Capítulo 25 parte 1
— ¡Elisa! – gritaba.
— ¡Vanessa! – se volteaba sonriendo, aunque temerosa - ¿Qué haces aquí?
— Vine por trabajo, mira – señalaba un gran cartel, Elisa lo leyó “Congreso Internacional de Hospitales Privados”.
— Ustedes tienen congresos en lugares tan humildes – decía con ironía.
— No sabía que estarías aquí – su mirada le indicaba a Elisa que decía la verdad – dime ¿Ian vino?
— Si, está por ahí.
— ¿Y Alex?
— ¿Qué con Alex? – dijo molesta, aunque de inmediato cambió su aptitud ¿por qué le molestaba que preguntara por Alex?
— Nada, es que… que tonta es obvio que todos están acá, es extraño, pero la vida se esfuerza en juntarnos.
— Si – dijo sonriendo – o quizás seas tú y tú obsesión – refunfuñó para sí misma – oye ya que estás aquí y tú luces como alguien rico de aquí – Vanessa solo sonreía – me ayudarías a comprar ropa adecuada para la zona.
— Yo encantada – la tomó de la mano y se la llevó con ella – vamos a ir a tu suit.
— ¿Por qué? Debemos ir a las tiendas – señalaba la salida.
— Elisa pareces pobre – reía, aunque al ver la cara de Elisa se calló – por eso estamos en un 5 estrellas no hay nada que el cliente no pueda tener, si quieres ropa nueva, solo pídelo, a tu habitación llevaran toda una boutique entera para que elijas, todo se carga a tu tarjeta de crédito.
— Pues ya lo ves, no he hecho empleo de todas las comodidades que brindan los hoteles.
En efecto una asesora de belleza con un gran arsenal de ropa llegaba a la suit de Elisa. Vanessa seleccionó todo, ella tenía buen gustos así que Elisa la dejó elegir, aunque había cosas para las que sí metió su mano. Un estilista fue llamado para que hiciera algo por su cabello, aplicó en él un tratamiento que lo mantendría lejos del frizz.
El vestido que usaría para la cena era corto y descotado, servía para una elegante cena, pero también para divertirse luego en alguna discoteca, era de un color verde agua, el estilista había enrollado levemente su cabello, tenía unas plataformas beige y se sentía extraña, como siempre que usaba algo nuevo.
Chace entró cuando frente al espejo estaba poniéndose una pulsera en forma de mariposa en la mano.
— Luces – la miraba atentamente – bien.
— Gracias Piolín – roció un poco de colonia Chanel 5 – iré a pasear por los alrededores, nos vemos en el restaurant.
— Ok. Tomaré una ducha.
La brisa agitaba su cabello, el ruido de las olas en la playa le transmitían tranquilidad. Todo estaba perfectamente iluminado, sus guardaespaldas no la dejaban de seguir, los observaba de reojo con aquellos trajes negros “los pobres deben estar asándose”.
— Hey – se acercaba a ellos – vayan y cámbiense, creo que no puede ser más evidente que me protegen.
— Esa es la idea señorita – decía el jefe de ellos, nunca había reparado a verlo, pero era en extremo alto, de cabello negro y ojos miel, tal vez de unos 30 y tantos.
— Prefiero el camuflaje, sean invisibles y así no todos se alejarán de mí como si fuera algo que apesta. Ya les dije es una orden, pónganse bermudas, sandalias, camisetas.
— No podemos dejarla sola señorita.
— Estará conmigo – Alex cruzando la calle llegaba a situarse al lado de Elisa.
— Lo ven no estaré sola, además no se demoraran tanto, estaremos en el restaurant Luna Azul.
Sabían que Alex la cuidaría, además sería demasiada mala suerte que algo le ocurriera a su jefa en un tiempo tan reducido, tampoco es que fuera una mafiosa, con enemigos por doquier. Por otro lado de verdad estaba siendo un castigo estar en aquel lugar con esos trajes.
— Estás realmente hermosa Elisa – decía caminando, cerró los ojos y aspiró profundo aquella brisa salada y espesa que chocaba contra su cara. Elisa se le quedó observando y de pronto no pudo evitar reír a carcajadas - ¿qué ocurre?
— Nada – decía aun entre risas – es solo que ustedes siempre lucen perfectos, creo que en este pequeño momento la luna dirigió su luz para enfocarte solo a ti, podría haberte tomado una foto y habría sido digna de un comercial o una portada de un libro.
— No entiendo – decía confuso.
— Es que, me da risa que lo de ustedes es natural, no necesitan arreglarse, o pensar has esto y te verás lindo, incluso Vanessa luce perfecta todo el tiempo, pero yo nunca podré ser así. Verás hoy no hice más que buscar ropa adecuada, tratar de lucir linda, incluso quise caminar para ver si llegaba a hacer que algún chico volteara a verme, me digo camina así, ve allá, mira el cielo, sé angelical, sonríe, pero a quien quiero engañar soy grotesca, tosca y desabrida, si en éste mismo instante alguien me toma una foto, saldré toda sudada, roja, despeinada, puedo pararme en un risco, dejar que la brisa alborote mi cabello y dañar la imagen del lugar – continuaba riendo – ya no me hagas caso, estoy loca – le dio la espalda y continuo su camino.
— Claro que no necesitas fingir – apresurado volvía a caminar a su paso – eres linda tal cual eres Elisa. Quizás no lo has notado, pero más de uno ha volteado a verte.
— Quizás están diciendo “Chace se casará con eso”, ya que más da. Ni que fuera a ser modelo. ¿Qué se siente ser un muñequito?
— No soy un muñequito – reía – Ven.
La tomó de la mano y la llevó corriendo entre algunos callejones.
— Mira – era un pequeño pozo que brillaba como si de un cuento de hadas se tratara – dicen que como en la fuente de Triavi lanzas una moneda y se te cumplirá un deseo, pero eso no es lo que me gusta de aquí, asómate al pozo, ahí veras una de las vistas más hermosas que en mi vida he visto – casi que empujándola la llevó hasta allá. Elisa obedeció y aunque con miedo de profanar el lugar se asomó, lo primero que pensó es que no había nada, solo esa agua tan cristalina y azul que parecía irreal, pero entonces supo a lo que él se refería.
— Soy yo – reía – eres un completo mentiroso, pero te amo – dijo dándole un leve golpe en el brazo.
— ¡Me amas! – analizaba la frase, haciendo gestos con su cara – tu no amas Elisa – ella no entendía, había estado riendo con los gestos de Alex, bien podía ser grotesca, pero claro que amaba – esa palabra es demasiado común para alguien como tú – era verdad, no se veía diciéndole a nadie que lo amaba, no diciéndolo de verdad, sabía que no estaba en ella amar de la forma en que una mujer ama a un hombre, aquella palabra estaba casi prohibida en su vocabulario y aún no sabía cuándo se había quitado el derecho de amar.
— Entonces… ¿Qué puede sentir alguien como yo?
— Eso solo lo sabes tú, cuando lo sientas dale un nombre. Pero de algo estoy seguro nadie podría enamorarse de ti, solo envenenarse.
— ¿Cómo es que algo ofensivo como eso me hace feliz? – le gustaba aquello, odiaba ser una chica normal con sentimientos y enamoramientos, aquello que Alex le decía había abierto un hoyo en aquel cuarto oscuro donde se encontraba, podía ver un poco de luz “No hay amor, solo veneno”.
— Porque te conozco.
— Te tomaré una foto aquí, éste lugar es increíble, me imagino que traes a tus futuras conquistas aquí, con excepción de mí claro está – tomaba distancia y sacaba su celular.
— Una chica me trajo aquí la primera vez que vine a Caiman, pero yo nunca he traído a nadie – un flash de improvisto hizo que se llevara las manos a los ojos - ¡Elisa! – gritaba.
— Te veías lindo, mira – observaba la foto en el celular – todo un príncipe.
— Ahora te toca tomarte una foto tú.
— Ok, hay que guardar recuerdos – tomó el lugar de Alex al borde de aquel pozo – ya va las luces no saldrán bien – sin más comenzó a subir la mediana pared de ladrillo del pozo.
— Ten cuidado, puedes caerte – decía ya asustado con la cámara apuntando a Elisa.
— Ni que fuera torpe, dale a la cuenta de tres sacas la foto – ahí sin sostenerse posaba, más por bromear que por nada, incluso levanto levemente su pie imitando a aquellas modelos que alguna vez había visto en revistas.
— No hagas eso, ya bájate Elisa.
— Oh que niñita ¿Qué va a pasarme? ¿Acaso me caeré y me ahogaré en el pozo del deseo? Demasiadooooo – el ladrillo donde se posaba el único pie que la mantenía se safó haciendo que cayera de forma garrafal, fue Alex quien la sujetó fuertemente y de un jalón la presionó contra él.
— ¿Estás bien? – decía agitado. Elisa aun no caía en cuenta bien de que había pasado, cuando alzó la mirada se encontró con aquellos ojos azules que en su vida habían estado tan cerca de los suyos.
— Sí – dijo en susurros asintiendo también con la cabeza. La respiración de ambos era agitada y por un segundo tan solo se vieron a esa distancia que cada vez parecía ser más corta. El celular de Elisa en aquel bolsillo de su vestido comenzó a vibrar haciendo que recobrara la postura de inmediato, solo que no midió bien y chocó su cabeza con la de Alex.
— ¡Elisa! – se quejaba sobándose la frente.
— Disculpa – a ella misma le dolía, pero no tenía tiempo para sobarse - ¿Qué pasa Piolín? – hablaba por el celular – ah es que estoy con Alex, ya vamos para allá.
— Tu prometido ya está extrañando a su novia.
— Muy gracioso, debemos irnos.
Tomó su mano para caminar todo lo rápido que podía. En el camino tropezaron a un hombre al que no le prestaron atención, sin embargo aquel desconocido no dejó de observarlos hasta que se perdieron de su vista.
— No pensarás dejarme sola querido – Elisa tomaba fuertemente del brazo a Chace aunque sonriendo fingidamente.
— Elisa ¿quieres venir al Dark Night a ver como conquistamos chicas?
— Claro que iré Liam, puede ser que ustedes conquisten chicas pero como dejar solo a mi prometido en ese mundo de perversión.
Aquellos lugares nunca eran del agrado de Elisa, mujeres explotadas, hombres intimidantes, bailes de extraña procedencia, y licor, mucho licor, ella aún era menor de edad y se suponía que hasta los 22 años no podía tomar, sin embargo nadie le había preguntado su edad.
— Vámonos – dijo Chace tomándola de la mano, apenas y se habían sentado – ven éste lugar no es para ti.
— Ok, diviértanse chicos
Se despidió y salió, de verdad no había sido muy buena idea ir ahí, pero ahora veía molesto a Chace.
— Idiota no te dije que me sacaras de ahí, también no creas que voy a dejar que me engañes en mis propias narices.
— No estoy bravo, también sé que tienes razón en lo segundo, tampoco quiero engañarte con nadie, es solo qué…
— ¿Algo pasa?
— No te burles, pero creo que tengo un mal presentimiento. No sabes cómo me asusté cuando llegué al restaurant y no estabas, tus guardaespaldas llegaron después y pensé lo peor.
— Estamos extremadamente lejos de Chicago Chace, nada malo puede pasarme. ¿En serio te asustaste?
— No te des mucha importancia araña, es solo que aún no hemos capturado a nuestros agresores. Ahora ¿qué hacemos?
— Veamos quien aguanta más el tequila.
Elisa nunca había tomado por lo que con aquella propuesta había firmado su sentencia de muerte. Típico de ella y su aversión por perder, tomó y tomó tanto como pudo. La garganta le dolía tanto que parecía como si un cepillo de pullas hubiera pasado por ahí. Pero se sentía alegre, todo alrededor de ella daba vueltas y le era imposible no reír, todo era como estar en un sueño. Chace también había tomado más de lo que su cuerpo aguantaba, los dos estaban en extremo felices. Se dieron un paseo por la sala de pool, en donde no acertaron darle a ninguna bola, entraron al parque mecánico en donde no dejaron de gritar en la montaña rusa y otras atracciones, pasaron por el karaoke y cantaron una canción a dúo. Para finalmente ir a la playa.
— Es tan oscuro que creo estar en el espacio – Elisa planeaba con sus manos, imitando a un avión.
— En el espacio no hay aviones genio.
— Vamos a bañarnos – corrió hacia las negras aguas, estaban casi heladas y aunque el frío hizo que gritara igual siguió sumergiéndose.
— Te ahogaras – Chace sacaba su cabeza del agua.
— Piolín eres lindo – las olas rompían a sus pies y ella no hacía más que mirarlo fijamente.
— Sabía que estabas loca por mí, solo – dijo a su oído – no te enamores.
— Espías – susurró ella.
— Espías.
Confirmó él, tomó su cara y acercándose lentamente la besó, con sus manos comenzó a incursionar en su cuerpo, sus manos se movían de sus caderas hacia su cintura y más arriba, cuando sintió que tocaba uno de sus senos, con su rodilla golpeo su entrepierna haciendo que Chace se revolcara del dolor.
— ¿estás loca? – gritaba, las olas ahora golpeaban contra su cuerpo y agua con sal estaba entrando a sus ojos y boca.
— No seas niñita Piolín.
Intentó bromear, pero de inmediato con dificultad salió de la playa y corrió hacia su suite. Su cabello era una tragedia, estaba mojado y lleno de arena, su vestido estaba completamente pegado a su cuerpo. Estaba asustada, asustada porque no sabía explicarse bien que sentía, era obvio que le gustaba besarse con Chace, se sentía más viva que nunca cada vez que él tocaba su rostro y de aquella forma leve y a la vez fuerte la acercaba a él, le gustaba la sensación de nerviosismo y placer, sus labios y los de ella se acoplaban a la perfección, en aquellos momentos deseaba que los besos fueran eternos, pero ¿por qué cada vez que parecía algo más sucedería tenía el impulso de separarse? en esos momentos toda magia se iba.
“No lo pienses tanto Elisa, simplemente no eres una ramera, no lo amas. Como Alex dijo eres incapaz de amar de esa forma y la lujuria no es para nada tu mayor característica”
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Mañana publico la parte 2 y de verdad disculpen la demora.
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