PRÓLOGO




Dos reinos sumidos en el odio y poder. Tierras por las que desterrar, encierros por liberar, consecuencias que pagar. Prejuicios por escuchar, engaños por las que desmentir. El resarcimiento convertido en pasión y una maldición por confinar.



Shawn Mendes; Príncipe de Letonia. A sus veinticinco años recién cumplidos, ha logrado instruirse mucho más de lo que otros sucesores antes de él nunca pudieron conseguir.

Considerado como uno lo más poderosos príncipes de la época, además de sus conocimientos, poseía la firmeza que un rey mismo desearía obtener, pues no temía derramar sangre enemiga frente a los demás.

Un total caballero que ama con pasión pero que odia con vigor.

¡Es la salvación!, exclamaban los pobladores cada vez que podían apreciarlo. Las mujeres solteras vestían sus mejores atuendos y las madres añoraban que una de sus retoños cayera en las manos de ese hombre de rostro angelical.

Se había convertido en la utopía de muchas y en el desasosiego de muchos.

Hannia Lafhord; Princesa de Normandía. Tal y como se dijo desde su nacimiento, solo trajo alegrías a su pueblo, pues nunca se había visto un avance económico tan alto y un cultivo tan vivo que nacía con cada amanecer.

Ella trajo la paz que se necesitaba, y aunque la mayoría creía que aquella maldición había sido erróneo por parte de aquella bruja, había otros que aún persistían ante cualquier acto de la Princesa, pues a pesar de todo, aún se la conocía como La Perdición misma del reino.

Pero no había nada que preocuparse, pues los reyes cuidaban de ella, tanto, que lo único que Hannia es poseedora de conocer, es su propio reino.

Su curiosidad ante lo desconocido era algo por el que nadie prestaba atención, sin embargo, era el veneno en el vino.

Y aquello, fue la primera carta tendida en el tablero.



Dios se apiade de aquellos dos corazones rebosantes de emociones.

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