Capitulo 7


– ¡Vamos a morir!.– fue lo único que pudo gritar el Oji esmeralda mientras caía de gran altura junto con el furia nocturna.

¿Como habían terminado en una situación así?, habían pasado ya unos cuantos días desde lo ocurrido en el bosque, él joven de cabellos verdosos tenía en cuenta lo peligroso que podía ser encontrarse con personas del pueblo, esa vez había tenido suerte de que solo fuesen cuatro niños, pero no se debe de tentar a la suerte dos veces.

Escapando de Bocón y sus entrenamientos había pasado un par de noches sin dormir, eso debido a que podía trabajar más tranquilo mientras todos dormían, sin necesidad de temer a que alguien lo viera ir de la forja a su cabaña y viceversa, había sido agotador pero por finalmente tenía finalizada la prótesis para el dragón de escamas sombrías.

Todo había salido perfectamente pero su impaciencia lo había llevado a apresurarse, sin pensar bien las cosas el joven vikingo coloco la prótesis al furia nocturna, llevándolo hacia un acantilado para luego montarlo y hacerle saltar hacia lo que sería el mar, solo obteniendo un evidente fracaso, pero su problema no terminaba allí, en su espalda cargaba con el pequeño dragón de escamas rojizas quien más que estar asustado estaba desesperado intentando volar, algo que le era imposible con una ala rota.

– Tranquilo, todo esta bien... yo estoy aqui.– tratando de calmar al pequeño dragón, él oji esmeralda lo movió de su espalda hasta su abdomen, nada malo les iba a pasar a esos dragones, no mientras el puediera moverse.

Juntando brazos y piernas la velocidad de su caída fue en aumento, debía de tomar la cola del furia nocturna antes de llegar al suelo.– ¡Aprieta las nalgas!.– un grito sin razón se le escapó mientras poco a poco acortaba su distancia y la de chimuelo.

A pocos centímetros logro tocar la cola del reptil de gran tamaño aunque su alegría desapareció al ver que no quedaba tiempo para que pudiese subir al lomo de la criatura y abrir la prótesis con el mecanismo de la montura que había hecho, la única locura que le quedaba por hacer era mantenerse aferrado a la cola y abrir la prótesis con una de sus manos.

Apenas el vuelo del furia nocturna se estabilizó una ráfaga de aire producto de detenerse luego de ir a gran velocidad tomo por sorpresa al joven pecoso haciéndole soltar la cola del dragón para luego salir disparado en dirección a la arena de la playa a la que habían llegado.

Finalmente un estruendo llevo todo a la calma, el aterrizaje había sido algo forzoso pero no había ido más haya de solo raspones y un par de cortadas, el único que no se lastimó fue el dragón de escamas rojizas quien había sido protegido por Izuku antes de tocar tierra firme.

El joven abadejo trataba de calmar su respiración, algo imposible en esos momentos, incluso su corazón parecía estar a punto de escapar de su pecho.– Prométeme que no dejaras que esto vuelva a ocurrir...– pidió al furia nocturna quien en esos momentos estaba unos cuantos centímetros lejos, pero lo suficientemente cerca para golpear con su cola al Oji esmeralda por lo que había ocurrido.

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Un par de horas luego de lo ocurrido el Oji esmeralda se encontraba ya trabajando en lo que sería la mejora para la prótesis, no solo debía mejorar la resistencia, sino que también la debia aceitar correctamente para que pudiese ser más fácil de abrir, en cuanto a los dragones, estos se encontraban en el bosque, aquel pequeño dragón aún sin nombre y Chimuelo últimamente eran más obedientes y no lo seguían al pueblo, sinceramente Izuku pensó que antes que eso ocurriera, él quedaría en el estómago de los reptiles ya mencionados.

Entre tantas pruebas y mejoras, unos golpes en la puerta hicieron al peli verde salir de sus pensamientos, algo extrañado este dejo todo de lado y lo cubrió con una manta, eso antes de empezar a bajar por las escaleras hacia el primer piso, apenas debía ser medio día, por lo que no sabía quién podía estar golpeando la puerta pues no eran muchas personas las que iban a su casa, apenas y llegaban a ser dos, siendo estas su padre y bocón.

Los golpes aumentaban y se volvían más fuertes y a la vez desesperantes para el pecoso.

– Ya voy...– dijo en un intento de detener los golpes de aquella persona, aunque solo obtuvo el resultado contrario.– dije que ya... voy...

Apenas abrió la puerta el Oji esmeralda se arrepintió, frente a él se encontraba una rubia con una expresión de pocos amigos, aquella que días atrás ya le había causado un par de problemas en el bosque.

Inmediatamente la puerta fue cerrada por el Oji esmeralda quien se aseguró de colocar todos los seguros antes de retroceder unos cuantos pasos.

– ¡Oye!, ¡Abre la puerta!.– grito molesta mientras golpeaba la puerta con más fuerza que antes.

– No gracias, quiero vivir.– respondió nervioso antes de dar media vuelta e ir a su habitación una vez más, aunque lo raro fue que ya no hubieron más golpes a la puerta por parte de la rubia.

Apenas comenzó a subir las escaleras un estruendo provino de su habitación, sabiendo de que podía tratarse se apresuró en subir, debía evitar que ella viese todo en lo que el estaba trabajando, si lo hacía estaba seguro de que sería su fin.

– Oye astr...– un golpe en el rostro le hizo caer inconsciente al suelo.

Mientras tanto la rubia tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro, ella ya estaba preparada en caso de que Izuku le cerrará la puerta, había apilado unas cuántas cajas y había colocado su hacha en el lugar indicado para poder subir y entrar en la habitación del pecoso.

– Astrid uno, abadejo cero.– fue lo único que dijo antes de tomar el brazo del inconsciente peli verde y empezar a arrastrarlo rumbo al primer piso.

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Notas:

– siento que está historia no es muy interesante ni nada, pero me gusta hacerla y siento que puedo hacerla con más tranquilidad (aunque estoy algo ocupado y no da tiempo a actualizar seguido), de igual forma gracias a quienes la leen.

– pensé en hacer el capítulo más largo pero creo que las 1000 y 1500 palabras están bien y serán lo normal.

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