La escuela de ballet

A la mañana siguiente, shadow dormía en el sofá adolorido de su espalda, no por nada había comprado una cama ortopédica echa a su medida y a sus necesidades.

Abrió sus ojos con molestia acostumbrándose a la luz, inesperadamente una pequeña pelirosa apareció frente a él vestida con un tutú de ballet y peinada adecuadamente para poder bailar.

-¿Conoces alguna escuela de ballet por aquí?.-pregunto ingenua, shadow por la impresión que le causó se levantó asustado y ambos golpearon frentes, ambos erizos quejándose por el dolor se miraron con enojó.

–Una qué? Escucha niña no tengo tiempo para eso.-se levantó del sofá estirando sus músculos, la pequeña lo miro con su seño fruncido, habían quedado en un trato en la conferencia.

De pronto había música clásica sonando por el departamento, la pequeña había tomado el reproductor de música mientras practicaba giros.

–¿Que es eso que escuchas?Beethoven?.-

–Si! Tengo que comenzar a practicar, por eso necesito ir a una escuela de ballet..además teníamos un trato.-miro a su padre a los ojos, el azabache recordaba lo que había pasado en la prensa, tenía que pagarle con algo.

–Esta bien, buscaré alguna cerca, por cierto no deberías de estar en la escuela?.-pregunto acercándose a la cocina para preparar el desayuno, era raro que ella estuviera faltando a su escuela, no estaban en vacaciones y tantos días? Eso no le afectaría?.

–Amm..voy a una escuela especial que me da vacaciones en todo enero!.-daba giros mientras se acercaba a la cocina.

–Enserio? Pues yo no estoy en vacaciones, a mi me pasa al revés, se acercan las finales y tengo que estar preparado, no puedo tenerte aquí mucho tiempo.-colocaba lo ingredientes dentro de la licuadora, la pequeña se acercaba peligrosamente mientras daba sus giros.

–Claro que puedes, yo puedo cuidarme sola! Solo déjame aquí dentro o llévame a la escuela de ballet, así no te voy a molestar.-

–Amaya deja de dar vueltas!.-la observó cerca de él.

–He?.-la pequeña detuvo sus vueltas, por accidente su brazo encendió la licuadora salpicandolos a ambos y salpicando lo que se encontraba al rededor, cubiertos por huevo y otros ingredientes shadow enojado cargo a la pequeña y la sentó en un banco.

La acercó a la barra de la cocina y agarró su libreta cubierta por la bebida, la "limpio" dejando una hoja en blanco y con una crayola comenzó a hacer garabatos.

–Sabes lo que significa un plan de juego?.-comento rayando la libreta, haciendo círculos y cruzes en distintos lugares.

–Oh! Yo conozco eso! Las cruzes son abrazos y los círculos son besitos.-agrego contenta la menor.

–No! Las cruzes son no puedes estar aqui entiendes? Los círculos son donde tú puedes estar, por ejemplo no puedes estar en la cocina.-explico a la pequeña, la bajo del banco y le entrego el cuaderno.

–Ahora ve a bañarte, que tenemos que irnos.-caminaba en dirección a su habitación para entrar a su baño privado y bañarse ahí.

La pequeña observó el cuaderno con los garabatos, se sentía triste y culpable, de todas formas no había nada interesante en la cocina, no había dulces ni comida chatarra.

Dejo su libreta en la barra y bajo del banco, tenía razón shadow, era mejor bañarse, ese licuado olía horrible.

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Caminaban por los pasillos de la escuela hasta llegar a un puerta color crema con un hermoso diseñó.

El azabache tomo la perilla de la puerta y la abrió dejando pasar a la pequeña primero.

El lugar era grande, techo alto una pequeña sala con madres leyendo revistas, barras de estiramiento para las bailarinas, espejos y chicas saltando de un lugar a otro.

Una coneja color crema daba las instrucciones a las chicas, de seguro era la dueña del lugar, el azabache y la menor se acercaron a ella para hablar sobre la inscripción.

–Hola, disculpe.-hablo la pelirosa llamando la atención de la coneja.

–Hola linda, puedo hacer algo por ti?.-dijo con amabilidad mirando a la niña y luego su atención se concentró en el azabache, lo miro de abajo hacia arriba, hizo una mueca de molestia y se acercó a estrechar su mano.

–Hola creo que la dejaré aquí y vendré por ella a las siete le parece?.-estrecho la mano de la coneja, formando una sonrisa en su rostro, de esas sonrisas que echizarian a cualquier mujer.

Exepto ella.

–Disculpe?, Señor no somos una guardería entiende? Es una escuela de ballet y nos tomamos muy enserio la participación y la atención de los padres con respecto a sus hijos.-exclamo con un tono de enojo hacia el azabache.

El azabache, sorprendido por las palabras de la coneja y por cómo le hablaba, sabía que era una mujer difícil de convencer.

–Tal vez no me estés entendiendo linda, acaso no sabes quien soy?, soy Shadow the Dark! El que nunca dice no, el número uno en el juego y en tu corazón.-le guiñó un ojo a la coneja haciendo sus típicas poses de revistas, la coneja no parecía entender la situación, negó con la cabeza sin saber cosa alguna sobre el erizo.

–Y usted sabe quién soy yo?.-pregunto la coneja con superioridad intentando imitar al erizo.

–No.-contesto cruzándose de brazos, había captado la imitación y eso le molestaba.

–Mi nombre es Vainilla, la maestra de danza y dueña de esta escuela señor Dark, y si quiere inscribir a su hija tendrá que ser dentro de siete meses, acabamos de cerrar inscripciones hace dos semanas pero le agradezco en venir.-le explico al erizó.

–Siete meses?! no puedo esperar tanto, daré más dinero si es necesario.-agrego en el intento de sobornar a la coneja.

–Lo lamento, pero para entrar a la escuela se tiene que hacer un casting y enserio que había muchas niñas como la suya y muchos padres con dinero, necesito saber si su hija tiene lo necesario y darle a ella la oportunidad causaría conflictos, muchas otras esperan poder entrar señor Dark, espero lo entienda.-finalizo, cuando dió la vuelta para seguir con su clase, la pequeña pelirosa seguía los pasos que hacían las bailarinas mayores, sus giros eran perfectos y su postura de igual manera.

La coneja, sorprendida por la habilidad de la menor, se acercó a ella, por otro lado el azabache miraba a su pequeña hija sonriendo de manera orgullosa, sabía que su hija era talentosa y que la aceptarían sin necesidad de su dichoso casting.

–Linda, que te parece si te cambias y vienes a practicar te parece?, mi hija cream te puede llevar no te preocupes.-una pequeña coneja color miel, al igual que su madre se acercó a la peli-rosa y la guío hasta los bastidores, las pequeñas parecían llevarse bien.

La coneja volvió a acercarse al erizo dejándole un formulario que tenía que llenar, le explicó que tenía que cooperar con la escuela al máximo y el acepto sin ponerle mucha atención.

El azabache se acercaba a sentarse en la sala de espera, varias y mujeres lo miraban detenidamente y de forma enamorada lo cual incomodaba al erizo, estaba acostumbrado pero tenerlas tan cerca, literalmente casi encima de él, era incómodo, terminó como pudo el formulario y se levantó para entregárselo a la coneja.

Una vez terminado, el azabache miraba a la peli-rosa bailar y dar saltos de un lugar a otro, un sentimiento de orgullo crecía en su interior.

"Debería sentirme orgulloso por ella?..tal vez es normal que un padre se sienta así por su hijo".

Pensaba el azabache mientras miraba a la pequeña, recordaba como su padre lo trataba cuando el era menor, no era el mejor padre peor tampoco podía quejarse, lo había pasado en grande cuando tenía a su padre, y aunque nunca lo dijo sabía que su padre estaría orgulloso de el.

La clase pasaba rápidamente al igual que el día, al final la menor se despidió de su nueva amiga cream y se fue a casa junto a su padre, el azabache realizaba llamadas telefónicas en toda la clase de la menor, gritando una que otra palabra extraña para venir de el, "Quiero que la cama sea rosada entendieron?! Ningún otro color! Y pongan algo que sea como ella tierno y adorable, no puedo volver a ese sofá".

Fue la última llamada que había realizado su padre y asi, partieron hacia su hogar.

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Cuando llegaron al departamento era de noche, y el azabache con solo mirar el sofá podía sentir el dolor en su espalda, no podía seguir durmiendo en ese incómodo sofá, tenía preparado una sorpresa para la pequeña.

La menor se dirigía a la habitación de shadow para dormir, pero el la detuvo sosteniendo su hombro.

–Esto tiene que parar Amaya, ya no puedo volver a ese sofá.-le hizo señas a la pequeña de que lo siguiera y así fue, llegaron a un par de puertas y el erizo las abrió lentamente.

Dentro de la habitación, había una pequeña cama individual color rosado con rojo, la pared tenía algunos pósters de unicornios y una litera, un escritorio, y por supuesto, el estante de premios de shadow.

Los ojos de la menor se iluminaron al ver su nueva habitación, era simplemente perfecta para ella, muchos peluches tiernos y los unicornios, sin más se lanzó a la cama rebotando sobre ella.

Era tan suave, miraba y tocaba las cosas que estaban al rededor, se sentía como una princesa.

El azabache se sentó a su lado observando el cuarto, los diseñadores que había contratado para la sorpresa habían echo un buen trabajo, la pequeña miraba a su padre y se lanzó a sus brazos era mucho más de lo que podía pedir, estaba realmente feliz.

El azabache abrazaba a la pequeña con delicadeza dejándose llevar por el momento.

–Me encanta shadow! Gracias de verdad!.-decía la pequeña mirando cada rincón de su habitación y se acercaba a los premios, todos de su padre.

–Me alegra saber que te gustó, además ya necesitaba mi cama.-agregó el erizo, ambos estaban cansados, shadow esperaba afuera mientras la menor se cambiaba de ropa, al terminar la cobijó y la mando a dormir.

El erizo cansado se dejó caer en su cama disfrutando cada parte del colchón, su cama por fin estaba de vuelta.

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Un sonido a media noche sonaba por la recámara de una pequeña, ella levantándose con rapidez tomo el celular entre sus manos y contesto a la llamada.

Hola? Amaya estás ahí?.-la voz de una mujer se escucha en la otra línea.

–Si, estoy aquí, lo siento que te conteste hasta ahora, pero se me olvidó quitar el modo avión, lo siento mucho!.-

–No te preocupes, está bien siempre y cuando me mandes fotos de tu nueva escuela, qué tal todo por allá?.-pregunto curiosa, la menor no sabía que decir, temía despertar a su padre.

–Bien, pero ya es muy noche no lo crees? Mañana tengo que empezar a practicar duro, mañana te enviaré las fotos.-hablaba rápidamente.

–Esta bien, no te olvides Amaya, por cierto, ya quiero verte, te quiero.-dijo la mujer con cariño.

–Yo más, hasta luego.-colgó la llamada, un suspiro de alivio salió de sus labios, tenía miedo de ser descubierta y aún más que había llegado tan lejos.

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"Aunque el mentiroso siempre será descubierto".


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