cabeza miles de ideas y conclusiones pasaban. Últimamente todo lo que hacía estaba premeditado ¿acaso ese beso también lo estaría? Lo cierto es que con Chace siempre le era difícil descifrarlo. Cuando sus labios se rozaron una nueva sensación vino a ella. Pensó que sería como cualquier otro beso, con Chace se había besado tanto que había perdido la cuenta, pero éste beso la trasportó a una noche en aquella catedral, a esa primera vez que se sintió feliz, extraña y avergonzada. No era un primer beso pero se sentía como uno. Quería recuperar sus manos pero Chace las presionaba fuerte. Comenzó a entrelazar sus dedos con los de ella, sus manos jugaban y la electricidad que manaba de la punta de sus dedos la estremecía por completo. Solo por leves instantes se separaban para tomar aire ―hoy no hay espías ―le susurró al oído justo antes de soltar sus manos y sentarse a su lado.
Elisa no supo que decir, solo exhaló un fuerte respiro y se quedó un rato acostada ahí en aquella bahía mirando las pocas estrellas encima de ella, incluso sus manos permanecían tal como Chace las había dejado, se sentía extraña, hasta un poco mareada. Chace al lado de ella se sentaba con sus pies afuera, revoloteando el agua.
―Pero… ―Elisa se levantaba saliendo de su estado de shock ―a Amy no la besas así, nunca eres tan tierno. Te dije que quería un beso como los que le das a Amy.
―Creo que una vez ya te besé como la beso a ella, o mejor dicho como ella me besa a mí. Por extraño que parezca eres la única chica a la que no quiero tratar como perra.
―¡Imbecil! Claro que no me quieres tratar como perra, porque no soy pechugona, ni toda pintarrajeada. No parezco una modelo de Victoria Secret’s, o mejor dicho no soy una modelo de Victoria Secret’s.
―No es por eso. Tú lo dijiste hace un rato, pienso que eres linda ―imitaba el anterior tono de Elisa ―y quiero besarte y abrazarte, y eso es lo extraño, no quiero hacer nada raro o sádico contigo, solo… cuidarte ―miraba al mar ―y, espero que no dejes que algún idiota haga algo raro o sádico contigo.
―No dejaré que nadie haga eso conmigo ―reía.
―Más te vale ―divertido la amenazaba y lanzaba una roca al mar que en su trayectoria dejaba tres hondas marcadas.
―¡Wuao! No sé hacer eso ―señalaba.
―Te enseño.
Por unos buenos minutos comenzaron las clases de Elisa de lanzar piedras que rebotaran, pero era mala para eso. Hasta que por fin le salió, en un intento que no volvió a repetirse. El cielo ya comenzaba a ponerse gris, pronto los rayos del sol saldrían.
―Te traje un regalo ―Elisa sacaba algo de su suéter.
―¡La perinola! ¡Gracias! ―la tomaba emocionado a la vez que abrazaba a Elisa, ella se sintió más incómoda con eso que con el beso “que raro ¿no?”.
―Sé que con Amy te aburrirás cuando ya hayas tenido sexo con ella lo suficiente como para aborrecerla y entonces la perinola te servirá mucho ―Chace hizo señas de que pasaría eso por alto.
―También te tengo un regalo ―Elisa pensaba que le daría alguna de esas rocas que estaban lanzando ―lo mandé a hacer hace tiempo para el día que te dijera adiós y bueno ese día llegó ―de su short sacó una caja pequeña de terciopelo negro, la abrió como un novio que pide matrimonio.
―¡No puede ser! ―exclamaba Elisa emocionada ―¡Una araña! ―tomaba la araña de tamaño mediano de oro blanco.
―Es un camafeo ―se lo quitó de las manos para abrirlo, de inmediato una canción comenzó a escucharse.
―¡Tiene música! ―aplaudía y no podía creer que Chace hubiera escogido aquella canción ―In my life ―casi gritaba.
―Es una buena canción para decir adiós. Algo dentro de mí me dijo que me terminarías cayendo bien, y así no fuera eres parte de mi vida.
―Tú sí que sabes despedirte y yo pero para nada. La foto es hermosa, no me acordaba que me hacía dos colitas ―era una foto que todos se habían tomado cuando los chicos rondaban por los doce años y Elisa por los nueve ―estábamos tan niños.
―Y qué cara de tremendos, tu risa no tiene igual. Pareces un tiburón.
―Aterro como Merlina Adams cuando se ríe. Y me estás abrazando ―en efecto Chace tenía su brazo alrededor del cuello de Elisa, aunque ella era bastante pequeña ―no siempre nos llevamos mal.
―Cuando eras una enana, eras mega buena jugando futbol, así que era bueno tenerte en el equipo.
―Quiero volver a ser una revoltosa.
―Aun lo eres. Ahora mismo estás aquí con tus dos colas y esa sonrisa de monstruo con tantos dientes que no parece pudieras cerrar la boca. Todos siempre seguimos siendo niños, y nosotros más. Tal vez por eso tengo tanto…
―Miedo ―completó Elisa.
―Es parte de la vida ¿no? Crecer, cambiar, dejar todo atrás ―por un momento se quedaron callados ― ¡Mira! Ya sale el sol.
―Es lindo ver el esplendor de un nuevo día -Un rayo hacía centellear aquel anillo falso que llevaba en su mano ―¡Qué tonta! Me olvidé del anillo, dijeron que tenían información nueva y lo olvidé por completo.
―Tal vez mi madre esté lo suficientemente ocupada buscándome como para pensar en el anillo. O lo que menos creería es que le robaste. Hoy no pienses en eso.
―Tienes razón debo dejar de pensar en el mañana porque suficiente para cada día es su propia maldad ―aquel naranja del cielo era tan hermoso, que comenzó a pensar en su color favorito, en un evento que tuvo que ver con ese color, en el fuego de la noche y ese color naranja, de pronto recordó estar chapoteando en la playa, miró su ropa y… ―Espera, espera ―Chace la observaba no entendiendo nada ―¿cómo es que ayer tenía un mono deportivo y una camiseta azul, y ahora tengo ésta especie de vestido playero floreado?
―Te cambie de ropa, ni modo que te dejara dormir mojada ―Elisa exhalaba un grito ahogado y por instinto se cubría los senos, como si así remediara lo sucedido ―¡caíste! Se carcajeaba. Te contaré lo que pasó, yo con todo mi esfuerzo te cargué del auto a tu cuarto y déjame decirte Elisa esos huesitos tuyos pesan. Bueno te dejé en la cama y solo al contacto con las sábanas te levantaste de golpe, en serio hasta me asustaste, miraste a todos lados como loca, caminaste a tu ropero, te metiste al baño en menos de dos minutos saliste cambiada y te acostaste para cerrar los ojos y quedarte guindada de nuevo ¿No te acuerdas verdad? ―ella negó con la cabeza ―aw mi araña está loca, cuidado con esas lagunas mentales, deja de comer mantequilla, el alzheimer Elisa.
—Tonto ¿Quieres una carrera a la casa? Siempre he sido más veloz que tú.
—Claro que no.
—Entonces gáname.
Elisa se esforzó por ser más rápida, pero sentía que la brisa levantaba su vestido y no quería estar con el trasero al aire, así que Chace le ganó. Los dos estaban exhaustos era las seis de la mañana y decidieron que mejor dormían un rato, al menos hasta las diez. Chace se quedó dormido a su lado luego de haber estado hablando de todas las cosas que haría el lunes.
Elisa estaba lo suficientemente incomoda para seguir durmiendo, no dejaba de tener pesadillas y aquella voz que le decía “no reveles tus debilidades” quería gritarle a ese alguien “sí, lo sé. Ya deja de repetirlo”. Estaba toda pegostosa y su cabello era un asco. No se había bañado desde haber estado nadando borracha en la oscura playa. Tomó un paño, una muda de ropa y decidió ir al baño de afuera, así no despertaría a Chace con el sonido de la regadera. Él dormía placenteramente y para su sorpresa Chace no roncaba, era raro, pero él nunca lo hacía. Tomó su cámara y le sacó una foto, tal vez siempre debía recordarlo así, cuando no era tonto o idiota, solo un joven soñando.
De un sopetón abrió la puerta del baño, para encontrarse con un Alex que acabando de bañarse se encontraba cepillandose con una toalla amarrada en sus caderas.
—¡Oh lo siento! —apenada iba a darse la vuelta, pero se quedó observando unas pequeñas marcas en el pecho y abdomen de Alex, eran como unas quemadas. En la playa él siempre había usado camisetas, ahora podía ver aquel perfecto abdomen, lo primero que le vino a la mente fue pensar que tal vez hacía más ejercicio que Chace, pero aquella marcas apenas divisibles la hicieron caer en una realidad que no le gustaba admitir. Él se apuró a escupir y lavar su boca.
—No hay de que. Ya iba de salida —con otra toalla se secaba los labios —pensé que tenías baño propio. ¿Estás bien? —preguntó al verla como lela observándolo. Ella se acercó a él como movida por algo y sin más extendió su mano para tocar aquella marca en la parte izquierda de sus costillas. Alex se erizó al instante y entendió lo que veía. Para Elisa tocarlo fue el renacer de recuerdos que quería olvidar, odiaba todo lo que había pasado en esa cueva, pero por más que hiciera no podría olvidar eso. Consternada se reviró rápido para irse de ahí —Elisa espera —ella estaba de espaldas a él, pero él pudo tomarla por la cintura —no es tu culpa, además estoy bien. Solo deja de tenerme lástima —rogó.
—Y tú deja de tratarme con tanto respeto —dijo volteándose para verlo —Toda ésta formalidad me está abrumando. Vuelve a ser el que me mandaba a hacer mandados, el que detestaba que lo despertara, el que se aprovechaba de ser mi favorito para pedirme favores.
—Pero no soy tu favorito —dijo bajo.
—Claro que lo eres, siempre lo serás. Necesito saber que es cierto que eres fuerte.
—Lo soy y ya para con eso —se alejaba un poco.
—Perfecto. Sé que lo eres, así que sé que perdonarás cada cosa que haga por rara que parezca. Recuerda quien es Elisa, recuerda como soy, las cosas que sería capaz de hacer y las que no.
—No entiendo.
—Lo entenderás. Ahora sal de aquí dios griego o me sonrojaré de tus espectaculares chocolates —él sonrío —¿acaso al dormir los músculos se ejercitan?
—Por eso debes estar segura que soy fuerte, dormir es la cura del cuerpo. Ten buen baño.
Un desayuno preparado por Liam les demostró a todos que no era mentira que algún día pudo ser un cheff. La nostalgia volvió a todos cuando a las dos de la tarde volvieron a tomar el avión de regreso a Chicago. Aunque ésta vez no se pusieron a dormir o escuchar música. Hablaron largo y tendido entre bromas y recuerdos, vieron películas y se bajaron de aquel avión sabiendo que ya la vida de ninguno sería igual.
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Elisa ya se había bañado, untada en crema debido al sol que había recibido y vistiendo un pijama negra con círculos de colores, se sentaba a ver la televisión. Aunque sabía que esa sería una larga noche. Una de las sirvientas le avisaba que Chace la buscaba y aquello no estaba en los planes.
—Tanto tiempo sin verte —exhalaba con sarcasmo —¿Qué ha pasado? —con la mirada le decía “no se supone que estés aquí”.
—Tu chaqueta se quedó en mi casa y sé cuanto te gusta—ella la tomó —la verdad es que te tenía que decir adiós de nuevo —susurró a centímetros de su cara —y aquí estoy. Adiós Elisa, portate bien y por favor promete que no reconvertirás en una versión femenina de Maikel Loubstwell. No vayas a África, solo quédate en Chicago hay muchos niños a los que puedes ayudar, en unos años cuando vuelva quiero encontrarte rápido —Elisa había reprimido sus ganas de llorar durante todo el viaje, incluso muy pocas veces tuvo ganas de hacerlo. Pero ahora el nudo en su garganta era incontenible “En verdad se irá”.
—En unos meses ni te acordarás de mí. Ya verás —lograba decir reprimiendo las lágrimas y le daba un golpecito en el pecho.
—Claro que no, te lo puedo apostar. Au Revoir —tomó la mano de Elisa y como un caballero la besó inclinándose un poco. Sonrió y se dio la vuelta.
—¡Chace! —exhaló justo antes de que saliera por la puerta. Él se reviró y ella como un rayo se lanzó sobre él besando sus labios. Lo tenía agarrado del cuello de su chaqueta y lo besaba como lo que era, la última vez que se verían. Sin poder contenerse las lágrimas comenzaron a caer, mezclando su sabor con aquel beso, en donde la tristeza y la pasión se unían —dime ¿ya pasé mi prueba? ¿Ya sé besar? —bromeaba entre lágrimas.
—Ya no más clases de besos para ti maestra —sonreía —Elisa dime que me quede y lo haré. Solo dime que no me vaya y aquí permaneceré.
El mundo se detuvo en ese mismo instante. La respiración de ambos se paralizó, Elisa sintió que por un momento salió de ella y se vio así misma y él parados en la puerta de su mansión. Vio todo su futuro de dar una respuesta u otra, pero antes de analizar una u otra, los pros o los contras. Respondió haciendo lo que mejor sabía “no pensar”.
—Debes irte—Chace solo agachó la cabeza y asintió —. Todo saldrá bien ya verás.
Así fue como él se montó en su auto y ella volvió a su habitación. Elisa Lubensky no debía llorar, pero consideró que esa noche podía hacerlo.
Chace ya tenía todo preparado, solo debía esperar que la hora llegara. No dormiría en toda la noche y en más de una ocasión pensaría tirar la toalla.
Amy no podía estar más contenta y nerviosa. Chace podría arrepentirse en cualquier momento y entonces nada le quedaría. Aunque tenía otra opción y no dudo en asegurarse un segundo futuro. Marco su número y con el pretexto de despedirse quedo en verse con él en un lugar que conocía bien.
Scarlett bien entrada la noche recibió mensajes de Elisa en una conversación larga e interesante. La mayor parte del tiempo pensaba que Elisa estaba paranoica, pero a la vez la entretenía cuadrar un plan, se sentí importante y muy dentro de ella quería que las sospechas de Elisa fueran ciertas.
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La mañana llegó y para extrañeza de Elisa pudo dormir toda la noche, al menos desde que se acostó un poco más de la media noche. Fueron los rayos del sol la que la levantaron, vio la hora y hasta se sintió mal por ser tan poco sentimental. De seguro ya Chace estaba camino al puerto donde el yate lo esperaba. Solo bostezó y puso su reproductor a alto volumen.
Ian, Liam y Alex habían decidido hacer su día normal y juntos estaban en el club jugando tennis. Liam había pasado una noche inusual y no dejaba de sentirse culpable, agradecía no tener que verle la cara a Chace, pero a la vez tenía rabia de que se fuera con Amy. Las imágenes de aquella noche le venían a la mente pero no con añoranza sino con culpa. Por primera vez en su vida se sentía sucio.
En cuanto salió del baño escuchó la fila de autos que entraban a la mansión. No tuvo que asomarse a la ventana para saber de que se trataba. Corrió a su laptop y escribió en una nota “Ya todo comenzó. Sabes lo que debes hacer. Destruye todo lo que hay en mi laptop”. Alcanzó a cerrar su laptop cuando una de las sirvientas le decía que la buscaban en el recibo. Respiró hondo y las manos le comenzaron a temblar “Tranquila Elisa, eres Elisa Lubensky, eres fuerte y poderosa, no hay nada que temer” se decía mientras salía de su habitación y se dirigía escaleras abajo.
Ella estaba ahí junto a un gran grupo de hombres de traje. Fingió no sentirse intimidada y mostrando cara de no entender nada terminó de bajar.
—¡Victoria! ¿Ha pasado algo? —preguntaba inocente.
—¿Dónde está Chace Elisa? —sonreía también.
—No lo sé. Hace poco que me desperté. No es que él y yo nos enviemos mensajes a cada rato. Supongo que está en tu casa, o con los chicos. ¿Por qué? ¿Lo necesitas urgentemente? Solo llámalo a su celular.
—Te hacía más inteligente niña. Pero los niños hacen todo difícil.
Hizo una seña a uno de los hombres. Elisa le siguió la mirada tratando de descifrar que pensaba hacer, pero fue alguien detrás de ella le que le propinó un golpe en el cuello. No tuvo tiempo a reaccionar, simplemente cayó al suelo, estaba como desmayada, sintió que alguien la cargaba y como muñeco de trapo iba ahí encima del hombro de ese alguien. Notó el sol alumbrarla. Ya luego no sabría mucho más.
Scarlett estaba en el parque cuando vio la nota en la laptop de Elisa. Corrió a buscar una buena conexión, estaba desesperada y nerviosa. No podía creer que todo fuera cierto. Se apresuró a enviar un virus a la computadora de Elisa que dañara por completo su disco duro. “Todo comenzó” tuvo que tomarse un tiempo para asimilar todo. Nada sería fácil.
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Aviso Importante.
Les digo que no publicaré el final de Envenenado de Ti. Lo siento, pero...
jaja ¡Cayeron! jaja. Claro que continuare la historia, pero aquí si me van a matar quiero darme al menos unas dos semanas para poder escribir todo. No quiero subir capis de los cuales luego me arrepienta , quiero tener el final bien claro. Por eso lo terminaré en mi PC y luego ya sí subiré los capis muy seguido, así como hacía con Cupido. Prometo no tenerlas por mucho tiempo abandonadas, porque tampoco quiero que pierdan el hilo de la historia. Y no me abandonen, se los ruego!!!!!!
Espero que le haya gustado el capi y espero sus comentarios. Se les quiere!!! besos :)
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