Capítulo 23

Que si Amy se había molestado por el viaje fugaz a Las Vegas, claro que sí, aunque tuvo la audacia de no demostrarlo. Sabía que no podía molestarse a cada segundo por algo que solo era mentira. Ahora había conseguido un nuevo empleo, uno importante, en donde haría viajes constantemente, su jefe era un personaje extraño, que ella conocía bien, pero que el resto de la humanidad bien podía desconocer.

—    Oh mi príncipe – gritaba Elisa detrás de Alex – por fin dejaste la cama y te uniste a los mortales.

—    No soy tu príncipe, tú príncipe es otro – el tono en su voz era serio, e incluso su mirada era fría, algo que descolocó a Elisa por un instante.

—    Vamos Alex – sonriendo le daba un golpecito en el hombro – tú siempre serás mi príncipe.

—    No digas eso más Elisa – dijo gritando – porque no es cierto.

Sin más se dio la vuelta y continuó su camino, dejando a Elisa totalmente confundida, su expresión mientras pensaba era la de alguien intentando descifrar las  inecuaciones de la teoría de Las Cuerdas, ella misma se dio cuenta que de seguro su expresión era más que cómica y como para Elisa nada puede ser totalmente serio, comenzó a reír como loca “y 2+2 es igual a 4 jaja Elisa eres grande” pensaba “ahora sí, ¿qué fue lo que pasó hace un rato? Ajá Alex”. Lo buscó con la mirada y lo único que vio fue su Audi negro acercándose, era obvio que se iba lejos de ahí. Elisa no pensó, solo como si fuera parte de una película se lanzó sobre el carro. Alex intentó frenar, pero ya Elisa era levantada por sobre los cielos.

Alex estaba despavorido, se bajó todo lo rápido que pudo del carro, del susto, todo le parecía un sueño, se sentía mareado y lo único que hacía era buscar a Elisa a tientas. A ella todo le dolía y aunque le había costado ya se encontraba de pie, su cabeza comenzó a transmitirle como en una película, escenas de su cuerpo volando por encima de aquel auto, y todo de nuevo le pareció divertido. Alex asustado se acercó a ella quien se había recostado a una pared y tomaba su estómago, mientras sostenía su mano adolorida.

—    Elisa, por Dios ¿cómo estás? – sus manos temblaban, aunque al menos sabía que no estaba muerta, al principio creyó que Elisa lloraba, y un sentimiento extraño se apoderó de su pecho, sin embargo a medida que se acercó más notó que Elisa solo reía, y aunque todos sabían que Elisa reía siempre de nervios, aquello lo molestó mucho – eres una completa idiota – volvió a darle la espalda, mientras apretaba sus puños.

—      ¿Piensas dejarme de nuevo? – decía ya más seria – casi me matas imbécil – gritaba – ten la decencia de aunque sea llevarme a una clínica – sus guardaespaldas ya se acercaban, habían mantenido el margen por estar Alex ahí, pero si él se retiraba ellos auxiliarían a Elisa, sin embargo ella con su mano les hizo señas de que se detuvieran.

—      Todo para ti es un juego, una burla – hablaba aun de espaldas – me asusté, de verdad temí que algo malo te hubiera pasado, pero eso que más da, riámonos de eso.

—      ¿Alex que te ocurre? Estás actuando raro, casi no te reconozco ¿tomaste hormonas?

—      No Elisa – decía cansado – ven, te llevaré a una clínica – miles de cosas pasaban por su mente, sin embargo sabía que ahí se debían quedar, se acercó a Elisa y la cargó entre sus brazos.

—      No hacía falta – dijo algo incomoda – puedo caminar.

—      Ya que más da – la sentó dentro del carro y tuvo el impulso de tocar aquel raspón en la frente de Elisa que sangraba, iba a cerrar la puerta, pero Elisa tomó su mano.

—      No estés bravo conmigo – ahora si se sentía un poco triste, no se había dado cuenta, pero Alex se había alejado tanto de ella, solían ser inseparables y ahora casi ni se hablaban – Alex siempre hemos sido tan buenos amigos, si algo te ocurre solo dímelo – él trataba de no mirarla fijamente por mucho tiempo – sé que estas semanas han sido extrañas para todos, pero prometo ser más divertida, lo juro.

—      No tienes que ser un bufón de circo para gustarme Elisa, Chace es el que pide eso de ti, no nos compares – iba a cerrar la puerta, pero sabía que debía decir algo más, algo que indicara que no odiaba a Elisa – enana – Elisa ya se encontraba viendo sus piernas, tratando de descifrar lo que Alex había dicho, así que ante el llamado, pego un leve brinquito y reviró a verlo – si estoy raro no es por tu culpa, y quizás algún día esté preparado para contárselo a alguien, por ahora solo disculpa mis arrebatos de ira, creo que alguien a escondidas me está dando hormonas – bromeo y ambos sonrieron.

—      Quizás sea Oriagmi siempre he creído que es un perro con súper poderes, y sabes cómo le encanta satisfacerse en tu pierna, quizás y quiera convertirte de lleno en mujer.

—      Tienes razón – dijo sonriendo.

Por suerte Elisa no tenía nada grave, solo raspones y al día siguiente no se podría levantar del dolor general en su cuerpo. Chace había ido a la clínica a que le quitaran el yeso y a que lo revisaran, fue Ian quien le avisó del accidente de Elisa.

—    ¿La atropellaste? – preguntaba entre sorprendido y molesto a Alex.

—    Ella se lanzó sobre el carro, pregúntale a tu prometida por qué está tan loca – respondió mientras enviaba mensajes por su celular.

—    ¿Está bien? – dijo sereno.

—    Si, solo uno que otro raspón, ya mismo irá a salir, espero que se apure antes de que llegue …

—    Chicos!!! – Ian se retorció ante la voz chillona de Vanessa.

—    Ya es tarde – dijo entre dientes, había maldecido que siempre fuera a la clínica de Vanessa cada vez que alguien se enfermaba, ahora otra vez tenía que encontrársela.

—    Menos mal que lo de Elisa no es grave. Ian – dijo sentándose a su lado – te traje esto – sacó una caja de melcocha de colores – recuerdo que eran tus favoritos, fui a Bermont y supe que debía comprártelos – le estiró la caja, pero Ian tenía pocas ganas de tomarla.

—    Ya no le gustan – se apresuró a decir Alex – pero en cambio yo tomé un gran gusto hacia ellos – iba a agarrar la caja, pero Ian por impulso se la arrebató de las manos, todos se miraron extrañados, incluso Ian de pronto se sintió apenado, no sabía porque había hecho eso.

—    La verdad es que quiero recordar viejos tiempos – no miraba a nadie en específico y carraspeaba una que otra vez.

—    ¿Cómo se dice Ian? – preguntaba Chace solo para molestarlo, a lo que Alex se mordía los labios para no reírse.

—    ¿Cómo se dice qué? – lo retaba furioso.

—    ¿Cómo se dice cuando alguien te trae un presente? – ambos se miraban a los ojos, Chace solo divertido, Ian con ganas de matarlo – vamos Ian es fácil, es lo primero que aprenden los bebés, es la palabra que comienza por G, vamos solo piensa un poquito, sigue con R.

—    Sé cuál es la palabra, solo no pienso decirla. Díganle a Elisa que se quite esos moretones rápido porque el lunes nos vamos.

Tomó su caja y salió del lugar. Vanessa no perdía su sonrisa habitual, Chace y Alex solo se miraron, sabiendo que Ian no tenía remedio.

—    ¿Por qué te lanzaste sobre el carro de Alex? – preguntaba Chace ya dentro de su carro.

—    No lo sé, se iba a ir, y yo tenía que hablar con él, no sabes cómo me trató. Le molesta que le diga príncipe.

—    ¿A quién no va a molestarle? Él siempre ha sido en extremo considerado contigo, ya era hora de que perdiera los estribos.

—    ¿Es en serio?

—    Claro Elisa, eres un completo fastidio la mayor parte del tiempo, él es muy bueno y por eso siempre ha actuado así, siendo condescendiente, pero todos tienen un límite.

—    ¿Soy como Vanessa? – “¿por qué ésta conversación te está afectando tonta?”.

—    Si, solo que Vanessa se enamoró de Ian y tú de nadie, pero has tenido predilección por Alex.

—    Él debe aborrecerme como Ian lo hace con Vanessa. Bueno ni modo, siempre he sido insoportable que me cale, de todas formas en cuanto me gradué le diré adiós a todos ustedes, así que cuenten los días, celebran de antemano – reía y levantaba sus manos en símbolo de celebración.

—    ¿Cómo que te irás? – dijo más serio.

—    Pienso irme con Vanessa, quiero encontrarme con Maikel Loubstweth, su labor es increíble, quiero…

—    Maikel Loubstweth – saboreaba el nombre en su boca - no puedes irte al fin del mundo y menos con él – sin preverlo la había sujeto de las manos y le hablaba o gritaba cerca de su rostro.

—    En éste día todos están dementes, suéltame – dijo deshaciéndose – todos creen que pueden gritarme y decirme lo insoportable que soy. Si me voy será Maikel el que tendrá que soportar toda mi asquerosa humanidad, que más te da.

—    De todas formas ¿crees que Maikel se fijaría en ti? – ahora miraba por la ventanilla.

—    No todo en la vida, es amor, besos y sexo, querido Piolín. Yo reboso de amor altruista y ayudar a los demás será mi motor de vida, así como lo es de Maikel Loubstweth, él es tan..

—    Tan, tan. Ya llegaste Elisa, bájate – dijo molesto pasando por sobre su cuerpo y abriendo su puerta.

—    Esto ayudará bastante a nuestra relación querido – se bajó de inmediato lanzando la puerta detrás de ella, subió las escaleras de su majestuosa mansión, se acercaba a la puerta, cuando Chace jalándola del brazo la acorralaba entre su cuerpo y sus brazos.

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Bueno creo que ahora si estoy en apuros porque ya falta nada para lo que tengo escrito en la computadora, así que me tendré que apurar a escribir y contar con estar inspirada, por lo que tenganme paciencia, pues tampoco quiero publicar algo que no vaya a tener sentido. Gracias por leer y un muy FELIZ AÑO NUEVO. Tengo la esperanza de que éste año 2014 sea mi año!!!

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