Capítulo 38

            No podía creer que fuera él. Honestamente se había encaprichado a asistir a su terapia ese día con la leve esperanza de verlo, su madre había insistido en que no fuera porque para su pesar Paul Wesley el padre de Ian estaría ahí. Las posibilidades de que Ian fuera era muy pocas, sin embargo ahí estaba detrás de ella diciéndole “Hola”.

—¡¿Hola?! Es raro que ésta vez no corras —su tono de voz era frío tanto como su mirada.

—Vanessa tengo que hablar contigo —daba unos pasos más hacia ella, pero Vanessa con cada paso retrocedía en su silla de ruedas.

—No tengo nada que hablar contigo Ian —reviraba su silla de nuevo dándole la espalda —demostraste ser lo que todo el mundo siempre supo que eras ¡un cobarde que no sirve para nada! El pobre Eric merecía vivir más que tú —se arrepintió en el mismo instante que dijo eso, presionó sus ojos arrepentida. Ian solo se había quedado quieto asimilando el significado de aquellas palabras. Vanessa nunca era así —¡Lo siento! ¡Lo siento! —Se apuró a decir con el mismo tono inocente de siempre —mira Ian no quiero odiarte, de verdad no quiero hacerlo. Nunca entenderé las razones por las cuales te metiste en mi vida y me hiciste creer que me querías, no sé qué te hice para que me convirtieras en la loca de Chicago, pero nada de eso me importó, ni que me mandarás lejos a un lugar donde pude haber muerto, pero ahora no quiero convertirme en alguien diferente a quien soy. Este rencor, me está haciendo pensar en cosas malas, y yo no soy así.

—Sé que no tengo justificación para todo lo que hice, pero…

—Sí no tienes justificación —lo interrumpía —y yo tampoco la tengo, porque he sido realmente tonta Ian. Todo este tiempo he vivido cegada por un espejismo, una ilusión, sin darme cuenta de la verdad.

—¿Cuál verdad? —preguntaba con miedo a la respuesta.

—Que tú no eres para mí. Mi vida y mi amor están en áfrica —Ian sentía que la voz de Vanessa de pronto provenía de un lugar muy lejano —tuvo que pasar todo esto —señalaba su silla de ruedas —para darme cuenta de que siempre he sido muy feliz y todo porque él ha estado a mi lado. Te juro que más nunca volveré a molestarte Ian, incluso quiero que te vaya bien en la vida.

—¡¿Él?! —lograba articular, aunque ya se imaginaba la respuesta y ya presionaba su puño con rabia.

—Sí, Maikel. Él y yo siempre hemos estado juntos y tengo que darte las gracias porque tú comportamiento en las montañas me sacó un poco de toda la locura en la que estaba sumida.

—¡Tú no lo amas! —Sujetaba la silla de Vanessa y la miraba fijamente a los ojos —Claro que no lo amas, no quieras engañarte, ni engañarlo a él.

—¿Cómo puedes saber lo que siento? —gritaba e intentaba alejarse, pero Ian sujetaba muy fuerte su silla.

—Sé que me amas, lo sé. Puedes intentar negarlo, pero me amas —hablaba fuerte, observaba aquellos labios que quería devorar a besos.

—Y eso de que serviría. Dime ¡¿importa que te ame?! —En su vida había hablado con tanta rabia, pero necesitaba descargar un poco todas las cosas que siempre callaba —¿Cambiaría algo? ¿Cuál es tu estúpida necesidad de saber que te amo? ¿te encanta ver como la loquita se derrite por ti?

—¡Te amo! —exclamaba aún más fuerte, ya con lágrimas luchando por salir de sus ojos. Vanessa se quedó paralizada, aquellas dos palabras quiso oírlas salir juntas de la boca de Ian desde hace tanto tiempo y ahora simplemente no sabía que sentir —Maldita sea ¡Te amo! —volvió a repetir, no quería llorar, así que soltó la silla y se dio la vuelta para limpiar aquella lágrima que ahora recorría su mejilla. Hubo un momento de silencio antes de que Vanessa reaccionara.

—¡¿Me amas?! —Decía irónica —Dices “Te amo” —volvía a callar buscando las palabras exactas que decir aunque sonreía con sarcasmo — Te amo Vanessa pero aun así te dejé a la deriva en aquella montaña. No, peor aún, di permiso para que hicieran contigo lo que más les provocara. Te amo, pero te envié a un lugar perdido por la mano de Dios, no contesté ningún de tus mails. Corrí el rumor de que eras una loca, te lancé tomates podridos en verano, me besé con cuanta mujer se me topara en el camino, metía mi lengua hasta el fondo de mi garganta y te miraba para ver tu expresión, pero sabes algo Vanessa yo ¡TE AMO! —no podía haber más sarcasmo y veneno en sus palabras. Ian las escuchaba y sabía que decía solo la verdad, él mismo se sentía miserable, por esa razón no había querido hablar con ella, pero ahora que la había visto toda esa fortaleza por alejarse se había desvanecido, y ahora estaba ahí viviendo lo que más temía —¿Sabes algo?  No me importa. Tantos años imaginándome este momento, en ninguno estaba en silla de ruedas, en ninguno estaba tan serena, pero ahora no me importa. No te creo y no me importa averiguar porque tu empeño en mentir.

—Te juro que es verdad. Por lo más sagrado es verdad —volvía a mirarla —yo mismo no entiendo por qué hice todo lo que hice, pero…

—Vete Ian, solo vete —miraba su aflicción y algo dentro de ella se conmovía, lo que menos quería era flaquear.

—No me iré, no te dejaré. Porque te amo y tú no pudiste olvidarme tan pronto.

—¡Vete! —gritaba histérica.

—Tienes que escucharme, puedes gritar pero no me iré hasta que me escuches.

—No pienso escucharte… —fue el impulso de la ira lo que la hizo levantarse de la silla, incluso inconscientemente dio dos pasos, pero en el momento que lo notó e Ian anonadado la miraba sus piernas volvieron a desmayarse, por suerte Ian estaba al lado de ella y la sostuvo antes de que se golpeara contra el suelo —¡Caminé! —ella misma no podía creerlo, pero sonreía. Estaba ahí entre los brazos de Ian pero por un momento olvidó porque discutían.

—Sí, caminaste —él sonreía también. La tenía tan cerca, con aquella sonrisa que lo había enamorado. Sin darle tiempo a negarse aprovechando su cercanía besó sus labios. El primer impulso de Vanessa fue tensar su cuerpo, incluso con sus manos intentó alejarlo, ejerciendo presión en su pecho, pero él solo la presionó un poco más fuerte contra él. Continuó saboreando aquellos labios que desde que tenía 13 años no había podido olvidar. Vanessa ya dejándose llevar por lo que su cuerpo sentía comenzó a corresponderle poco a poco, amaba la forma en como Ian recorría sus labios, la estaba besando de una forma tan dulce y delicada, sentía que sus manos hormigueaban y aquella ansiedad de querer más. Pero la parte senzata de ella pronto le dio una alarma.

—¡Basta! —apartaba su cara, no podía apartar esa manos de ella, pero al menos escondía su cara entre el pecho de Ian —Solo déjame en paz —había querido evitarlo pero sin remedio comenzó a llorar.

—Vanessa por favor…

—No, solo déjame —de verdad quería tener el poder de soltarse e irse corriendo de ahí, pero no podía —¿por qué me haces esto? —balbuceaba entre el llanto —¿Cuál es tu empeño en herirme? ¿Te delita verme llorar?

—¡No! Claro que no. Vanessa te amo y no quiero herirte, nunca más. Solo entiende que lo que siento por ti es sincero, veme a los ojos y ve que digo la verdad —buscaba que lo mirara pero ella solo se hundía más en su pecho.

—¡Vete! ¡Vete! ¡Vete! —llorando gritaba —Por favor déjame ser feliz, sí dices quererme me dejaras.

—No puedo, simplemente no puedo —sus miradas llorosas se encontraron y el sonido de una puerta abriéndose hizo que se volvieran a perder.

—¡Vanessa! —Maikel asustado corría hacia ella —¡Ian! —miraba como la sujetaba y de inmediato tomaba a Vanessa —suéltala, Ian suéltala —le gritaba y de pronto Vanessa era como una muñeca de trapo siendo jalada por uno y otro —¡Seguridad! —gritaba buscando ayuda.

—¿Necesitas de  otros para defenderte? —Ian soltando a Vanessa lo retaba.

—No necesito de nadie para partirte la cara —Vanessa echa un mar de lágrimas era depositada por Maikel de nuevo a su silla —¿estás bien? —le preguntaba a Vanessa arrodillándose a su lado, ella solo asintió —No vuelvas a acercártele ¿me entiendes? —con furia se dirigía a Ian y unos guardias de seguridad ya con presura entraban.

—No tengo porque obedecerte Loubstwell, no pienso alejarme de ella, ahora menos que nunca. Tú deberías quitarte de nuestro camino —escupía las palabras en su cara.

—El único que sobra eres tú.

            Sin contenerse más Ian golpeaba con fuerza la cara de Maikel, comenzando así una pelea en la que al parecer no habría ningún ganador. Vanessa gritaba que se detuvieran y los vigilantes luego de disfrutar un poco el espectáculo comenzaron a separarlos, conocían a Maikel, así que fue a Ian a quien sacaron a rastras de aquella piscina.

—¡Te amo Vanessa! ¡No me rendiré! —gritaba mientras jalado por las dos manos lo arrastraban de ahí —Y tú me amas, no lo olvides —como loco pataleaba para que lo soltaran, pero solo hasta que abrieron la puerta por diversión lo lanzaron fuera, rieron por un momento hasta que vieron que no estaban solos —. ¡Te amo Vanessa y no me iré! ¿Me oyes? ¡No me iré! —estaba en el suelo y solo la luz de un flash en su cara lo hizo mirar a su alrededor.

Todos aquellos periodistas que habían ido a la conferencia se encontraban ahí, su padre estaba a tan solo unos metros al lado de él y la madre de Vanessa también. Los flashes se hicieron cada vez más y las mil preguntas lo siguieron durante todo el recorrido de levantarse del suelo y caminar hasta su carro. Sin duda alguna su padre lo mataría, pero no era eso lo que le preocupaba “tienes que encontrar la forma de ver a Vanessa”

—¿Qué es lo que… ¡Amy! —decía sorprendido al verla entrar a aquel invernadero. Le pareció extraño que Liam lo citara ahí con urgencia, pero ahora que la veía a ella no podía sentirse más que angustiado —Liam está loco, tú estás loca —susurraba, mirando hacia afuera a sus guardaespaldas.

—No vieron que entré, fui bastante cuidadosa —juguetona lo jalaba hasta detrás de una mesa con decenas de plantas encima.

—Igual es peligroso —no podía dejar de estirar su cabeza para mirar por entre los vidrios.

—Por favor olvídate de ellos por un instante, te digo que he hecho todo bien —sonriendo tomaba su quijada y lo obligaba a mirarla —no sabes cuánto te extraño —decía a centímetros de su cara antes de besarlo, no como los besos desenfrenados que siempre le daba, sino con un beso delicado, corto y juguetón.

—Yo también te extraño, pero la fecha se acerca y debemos ser cuidadosos —acariciaba su mano aunque sin dejar de echar de vez en vez una mirada afuera.

—Entiendo —pasando la mano de Chace por encima de su hombro se acurrucaba a su lado, posando su cabeza entre el cuello de él —¿Recuerdas nuestra primera cita?

—Sí. Fui tan torpe que te llené de helado —ambos rieron.

—¿Y nuestro primer beso?

—Por qué recordar eso. Me caí justo antes de besarte —lo recordaba y volvía a apenarse.

—Pero yo te ayudé a levantarte y en el proceso te besé. Porque si no lo hacía de seguro tú no lo intentarías nunca más —tocaba la nariz de Chace de forma juguetona.

—Y el día que conocí a tus padres fue épico —con Amy había comenzado su época de torpezas, era experto haciendo el tonto con ella, aunque no lo hacía con intención. Simplemente todo era nuevo, era su primera relación seria. Y ahora que la veía tan relajada acurrucada a él, sonriendo como antes, todos aquellos recuerdos volvían —creo que pasamos más tiempo en tu vida que en la mía —hacía referencia a sus clases sociales.

—Sí, y todo iba bien. Éramos muy felices y lo volveremos a ser. Hemos compartido y pasado por tantas cosas y aquí estamos, justo ahora ésta está resultando ser una magnifica cita. Me encanta el violinista famoso que contrataste —decía con elocuencia.

—¿Y el champagne que seleccioné? —preguntaba siguiéndole el juego.

—Sabe delicioso, pero sabes que no debo tomar de más. Lo ves podemos ser felices sin nada, solo los dos, solo eso falta —Chace la observaba y miles de cosas comenzaron a pasar por su cabeza —. Ahora solo ¡Bésame!

            En efecto se besaron, en un beso que rápidamente tomó fogosidad, en uno que Amy celebraba en su cabeza. “Y Amy Alvez anota un Home Run” decía la voz de su cabeza.  

            Elisa sabía que no debía estar molesta, pero toda aquella situación ya la estaba matando, cuando sus padres se aparecieron para felicitarla por su buena decisión de no romper su compromiso con Chace, pensó que era extraño que dejaran sus investigaciones solo para eso, pero así de excéntricos eran ellos. Cuando le dijeron que debía vestirse para una cena en casa de Victoria Van der Price simplemente su mundo se vino abajo. Ahora estaba con aquel vestido hasta la rodilla azul marino que su madre le había comprado, llegando a la casa Van de Price.

            Victoria con mucho afecto saludaba a sus padres, incluso a ella la abrazaba como a una hija. No pudo terminar de decir “hola” cuando otra familia invitada llegaba.

—¡Alex! —toda su cara era un poema al que menos esperaba ver ahí era a él. Pero ahí estaba al lado de sus padres, con aquel elegante traje.

—Alex es muy bueno verte tan recuperado —Victoria siempre educada, lo abrazaba dándole la bienvenida —como lo de Elisa y tú resultó no ser más que un juego, no veo que haya ningún problema ¿verdad? —veía a Elisa.

—Claro que no, somos amigos. ¿Qué celebraremos? —dejando el protocolo tomaba asiento de forma brusca en una elegante silla.

—Las cinco familias nos reuniremos por el juicio. El abogado Alexander Racini también vendrá, hay que arreglar bien todo —Victoria hablaba mirando su reloj.

            Ian también  jalado por su padre llegaba. La noticia de su amor por Vanessa era el cotilleo del día. Incluso Elisa estaba esperando verlo para burlarse y luego hablarle enserio. Los padres de Liam siempre puntuales llegaron.

—Liam y Chace se encuentran juntos —hablaba el padre de Liam —disculpe que aún no lleguen, según me dijeron agarraron tráfico. Pero ya deben estar por llegar.

            Elisa estaba más que incomoda, la madre de Alex no dejaba de mirarla con cara de querer matarla. Victoria no se alejaba de hablar con Alex y su familia, algo que no le gustaba. Estaban ahí esperando a Chace y Liam para poder cenar y nada que llegaban, su estómago ya estaba rugiendo por el hambre. Quería hablar con Ian pero su padre lo tenía hablando con el abogado, de todas formas Ian era el que estaba en peor situación, él había matado a Eric y Chace a James, así que ambos tenían un juicio mucho más largo por delante.

            En vista de nada interesante que hacer durante esos minutos comenzó a jugar con una pelusa que por ahí andaba, la lanzaba, la volvía a agarrar, la soplaba y así estaba concentrada, hasta que cayó en cuenta de que Chace y Liam solo estaban juntos cuando se trataba de la misma situación. Se incorporó de inmediato, si antes estaba molesta ahora era peor. Y como si lo llamara él apareció.

—Buenas noches, disculpen la demora —Chace sonriente entraba.

            Por protocolo saludaba a todos incluso a su madre. Llegó hasta donde Elisa y como buen novio se agachó para saludarla con un beso. Elisa podía sentir el perfume de ella a kilómetros y disimulando un poco reviró su cara para recibir aquel beso en su mejilla.

—¿Cómo es que Alex está aquí? —decía a su oído mientras quedándose atrás caminaban al comedor.

—Hay que hablar del juicio —más que hablar gruñía.

—Igual es raro —terminó de decir Chace. Elisa lo veía ahí al lado de ella y de verdad quería poder retorcer su cuello, era extraño la rabia que sentía y sin aguantarse más lo pellizcó todo lo fuerte que pudo, aquello se sintió tan sabroso y liberador —¿Qué te ocurre? —quejándose sobaba su mano.

—Eres un imbécil —susurrando lo regañaba —. Vienes de revolcarte con esa, y luego vienes a querer besarme con esos inmundos labios.

—Créeme que si te vine a besar no es porque quisiera.

Estaba acostumbrada a escuchar esas cosas, pero quizás fue el tono más despectivo de lo normal en que lo dijo, lo que le hizo hervir la sangre y perdiendo el control chocó su puño contra la nariz de Chace.

Chace no comenzaba a quejarse cuando ya los llamaban desde el comedor. Elisa veía como sangre salía de la nariz de Chace y comenzaba a manchar su blanca camisa. Los nudillos de Elisa le dolían enormemente y tenía que pensar en algo muy creíble para justificar aquello “¿Ahora qué hare?”     

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Hola chicas disculpen que me haya demorado tanto, pero es que el fin de semana no bastó para hacer mi relato y aún estoy cabezona con eso, es que la fantasí y yo como que no nos llevamos jaja. Pero se me hacía injusto tenerlas tanto tiempo sin capi. Así que aquí les dejo un nuevo capi.

Nadie adivinó quien era Mattew Olivares, y tampoco se los voy a decir por ahora jaja, ya luego se verá quien es. Gracias por leer y por llevar a Envenenado de Ti a sus 11K en lecturas :) mil gracias. Espero que les guste este capi. xoxo

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