Capitulo 6
– Intentó no tener problemas y son lo primero que consigo... Genial!– se quejó el peli verde mientras aún corría detrás del furia nocturna.
Entre todo el recorrido los árboles poco a poco dejaban de verse por ambos lados, señal de que pronto saldrían completamente del bosque, lo que le daba mala espina al pecoso pues la dirección en la que se dirigían se encontraba una bóveda, lugar en donde guardaban alimentos para el invierno.
¿Qué tenía de malo ese lugar?, Simple, que todos los días este era custodiado por un par de vikingos adultos y si llegaban hasta ellos sería el fin, él incapaz de luchar contra los adultos y el furia nocturna incapaz de volar debido a su cola, todo era problemas en los alrededores.
– ¡Chimuelo!.– llamó con algo de preocupación.
No podía dejarle solo, si saldrían del bosque al menos debía evitar que lo vieran por lo que soltando la mayoría de pieles que llevaba en brazos y que usaba al dormir, tomo la navaja de su cintura y dio un corte, no era preciso pero serviría.
Apenas salieron del bosque se confirmó lo que el pecoso pensaba, era un dragón a lo que perseguían, cuerpo rojizo, pequeños cuernos al igual que sus alas, de las cuales una estaba rota, ¿Como lo sabía?, Pues simple, está se encontraba doblada en una dirección imposible para los de sus especie.
– Genial y ahora tengo una maldición con los rubios.– dijo sarcásticamente.
Los perseguidores del dragón no eran ni más ni menos que sus compañeros de clases, a excepción del azabache con un carácter egocéntrico, algo que si tomo por sorpresa al peli verde pues apenas los vio pensó que él sería quien encabezaba la fila.
Un pitido en aumento saco de sus pensamientos al pecoso quien solo observó como una explosión bloqueaba el camino a los rubios y les hizo retroceder nerviosos una vez vieron al causante de tal ataque.
En esos momentos tal y como mostraban los libros, se encontraban frente al mismísimo hijo del diablo, un dragón de escamas negras gruñendo y avanzando a paso lento hacia ellos que solo se mantenían inmóviles observando.
– E..es... Un furia nocturna.– se trataba del rubio regordete quien se mostraba emocionado, pero aquella emoción desapareció inmediatamente al recordar quien estaba en frente de esa criatura, denominada como una de las más letales.
Lentamente todos comenzaron a retroceder, su plan era simple, correr apenas pudieran ya que sus vidas dependían de eso, la única que no dio tanta marcha hacia atrás fue Astrid quien apenas dio unos pasos para retroceder, desenfundo su hacha y se acercó hasta el dragón el cual había comenzado a cargar un segundo disparo.
Izuku comprendió lo que la rubia haría, esquivaría el disparo y luego daría un corte.
Al no poder volar chimuelo estaba en desventaja, por lo que dejando de lado al pequeño dragón corrió hasta la rubia.
– ¡Alto!.– con el brazo derecho logró detener el hacha desde el mango, pero era obvio que luego le dolería pues había sido un golpe a gran velocidad.
La rubia gruño apenas se percató del encapuchado.
– ¿¡Qué crees que haces!?.– grito con enojo.– ¡lo tenía!.–
El peli verde no respondió, solo le dio un empujón tan pronto como pudo y uso uno de sus brazos para bloquear el paso al dragón.
– Eres tan débil que no pudiste contra mí y quieres enfrentarte a un dragón...– en esos momentos no podía flaquear, si debía provocar a alguien de su pueblo para lograr alguna oportunidad de huir lo haría.– no me hagas reír.
– Tu...– la rubia no tuvo tiempo de atacar pues apenas se descuido el encapuchado dio media vuelta y llamó la atención del dragón para que lo siguiese, ambos habían comenzado a correr hacia el bosquejo una vez más, no sin antes tomar al pequeño dragón de color rojizo.
Realmente era algo tonto, pero era lo único que a Izuku se le ocurrió, para su suerte el furia nocturna también lo sabía, no podía luchar sin dejar de proteger al dragón herido, mucho menos podía prolongar la pelea, el ruido emitido por el disparo haría que más vikingos llegasen al lugar y al no poder volar era claro como terminaría, lo mejor era huir, a pesar de que los demás rubios tenían miedo, una vez vieron al dragón y al joven encapuchado huir no desaprovecharon y comenzaron a perseguirles, lo que no sabían era que el Oji esmeralda lo tenía previsto.
– ¡Dispara!.– fue lo único que tuvo que gritar para que el dragón supiese que hacer, apunto a los árboles y les disparo, rápidamente estos cayeron bloqueando el paso a los jóvenes rubios y les dio tiempo de llegar hasta el lago para ocultarse.
Aquel lugar estaba oculto y nadie sin la suficiente paciencia lograría dar con el, algo que favorecía al pecoso, quien sabía que los vikingos no conocían la paciencia.
– Debemos hacer algo con esa cola...– comento mientras recuperaba el aliento.– la próxima quizás no la contamos si seguimos así.–
El Oji esmeralda tenía en brazos al pequeño dragón quien apenas tuvo la oportunidad clavó sus dientes en el brazo del pecoso.
Antes de gritar el joven logro mitigar el ruido cubriendo su boca, un grito dentro de esa cueva significaría que los jóvenes y posibles vikingos adultos lograsen dar con ellos, y es que si, izuku sabía que tan cabezas duras podían ser las personas de su pueblo y cuando estaban en busca de algo, era casi imposible que no se rindieran hasta dar con lo que querían, en ese caso eran cazar al dragón oscuro y capturarlo a el.
– tch...– se quejó.– venga pequeño sueltame...– intentando de todo consiguió que el reptil alado apretara más, algo que dejó una marca, aunque también consiguió que le soltase.
Solo había algo que pudo imaginar, quizás lo hacía en defensa propia al no poder volar, por lo que una vez curado debería dejar de ser tan desconfiado.
Y así es como Izuku puso manos a la obra, corto a la mitad su capucha y uso una parte de esta para exprimir su herida y que expulsará parte de su sangre y así evitar que su herida se infectase, una vez listo uso la misma parte de la piel como vendaje.
Dejo al furia nocturna al cuidado del más pequeño y salió a escondidas de la cueva, no podía fiarse ni un poco, evitando los ruidos fuertes comenzó con búsqueda de plantas que sirviesen como anestesia, si colocaba el ala del dragón en su estado original sin algo que le ayudase a eliminar el dolor solo lograría conseguir que este chillara con fuerza y no quería ni que el reptil sufriera ni que alguien los encontrase a causa del chillido.
Una exhaustiva búsqueda después, por fin dio con lo necesario, solo debía volver y pronto, la noche ya había llegado al completo y por esos lugares del bosque jabalíes salían en búsqueda de comida y no es que quisiesen comer a una persona pero si lo vieran lo perseguirán ya que esos animales eran realmente agresivos.
Volvió con prisa a la cueva y con una piedra comenzó a aplastar las flores, cuando quedó casi puré se acercó al pequeño dragón que poco a poco se alejaba y le dio lo recién preparado a la fuerza, el efecto de las plantas no tardo y a los pocos minutos el dragón quedó dormido, lo que le dio el momento perfecto para poder regresar su ala al lugar original y usar la otra mitad de su capucha para poder hacer de ayuda para evitar que el dragón la moviese, debía esperar a que terminara de sanar y eso tardaría, pero por ahora ya no había de que preocuparse.
– Vaya días que estoy teniendo...– dijo con cansancio.– Al menos este pequeño está bien...– acariciando la cabeza al reptil dio un pequeño bostezo.– y pensar que los cazabamos...–
Poco a poco el Oji esmeralda fue cayendo rendido ante el cansancio hasta que finalmente se durmió recargado en la pared de la cueva.
Chimuelo quien estaba a su lado logro ver como este comenzaba a temblar, así que colocándose en sus cuatro patas camino hasta el pecoso y se recostó allí, bloqueando parte del frío y brindándole calor al joven vikingo también quedó dormido.
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