XI
XI. Renacer
—Mi lady, ya prendió. Necesitamos un poco más de heno. Deben de haber restos por aquí —dijo el caballero real al ponerse de pie luego de haber creado apenas chispas de fuego que revoloteaban en medio del carbón.
—No tenemos tiempo —dijo la reina inquieta mientras arriba de ella se escuchaban los grandes murmullos del pueblo indicando que ya habían entrado a la fortaleza para la ceremonia —Debe darme su daga, Sir Julien —ordenó, estirando su mano con la palma abierta.
El caballero, dudoso, entrego su daga de acero hacía la reina. Elizabeth lo tomo y sin dudarlo abrazo el cuerpo de la daga con su mano derecha mientras que con la otra deslizo el filudo cuchillo en su palma, haciendo que la sangre diluyera encima del fuego quien de pronto encandeció tan rápido como la primera gota de sangre cayó. La viuda dio unos pasos atrás por inercia al igual que el caballero quien miraba perplejo la escena.
—¿Qué es lo que hará mi señora?... Voy por una enfermera —dijo preocupado, la reina lo detuvo sujetando su antebrazo con aquella mano dañada.
—¡No! Usted se quedará aquí, su única tarea ha sido obedecerme y lo hará ahora —ordenó mirando hacía los ojos del caballero quien resignado cumplió su rol mientras la reina volvía a aquel asunto dejando un rastro de sangre en la armadura del caballero.
—De las cenizas vengo y de las cenizas volveré, sangre es mi cuerpo y fuego soy porque nosotros no arderemos... De las cenizas vengo...
La reina citó aquella frase más de una vez mientras sus manos se acercaban más y más al fuego, hasta que su piel comenzó a arder haciendo que Elizabeth emitiera gemidos de dolor, su respiración se hacía cada vez más y más rápida a medida que sus manos y brazos eran envueltos por el fuego.
—Abre ese cofre... ¡Ahora! —exclamó aún con el fuego rodeando sus extremidades. Sir Julien sin saber a donde dirigirse, intuyó por la mirada de la reina hacía donde estaba aquel cofre, justo en la esquina de los calabozos junto a otro pila de demás objetos sin utilizar.
Con gran fuerza, arrastro aquel cofre hasta la reina, quien después de abrirlo, observó como Elizabeth cogió entre sus manos un huevo con grandes escamas oscuras. Está misma lo llevó hacía el nido de llamas donde lo coloco haciendo que todo el fuego que había nacido se extinguiera y del huevo emanará un humo negro. La reina lo tomo de nuevo entre sus manos para así llevárselo.
—Es un huevo de dragón... imposible —mencionó el caballero estupefacto y sin aliento —Mi señora, sus manos... —susurró al ver como estás poseían un color rojizo, ambos brazos estaban cubiertos de manchas negras que iban cayendo como tal polvo para luego volver a la normalidad como si de magia se tratara —Usted... Es una...
—Lo sé... —dijo la reina abrazando aquel huevo con el manto negro que solía cubrir su rostro —Decida de una vez, Sir Julien. Me sirve por la corona o por su lealtad hacía mi, no importa que, seguiré mi camino... —dijo con seguridad a pesar de saber que si aquella respuesta resultaba negativa, tenía todas las de perder.
—Déjeme decirle que eso que tiene en sus manos, si es real, no habrá nada que la detenga ahora... No serviré a un usurpador, mi lady... la ayudaré a escapar y reclamara lo que es suyo.
Ambos asintieron mientras que el caballero tomo la delantera, escabulléndose entre los pasillos del sótano hasta llegar a la bahía de Barfleur, en las colinas se oían los pasos y el choque de las armaduras de los demás soldados que corrían de un lugar a otro a los alrededores del castillo. Ya se habían percatado de la ausencia de la reina y ahora no había tiempo, Sir Julien tomo un bote que se encontraba a las orillas del mar cerca a las rocas donde las olas golpeaban sin parar, tomando rumbo hacía un lugar incierto pero desapareciendo de Barfleur lo más rápido que podían.
⚜️⚔️⚜️
—Príncipe Shawn Mendes, hijo del rey del norte, Edmond Mendes. —presento el caballero hacía el lord de Pemberton que yacía en su silla con una copa de vino en la mano.
—Miren a quien tenemos aquí, al heredero de todo el norte en mi casa —dijo alegremente el lord de Pemberton desde su mesa en el centro de su salón principal luego de haberse amanecido celebrando las próximas nupcias de su hija, desaliñado y con la voz ronca pronunció:— ¿Qué lo trae por aquí su alteza? ¿Acaso está ansioso por la boda de hoy? —dijo a carcajadas roncas mientras tomaba el vino rojo que se esparcía por toda su barbilla barbuda al tomar de su copa torpemente.
—Justamente venía a hablar sobre eso, lord Pemberton —contesto Shawn —Me temo que la boda entre su hija y yo se va a tener que postergar.
De repente el humor del lord se esfumó, dejando de tomar de su copa y estampándolo contra la mesa de madera mientras que el príncipe lo miraba fijamente pero entendiendo su gran molestia.
—El rey me dijo que usted desposaría a mi hija el día de hoy y a no ser que el cielo se este quemando no veo otra razón por la cual postergar este acontecimiento, su alteza —dijo a regañadientes —Creo que conoce muy bien las consecuencias si esto no llega a suceder...
—Nosotros siempre cumplimos nuestras promesas —sentenció el príncipe con voz firme —De no ser así jamás habríamos podido gobernar el norte como hasta ahora. Puede tener mi palabra que las razones para hacer esto son de suma importancia, e incluso involucran al futuro que tendré con su hija. Arreglaré este problema pronto y en cuanto vuelva, su hija llevará los colores de mi casa junto a una alianza segura entre nosotros.
—No olvidaré sus palabras, su alteza. Recuerde que el gobernar es un juego mortal, un mal paso puede cambiarlo todo.... Lo esperare con muchas ansias, su alteza —dijo mientras volvía a reír mirando como el príncipe se alejaba del salón a pasos largos y sin nada más que decir.
Las noches fueron largas, los días en desolación y la angustía era cada vez más latente pues en cada ciudad en el que el príncipe llegaba, su escudero traía consigo el mensaje que los cuervos dejaban desde el reino en Letonia. Sus hermanos habían desposado a las hijas de los lores, trayendo consigo alianzas seguras en el norte. También, corría la noticia del nuevo gobernante en el sur, Normandía coronó a Raen Dankworth como su legítimo rey, sin embargo, muchas casas en el sur lo llamaban como el usurpador pues la hija del fallecido rey Henry Lafhord aún se le declaraba como desaparecida e incluso la reina Elizabeth se dio a la fuga dando una clara respuesta negativa a la coronación de Raen Dankworth. Una batalla latente entre las casas del sur se dejaba entrever y no daría comienzo hasta que la princesa o la antigua reina se hicieran presentes.
Shawn pensó en que todo aquello estaba por deshacerse pues en cuanto se supiera que los Rockstrong aún estaban entre ellos, todo cambiaría, e incluso los cielos serían habitados por aquellas criaturas que alguna vez se juró haberse eliminado.
Hola, hola.
Se que ha pasado mucho tiempo desde la última actualización, lo siento por eso, he estado muy ocupada por mi universidad pero espero les haya gustado este pequeño capítulo, tengan una bonita noche ❤️
Pronto más capítulos disponibles 🎉
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top