Capítulo 15
Dos semanas habían pasado desde el encuentro con Vanessa, ella había ido a New York por asuntos de negocios, Ian no podía estar más contento con ello. Chace y Elisa se habían incluido en los planes de los chicos de pasar unas vacaciones en unas paradisiacas islas, aunque no serían las islas griegas, sino las bellas islas del caribe, las islas Anguila. Era la primera vez que Elisa iría a unas vacaciones en la playa con sus amigos, pero las personas vigilándola la hartaban, además el viaje coincidía con su cumpleaños, así que era un buen pretexto. Con Chace pasaba quizás más del tiempo necesario, en una conversación con Amy habían quedado en que Elisa sería más grotesca de lo que era, así Victoria por sí misma impediría el matrimonio con Chace, Elisa aceptó y para la próxima cena familiar no vistió de gala y demostró su poco interés por encajar en la sociedad, sin embargo Victoria seguía igual de encantada con ella.
— He visto tantas tontas chicas de sociedad, solo preocupadas por que han de vestirse y que diseñador o estilista es el mejor, que creo que Dios te envió para darme fe que aún hay mujeres inteligentes en este mundo, Chace y toda la familia Van der Price te necesitábamos Elisa.
Victoria dijo esto tomando su mano. Elisa no sabía que pensar, todo era demasiado extraño, no había ninguna razón lógica por la cual Elisa fuera una perfecta nuera y aun así estaba Victoria tan encantada con ella, con toda su rebeldía para con su sociedad.
“Acabar con esto estará muy difícil” pensaban tanto Chace como Elisa.
— Volver a la escuela fue un asco – decía Elisa mientras jugaba con una perinola.
— ¿Qué pasó aun nadie se fija en ti? – pregunto Chace tan solo mirando al vacío.
— Más bien la atención es demasiada, aunque igual todos me siguen teniendo miedo, y disfruto de las envidiosas de tu club de fans que no hacen más que tratar de descubrir que hice para que estés tan enamorado de mi – el tic, tic de la perinola hizo que Chace volteara.
— ¿Qué haces? – decía mirándola, ella estaba con su mirada desquiciada y mordiendo la punta de su lengua jugando con aquella cosa.
— Maldita sea – protestaba – ésta cosa no quiere meterse, ya me tiene harta parecía ser tan fácil.
— ¿Qué es? – decía ya a su lado.
— Una perinola, así la llaman, Paul me la dio o mejor dicho yo se la quité, pero verás como él le da de bien, ésta cosa debe entrar en este palo, y lo sacas y lo metes, lo sacas y lo metes rápido – decía inocente.
— Creo que eso es algo que conozco – dijo bromeando.
— Tonto, en fin yo creí que era fácil pero no lo es, nada que puedo – volvía a intentar, pero golpeaba sus dedos antes que lograr su cometido.
— Dame acá – le quitó el juguete pero a él tampoco le era tan fácil – que estupidez.
— Ves todopoderoso tú tampoco puedes.
— Es que tus instrucciones son vagas, lo buscaré – inmediatamente comenzó a buscar en su celular algún video que mostrará el uso de la perinola - ¿Cómo es que se llama ésta cosa?
— Perinola – repetía aun intentando jugar.
— ¿Se escribe tal cual? – Elisa solo asintió con la cabeza, volvió a mirarla y ahí estaba otra vez mordiéndose la punta de la lengua, con esa expresión de tremendura que la caracterizaba, el sol hacía resaltar más sus ojos grises y por un segundo la observó, inmediatamente bajó la mirada y comenzó a ver el primer video que salió – mira, mira – la llamó.
— Ves, te digo que lo hacen rápido – decía con su cara apareciendo por encima del hombro de Chace.
— Si, ya entendí – dejó el celular a un lado y volvió a tomar el juguete.
Cada uno hizo varios intentos, siempre peleándose porque ya se había acabado el tiempo de alguno de ellos. Finalmente fue Chace el que logró hacer hasta 50 toques sin detenerse.
— Que injusto – protestaba Elisa – yo aún no puedo.
— Elisa acostúmbrate a perder conmigo – decía orgulloso y riendo – sabes – hizo una pausa – no voy a repetirlo nunca más, pero tienes la facultad de hacer que me olvide de mis problemas.
— Es un honor servirle su majestad – decía sonriendo – comamos algo.
Una gran selección de pasapalos les fue subida a la habitación de Elisa
— ¿Crees que alguien piense mal de que siempre estemos solos en tu habitación?
— No creo – respondía mordiendo una aceituna – aunque no estaría mal que lo hicieran, así sería más creíble todo ¿no?
— Eso creo, es que tengo el presentimiento que mi madre debe ser una gran tonta si cree que de verdad tu y yo estamos enamorados.
— Lo mismo he pensado yo, digo somos los amienemigos de siempre, algo turbio se trae.
— Solo espero que nuestro plan para hacerme de una buena fortuna se lleve a cabo – hablaba de aquel plan el único que resultaba su salvación.
— Mientras continuaremos fingiendo que somos novios y que tú mamá lo cree así, pero para apaciguar un poco sus dudas deberíamos fingir tu sabes que… - decía algo apenada.
— ¿cómo?
— En tu casa para que ella nos viera, o mejor dicho en algún lugar escondido, tenemos que planear algo para que ella vaya a buscarte, espere verte con Amy, pero entonces te encuentre en la cama conmigo ¿Qué dices?
— Me parece bien, de todas formas no hay forma de alegrar a Amy, así que ni modo una raya más para el tigre no hará mal – decía algo cansado.
— Ya basta de cosas complicadas ¿quieres montar bicicleta?
— Hecho – decía animado.
Amy trataba de volver a ser la de antes, comenzó a recuperar sus amigos de la universidad fue a una que otra fiesta, y retomó su arreglo personal, no se dejaría derrumbar por el compromiso de Chace. Con una mini falda de jean y una blusa rosa, caminaba por los pasillos de la universidad.
— Si mal no recuerdo eres la ex de Chace ¿no?
— Disculpa – aquel hombre le parecía conocido, pero aun no lograba definir en donde lo había visto.
— Perdona, quizás te asuste soy James, solía ser amigo de…
— Ah ya sé, eres el que estaba enamorado de Elisa – dijo sonriendo, aunque al ver la cara de James trató de disimular y le dio pena haber sacado a relucir ese tema – disculpa.
— No hay porque, al fin y al cabo tú estabas enamorada de Chace ¿no?
— Eso fue hace mucho – continuo caminando, pero al parecer James no la dejaría en paz.
— ¿No te da rabia saber que se burlaron de ti? Que de seguro fuiste nada más una de las muchas ideas de Elisa para divertirse.
— Creo que eso no te importa, y estoy segura que nadie se burló de ti. ¿o Elisa te sedujo o algo así?
— No, es solo que no entiendo muchas cosas. Elisa solo es una maldita, creo que por haber sido botada por Chace por ser pobre deberías odiarlo más que nadie.
— No vivo en el pasado – dijo seria, ya quería quitárselo de encima.
— Sé todo lo que te hizo Victoria y ahora se compromete con su amiga, ¿no es eso raro?
— La verdad es que mi familia ha sufrido mucho, Chace no demoró en abandonarme para hacerme un bien según sus palabras, y su actual compromiso solo me dice que ese fue un pretexto para quedarse con Elisa, no voy a mortificarme pensando en él y en ella, son niños ricos, es ley de la vida que todo les salga bien, así que les deseo lo mejor que sean muy felices, mientras yo trato de ganarme la vida.
— Siento un poco de rencor en tus palabras, tienes razón en algo es ley de la vida que todo les salga bien, Chace ha tenido todo cuanto he querido, nunca me importó ya que nunca quise algo lo suficiente, pero si quieres ver a tu ex sufrir un poquito tan solo házmelo saber – sacó una tarjeta del bolsillo de su chaqueta y se la dio a Amy.
Ella la tomó y quedó perpleja, sabía que debía avisar cuanto antes que James estaba buscando vengarse, lo cual le parecía de lo más cobarde, estaba ardido porque Elisa no lo había querido y buscaba culpables, pero eso era absurdo. Solo con Liam se comunicaba casi a diario, él era el menos vigilado y siempre hablaban por teléfono se habían hecho muy buenos amigos. Tomó su celular e iba a enviar un mensaje, cuando la alerta de una noticia llegaba a su celular, abrió la foto y cerró su teléfono “No hay nada que avisar Amy, tan solo caminaste y te encontraste con nadie” Tomó la tarjeta y la guardó cuidadosamente en su cartera, quizás y le fuera útil.
— Que cobarde – retaba Elisa – que ciencia hay en montar bicicleta si no aprovechas una colina cómo ésta.
— Es suicidio – decía observando aquella colina de pendiente casi vertical que se presentaba frente a ellos.
— Es sentir adrenalina, será divertido, cuando llegues abajo sentirás que le ganaste a la muerte, vamos amor mío – decía sobre su bicicleta, vestía un pescador de licra negro y una camiseta algo ancha azul oscuro, aparte de su gran casco.
— Quizás hoy sea nuestro funeral, pero necesito sentir adrenalina, hagámoslo. Algún día me arrepentiré de hacerte caso araña.
Elisa hacía el conteo cuando Chace se lanzó antes de tiempo, solo para enfurecer a Elisa, quien odia perder. Ella gritando se lanzó también, la brisa era tanta que les era imposible abrir bien los ojos, ambos sentían que la parte trasera de sus bicicletas pasaría por sobre sus cabezas, Elisa gritaba aprovechando al máximo aquella sensación de me morí. Chace sabía que ganaría, sin embargo Elisa pasó por enfrente de él, solo que no sobre su bicicleta sino rodando, su bicicleta venía también dando tumbos detrás de ella.
— Elisa – gritó Chace, era un grito de terror y angustia, uno que nunca antes había emitido, en lo que llegó a la base se bajó de inmediato para correr hacia una Elisa que yacía unos metros más allá tumbada en el pavimento, cerca del pequeño muro de piedras que adornaba el lugar - ¿estás bien? – decía arrodillado al lado de ella, tomando su cara, para su sorpresa Elisa tan solo reía, tanto que le era imposible hablar.
— Si… es que…. Entré en un hueco y salí volando – explicaba, aun riendo – no sabes vi todo tan detalladamente y a la vez tan rápido, es inexplicable, fue hasta lindo – decía más seria, el rostro de Chace estaba tan solo a centímetros del de ella, quien seguía acostada en el suelo.
— Me asusté – decía recobrando el aliento – más nunca haremos cosas como éstas – decía serio – y promete ya no hacer loqueras ni tu sola, podrías matarte.
— Eso nunca nos ha importado – decía aun sonriendo.
— Pero ahora es diferente – dijo desviando la mirada y alejándose.
— ¿Por qué? Ah claro, ahora me necesitas – dijo en voz baja aunque ofendida, la única razón por la que Chace pudiera preocuparse por su bienestar era porque la necesitaba para continuar engañando a su madre, de lo contrario ni siquiera iría a su funeral, y aquello la enfureció.
— No es así – se defendió, miró al suelo y vio bastante sangre alrededor de la pierna de Elisa – éstas sangrando.
— Ah es mi rodilla creo – dijo sentándose. Chace la tomó inmediatamente y la cargó en sus brazos, gesto que Elisa no se esperaba y que incluso la incomodó, la sentó encima de aquel muro, mientras intentaba ver que sucedía en su rodilla – no, espera – decía deteniendo las manos de Chace – es que me da miedo saber qué clase de cortada me hice y menos quiero que la veas.
— No seas tonta – sin más levantó el ensangrentado pantalón – ugh necesitaras puntos – Elisa miraba a otro lado la verdad es que las heridas no eran lo suyo.
— Que fastidio – decía apretando las rocas debajo de sus manos y es que ahora el dolor ya se le había despertado.
— Tienes un vidrio encajado, debo sacarlo Elisa – Chace mismo no tenía ganas de hacer ese trabajo, pero le tocaba.
— Hazlo – dijo cerrando bien sus ojos. Chace sin más lo arrancó, Elisa reprimió las ganas de gritar aunque pensaba que de un momento a otro de sus ojos saldrían unas dos lagrimitas, pero también pudo reprimir eso – duele horrible – se quejaba.
Chace comenzó vaciando la botella de agua en la herida, para luego sacarse su camisa arrancar una parte de ella y con ello atar la rodilla de Elisa fuertemente con el fin de cortar la circulación. Elisa había estado con los ojos cerrados así que cuando Chace señaló que ya estaba listo y lo vio ahí sin camisa de inmediato volteo a otro lado, no sabía porque se sentía avergonzada.
— Gavilán pollero sí que buscas cualquier oportunidad para mostrar tus dotes - decía aun mirando al lado contrario, Chace solo sonrío.
— ¿Por qué? ¿te sientes atraída por mí? – decía seductoramente poniéndose enfrente de ella.
— Jamás, pero ya deja de cuidarme, porque sé bien tus intenciones, en otro tiempo me habrías pasado con tu bicicleta por encima – dijo sin dejar de mirarlo a los ojos, como desafiándolo – echándome un escupitajo como regalo, pero no importa. Ya está anocheciendo, llama a alguno de tus choferes.
— Es extraño que aún no estén por aquí – decía mirando a todos lados.
— Tienen que actuar bien, sino te darías cuenta de que te vigilan – decía en voz baja – por cierto busca mi teléfono que en algún lado se debió haber quedado botado.
Efectivamente el celular había quedado en medio camino, aunque completo. Chace ya había llamado y esperaba a que los fueran a buscar a la desierta colina.
— Ven tomémonos una foto, como recuerdo del día que me descalabré en la colina – le hacía señas a Chace de que se sentara a su lado.
— No tienes remedio – para complacerla se puso a su lado.
Elisa tomó una foto en la que la cara de Chace no salía completa, así que comenzó a acomodarse para conseguir la foto perfecta, sin embargo una de las piedras del muro se zafó y casi cayó de espaldas al otro lado del muro, Chace la detuvo de inmediato de los brazos, la brisa era fuerte y agitaba el oscuro cabello de Elisa, la luz grisácea del anochecer resaltaba el azul de los ojos de Chace, sus caras quedaron tan cerca que por un segundo se observaron, fue Chace el que no dejó de acercarse y sin más comenzaron a besarse, nunca se habían besado así. Elisa había sentido que el beso del restaurant era un juego, pero este no parecía tan irreal, sentía que un fuego se propagaba por su cuerpo, sus manos se encontraban apoyadas en el fuerte pecho de Chace, así que sus dedos comenzaron a hacer pequeñas figuras en sus pectorales, mientras Chace hundía sus dedos en los cabellos de ella y la presionaba más y más contra él.
— Espías – dijo tomando aire, mirándola de frente, ella se sentía como fuera de este mundo, así que solo asintió, si habían espías habían espías, ella no pondría en duda eso.
De nuevo comenzó a besarla, Elisa no protestaba y es que quería más y más de eso, ya en su casa se objetaría las razones por las cuales se sentía tan bien besándose con el menos apreciado de sus amigos, pero ahora solo quería seguir sintiendo esa cosa que le encantaba, aquello que quería sentir a toda hora, en todo momento, era como sentir miedo, y a la vez dicha, era la adrenalina en su más alto y nuevo desempeño. El beso cesó cuando notaron que enfrente de ellos un chofer sosteniendo la puerta de un elegante auto negro los observaba. Chace solo miró levemente el cielo y Elisa mordió sus labios, se sentía apenada. Chace la ayudó a bajarse y la conversación de ambos hasta llegar a la clínica fue nula.
— ¿Viste la última foto de nuestros amigos? – hablaba Liam por el teléfono algo bravo.
— Sí, es raro – Ian apenas había visto la foto y de disponía a ir al Metropolian a cenar y pasar una buena noche con sus amiguitas.
— No me parece que Amy tenga que aguantar esto – continuaba casi gritando.
— Ya sabes porque lo hacen, ella lo entiende Liam ¿o crees que Chace está enamorado de Elisa? – decía con ironía.
— No, pero creo que Chace debe tener límites, no me parece que use a mi prima así como le da la gana.
— Elisa puede defenderse sola, y ¿en serio estás así por ella o por Amy? Solo te recuerdo que ella ama a Chace y él la ama a ella, y si no fuera así, Amy no le conviene a ninguno de nosotros, ojala y Chace abriera los ojos y la dejara, así que cuidado con lo que se pasa por tu mente.
— Chace es un idiota por haberla dejado solo porque su madre no lo aprueba, si yo fuera él.
— Pero no eres él – lo interrumpía Ian – no eres Chace, no eres el novio de Amy, amigo mujeres hay de sobra, solo no veas a la de tu hermano.
— Adiós Ian – colgó, para luego dejarse caer en la cama, estaba cansado y molesto, aunque sabía que su cólera no estaba justificada.
Ian estaba preocupado por Liam, desde hace tiempo se había dado cuenta de su amistad con Amy y aquello no le gustaba, Alex también lo tenía pensando, últimamente dormía más de lo normal, estudiaba más de lo normal, era como si hubiera decidido alejarse de todos, era obvio que algo lo atormentaba, pero el propio Ian tenía sus problemas. Problemas que volvieron cuando en la entrada del Metropolian se encontró con ella.
— Ian – decía efusivamente y sonriendo – hola Ian – levantaba su mano como para que la mirara.
— Joven Ian bienvenido, su mesa está por acá – decía el anfitrión.
— Ian – continuaba gritando Vanessa.
Ian tuvo una sola opción, se dio media vuelta volvió a su carro y se fue lejos del lugar, Vanessa solo lo observó sonriendo mientras se alejó “de seguro algo se le olvidó, y que malo que no me vio” pensaba mientras volvía a su asiento. “Maldita Vanessa, cuando se regresará a su selva de porquería, porque tenía que volver la peor de mis pesadillas” Continuó manejando a toda velocidad, no notó aquel auto rosa que salió de la nada.
La esquina de la cuarta avenida pronto se llenó de ambulancias y personas curiosas que con sus celulares capturaban la escena que mostraba a dos carros destrozados, uno de ellos debajo de un gran camión que no presentaba grandes daños.
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