Capitulo 3

—¿Estás bien? —él la miraba con aquellos ojos azules, parecía que no se acordaba de ella.

—Sí, gracias — se paró inmediatamente para notar que su tacón se había roto —. Maldito zapato.

—En serio lo siento, estoy destinado a quedar como un tonto cada vez que te veo.

—Tienes razón —dijo sonriente — pero ésta vez te pasaste, atropellar a alguien creo que es peor que robarla.

—No lo creo, la mayoría de los atropellos no son premeditados, el robo sí —la tomó de la mano —. Te lo compensaré, vamos a algún lado a comprarte unos zapatos.

—Ok —quizás debió haber dicho “no, así está bien”, pero su día en la universidad había sido horrendo y quería la compañía de alguien.

Amy siempre había sido una chica popular, aunque ahora estuviera pasando por una mala racha, conocía muchos lugares, pero nunca habría podido entrar a aquellos lugares a los que Chace la llevaba.

—Gracias por el café y por todo, en serio ahora te debo mucho dinero — dijo juguetona.

—No me debes nada, yo te debía mi libertad y una nota en el periódico —sonrió y tomó un poco de aquel elegante café.

—La vida de ustedes es fascinante, no preocuparse por nada, si ven algo lo compran y ya, sin pensar en que el dinero no les alcanzará o que deben trabajar duro para ahorrar y comprarlo.

—¿Cómo es tu vida?

—Muy diferente a la tuya créeme. Trabajo en cuanto empleo consiga para poder pagar la universidad. Estos zapatos que me acabaste de comprar no los habría tenido ni trabajando toda mi vida, el café más elegante para mí, es el de la máquina que está en las afueras de la estación Main Street.

—Mi vida no es tan gloriosa. Por ello buscamos siempre algo diferente que hacer, ahora ir de compras, tomar café en este lugar puede parecer emocionante, pero si lo haces 365 días al año, verás que ya no es tan divertido, pues se ha convertido en parte de tu vida.

—No lo vi desde ese punto de vista. Creo que todo es malo, excesiva riqueza, excesiva pobreza.

—Lo peor es que el punto medio también es malo, como quien dice no se puede ser completamente feliz.

—Tienes razón, yo antes creía tenerlo todo, era porrista y capitana, claro nunca fui rica, pero en mi escuela eso no importaba, mi novio era el chico “más apuesto” – dijo entre comillas – sería la reina de graduación y de pronto todo se derrumbó.

—¿Qué pasó?

—Bueno… es una historia larga, tal vez te la cuente algún día —quería darle a entender que esperaba verlo de nuevo —. Solo te digo que estoy muy sola.

—Ahora no estás sola, en mí, tienes un amigo.

—¡Gracias!, creo que después de todo fue suerte que ayer a los niños mimados se les hubiera ocurrido jugar a los chicos malos.

—Creo que sí.

ݜݜݜݜݜݜ

—Amy he aquí un día cotidiano de los sin oficio — dijo Chace entrando al cuarto de juegos de la casa de Alex, todos se detuvieron en sus labores al ver a la chica delante de ellos.

—¡Vaya! ¡Esto sí es vida! Es un placer volver a verlos —dijo con una gran sonrisa en su rostro.

—Amy bienvenida, ponte cómoda —Ian le hizo señas de sentarse en un sofá cercano.

—¿Quieres algo de tomar? — Preguntó Alex dejando su guitarra a un lado — ¿alguna bebida o una soda?

—Me gustan las margaritas — dijo animada.

—¡Eso! — Gritaron casi al unísono —Margaritas para todos por favor —gritó Ian.

—¿Saben quién es experta preparando cocteles? —preguntó Alex mirando fijamente a Elisa.

—Ni loca, no voy a preparar nada. Estoy estudiando —dijo con fastidio, pero era normal que Elisa no estuviera sonriente todo el tiempo.

—Hazlo por mí, todos saben que soy tu favorito — decía Alex con cara de inocente.

—Nada que ver, mi favorito es Origami, solo él tiene modales —señalaba a aquel perro buldog ingles que pertenecía a Alex —. Que la servidumbre prepare tus cocteles.

—Me rindo —Alex salió de la habitación en busca de su mayordomo.

—¿Y tú cómo te llamas? — Elisa le preguntaba a Amy.

—Amy Alvez, no tuvimos el placer de conocernos ayer. Trabajé para un bufete de tus padres por una temporada.

—Qué bien, no suelo conocer a los empleados de mis padres. A ellos tampoco los veo mucho. Bueno me largo de aquí ¡que se diviertan! —miró a Amy y continuo su camino

Amy no dejó de pensar que no era del agrado de Elisa, pero ella era solo una niña de quince años, no le deberían importar sus niñerías.

ݜݜݜݜݜݜ

Elisa se enclaustró tanto en su plan para vengarse de aquel sujeto que quiso abusar de ella, que no notó el distanciamiento que se formó entre ella y los que siempre fueron sus amigos.

—Dicen que los chicos ahora tienen a una nueva mascota —decía una chica pequeña y rubia que estudiaba con Elisa —. Aunque todos hablan que es extremadamente linda y de su misma edad. Al parecer por fin se dieron cuenta que Elisa no está a su altura —dijo más alto, con la intención de que Elisa escuchara —. Yo no creo que debamos seguir teniéndole respeto.

Miró a aquel grupo con todo el odio que sus ojos podían demostrar y continúo su camino. No se suponía que la respetaran o le temieran por el hecho de ser amiga de los imbéciles cuatro chicos cotizados, sino porque ella era Elisa Lubensky y nadie debía olvidar eso.  Habían pasado varios meses desde el cumpleaños de Liam. Le daba igual que estuvieran con la cabeza hueca de Amy, ella tenía sus propios asuntos y por extraño que pareciera ya no le importaba estar en compañía de esos idiotas.

 Quizás lo que la hizo cambiar fue, que en el día de su cumpleaños número dieciseis nadie se dignara a felicitarla. Ella se mandó a hacer una torta e iba con todo su buen humor a encontrarse con los chicos, para auto cantarse un feliz cumpleaños, entonces los vio a lo lejos, todos riendo con ella. Estaban tan felices, que no quiso molestarlos, se dio media vuelta y comenzó a caminar. Un sentimiento extraño se apoderó de su corazón, luego supo que  había sentido celos, sin embargo, esos celos no duraron mucho. No supo cómo, pero llegó a las mismísimas puertas de lo que parecía ser un orfanato. Una niña de unos tres años salió y se abrazó a su pierna, aún tenía la torta en sus manos y por un momento no supo que hacer, así que sonrió. Nunca había sido buena con los niños, incluso le caían mal, pero ese día quería ser simpática con aquella pequeña niña, blanca y sucia que la había abrazado, otros niños más se acercaron, y de pronto parecía que tenía a todo el orfanato al lado de ella.

—¿Cómo te llamas? —dijo la niña.

—Elisa Lubensky —respondió con algo de frialdad.

—Elisa es un lindo nombre —dijo un niño de al menos unos ocho años de edad.

—¿Qué es eso? — a duras penas hablaba un chaparrito de unos dos o tres años de edad.

—Esto — Elisa sonrió al ver a un ser tan tierno y bello — es una torta, resulta que cumplo años y no tengo a nadie que me lo celebre.

—¿Tampoco tienes padres? —dijo uno de ellos.

—Están de viaje. ¿Quieren ser mis amigos por hoy? — no supo donde le salió ser tan amigable, pero con esos niños podía ser diferente, dejar a un lado su aptitud de desprecio a todo el mundo.

—Siiiiii —fue la exclamación de todos.

Escuchar a aquellas chicas hablar le recordó que llevaba mucho tiempo sin saber de sus antiguos amigos, y de pronto le molestó que ninguno, ni siquiera su primo hubiera intentado saber que era de ella. Era obvio que Amy les aportaba todo lo que necesitaban para ser felices.

ݜݜݜݜݜݜ

Pasó una tarde de lo más divertida en el orfanato, las niñas habían insistido en pintarle la cara, le trenzaron el cabello, tal parecía que era algo así como su muñequita, había llevado la cámara fotográfica y se tomó fotos con todos. A los niños les gustó jugar a modelos.

Ya había imprimido las fotos y pensaba llevárselas mañana. Entraba al estudio de su casa, viendo nada más que las fotos, dejó su morral a un lado, se sentó en su sillón favorito, tomó por inercia una galleta de las que siempre estaban en esa mesita, y con una gran sonrisa miraba las fotos emocionada, hasta que…

—¿Por qué tan contenta? — preguntó Ian. Elisa brinco del susto, lanzando sin querer las fotografías al suelo.

—¡Idiotas! – dijo tomando aire y apurándose a recoger las fotos.

—¿Qué son? — Liam se acercaba a verlas, pero Elisa ya las tenía en sus manos y las protegía contra su pecho.

—Nada, no son nada — se alejó de él y buscó refugio en un alejado sofá — ¿Qué hacen aquí tarados?

—¿Así es como nos recibes? — preguntó Alex indignado.

—Qué querían, que les pusiera una alfombra roja y les rindiera pleitesía — hablaba con rabia.

—De nuevo ¿por qué estabas tan feliz? — Ian sentado frente a ella le preguntaba sin dejar de mirar las fotografías que ella escondía con tanto cuidado — ¿De qué son esas fotos?

—¡Que chismoso! no es nada que les importe.

—Yo creo que estas enamorada — dijo Chace riéndose —. Eso es, por eso no te hemos visto en meses. Elisa tiene novio —se reía a carcajadas.

—Vaya nunca pensé que tú creyeras que tengo la capacidad para conseguirme un novio, creí que eso era imposible, pero me halaga que lo pienses, pero para aclarar, no hay novio. Y ustedes díganme ¿ya les tocó el amor en estos meses?  

—No. Bueno a nosotros no —dijo Alex señalando a Liam e Ian quienes estaban a su lado.

—Esos dos tortolos sí están juntos — Liam hacía referencia a Chace y Amy al otro lado de la habitación.

—¡Ahhhh! — Elisa lanzó un gritito ahogado de sorpresa y felicidad — ¿en serio Piolín encontraste alguien que te quiera? Los felicito.

—Basta de ellos dos, quiero ver que tienes ahí — Ian se lanzó encima de Elisa. De pronto Liam, Alex y Chace se encontraban correteando a Elisa por la habitación, mientras ella corría, gritaba, pateaba y mordía con tal de defender sus fotos.

—¡Déjenme en paz! — gritaba.

 Alex se lanzó sobre ella haciendo que las fotos salieran volando por todo el lugar, obviamente los chicos no se hicieron esperar, y comenzaron a tomar las fotografías.

—¿Elisa qué es esto? —Alex preguntaba sorprendido de ver a unos niños mugrientos haciendo morisquetas.

—No puedo —decía Chace riendo a carcajadas —. En esta, sales linda Elisa, te queda bien tener el cabello trenzado y ese vestido medieval ¿de qué diseñador es? —la foto en posesión era una en la que Elisa posaba con unas niñas, tenía un vestido frondoso hecho de bolsas y papel. El resto de los chicos se acercaron a burlarse del aspecto de Elisa.

—¡Ya basta! — Gritó con toda la fuerza que podía — Devuélvanme todo, por eso es que los odio, por ello no quería volver a verlos nunca más — ella misma creyó a verse puesto un poco loca, pero no se arrepintió.

 Con las pocas fotos que le quedaban en las manos salió corriendo a su habitación en donde se encerró a pasar su frustración, claro está eso no incluía llorar, Elisa no se permitía llorar casi nunca, al menos que fuera algo muy grave.

ݜݜݜݜݜݜ

Elisa estaba pensando en investigar un poco sobre brujería, se le antojaba hacer unos muñequitos vudú, uno para cada uno de sus amigos, ya se veía clavándoles agujitas y por un segundo se sintió feliz, hasta que su corazón casi se sale de lugar cuando Ian entraba a la habitación tumbando la puerta.

—¿Estás loco? — alcanzó a gritar, mientras se ponía a la defensiva.

—No, solo quiero que me digas que te hicimos para que nos odies — gritaba también, se había cansado de ser amable.

—¡Vete de mi habitación ahora mismo! — Elisa gritaba y se acercaba a él para empujarlo hasta la salida.

—No niñita — a Ian no le fue difícil agarrarla por las manos y detenerla frente a él.

—¡Suéltame idiota! — se retorcía tratando de recuperar sus brazos, entonces supo que lo único que le quedaba era propinarle una buena patada a ese monstruo.

—Ni lo pienses —había adivinado sus intenciones, y sin tener que ejercer mucha fuerza la lanzó a la cama, con él encima de ella sujetándole las manos, mientras ella se retorcía y gritaba furiosa, tal parecía que Ian estaba domando a una fiera.

—Ian quítate de encima, suéltame —de reojo pudo ver como los otros llegaban, sintió que esa imagen de ella en la cama con Ian encima era de lo más rara.

—No te voy a soltar hasta que cuentes qué te pasa — hablaba fuerte y mirándola a los ojos fijamente. Lo tenía tan cerca que Elisa comenzó a sentirse intimidada, nunca nadie le había hablado desde tan poca distancia.

—Está bien les diré, ahora quítate — no creía poder estar mucho tiempo en esa posición sin sonrojarse.

—Ok —la soltó lentamente, dejó que se sentara aunque no soltaba una de sus manos —No quiero que te escapes —fue lo que dijo cuándo con una mirada Elisa le pedía le devolviera su mano.

—Y bien Elisa ¿no fue suficiente el berrinche de hoy? —Chace se había sentado en el sofá que adornaba una de las ventanas cercanas.

—Me volví loca lo sé, discúlpenme, pero por primera vez me dio rabia que se burlaran, es que no solo se burlaban de mí, sino de todo lo que hay en las fotografías. Y duele cuando se meten con algo que quieres —dijo más serena y viendo a un punto cualquiera de la habitación.

—Aun no entiendo —Liam ya se había puesto cómodo, tomó una soda de la mini nevera y un bombón de los que siempre estaban de decoración —. Explícate.

—Bueno… un día sin saber cómo, llegué de tanto caminar a un orfanato. Una niña salió y me abrazó, me abrazó — volvía a hablar con la misma elocuencia que tanto la caracterizaba —. A mí nunca nadie me había abrazado, bueno mi mamá a veces lo intenta pero yo no la dejo, en fin aquella niña no pidió permiso, simplemente se guindo a mi pierna, y en un segundo tenía a decenas de niños a mi lado, viéndome, juzgándome. Ustedes saben que odio a los niños, no son lo mío, pero por alguna razón les caí bien y ellos me cayeron bien a mí. Juego con ellos, les compro cosas, pareciera que me quieren. Corren a recibirme cuando llego, me dicen que soy rebelde, Erika y Jane quieren hacerme parecer a una Barbie, dicen que con dedicación todo se puede — sonrió de solo acordarse y los demás chicos lo hicieron también —. En fin ahí soy feliz, quiero llevarlos a la playa, aunque yo misma la detesto, eso de andar en traje de baño me da de todo.

—Sí Elisa hazle un favor a la humanidad y no te pongas un bikini — dijo Chace bromeando.

—Yo no iré, pero sí quiero mandarlos a ellos. En fin creo que a mis dieciséis años de edad por fin conseguí algo que me gusta.

—¡¿Dieciséis?! — Liam sonaba asombrado — Pero si tienes… —de pronto se acordó — Elisa cumpliste dieciséis y lo olvidamos, por eso estabas como un ogro.

—Claro que no, tonto. Cumplí dieciséis desde hace cómo cuatro meses, pero no esperaba nada de su parte, no me puse en la noche a abrazar mi almohada y llorar — simulaba llorar — porque los ridículos de mis amigos no se acordaron de mi cumpleaños, bu bu, bu. Es solo que encontré algo que me gusta más que estar de vaga con ustedes y no pienso dejarlo.

—Sería bueno que fuéramos todos juntos un día ¿no lo crees Chace? —dijo Amy

—Claro —fue su lacónica respuesta.

Que fueran al orfanato todos ¡qué buena idea! “Claro que noooo”. Elisa no quería tener a la mis perfección de Amy en el orfanato con  los niños que le pertenecían. Ya veía a los niños corriendo porque una Barbie por fin había llegado. Escuchaba como en días posteriores los niños no dejaban de preguntar por la Barbie “¿cuándo vendrá la chica linda Elisa? ¿Por qué no viene la princesa? ¡Queremos que venga!”    No, no la quería cerca de ese orfanato y no llevaría a nadie al lugar que la hacía feliz.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top