34: Tiempos exactos para el destino
Asthur
Me pongo a leer sobre el Norshalba, por la conversación que tuvimos el otro día con Alice. Lo bueno es que la pintura está seca y la casa se ve mucho menos tenebrosa. Además de que ya no debemos dormir afuera. Como sea, descubrí que hay muchos tipos de Norshalba, algunos hasta fingidos o con distintos niveles de peligrosidad. Aunque lo que me da curiosidad sobre esta ceremonia, es la potencia de las intenciones, o sea, los diferentes motivos de cada una de las partes, así que estaba un poco equivocado con esto de que Alice debería estar igual de enamorada que yo. Solo necesita un propósito fuerte para concretar el rito. Razón suficiente tiene, si se trata de la obsesión que padece en referencia a que no la traicionen. Casarse para ella es como un seguro.
—¿De qué te estás riendo? —Veo a la dueña de mis fantasías, entonces cierro el libro, abandonándolo en la mesa, ya que me levanto de la silla, para aproximarme a Alice. Ella sonríe—. ¿Ocultas algo? —bromea, luego pide el favor—. Necesito mover un mueble, ¿me ayudas?
—Estaba ideando mi plan para comprarte un vestido de novia sin que te enterases, pero me descubriste, lo siento.
Sus mejillas se ruborizan, pero su sonrisa se borra muy despacio, hasta que logra contestarme.
—Es un armario viejo, está en una habitación. —Ignora mi comentario.
—Huyendo de lo romántico —me burlo—. Cuando ella fue la que empezó.
—¿Vas a seguir con eso? —Se frustra y altera—. ¡¡Ya te dije que fue mera curiosidad!!
—Pero si nos casamos, ya no tienes que fingir que no sientes nada por mí, ¿verdad? Sería un seguro para tu alma.
Frunce el ceño.
—Me estoy enfadando.
—Estás a la defensiva y, aun así, me encanta.
—Púdrete.
—Hasta cuando me insultas me gustas.
—No hay manera de que te enfades conmigo, ¿cierto? —Bufa.
—¿Estás buscando que me desenamore de ti?
—No, eso no me conviene —dice, cansada.
Me carcajeo.
—Me encanta tu sinceridad.
—Ambos sabemos que te necesito. Si tú me dejas... —Se calla, poniéndose nerviosa, entonces baja la vista al suelo y suspira—. Creo que tendría mucho miedo. —Se abraza a sí misma al planteárselo.
Mierda. Me llega la sensación de soledad que siente, así que no lo pienso mucho, solo la abrazo, entonces se sobresalta, así que me río.
—No te esperabas eso, ¿no?
—Estaba muy concentrada. —Hace una risa débil, y se limpia una lágrima escurridiza de la mejilla, luego se aparta, lento—. Estoy bien.
Toco su barbilla.
—Oye, no voy a dejarte.
Me mira un segundo, luego baja la vista, después alza la mano y toma la mía que todavía sostiene su rostro. Sus mejillas vuelven a estar rojas, pero mantiene la mirada perdida, y su ojo sigue titilando. Siempre palpita incesante desde que nos instalamos aquí. Tiene un suspiro, uno bastante largo. Sus dedos continúan agarrándose a los míos, entonces al fin regresa a contemplarme y nuestras miradas se quedan fijas una con la otra.
—Si nos casamos, tiene que ser rápido. —Parece una eternidad, pero todo el mundo se detiene, es que no creo lo que acabo de escuchar, no obstante, al segundo cambia de tema—. ¿Vas a mover el mueble? —pregunta, inquieta, soltando mi mano y mordiéndose su uña.
Tardo un momento en reaccionar.
—Eh... sí, ya voy.
Se da la vuelta y camina, entonces la sigo. Me señala el armario en la habitación vacía. Entonces, se detiene a mirarme, continúa nerviosa, pero la tensión ha disminuido. Levanta su dedo para señalar.
—¿Recuerdas que no encontrábamos nada? —rememora—. Creo que aquí hay algo, mi ojo está más molesto de lo habitual en esta zona, sin contar que... —Marca una abertura detrás—. Mira.
—Hay como un hueco —afirmo.
—Parece un agujero que da a otra habitación.
—¿Cómo no lo vimos? —Me río.
—Quizás no era el momento. —Apoya la mano en su ojo, el cual le molesta bastante, ya que lo percibo en sus sensaciones—. Conmigo siempre es el destino y los tiempos exactos.
—Bien mágica resultó mi prometida.
Mi voz suena con confianza, pero no sé si debí dejar escapar esas palabras, no obstante, ella no contesta. Solo escucho como su corazón se mueve muy rápido, y se pone nerviosa otra vez, puedo sentir la tensión que hay entre ambos. Quizás sea apresurado, pero ya estamos aquí.
Hablando de magia, muevo el armario y lo que encuentro parece la cueva de una bruja. Pociones, muchos grimorios, un enorme pentagrama en el suelo. Todo como si fuera una gran guarida para preparar un enorme hechizo.
Alice se adentra despacio y temblorosa.
—¿Por qué mi casa tiene estas cosas?
—Debe ser por la misma razón por la que hay un esqueleto de la amante de tu ex a unas cuantas habitaciones de aquí —digo, sin importancia.
—No, esa fui yo... no estoy muy segura, pero es certero que la envenené allí, pero esto, esto es diferente, no lo recuerdo aquí.
—¿Quizás después?
—Solo míralo. —Mueve la mano—. Es viejísimo, no entra gente hace tiempo. —Quita una telaraña para demostrar su punto—. No cuadra.
—¿Dices que este cuarto lo pusieron aquí en otro tiempo y lugar? —Hago una pausa—. Como en otra dimensión.
Se gira por completo a mirarme.
—¿Es posible? —cuestiona.
—No es imposible, estamos en Norville, aquí se acumula la energía sobrenatural.
—Genial —se queja—. Unos acumulan mientras yo pierdo.
—Entiendo lo que dices con tu mente fragmentada, pero...
—No intentes animarme, estoy enfadada, esto es una pérdida de tiempo. —Bufa—. Encuentro una pista y llego a otro callejón sin salida.
—Quizás es porque estás apurada. Tú misma lo dijiste, tiempos exactos para el destino, ¿no?
—Entonces, ¿qué debo hacer? —Suspira.
—¿Preparar una boda? —Me río—. Es broma. Vive, vuelve a tus talleres y no te obsesiones tanto con esto, la respuesta llegará con el tiempo.
—Bien —dice de mala gana—. Prepararé una boda.
—Creo que no escuchaste nada de lo que te dije.
—E igual estás feliz.
Sonrío.
—Sí, y mucho.
No sé ustedes, pero yo sentí toda la tensión en este capítulo. Gracias al cielo elegí que narrara Asthur, porque hacerlo con Alice hubiera sufrido todavía más. Yo sentí la incomodidad para mi alma. No digo que no chillé de emoción con la declaración, pero sentí las emociones sufrientes del personaje. No hay que olvidar que Alice tiene muchas inseguridades, así que siempre quiero abrazarla.
¡Damas y caballeros, se viene el norshalba! O algo parecido 😂. ¿Hay ganas?
Saludos, Vivi.
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