5: Recuerdos que son pesadillas (el arroyo)
Alice
En el pasado.
Corro cerca del arroyo. Veo a lo lejos que el agua crece. Hay muchas rocas, los caudales llegan a un río.
―Alice, debes tener cuidado ―dice mi padre―. La corriente está muy violenta. No quiero que te lastimes.
Asiento.
―Sí, papá, no te preocupes.
Sigo avanzando, entonces lo pierdo de vista. Dejo de correr cuando cerca de una de las fluyentes, al lado de unas rocas enormes, visualizo a mi prometido. Se ve con un total enfado. ¿Qué le sucede? Me le acerco con preocupación.
―¿Estás bien?
Mi cabello castaño muy oscuro se moviliza con el viento. Las hojas de los árboles vuelan entre nosotros.
―Alice, ¿cómo pudiste? ―expresa, indignado.
―¿Tenorio? ―Lo observo sin entender―. ¿Qué ha pasado?
―¡¿La mataste?! ―me grita.
Quedo en shock.
―¿Qué?
―Andrea ―declara, triste―. Está muerta.
―¿Andrea está muerta? ―repito.
Sus ojos se encuentran humedecidos.
―¡¡Y todo es tu culpa!!
No puedo decir que me duele, pues era su amante, pero acusarme de matarla, no tiene sentido.
―Yo no asesiné a Andrea. Discutimos, pero no la maté. Eso es una acusación muy grave, Tenorio.
―¡¿Por qué no te vas al infierno?! ―expresa con furia.
De un momento a otro, me agarra del cuello, termina empujándome hacia al agua y empieza a ahogarme. Me resisto como puedo, lo golpeo, intento zafarme mientras mis fosas nasales se llenan de líquido directo a mis pulmones.
Logro golpearlo, pero la corriente me lleva.
Actualidad.
―¡¡¡AAAAHHHH!!! ―Despierto perpleja y golpeando para todos lados. Algo me pega en la cabeza, entonces reacciono, es una mano humana, así que vuelvo a gritar otra vez, aunque con menos énfasis―. ¡¡Aaaahhhh!!
―Cállate, por todos los infiernos ―me reprende Asthur.
Reacciono.
―Oh, cielos.
Qué pesadilla más extraña. Si soñé que me moría, ¿eso quiere decir que me alargué la vida? No sé si considerarme supersticiosa, pero sería bueno para los momentos lamentables que estoy pasando.
Presto más atención a mi alrededor y me doy cuenta de que Asthur se encuentra sentado, revisando una especie de arma en su mesa. Me levanto, despacio, saliendo de mi jaula, trago saliva, y luego me animo a acercarme.
―¿Está rota? ―consulto.
―En absoluto, estoy haciendo modificaciones.
―¿Por qué?
Gira su vista hacia mí y me sonríe.
―¿Te interesan las armas?
―Nada más me pareció curioso.
―Pues verás, mi pequeña aficionada. ―Apoya unas perlas en los orificios del mecanismo―. Estos elementos son el material por el que iba a intercambiarte.
―¿Ibas? ―Enarco una ceja.
―Ah, no te dije, cambié de opinión. Felicidades, eres parte de mi colección oficial, por lo tanto, estoy viendo cómo sustituir lo que perdí de mi pequeña inversión. La verdad, me saliste bastante cara.
―¿Y tus clientes no se enfadarán? Además, soy humana. Si querías una mucama, la hubieras contratado.
Se ríe por mis sugerencias.
―No le temo a nada. Si siguen tardando en venirte a buscar, tan importante no eres.
―¿No les dijiste? ―Alzo una ceja, luego insisto―. ¿Qué vas a hacer conmigo?
―Ellos no se dignaron a venir, ¿por qué tendría que contarles? En todo caso, puedo cambiar de opinión otra vez, pero antes debo averiguar con qué me estoy quedando. ―Se levanta y me sobresalto, así que retrocedo. Camina hasta un mueble, presiona unos botones, entonces se abre una compuerta automática. De allí, saca una jeringa, luego señala la silla―. Siéntate.
Me toco el brazo.
―¿Me vas a diseccionar? ―pregunto, asustada.
Se ríe.
―Te voy a sacar sangre.
―¿Y sabes usar eso? ―cuestiono, preocupada.
―Mejor que tus enfermeros.
Miro las cicatrices en mi piel.
―No tengo opción, ¿cierto?
―Podemos hacerlo a la fuerza, pero la aguja se va a romper.
Trago saliva, camino hasta la silla y me siento.
―Odio las inyecciones, me hubieras arrancado el brazo y estaría mejor. ―Suspiro, cansada.
―Necesito tu sangre intacta, no es para comer.
Observo mejor la mesa, hay varios objetos más, aparte del arma. Entre ellos, un microscopio, parece de alta calidad. Se ve que le gusta lo que hace. Me pregunto lo que me interesa a mí, o si alguna vez en la vida tendré la oportunidad de averiguarlo.
Asthur ata una especie de elástico en mi brazo, me pone alcohol en donde va el pinchazo y mi ojo derecho se cierra por inercia cuando siento la aguja.
―Viste, no fue para tanto.
Lo miro de mala manera mientras él sonríe y pega un algodón en la herida. Se sienta, entonces pone la sangre en un pequeño vidrio, para apoyarlo en el microscopio. Parece bastante conocedor del asunto, pues se ve concentrado mirando mi sangre. Aleja su ojo del lente y me observa.
―Curioso, tu sangre se ve como si se la hubiera extraído a algún difunto de hace años. ¿Estás muerta, Alice? ―se burla.
―En vida ―me quejo, luego decido preguntar―. ¿Ahora qué? ¿De qué te sirvo?
Ignora mi pregunta y vuelve a mirar mi sangre en el microscopio.
―Es muy extraño el brillo particular que contornea tus células. Voy a tener que sacar una muestra de eso. Será difícil separarlas.
―Creí que eras un cazador ―sugiero―. No un científico.
―Hay que saber un poco de todo.
Se levanta y me estremezco cuando se me aproxima, pero solo se acerca para sacarme el elástico del brazo.
Esto fue demasiado amable para ser un demonio.
―Si ahora soy de tu colección. ―Miro el algodón―. ¿Me tratarás peor o mejor? Todavía no me has dicho qué harás conmigo.
―Aunque los trofeos se ponen en escaparates, primero me intriga saber tu origen, después hablaremos de tu utilidad.
Mis pensamientos me están torturando, por todas las conversaciones que tuvimos en este tiempo. Me puede diseccionar, quizás disecar, matar por un capricho o directamente comerme. Lo único de lo que estoy segura, es que no me va a violar, ha demostrado que no está interesado en mí, sexualmente.
Soy su conejillo de indias.
Nada más espero no terminar muerta como en mi pesadilla, con eso me conformaría, pero no estoy segura de nada. El sonido del agua retumba en mi mente, y me hace cuestionar ese recuerdo. Me acuerdo el arroyo, mi padre y a Tenorio, no obstante, no logro rememorar caer al agua.
¿Y si mis células realmente dicen que estoy muerta? Aun así, sería imposible. No estaría aquí y ahora, junto a este demonio. Aunque todo esto es demasiado irreal, sin embargo, no recuerdo algo normal en toda mi vida.
Todo ha sido sufrimiento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top