Capítulo 32
Las enfermeras habían decidido que un poco de sol no le haría mal. Su madre había ido a la mansión a dormir un poco y cambiarse de ropa, lo había dejado al cuidado de su hermana Amber, pero ella prefirió coquetear con un guapo doctor que por ahí transitaba.
La suave y frisa brisa junto con los rayos del sol le estaban dando toda aquella energía que sentía perdida. Cerró los ojos por unos instantes, tan solo quería dormirse ahí. Era muy temprano apenas las seis y tanto de la mañana, así que el silencio que reinaba en los jardines de la clínica era relajante.
Ella había pasado la peor de las noches, no sabía que el incidente con James la había traumatizado tanto, las pesadillas la espantaron a tal punto que se vio a sí misma gritando del susto. Dio gracias por haber pasado la noche sola, aunque como deseó que alguien se apareciera por ahí a hacerle compañía. “Ese imbécil de Chace que no volvió ¿qué clase de novio hace eso? … pero que cosas dices Elisa” Estaba claro que no duraría un segundo más en aquella habitación. En plena madrugada envió a uno de sus guardaespaldas a comprarle algo de ropa, así que a los primeros rayos de la mañana se quitó esas terribles agujas en sus brazos para darse un paseíto por la clínica.
Corrió cuando lo vio ahí sobre aquella silla de ruedas, sus cabellos rubios encandilaban con aquellos rayos del sol reflejándose en ellos. La brisa los despeinaba de forma sutil y armoniosa. Tuvo el impulso de ver hacia los lados para ver si su madre no estaba por ahí cerca, o alguien que le impidiera acercarse a él, por suerte nadie más los acompañaba. Pensó en llegar y gritar su nombre al lado de su oído, pero luego recordó lo delicado de su corazón “Tal vez y nunca más puedas jugar así con él” pensó con tristeza. Para no asustarlo caminó con un poco de cuidado, se paró enfrente de él y pensaba esperar a que abriera los ojos. Pero tal parecía que nunca lo haría, incluso se sentó en una banqueta de madera a su lado haciendo un poco más de ruido, él tan solo se movió un poco para volver a su posición de descanso “¿Cómo es posible que siempre estés durmiendo?” se preguntaba con frustración “Despierta, despierta, despierta” con sus manos hacia señas de que pasaba sus ondas sensoriales al cerebro de Alex. Mientras lo observaba aquel extraño sueño volvió a su mente, tuvo que mover su cabeza para sacudir las mil cosas que comenzaron a pasar por su mente.
Dicen que la risa es contagiosa, pues el sueño también lo es. Así que luego de tararear una canción, morder sus uñas, hacerse una crineja e intentar contar las hojas del pasto, Elisa entró en un profundo sueño.
El sonido de una avispa a su alrededor hizo que abriera los ojos poco a poco. Exhaló un gran bostezo y restregó sus ojos, de verdad estar en el exterior le estaba haciendo mucho bien, pese a estar tantos días en una cama no había logrado dormir como aquellos minutos sentado en esa silla. Somnoliento miró a su lado para encontrarse a una Elisa que con la boca un poco abierta babeaba la madera debajo de su cabeza.
—¡Elisa! ¡Elisa! –Comenzó a llamarla, pero ella no respondía –Elisa despierta – acercándose tocó su brazo.
—¡Déjame! ¡Suéltame! –totalmente asustada se levantó dispuesta a darle un golpe a quien fuera que estuviera tocándola, por suerte antes de nada divisó a Alex ahí a su lado - ¡Oh Alex! ¿Estás bien? – asustada se incorporaba a ver si su sobresalto había creado algún estrago en el corazón de Alex.
—Estoy bien Elisa –sonreía y es que era lindo ver a Elisa medio despierta y asustada.
—Que tonta de verdad –alborotando sus cabellos volvía a lanzarse en el banco –estuve aquí esperando a que te dignaras a despertar y es que no encontraba la forma de hacerlo sin asustarte, y resulta que casi te doy un golpe. Tiene razón tu madre de mantenerte alejado de mí.
—¿Por ella no me has visto? Creí que eras una ingrata que no quería visitarme.
—No, yo he querido verte, pero tu mamá me odia, tiene razones para hacerlo, muchas razones.
—No fue tu culpa –sentándose a su lado retiró un mechón de cabello que cubría la parte derecha de la cara de Elisa –claro que no lo fue – que él la viera tan directo provocó algo raro dentro de ella, así que carraspeando un poco se alejó.
—¿Estás bien? Me refiero a tu corazón –decía con un poco de timidez.
—Lo estoy. No hay nada grave Elisa.
—Sabes que tienes mi corazón a tu disposición, lo digo literalmente, si necesitas uno aquí tienes el mío.
—Tu corazón ya está podrido Elisa – dijo bromeando –además cual sería el objetivo de vivir si no vas a estar gritando, fastidiando y obstinando a origami.
—Claro – sonreía – pobre Origami.
—¿Qué haces todavía aquí? No creí que unas balas en la pierna te hicieran tanto daño.
—Las balas no, como ves estoy cojeando –señalaba su pierna vendada –pero el veneno del idiota de James si me tuvo mal.
—¿Veneno?
—Sí, ya ves. A la final casi me mata un veneno todo extraño que iba durmiendo mis órganos. Sabes cuándo una pierna se te duerme y al despertar duele, así mismo ocurre con cada cosa dentro de mí. De todas formas creo que me darán de alta hoy.
—¿Qué es ese morado en tu cara?
—Bueno James me golpeó lo suficiente para dejarme morados en todas partes –aunque ella lo decía con elocuencia, Alex cerró los puños al acordarse de eso –pero esto me lo hizo Ian.
—¡¿Qué?!
—No fue intencional, él y Liam se peleaban por la zorra de Amy. Ian asegura que él la vio en Caimán, le dijo de todo y Liam salió a defenderla, comenzaron a pelear. Yo tenía miedo de que todo el mundo escuchara los fui a separar y mira con lo que quedé.
—¿Por qué Amy iba a estar en Caiman? ¿Con qué dinero?
—No lo sé, tampoco creo eso. Pero Amy se metió con el gran amor de Ian ¿Sabías que estaba enamorado de Vanessa?
—Hasta que lo reconoció, ya era hora.
—¿Lo sabías?
—Era obvio, su odio hacia ella era más que extraño. Además que en la época que Vanessa estaba y que enamorada de mí, Ian no hacía más que meterse conmigo, siempre quería dejarme como un tonto. Por eso inventé ahora eso de que Vanessa me gustaba, así quizás de celos admitiría lo que sentía.
—¡Vaya! Yo nunca lo vi venir. En fin ayer estaba todo el mundo aquí, el padre de Ian comenzó a decir que de ahora en adelante su hijo aprendería a llevar el negocio adelante, mi tío dijo lo mismo de Liam, se disculpó porque era un cobarde y que ya no sería más un gigoló –ambos rieron ante eso –hay videos muy finos de Liam en la web.
—¿Viste el de la gallina? – explotaron de la risa al acordarse.
—Es triste que estemos creciendo –hablaba con un deje de nostalgia.
—No debería ser triste. Sabes mientras dormía tuve un sueño - “no empieces con el maldito sueño” protestaba Elisa en su cabeza – era raro porque los dos estábamos en un lugar muy claro, tranquilo, mágico, como celestial.
—Celestial esa cosa –expresaba con su habitual voz fuerte despectiva –no podía si quiera abrir los ojos bien, y ese montón de mini motitas ahgg que lugar tan horrible.
—¿Cómo lo sabes? – Elisa tragó saliva cuando vio la mirada inquisidora de Alex, se le había escapado decir eso.
—Tuve un sueño similar, quizás y solo es igual el inicio – típico de cuando estaba nerviosa comenzó a inspeccionar sus uñas.
—En mi sueño tú te quejabas de todo. Luego volvíamos a la cueva al momento antes de caer en aquella laguna. Te acuerdas que me preguntaste si me habría casado feliz contigo y yo dije que sí. Pero ésta vez nada explotó y yo te…
—Si ya sé lo que pasó – dijo poniéndose precipitadamente de pie –no sé qué fue eso que nos pasó, nuestros sueños se chocaron, es lo más raro del mundo. De seguro a mis padres les gustará investigarlo ¿no crees que es muy raro? Debe tener alguna explicación lógica.
—¿Por qué evitas el tema? – decía sonriendo, ver a Elisa nerviosa le estaba causando mucha gracia, a su parecer se veía tierna, hasta vulnerable.
—No estoy evitando nada ¿qué habría de evitar? Fue solo un sueño, en los sueños pasan cosas locas. Una vez soñé que ustedes insinuaban que Ian gustaba de mí, incluso en el sueño él se ponía nervioso, fue una locura. Pero eso no quiere decir que me gustara Ian.
—Pero lo que dije en el sueño era verdad –las manos de Elisa temblaban, lo que menos quería escuchar era eso y estaba ahí diciéndoselo con los rayos del sol reflejándose en sus ojos dándole un color azul cálido, siempre había dicho que era su príncipe, pero ahora bien podía ser un ángel. Tuvo que estar en silencio por un rato “¿Cuáles son las palabras propias para decir después de una declaración?”
—Uff Alex –sin más le daba un golpe en el hombro –de todos creía que eras el menos bromista, pero me sorprendiste he pequeña rata –reía y hacía gestos de más, era obvio que no era ella.
—No estoy bromeando Elisa, te lo dije en el sueño y te lo digo ahora porque no veo razones para seguir ocultándolo. Dijiste que tengo tu corazón literal a mi disposición, pero yo quiero tener tu otro corazón, porque el mío ya te pertenece ¡Te amo! –de pronto la distancia entre ambos se había acortado demasiado.
—Pero tú dijiste… -lo tenía tan cerca que le era imposible concentrarse, rogaba porque no notara lo nerviosa que estaba “Por favor en estos momentos es que uno necesita una intervención, maldita sea que alguien se aparezca” refunfuñaba en su cabeza –tú dijiste qué nadie podía amarme –Alex iba a protestar pero ella ante una seña lo calló –tú mismo dijiste que…
—¡Elisa Lubensky! –se escuchó tras de ella.
Ela cerró los ojos como dando gracias en su cabeza, no sabía quien la había llamado pero ya lo amaba por sacarla de ese momento que obviamente no estaba manejando bien. Rápidamente reviró a ver a ese alguien, tuvo que contenerse para no abrir la boca en sinónimo de sorpresa y es que no sabía aún quien era ese chico, pero era realmente apuesto.
—¿Puede haber una persona más nula? –Liam se quejaba aún con el celular en las manos –digo ésta chica no existe en el mundo, busco y busco de ella y al parecer pasó por Caimán sin que a nadie le importara. Creo que es medio Hacker sino como es que aún no dan con el lugar exacto donde envía todas esas caricaturas y comiquitas de mí –Ian solo reía.
—Ya déjalo de bien o de mal ahora eres famoso –la mirada fría de Liam solo hizo que riera a carcajadas.
—¿Para qué Chace nos habrá pedido que viniéramos? Yo que quería continuar buscando a la loca esa fans de Vanessa –caminaba por los pasillos de la clínica sin divisar siquiera por donde caminaba, por suerte todo el mundo le habría camino –¡pero claro! –gritaba como descubriendo un acertijo –si ella es fans de Vanessa debe estar en Houston con Vanessa, que tonto he sido.
—¿Fans de Vanessa? –preguntaba Ian interesado.
—Sí, te digo que es una loca. Te odia por cierto, pero…
Dando vuelta en una esquina el choque con alguien pequeño llenaba la camisa de Liam de aquel frío frapuccino.
—¡Maldición! Lo que faltaba –gritaba furioso.
—Yo tendré la culpa de que camines sin ver quien pasa ANIMAL –gritó la pequeña pelirroja.
—¡Eres Tú! –casi sus ojos se salen de sus cuencas oculares al verla ahí enfrente de él.
—Oh mira, pero si es el grandulón –sonreía –sabes que me debes un frapuccino.
—Tú, tú, tú…
—No sabía que eras tan lento –Sacarlett tenía esa forma particular de hablar, no tenía que esforzarse mucho para sonar pedante.
—¿Qué es toda esa porquería que has inventado de mí? –le gritaba a la cara.
—Ah eso. Bueno te digo que… entiéndeme – sonreía como niña buena rogando –siempre he sido tan X, de pronto se me ocurrió una caricatura graciosa de ti, la publiqué en mi página que nunca tiene ni una visita y Puff tenía miles de visitas, mi imaginación creo más y más cosas y de pronto la web se llenó de mis ocurrencias. Te salvé de que te quedarás atado a ese árbol por siempre, o hasta que alguien menos mal de la cabeza te encontrara, pero igual me lo debes.
—Quitarás cada maldita cosa que subiste…
—Ya da igual si lo quito o no, todo el mundo ya lo ha compartido. Es ya un virus que se detendrá cuando salga algo mejor de que reírse. No te preocupes grandulón los artistas siempre logran hacer algo vergonzoso o escandaloso, tu popularidad se acabará en unos días. No se puede sacar tanto jugo de la misma fruta podrida.
—Te demandaré.
—Hazlo, no será la primera, ni la última –dijo al descuido –ya me voy, ahí esperaré el llamado del jurado.
—No, no. No te vas a ningún lado –la tomaba fuertemente del brazo –esto lo vamos a arreglar como sea.
—Lo arreglaremos en otro momento –dándole una patada en su pantorrilla logró tener su brazo de vuelta –porque estoy aquí para ver a Maikel Loubstwell.
—¡¿Qué?! – gritó Ian.
—Ah tú – no pudo evitar mirarlo con desprecio, odiaba a Ian más que a nadie en el mundo –por suerte Maikel está aquí para cuidar a Vanessa de cierto perro maldito en particular – miraba fijamente a Ian – no quiero decir quién es, pero lo estoy mirando – a Ian aquella chica de verdad lo estaba asustando.
—El tal Maikel está en Houston desadaptada –habló Liam.
—El tal Maikel ese dios griego está en chicago Pie Grande –refutó –Vanessa viene hoy a su clínica a seguir con su tratamiento, por suerte no lograste matarla PATÁN.
—¡Ya basta! – Liam tomándola del brazo la alejaba de Ian –no le gritarás a mi amigo.
—No me trates mal, no me trates mal –le advertía.
—Sino ¿qué?
—Aparte de ser un gavilán cobarde, también serás el monstruo que trata mal a las mujeres. ¿Tan poco hombre eres?
—A mala hora me topé contigo –dejó su brazo aunque lo soltó casi dándole un leve empujón.
Cuando Liam se dio la vuelta ya Ian no se encontraba por ningún lado. Estaba realmente confundido, saber que quizás Vanessa ya se encontraba en el mismo lugar que él lo inquietaba, por un lado quería correr y verla aunque sea de lejos, pero por otro sabía que si la veía quizás no querría dejarla nunca más. También esperaba no encontrarse con el idiota de Maikel Loubstwell o ésta vez si no contendría sus ganas de caerle a golpes. Con aquella guerra mental en su cabeza se apoyó en aquel enorme pared de cristal, bajó un poco su mirada para divisar allá abajo en el jardín a Elisa hablando con alguien que no podía ser nadie más que Maikel.
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Hola :) de verdad disculpen la demora es que he estado un poco desconcentrada jaja. Más tardecito o mañana subo la continuación de éste capi. Espero que les guste. Muchos besos y abrazos.
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