Capítulo 32 parte 2
Aquel hombre a unos metros de ella era tan varonil y bien formado que por un instante lo observó de arriba abajo, pero no era típico de ella perderse en el buen ver de algunos chicos, así que con la misma mirada de “tú que me miras” le decía:
—¿Te conozco?
—Gracias a tu gran donación pude salir adelante con mi fundación cuando todo el mundo me dio la espalda.
—¡Eres Maikel Loubstwell! Nunca pensé que llegaría a conocerte –no sonreía, le hablaba hasta con un tono seco.
—Yo tampoco, pero te vi y me dije que tenía que darte las gracias. Las donaciones que has hecho continuamente desde entonces nos han servido mucho. Un día deberías visitarnos para que veas lo que tus donaciones han logrado.
—¿Mis donaciones? –sí se acordaba de haber donado para la fundación de Maikel en cuanto él dejó a su familia, pero no había vuelto a hacer ninguna donación. Eventualmente su alma caritativa se había perdido.
—Cada tres meses recibimos una donación hecha por ti, una muy grande. Los narcotraficantes, terroristas y demás se roban la mayoría, pero logramos rescatar algo para los necesitados ¿No sabías de tus donaciones? –preguntaba observaba la cara de interrogación de Elisa.
—Claro que sabía de ellas. Es solo que hago tantas donaciones que me había olvidado que aún apoyaba tu fundación –respondió serena.
—No sabías ¿verdad? –decía Maikel un poco divertido
—¡No! –y se echó a reír –pero que bueno saber que todo este tiempo he ayudado a los necesitados sin proponérmelo. Por cierto te presento a un amigo –señalaba a Alex.
—Vanessa siempre hablaba muy bien de ti –le daba la mano –debo irme, fue bueno conocerlos.
—Lo mismo digo –terminó gritándole mientras se alejaba, por un momento se había olvidado de la conversación de Alex y ella –debo averiguar cómo es que he estado donando dinero sin saber, quizás y este en la ruina ya. Y tú –tomaba su brazo –vuelve a tu silla, ya es hora de que vuelvas a tu habitación. Mugre enfermera pensaba dejarte aquí hasta que te marchitarás con el sol –comenzaba a quejarse –que esperas siéntate –lo empujaba un poco. Él sonriendo le obedeció.
—Pero no podrás evitar el tema por siempre –dijo antes de que Elisa empujara su silla.
—No estoy evadiendo nada –“porque maldita sea siento a cada rato que el corazón se me va a salir, esto no es vida. A mala hora me puse a pasear por ahí” -¿te ocurre algo? –asustada comenzaba a tocar su cara, y es que Alex había comenzado a quejarse y presionaba su corazón. Aquello duró tan solo un par de segundos porque de inmediato la jaló, no supo bien como pero había pasado de estar parada a su lado, a estar sentada sobre sus piernas.
—No tienes nada que temer –dijo a centímetros de su rostro, una de sus manos tomaba la quijada de Elisa, mientras la otra sujetaba su cuello –disculpa pero algún día tenía que hacerlo –Elisa habría querido mover alguna de sus manos, tal vez salir corriendo de ahí, pero por un momento sintió lo que era estar parapléjica, su cuerpo no quería obedecerle. Ahí estaba observándolo ¿Qué era lo que quería?... ya no había tiempo para pensar en eso.
Los labios de Alex buscaron los de ella con una lentitud y delicadeza sincronizada, los de Elisa no se quedaron dormidos como el resto de su cuerpo, estaban preparados para darle una calurosa bienvenida a ese beso. Su mano también salió de su letargo y perdiéndose en aquello que no sabía descifrar, se dirigió a los cabellos de Alex, en donde sus dedos jugueteaban con aquellos rizos dorados. ¿Aquel beso era como en el sueño? No, fue mucho mejor, esa era la respuesta que todo el cuerpo de Elisa daba. Por un momento cualquier vergüenza o duda se había esfumado, no podía sentirse más viva. ¿Qué seguiría después? Se preguntó cuándo se separaron. No podía hacer nada más que verlo a los ojos, se sujetaba de su cuello y trataba de darle una explicación a lo que había sentido. Por un momento podía decir que había salido de éste mundo, sin embargo algo comenzó a molestarla retiró su vista de los ojos de Alex para ver a su lado.
—¡Victoria! – exhaló en un grito ahogado.
Por puro instinto soltó el cuello de Alex, incluso le dio un leve empujón y cayó de nalgas en el verde pasto. “Esto no puede estar pasándome a mí”
—Ven conmigo – decía Chace caminando apurado -¿dónde está Ian?
—No sé de pronto ya no lo vi más. Vanessa llega hoy a la clínica, cuidado sino fue a buscarla. ¿Para qué nos llamaste hoy?
—Una sorpresa para Elisa.
—¿Ahora le das sorpresas a mi prima? –decía irónico.
—Lo que le pasó no es fácil, además debo ser un buen novio – dijo esto mirando a Liam de aquella forma que le decía “solo estoy fingiendo”.
—Hay alguien más que la ha pasado mal ¿si quiera has pensado en ella?
—Creo que tú piensas en ella por los dos –hablaba más serio –mejor Liam no entremos en ese tema, porque la conversación que debemos tener es bastante seria.
—Créeme cuando te digo que estoy más que ansioso por tenerla.
—Si no quieres venir no vengas –dijo fastidiado –debo buscar a Alex.
—Alex no está en su cuarto al parecer salió a tomar aire fresco.
—Elisa tampoco está, esa araña no puede quedarse quieta ¿vienes o no?
—Claro que voy.
Elisa creía que estaba en un mal sueño. El estómago se le revolvió al instante, su cabeza no podía coordinar todo. Ahí estaba tirada en el pasto a los pies de Alex, con Victoria solo unos metros más allá observándola ¿Qué explicación podía dar?
—Puedes explicar que ocurre aquí – decía con su fuerte voz –¿acaso no estas comprometida con mi hijo? ¿No es que estas enamora de él? Y ahora estás aquí besándote con Alex.
—Puedo explicarlo –decía rápidamente poniéndose de pie “claro que no puedes explicarlo”
—Quiero escucharte –decía desafiante, sin embargo, miró a los alrededores y ya más de una personas los observaban –pero no será aquí. Eres una total decepción Elisa.
De inmediato se dio la vuelta para perderse escoltada por aquellos guardaespaldas que la seguían siempre de día y de noche. “Maldita sea ahora que haré”, la enfermera de Alex llegaba para llevárselo, Elisa vio como pasaba al lado de ella y sin pensarlo más corrió hacia dentro de la clínica, ya hablaría con Alex luego, lo que ahora necesitaba era llamar a Chace y contarle como había metido la pata.
Caminó hacia unos ascensores localizados en el ala sur de la clínica, todo para no encontrarse con Victoria en el camino. El estómago le dolía, pero ese dolor podía esperar, corriendo entró a su habitación y un gran “SORPRESA” casi hizo que se le saliera el corazón.
—¡OMG! ¡NIÑOS! ¿Qué hacen aquí? –gritó asustada.
—No creímos que esa sería tu reacción –dijo uno de los pequeños.
—Es Elisa ¿creías que iba a llorar de la felicidad y abrazarte? –dijo la pequeña Nicol, a lo que todos comenzaron a reír, Elisa era muchas cosas buenas, menos cariñosa.
—Claro que estoy contenta de verlos –intentaba disimular sus nervios.
—Luces más horrible de lo normal –hablaba Peter el niño más sincero del mundo.
—Gracias Pet, tu siempre tan lindo –decía con sarcasmo -¿Quién los trajo?
—CHACE –gritaron todos al unísono.
—Él en realidad es lindo – decía Megan – prometió que veríamos a Alex.
—Oh niños ¿Qué debo hacer para ganarme su cariño? – fingía estar molesto. Hasta ese momento Elisa no había logrado verlo, había estado sentado en un sillón por lo que se confundió entre los niños. Sintió que palideció cuando lo vio –siempre prefieren a Alex. ¿No creen que es un soso que no hace nada más que dormir?
—Pero el momento que está despierto es tan lindo –decía Liam en tono afeminado, haciendo reír a todos.
—Te trajimos regalos –una de las niñas alzaba un dibujo.
—Nos preocupamos por ti Bruja Madrina.
—Gracias por lo de bruja madrina Chloe no esperaba menos de ustedes. Pero ahora monstruos díganme todo lo que han hecho en mi ausencia.
Más animada se sentó en su cama a hablar con los niños, que no paraban de contarles cosas y preguntarles muchas más. Aunque no dejaba de quitarle la mirada a Chace. Él sabía que algo raro pasaba, sentía que Elisa algo quería decirle, pero quizás y fuera un ¡Gracias! Se sentó a comer un poco de torta antes de que Liam acabara con ella, cuando una alerta llegó a su celular.
Por su mirada Elisa supo que ya lo sabía “!No puede ser! Victoria ya le dijo”.
—Niños coman pastel o se quedaran sin él. Liam no ha dejado de comer desde que llegó –los niños comenzaron a protestar con Liam –tú y yo afuera –le dijo a centímetros de su rostro, con aquella mirada endemoniada.
La jaló fuertemente del brazo, arrastrándola hasta la salida. Los niños no notaron nada y es que se estaban peleando por agarrar un buen trozo de pastel.
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Creo que el capi quedó pequeño, pero es que he tenido unos inconvenientes con la tecnología. Espero pronto subir el siguiente capi. Mil gracias por leer y por siempre esperar mis demoras. Besos :)
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