40: Contrahechizo

Alice

Continúo corriendo a través del bosque, sin dirección a la cual ir, solo huyo de absolutamente nada, de los miedos de mi mente. Esos que crecen, se hacen un cúmulo de argumentos especulativos, sin fundamentos, generadores de desesperación. Caigo de rodillas y lloro. Cierro los ojos, me abrazo a mí misma, entonces pido por Norville.

—Ayúdame.

Abro mis párpados mientras mis lágrimas caen, entonces visualizo el altar. Portales se abren alrededor de mí, entonces cierro los ojos de nuevo. Sollozo todavía más, así es como comienzo a recitar mi canción.

—Un condenado estaba sufriendo, él siempre lo hace, está allí padeciendo, es ahí cuando nace. El condenado se llevó su alma, así que estaba reviviendo, le llegó la calma, terminó su sufrimiento.

—¡¡Alice!! —Escucho a Asthur, pero no le presto atención, necesito calmarme. Hace un silencio, percibo sus pasos en el pasto—. ¿Qué hace el altar de Norville aquí?

Avanza, entonces oigo como se sienta a mi lado. Abro los ojos, bajo mis manos y lo miro. Fuerzo una sonrisa.

—Estoy con los míos, estoy bien —anuncio.

Acaricia mi hombro y me regala un gesto cálido, lleno de comprensión. Esa sonrisa muy cariñosa que me encanta.

—Así que tú los llamaste —declara, entonces asiento—. No te preocupes, ya pasó, no te molestará más.

Tenorio.

—¿Él comió mi carne? Es probable que lo haya hecho por años y... —Mis labios tiemblan—. ¿Lo remataste?

Niega moviendo la cabeza.

—No necesitas saber qué hice con él, pero te juro que es imposible que vuelva, confía.

Bajo la vista, luego vuelvo a mirar al altar y mis ojos se humedecen.

—¿Cuándo acabará?

Tengo tanto miedo.

—Cuando nos encarguemos de Andrea —responde Asthur.

—¿Cómo? Está muerta.

—¿Me vas a dejar deshacerme de ella? —consulta.

—Quiero intentar darle un sepelio, quizás frene y me perdone.

—No es un fantasma, es un espíritu maligno.

—¿Y qué sugieres? —expreso, molesta—. ¿Ir al infierno y atarla en el lugar más recóndito de allí? Ya que te recuerdo que es mi culpa que esté ahí.

Se ríe.

—Eso sería imposible, solo hay un demonio que puede viajar al infierno, y te aseguro de que no soy yo.

—Era sarcasmo. —Refunfuño.

—Bien, me pondré serio, haremos el entierro que quieres, pero no creo que funcione, sería más fácil destruir lo que la mantiene aquí.

Enarco una ceja.

—¿Y eso es...?

—Tu casa.

—¿Es broma? —Parpadeo seguidas veces.

—Ahí está el hechizo. Hablando de este, mientras te distraías en la sección de demonios —sugiere y me sonrojo—. Leí algo interesante, hay una leyenda de una estatuilla, en la que un demonio, al que se lo pueden comer otros demonios, puede elegir quién se alimenta de este. No es tu caso, pero me dio la idea de hacer un contrahechizo. Si el ritual es irreversible y no tenemos forma de eliminarlo, al menos deberíamos poder cambiarlo de manera parcial. Quizás seas capaz de elegir a quién le das más vidas. Además, eso haría que sigas siendo quién eres.

Sonrío.

—Una condenada.

Quiero un comentario que diga "Encontré la referencia de Tú y yo paranormal" o "Encontré el spoiler de Jerarquías y demonios" 😂💖

Bueno, solo queda decir que este es un capítulo cortito, tranquilo e informativo, y que ahora a la novela solo le quedan 3 capítulos para terminar, pero son los más desgarradores, así que ya me voy preparando para esconderme. No me maten hasta llegar al último capítulo (?)

Saludos, Vivi.

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