Capítulo 35
—¡Vaya creía que no te vería más nunca! –se incorporaba en la cama. Tenía el impulso de peinar sus cabellos pero lo reprimió. No tenía por qué arreglarse para él, ni para nadie.
—Supe que te dan de alta, toma – lanzaba un bolso negro encima de su cama –creo que nadie se acordó de traerte algo de ropa.
—No y gracias –hablaba a la defensiva. Chace solo sonrío.
—Hablamos a la noche –decía girando el asa de la puerta.
—¿No es raro que vayas a visitarme?
—Son muchas las cosas que tenemos que hablar Elisa.
—¿Qué te dijo Victoria?
—No he querido contestar el teléfono. ¿Qué te han dicho tus padres?
—No he querido contestarles –ambos rieron –pero algún día tendremos que hacerlo y entonces ¿qué diremos?
—De eso hablaremos a la noche zorra –lo dijo bromeando, aun así Elisa le lanzó una almohada antes de que trancara la puerta.
Ian y Liam se habían quedado más tiempo con Alex ¿por qué todos sentían que Alex en cierta forma traicionaba a Chace? Los dos pensaban que ya era hora de irse de la clínica, Liam quería despedirse de Elisa y claro ver que le podía sacar. Llegaron a los ascensores y hablando esperaban que se abriera, para su sorpresa Vanessa en una silla de ruedas salía con un Maikel Loubstwell que empujaba su silla. Ian se quedó helado al instante.
—¡Vanessa! Qué bueno verte tan bien –decía Liam intentando desviar la atención de la inexpresión de su amigo.
—Gracias Liam – se expresaba con voz ronca. Era demasiado pronto para estar del todo bien –hola Ian –lo miraba fijamente, no con la misma mirada dulce de siempre. Él no encontró mejor respuesta que darse la vuelta y correr literalmente hacia las escaleras, dejando a Liam atónito –¡OMG! –Decía con una voz más clara –antes por lo menos se dignaba a mirarme, con su cara de tener un palo en el trasero, pero lo hacía. Pero salir huyendo –no lo podía creer –me merecía al menos un “Gracias Vanessa por salvarme el pellejo” si pudiera devolver el tiempo atrás lo dejaría morir. Es un maldito… -en serio ella estaba diciendo eso. Nunca había odiado a nadie, de su boca no salían insultos ¿qué le estaba pasando? –Maikel vamos a la habitación.
Liam estaba sorprendido no solo por la aptitud de Ian sino por la reacción de Vanessa. Por fin alguien había hecho enojar a la loquita de Chicago.
—¡Prima! ¿ya te vas? –la veía levantada, luciendo aquel conjunto deportivo negro.
—Sí. Ya me dieron de alta. Sabías que tu amiga me está destruyendo en la web –decía molesta.
—¿Amiga?
—Sí, tu amiga levantó todo una discusión sobre mí. No es que me importe lo que esas personas sin oficio digan. Siempre hablaran mal de Elisa Lubensky, y Elisa nunca se amedrentará. Pero ahora resulta que James es un maldito santo –gritaba –dile que ya basta. Y ah por cierto le di una exclusiva, una primicia en su blog –sin más lanzaba aquel celular sobre él.
—No entiendo nada ¿de quién es esto?
—De tu amiga, la zanahoria esa ¿dónde la sacaste Liam? No parece ser las típicas amigas que te rodean.
—¡El demonio irlandés! Esa no es amiga mía. ¿Este es su celular? –Elisa asintió –entonces podré vengarme de ella.
—Me voy –tomaba el bolso que yacía sobre la cama.
—No, espera. ¿Serás novia de Alex?
—Ahg Liam que forma más directa de preguntar –fastidiada le daba un empujón –lo que menos haría es contarte nada a ti. Ahora adiós, veme a visitar algún día.
—¿Te despedirás de Alex con un beso? –gritó antes de que saliera. Reía y Elisa solo quiso hacer como que no lo escuchó.
Afuera sus guardaespaldas la seguían, en el ascensor se quedó pensando por un momento que piso marcar “Subir o bajar” todo lo que pasaría si subía junto con las últimas palabras de Liam hicieron que rápidamente presionara el botón de planta baja. “Aun no estás lista”.
Gritaba ante ese alguien que le jalaba el cabello.
—Oh, pero si eres tú pie grande –recuperaba su cabello y masajeaba aquella parte de su cuero cabelludo que le ardía por el jalón.
—Tengo algo que te pertenece.
—¿Mi feminidad?
—Idiota.
—Imbécil. Ya quita esa cara –reía a carcajadas –se supone que eres el más amigable de los cuatro, el payaso, el bufón, la foca que a todo le aplaude.
—Ja, ja, ja Me muero de la risa –decía con sarcasmo.
—¿Me estabas buscando?
—Jamás, te vi y me baje del carro. Si te buscara no podría encontrarte porque nadie te conoce ¿no tienes amigos?
—No, ni uno solo. Pero eso qué. Puedo decir que soy afortunada, el gran Liam se baja de su auto cuando me ve por las calles. Dime ¿tengo que emprender una orden de restricción por acoso? –la cara de Liam era un poema y ella no podía dejar de carcajearse.
—Eres realmente insoportable. Toma tu maldito celular –lo lanzaba al lado de ella, cayendo en el suelo fuertemente - y te advierto que dejes de fastidiar a mi prima.
—Casi lo rompiste –protestaba tomando a su bebe más preciado –fue Elisa la que publicó eso en mi blog ¿verdad?
—¿Qué cosa?
—Eso de que todos están detrás de ella porque a su esposo le espera la mega herencia, su esposo será el magnate de los magnates.
—Sí, es cierto. Pero a ti que te importa su vida, o la de alguno de nosotros. Deja de hacerte famosa a costa nuestra.
—No soy famosa, mi mamá la ex modelo de Victoria Secrets lo es, pero yo no. Tampoco queiro ser famosa, llegada mi graduación me iré con la fundación de Maikel.
—Maikel tiene a Vanessa nunca se fijaría en ti. Nadie se fijaría en ti.
—Y se supone que llore porque el lindo Liam me dijo fea –imitaba la voz de un bebé – pues no, no me salen las lágrimas, quiero sentirme triste pero no, no me importa.
—Aparentas ser muy fuerte, pero de seguro lloras todas las noches.
—¿Hablas por experiencia? –Scarlett le estaba sacando desquicio –no lloro nunca pie grande. Y claro que soy fuerte. Soy capaz de levantarte a ti si quiero.
—No hablaba de esa clase de fuerza y claro que no podrías levantarme.
—Ha ¿me estás retando? Claro que yo puedo cargarte –botaba su morral a un lado y con decisión y una cara endemoniada se acercaba a él.
–Aléjate, aléjate –no sabía porque se sentía asustado. Ella con la misma expresión se agachó un poco para enlazar sus manos alrededor de las piernas de Liam, justo ahí donde acaba el trasero –suéltame loca, déjame –la empujaba pero Scarlett se había aferrado cual garrapata.
—Yo puedo levantarte, yo puedo –gritaba mientras tomaba aire –todo está en la mente –respiraba como Rocky, y se mentalizaba tener mucha fuerza.
—¡Sueltáme! –Liam hacía presión hacia abajo, aunque le parecía imposible que pudiera cargarlo y con sus manos intentaba quitársela de encima.
—¡Yo… pue…do…! –gritó y sacando todas las fuerzas que tenía, con sus ojos casi saliéndose de sus cuencas oculares, despegó los pies de Liam al menos un medio metro del suelo. Liam no lo podía creer –yo… lo hice –gritaba feliz, pero de inmediato se fue de espaldas con Liam aun entre sus brazos. El cuerpo de Liam era muy grande y ella muy pequeña, ese desbalance hizo que cayeran sin remedio, el golpe que recibieron fue tremendo. Siendo Scarlett la más afectada y es que cargó con el cuerpo de Liam encima de ella –yo me estoy ahogando –gritaba de debajo de Liam tratando de quitárselo de encima.
—Oh por Dios mi cabeza –sentándose en el piso de aquella plaza sobaba su frente.
—Tú tienes un chichón –se burlaba como niña pequeña –y yo tengo el mega chichón –decía masajeando la parte trasera de su cabeza, en donde un chichón de tamaño descomunal se había formado.
—Estas… -comenzó a hablar molesto, pero a medida que la veía con aquellas muecas aguantándose el dolor su ira se apaciguó –loca –no podía seguir bravo, así que un ataque de risa se apoderó de él. Ambos comenzaron a reír con desenfreno -¿a qué mujer se le ocurre hacer algo así?
—Pero ya lo ves te levanté ¿soy o no soy fuerte?
—Lo eres –reía tanto que el estómago le dolía –deberías ir al médico, los golpes en la cabeza no soy buenos –decía secando una de las lágrimas que había botado por reír.
—Nah yo soy cabeza dura. Ya es de noche –observando lo solitaria de la calle se ponía de pie –maldito me clavaste algo en las costillas –se quejaba del dolor.
—No creas que estoy contento de éste chichón en medio de mi frente –Liam sentía que esa protuberancia tenía un corazón propio porque le palpitaba.
—Lo siento, pero tú me retaste. Y nunca debes retar a Scarlett. Bueno ya me voy, entre todas las cosas fue bueno verte pie grande.
—Adiós, hasta que mi mala suerte nos junte.
Aquella última frase fue del agrado de Scarlett “ojala y tengas muy mala suerte” con una sonrisa en su cara continuó su camino, su vida era muy solitaria, pero ese había sido un día genial.
Chace le había dicho que en la noche estaría en su casa, pero ya se había cansado de esperar y no lo pensaba llamar. Decidió tomar un buen baño con la intención de relajarse aunque ocurrió todo lo contrario, su cabeza era un dilema sin salida. Se negaba a sentir algo, le molestaba ser una mujer común. Totalmente frustrada salía del baño, vistiendo un pijama marrón y negro, y con sus cabellos mojados sueltos sobre sus hombros.
—De verdad –asustada buscaba el origen de aquella voz –te hacía falta un baño, ya apestabas Elisa.
—¡Desgraciado! Me asustaste ¿qué haces en mi habitación? No se supone que estés aquí –con pesades se sentada con sus piernas cruzadas encima de su cama.
—¿Por qué no?
—Te engañé enfrente de tú mamá. Le monté los cachos a mi futuro esposo. No deberías estar aquí.
—Pero me muero por tener tu fortuna –decía sarcástico. Elisa solo puso los ojos en blanco -¿cómo se te ocurrió decir eso?
—Ya mis padres alarmados llamaron, aunque ellos creen que ese alguien descubrió todo y más bien me llamaban para darme una explicación y decirme lo tonta que soy por haberte engañado. Ya escuché bastante gritos y concejos. Dije todo porque me cansé de que digan que estoy haciendo conjuros, y que James es tan santo. Que sepan que solo estaba detrás de mi dinero.
—Al igual que yo, al igual que Alex. ¿En qué posición dejaste a tu adorado Alex? ¿he?
—¿Ahora te preocupa Alex? ¿Quieres que sea su novia? ¿Qué me case con él?
—¿Por qué habría de importarme? Solo no le des largas, no juegues con él. No huyas, habla claro.
—¿Por qué estás tan seguro de que no lo amo? –dijo desafiante.
—¿Lo haces? ¿Lo amas? –De nuevo Elisa solo desvió la mirada – por qué no contestas nunca Elisa.
—Porque no me veo diciéndole a alguien eso –dijo en un susurro -¿ahora qué haremos?
—Es la oportunidad perfecta para separarnos y no casarnos Quién iba a decir que era tan fácil deshacernos el uno del otro. Necesito el anillo.
—¿Qué anillo?
—El de compromiso cariño –aunque lo dijo irónico, aquel “cariño” hizo eco en la cabeza de Elisa, tanto que le costó asimilar lo que Chace le pedía.
—Ah el anillo –busco su dedo para sacárselo –Oh por Dios ¿y el anillo?
—No juegues con eso.
—No estoy jugando, el anillo no lo tengo.
—Ese anillo es mi única salvación ahora que no hay boda –gruñía.
—Yo no lleve el anillo el día que pasó todo, lo dejé en la habitación –decía nerviosa -¿Quién recogió mis cosas?
—No sé.
—¡No sabes! Cómo pudiste no estar pendiente.
—Disculpa pero en cuanto salí de la mugre catarata estuve buscándote por todos lados, luego estaba con un tiro en mi abdomen y disculpa por no haber estado pendiente de tus cosas –gritaba ya cerca de ella.
—Lo dices como si yo hubiera estado chapoteando en el lago. Yo estuve medio zombi en una cueva, recibiendo golpes en mi cara y cuerpo, con un imbécil que me metió mano a donde se le dio la gana, con dos tiros en mi pierna y casi a punto de ser violada –gritó a centímetros de su cara. Chace la observaba fijamente –disculpa sino estuve pendiente de tu anillo.
—Elisa ese anillo lleva un siglo en mi familia, un siglo. ¿Sabes lo que es un siglo? –gritaba al borde de la locura.
—Si nadie trajo nuestras cosas debe estar en la habitación. Somos importantes en el hotel no iban a botar nuestras cosas. Así tenga que volver a Caimán lo encontraré. Uhh –un ligero temblor la invadió.
—¿Qué te pasa?
—Me dio escalofríos pensar en volver a Caimán.
—Deberías ver a un psicólogo,
—No estoy loca.
—Solo digo que es obvio que lo que viviste te afectó, en la clínica nunca dormías bien. Debes hablar con alguien.
—Estoy bien –decía ya con fastidio –no soy ninguna debilucha. No estoy llorando porque casi me violaron. Así no soy yo.
—Es normal que te hayas traumatizado, no quiere decir que seas débil, solo…
—¡Basta! –Gritó perdiendo los estribos – no me ha afectado nada. Estoy muy bien. Deja de querer cambiarme.
—Nunca he querido cambiarte. Eres una maldita desagradecida –molesto tomaba su chaqueta – encuentra rápido el anillo.
En su camino a la salida apagó las luces de la habitación. Elisa de inmediato volvió a sentarse en la cama, su corazón latía tan rápido que comenzó a dolerle. Cerró los ojos y solo una imagen vino a su mente, despavorida salió de ahí. Corrió como nunca hasta llegar a las escaleras de la puerta principal.
—¡Chace! –gritó al verlo a punto de salir. Él sorprendido reviró para verla bajar las escaleras tan rápidamente hacia él –quédate conmigo ésta noche –temblando se abrazó a su cuello –tan solo ésta noche.
—Estas temblando –rápidamente la abrazaba.
—¿Te quedarás? –estaba agitada, sentía muchas ganas de llorar, ganas que estaba reprimiendo.
—Claro que sí – nunca la había visto tan aterrada, se sentía culpable por haberle apagado la luz. Pero a la vez se perdía en aquellos ojos que nunca lucieron tan grandes, con delicadeza acaricio los labios de Elisa con uno de sus dedos y mirándola fijamente unió sus labios a los de ella, con una delicadeza que nunca había usado, era un beso de cariño. Uno al que Elisa correspondió.
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Dos besos en un mismo día, dos besos diferentes ¿cual habrá sido mejor?
Disculpen la demora pero he estado vuelta loca con dos relatos que debo escribir y que pronto subiré a wattpad, también a mi hermano lo operaron de la vesícula y he estado con él metida en la clinica.
Pero con la llegada de semana santa, mi sobrino no irá a la escuela así que tendré tiempo para escribir. Espero el martes ya poder subirles nuevo capi. Espero que ésta semana sea productiva para mí.
Como siempre gracias por leer y por hacer que Envenenado de Ti ya tenga 8K en lecturas. Besotes lindas!!!!
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