Capítulo 26 parte 2
— Quieta o nos ahogaremos – le gritaba Chace, era él podía reconocer su voz.
De inmediato una nueva ola y otra y otra los cubría, sin embargo ella había decidido no alejarse de Chace, como pudo se dio la vuelta y se abrazó a él como un orangután a su madre.
— Respira hondo – alcanzó a decirle una vez que estuvieron por un instante fuera del agua.
Chace se sumergió más hasta que salió a una parte más tranquila. Elisa no hacía más que toser y aferrarse al cuello de Chace, con sus piernas rodeaba su torso.
— ¿estás bien?
— Casi me morí – decía entre tosidos, todo su cabello estaba enredado sobre su cara.
— Ya puedes soltarme – decía divertido.
— ¡No! – se aferraba más a él si es que eso era posible - ¿dónde estamos? – aclarándose la vista miraba solo rocas a su alrededor y el agua entrando aunque con menos intensidad.
— Es una especie de cueva entra las rocas estas. Ven, sujétate a las rocas, no te pasará nada – con sus manos intentaba alejar el cuerpo de Elisa del suyo.
— ¡No! No voy a soltarte ¿Cuál es tu empeño en botarme?
— No quiero botarte, es solo que…
— Ya sé que debes estar casi vomitándote por tenerme tan cerca pero te aguantas porque no voy a morir y si lo hago aunque sea te llevaré conmigo.
— No me estoy vomitando, ya te he tenido muy cerca, es solo que quiero ver como salimos de aquí. No podemos salir por donde entramos porque las olas solo nos pegaran como estampillas a las rocas, podemos escalar las rocas y salir por arriba, pero si pisamos en falso y nos caemos podríamos en serio hacernos daño. Ojala Ian y Liam se asomen por aquí ellos podrían ayudarnos.
— Valientes idiotas te juro que los asesinaré, casi muero y… ¿cómo es que estás tú aquí?
— Luego de lanzarte Liam hizo la maravillosa pregunta de si tú sabías nadar, no pude recordar algo que me dijera que sí sabías hacerlo, recordé que hace poco estabas chapoteando en tu piscina privada en aquel castillo en ruinas – ambos rieron – pero en ese momento dijiste que te estabas sosteniendo de algo. Así que me dije Elisa no sabe nadar y me lancé a buscarte, por suerte llegué antes de que te fracturaras el cráneo.
— ¿Están bien? – Liam gritaba desde el borde de aquellas rocas. Elisa tenía tanta rabia que no quiso alzar la vista para verlos, tan solo bajo la mirada fijándola en el pecho de Chace.
— Sí – gritó Chace – traigan unas cuerdas para sacarnos.
— Claro, no se muevan – exclamaba Ian.
Ambos se apresuraron a buscar algo con que jalar a Chace y Elisa, incluso Vanessa se unió a ayudarlos.
— Los odio a todos.
— No seas así Elisa, tú has hecho cosas bastante feas que no se te olvide.
— Ninguna que haya atentado con la vida de alguno de ustedes.
— No, y aquella vez que sedaste a Ian y lo metiste a la jaula de aquel León.
— Eso… fue demasiado cómico – reía a carcajadas recordando – se me había olvidado, pero la expresión de Ian fue increíble, de todas formas ese León no iba a comérselo estaba aquel vidrio de separación, solo que el vidrio sí que era casi invisible.
— Y a Liam lo empujaste de aquel avión cuando ya había decidido no lanzarse en paracaídas.
— Pero…- volvió a reía a sus anchas – no tengo justificación, eso sí atentó contra su vida, la foto que le tomaron en el aire con aquel grito de horror que lanzó fue insuperable – lágrimas de la risa salían de sus ojos – sí he sido muy mala, hasta lloré – quería limpiar sus lágrimas pero no quería soltar ni una mano del cuello de Chace, él se dio cuenta así que quitó el cabello sobre la cara de Elisa y en el proceso limpió sus lágrimas.
— Gracias – no sabía explicarse el por qué aquel gesto parecía haber removido algo en su corazón, los rayos del sol hacían que el azul de los ojos de Chace resplandeciera más que nunca, quedaba a tono con el intenso azul del mar – pero a ti no te he hecho nada
— Nada más me pintaste el cabello un día de rosa duré mucho tiempo en recuperar mi color natural – era imposible que Elisa no sonriera al recordar eso – me diste un laxante en el viaje al Machu Pichu en el único lugar del mundo donde no hay baños y cada pedazo de tierra es sagrado, le dijiste a Emily Rose que estaba enamorado de ella.
— Pero eso era cierto.
— Pero no tenías por qué decirlo era un niño y era la primera vez que me gustaba alguien, también hiciste de mi primer beso un buen motivo de burla. Tomaste y botaste la pelota de beisbol de mi padre, haciendo que él me regañara y me odiara creo que hasta el día de su muerte, sigo contando.
— Creo que mejor no, discúlpame por todo eso – decía apenada.
— No importa yo también te he hecho cosas malas a ti, los dos somos unas ratas hediondas Elisa, recuerdas el día que encerramos a Alex en aquel ataúd.
— Sí – reía – pero eso que hicimos fue muy malo – decía avergonzada.
— Pero divertido, somos malos ya qué más da - aquellas palabras rezumbaban en los oídos de Elisa, siempre supo que era mala, pero ahora no estaba tan segura, se quedó mirando por un segundo la pared de roca detrás de ello para luego bajar la vista de inmediato y es que aquellos recuerdos solo le habían mostrado el inminente futuro.
— ¿Qué ocurre? – decía buscando la mirada de Elisa, aunque ella hundía su cara en su pecho sabía que lloraba y Elisa no lloraba casi por nada.
— Nada, es que no sé qué me pasa – intentaba dejar de llorar pero las lágrimas se acumulaban más y más, se atrevió a soltar una de sus manos del cuello de Chace para limpiarse e intentar frenar todo aquello – es que siempre he estado de acuerdo con eso de que soy mala y me he enorgullecido de eso, ser mala, grotesca, ruda, sin corazón siempre me ha caracterizado, pero siento que lo estoy perdiendo – necesitaba decírselo a alguien, quizás Chace fuera la persona menos indicada pero ya no había marcha atrás – Elisa Lubensky no estaría en ésta playa, no se habría puesto un vestido, no habría usado brillo labial, no se preocuparía por no parecer a una típica niña rica, a Elisa Lubensky no le importaría estar sola, ama la soledad, eso le permite no sé escuchar música – sonreía aunque el deje de tristeza seguía en ella.
— Elisa tu nunca cambiarás, tu esencia está en ti y si por 16 años la sociedad vanidosa que nos rodea no ha influido en ti, mucho menos lo hará ahora. Puede que te vistas diferente, pero un Chanel en Elisa es solo un Chanelisa.
— Chanelisa – carcajeaba.
— Por mi parte te sigo viendo como la misma de siempre, pero los humanos aunque malos pueden sentir, eso no te hace débil te hace ser humano. Eres Elisa Lubensky y nadie ni nada cambiará eso. Por otra parte ¿Quién dijo que estarás sola?
— Eso es lo inminente. Ahora que recordaste todo aquello, me di cuenta de que hemos pasado tantas cosas los 4 juntos, nos conocemos más de lo que se puede conocer a alguien, sabemos lo que nos gusta, lo que no, lo que nos asusta, lo que nos enferma, lo que nos saca desquicio, somos más que una familia. Pero cada quien tomará su camino y lo único que tendremos serán recuerdos. Tú te irás y quién sabe si te volveremos a ver – Chace había estado consciente de ello, pero solo hasta que lo escuchó de la boca de Elisa supo que era cierto, él se iría y todo lo que conocía quedaría atrás – Alex también se está alejando poco a poco, creo que el que más tiempo se quedará conmigo es Ian pero eventualmente conseguirá a una linda chica y se irá también, a mí me encanta tener a mis niños juntos, será difícil verlos partir, pero así es la vida ¿no?
— ¿Tener a tus niños juntos? Tú eres entonces como nuestra mamá.
— Creo que sí, me gusta que hagamos actividades juntos, que nos divirtamos, nos tomemos fotos y gocemos, porque sé que algún día solo me quedarán las fotos. Sabes lo más irónico de todo es que creo que ahora de los 3 tú eres el que me conoce mejor.
— Siempre he sido el que te conoce mejor, tal vez no te acuerdes pero de niños siempre te contaba todo, nos las pasábamos más tiempos juntos, que tú con Alex o Ian.
— ¿Por qué cambiaste?
— No sé, la adolescencia quizás hizo que comenzáramos a pelear por todo.
— Creo que me harás falta piolín.
Elisa lo dijo casi en un susurro hundiendo su cabeza entre el cuello y el pecho de Chace. Por unos segundos se quedaron en silencio con las olas del mar y la brisa siendo los únicos sonidos que agitaban el ambiente. Chace tomó la mano de Elisa que se posaba sobre su pecho y la subió hasta su cuello, ella alzó a mirarlo de inmediato, él sonriendo pego su frente a la de ella.
— Feliz Cumpleaños.
Dijo para acercarse a su boca y besarla solo como él sabía hacerlo. Elisa no tenía ninguna protesta para eso, quería decir que había espías por ahí, pero ya qué más daba, si los había o no eso no era de su incumbencia. Ésta vez las manos de Chace solo presionaban su espalda contra él. Con el sol alumbrándolos todo lo que veían con sus ojos cerrados era ese color naranja que los transportaba a un mundo mágico en donde lo único que importaba eran todos aquellos sentimientos que se debatían en sus cuerpos.
— ¿éste es mi regalo de cumpleaños? – dijo a centímetros de su boca abriendo un poco sus ojos para luego lanzarse otra vez a besarlo. Chace tan solo respondió con un sonido de su garganta.
— ¿Qué me pasa contigo Elisa?
— ¿Qué? – dijo Elisa alejándose de inmediato ¿había escuchado bien?
— ¿Qué de qué? – decía extrañado “no puede ser que hayas pensado en voz alta” se regañaba.
— Lo que dijiste – lo miraba fijamente como intentando descifrar si mentía.
— No dije nada, tú solo comenzaste a decir “Que”.
— Yo, creí… escuchar…- ante la mirada inquisidora de Chace desistió de aquello, de seguro solo había escuchado lo que su subconsciente quería escuchar – nada no me hagas caso.
— Llegamos – gritaban Liam e Ian.
Escalar tomados de esa cuerda fue relativamente fácil.
— Respiren señoritas no pienso hacerles nada.
Elisa apresuraba el paso a bajar de aquellas rocas, el resto solo la siguió en silencio. Vanessa esperaba debajo de aquel toldo, apenada se disculpaba con Elisa pero ella con un gesto de su mano le dijo que no se preocupara, ahora su mayor problema era que su ropa estaba toda mojada.
— ¿Y a ti que te pasó? – llegaba Alex con una cerveza en sus manos.
— Ya luego verás el video ¿tú donde andabas?
— Durmiendo – dijo alargando la palabra – por cierto hola Vanessa – ella solo sonrío mientras en su video cámara retrocedía el video de Elisa.
— ¿Cómo te fue con la chica? – Chace palmeaba en la espalda a Alex – ¿no me digas que pasaste toda la noche con ella?
— ¿Qué chica? – gritaron todos al unísono incluyendo a Vanessa. Elisa había dejado su labor de desenredar su cabello para mirarlo fijamente.
— Chace esta demente, ayer estaba tan borracho que está inventando cosas.
— Claro que no, te vi. Incluso hasta tú y tu chica me empujaron, no puedes negarlo porque tomé una foto.
— ¡¿foto?! – todos se aglomeraban entorno al celular de Chace – Ahhhhhh – exhalaban en grupo.
— Pero si el pequeño no es gay – Ian fingiendo más emoción de la normal abrazaba a Alex como padre orgulloso de su hijo.
— Ya basta – Alex se lo quitaba de encima furioso – cualquier maldita cosa es motivo de burla para ustedes.
Los cinco solo se quedaron observando como Alex se alejaba. Elisa le arrancó el celular a Chace para ver de nuevo aquella fotografía. Alex no era así, no se besaba con desconocidas, mucho menos pasaba las noches con ellas, quizás era un progreso, pero entonces porque a Elisa le disgustaba la idea, veía aquella foto y algo dentro de ella se removía.
— Lindo paisaje – Elisa se sentaba al lado de Alex en un banco de madera cerca del puerto – toma – le extendía una cocada – le quité el sombrerito para que no se vea tan femenina, pero sé que te gusta.
— En efecto – tomó la copa para darle un buen trago – creo que me he convertido en la reina del drama.
— Sí – reía – antes solo dormías y ahora no haces más que dar espectáculos, creo que Origami ha avanzado y mucho en convertirte en su perra.
— Ya lo creo – decía atragantándose un poco con su bebida – aquella chica…
— Por Dios Alex, Liam, Ian y Chace han hecho lo que tú miles de veces, con más de 3 chicas en una noche, no tienes por qué dar explicaciones, aunque ¿no te gustaba Vanessa?
— Sí, ella me gusta – dijo desviando la mirada.
— Bueno entonces la próxima vez asegúrate de besar sus labios y no los de otra, aunque ella de verdad está loca por Ian. Tampoco creas que mi concejo es que sigas los pasos de los casanovas esos, tú eres diferente busca a la chica adecuada.
— Que de bueno tiene ser diferente, a ellos les va de maravilla.
— ¡Maravilla! Liam vive amargado porque no importa con cuanta se acueste no deja de pensar en Amy, tú y yo lo sabemos. Chace va a perder todo porque ama a Amy. Analizándolo bien esa Amy fue como una plaga para nuestro grupo, en fin, retomando el tema, Ian es el más mentepollo de todos, pero tampoco es feliz, creo que él esconde algo, nadie puede ser tan vacío. Créeme cuando te digo que estás en mejor posición que ellos. Ahora hubo mucho drama el día de hoy, vamos a almorzar, a jugar en la piscina, pasemos el resto del día divirtiéndonos. ¿Vale?
— Vale.
Ian le dio gracias a Dios cuando Vanessa se fue a su convención. Pudieron almorzar solos bromeando, intercambiándose comida, jugando. En la piscina Elisa por fin usó su traje de baño, como siempre los chicos no hicieron más que burlarse de ella, pero ya era experta manejando esas situaciones. Ian comenzó sus lecciones de nado profesional, a lo que se unieron los otros chicos. Ian hundió a Elisa hasta el fondo cuando una sexy chica pasó por su lado y luego se excusó diciendo que no quería que la chica pensara que salía con alguien. Se divirtieron con los diferentes juegos que se hicieron y los chicos no dejaron de hablar con nuevos y viejos amigos.
En la noche Vanessa insistió en que Elisa usara un vestido blanco largo y escotado en la espalda y la cintura con el cual Elisa no podía sentirse más incómoda pero todo por dejar de escuchar la chillona voz de Vanessa. El chofer la llevaba al lugar de encuentro que aún no sabía dónde era y que por el tiempo dentro del auto sabía que quedaba bastante lejos del hotel. Liam recostado en una roca la esperaba, tenía una camisa azul marino y unos pantalones beige, todo al estilo playero pero con ese toque de elegancia.
— Vaya primo que elegancia – expresaba Elisa saliendo del auto.
— Vaya prima que bella – tomaba la mano de Elisa y la besaba como un caballero – nunca pensé que fueras tan hot.
— Por algo somos familia – bromeaba.
— Vine a buscarte yo porque allá casi se armó una pelea, según Alex, Chace no tenía el derecho de buscarte porque sabemos que lo de ustedes no es real – le decía al oído – Chace no hacía más que decir que Alex menos derecho tenía y nadie quería que viniera Ian porque entre nos él ni sabía a qué venía, todo el mundo se sacó sus trapos al sol y yo que estaba disfrutando de todo aquello mientras me atiborraba de langostinos, que por cierto ya me los acabé así que discúlpame prima, decidí que tenía que venir, somos familia y es mi derecho.
— Genial, nunca creí que se pelearan por mí, siempre han peleado por deshacerse de mí. De seguro alguna ratada piensan hacerme – con desconfianza miraba a su alrededor.
— No, solo camina y verás.
En efecto caminó solo unos metros más para encontrarse con un puente de madera perfectamente adornado con luces pequeñas por doquier. Emocionada continuó el camino hasta que llegaron a lo que era el lago de la parte sur de la isla, en el lago cientos de velas le daban ese toque romántico y dulce al lugar, había una gran churuata alumbrada dentro de la cual una gran mesa con comida, flores y hermosas sillas la esperaban.
— ¡Feliz Cumpleaños! – gritaban al unísono.
— Oh, esto es increíble – Elisa sonreía y veía todo con emoción, tenía ganas de brincar pero se reprimió eso – se pasaron de mujeres con la decoración ¿Quién dijo que me gustan las flores y las velas? Pero lo que vale es la intención.
— Ajá travesti admite que estás a punto de gritar chillón y brincar como loca, ¿por qué no crees que seamos capaces de hacer algo lindo por ti? – decía Ian detrás de ella.
— Según me dijo Liam tú no hiciste nada, pero sí me encanta todo, van a hacer que llore.
— Demonio ya tienes 18 – Alex se acercaba a darle un abrazo.
— Corrección tiene 17 – dijo Chace a la distancia con una copa de vino en sus manos.
— Piolín tiene razón, puedes creerlo. No estoy para nada mal, con 16 años conquisté al soltero más codiciado de Chicago, me comprometí, parezco una joven de los tiempos bíblicos.
— Mi regalo para ti – Chace le lanzaba una cámara fotográfica a Elisa desde al menos unos 3 metros de distancia, por suerte Elisa era buena atajando.
— Gracias, es muy útil en este momentos, así que únanse todos para tomarles una foto.
— Pero después a comer, que muero de hambre – decía Liam con otro langostino en la mano.
— Creí que ya te habías comido los langostinos.
— ¿Qué? Oh ya basta – sin más Chace arrancaba el langostino de la mano de Liam.
Todos comenzaron a reír, la foto no fue tomada, aunque alguien más fuera del grupo y que se escondía en la oscuridad si pudo tomar una muy buena foto del momento. Era bueno que se divirtieran ahora, muy pronto comenzaría su diversión, lástima que no pudieran ser felices al mismo tiempo.
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Lo prometido es deuda, la cosa se puso un poco sentimental, pero hasta los descorazonados tienen sentimientos. Mil gracias por leer :)
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