30: Cumpliendo promesas
Alice
Camino con estos tacos que no son ni por asomo propicios para caminar por el bosque. Oigo el arroyo, entonces sé que estoy cerca de la casa. Decido quitarme los zapatos, para avanzar más rápido, así que al fin llego a la mansión. Es enorme, desde lejos no parecía tan grande. Este lugar es conocido para mí.
Dejo mi calzado en la puerta y entro, ya que está rota. El chirriar es un poco molesto. Al entrar el sitio se ve algo oscuro, pero por las rendijas de las ventanas todavía entra el sol. El vidrio se encuentra lleno de polvo. Camino por un pasillo hasta llegar a una escalera. Una sombra se mueve en la planta de arriba, así que decido subir. Voy despacio, los escalones se ven viejos y destrozados. Nadie los ha cuidado en años.
Una vez llego al primer piso, soy guiada por una segunda sombra. Mi corazón palpita con miedo. Llego a una habitación, cuando entro me paralizo, mi pecho se contrae. Hay un esqueleto en la cama. Doy unos pasos hasta este, lo observo mejor y me doy cuenta de que es el esqueleto de una mujer.
―Andrea ―murmuro.
El viento sopla, hace temblar las ventanas. Alzo la vista hacia el movimiento. Por el miedo, decido retirarme. Corro, despavorida, hasta las escaleras, bajo rápido por estas, luego una vez que llego hasta la puerta, tomo mis zapatos y me largo de allí.
Cuando me calmo, comienzo a caminar y me quedo pensativa. La casa está cerca del edificio en el que Maguer me invitó. ¿Por qué se enteraron los demonios de mi existencia? Hay algo que no estoy entendiendo, olvidé o ignoro. Aunque hay una cosa de la que sí estoy segura, estuve en Norville antes y lo borré de mi mente por alguna razón.
Me aproximo al arroyo. Yo caí en esa agua, fue aquí, allí me ahogué. Tenorio fingió no conocer este pueblo. Otra más a su lista de mentiras. El viento mueve mis cabellos, suspiro, luego sigo mi camino.
Me encuentro con Asthur en la carretera, esperándome.
―¿Hallaste lo que buscabas? ―consulta.
―Volví con más preguntas que respuestas, pero regresaré.
Enarca una ceja.
―¿Qué hay allí?
―Una de las casas de los Holbrook. ―Avanzo y sigo sosteniendo los zapatos en mis manos.
Me sigue.
―¿Hay una casa de tu familia allí? ―declara, sorprendido.
―Sí, al parecer lo olvidé, como muchas cosas en mi cabeza fragmentada. ―Pongo la mano en la puerta de su vehículo―. ¿Sabes? Me hace cuestionar varios temas. ¿No te parece curioso? ¿Cómo se enteraron los demonios de Trido sobre mi carne? ―Alzo una ceja al mirarlo.
―Bueno, ¿no es la pregunta por la que Maguer se reunió contigo?
―¿Cuánto conoce Tenorio sobre mi carne?
Frunce el ceño y gruñe.
―Si ese infeliz sabía y les dijo a los demonios, te juro que...
―¿Pero cómo? Es un humano normal, ¿no?
―Muy perspicaz de tu parte. ―Enarca una ceja.
―Exacto. ―Asiento―. Y gracias por el cumplido.
Asthur sonríe.
―Un placer.
Le regreso el gesto, entonces al fin me subo al vehículo. Él rodea su coche, entonces se sube al asiento del piloto. Nos miramos manteniendo las sonrisas todo el rato.
Asthur
Alice se está duchando, esa fragancia me volverá loco.
"Quiero que me muerdas", pensar en sus palabras solo me hace sentir que voy a jugar con fuego, y si me quemo la puedo pagar muy caro. Perderla no es una opción. Aunque no importa qué, siempre encontraré la manera de llegar hasta ella, así que no veo razón para no cumplir su deseo.
¿Es arriesgado? Sí. ¿Imposible de solucionar? No creo.
La mujer, con el aroma más irresistible que conozco, sale del baño y se detiene cuando nuestras miradas se cruzan. Me levanto del sillón, entonces camino hasta ella y pongo una mano en la pared al costado de su cara.
―Creo que te prometí sexo salvaje.
―¿A partir de ahora vamos a fornicar como conejos? ―Se ríe.
―No, esos tienen muchos hijos y yo no padezco de esa horrible enfermedad.
―¿La de ser padre? Pero si quedarías muy bien embarazado ―se burla.
―Te dije que mi raza no hace eso. ―Vuelve a reír y me encanta, así que mantengo la sonrisa―. Te voy a castigar, traviesilla.
―Ah, ¿sí? Parece que el cazador me quiere convertir en su presa.
―No suena mal. ―La levanto entre mis brazos, la monto en mi hombro y camino hasta el cuarto―. ¿Cómoda? ―consulto cuando la pongo en la cama, luego, sin perder el tiempo, ya estoy encima de ella.
―No me asustas, monstruo.
Ahora me río yo.
―Te estás tomando mucha confianza. ―Me acerco a chuponear su cuello.
―¡Ah! ―gimotea―. Bueno, es que... ―Se muerde el labio inferior.
Me aproximo a su boca.
―No tienes que explicarme nada. ―La beso.
Nuestras bocas se mueven en un sinfín de sensaciones y recorro su lindo cuerpecito. Su vestido holgado hace más fácil tocar su piel debajo. Es muchísimo mejor que la vestimenta anterior, no tengo que luchar con ningún cierre y la tela baja con pocos movimientos.
―Definitivamente, amo este vestido ―declaro cuando recupero el aliento de tanto besarla.
Ella exhala el aire caliente.
―Yo también.
―Ven aquí. ―La levanto en cuanto me inclino, poniéndome erguido, entonces la siento en mi regazo, así es como me deleito con su aroma, mientras olfateo su cuello y juego con su cabello entre mis dedos―. Voy a morderte.
Se agarra fuerte de mi espalda.
―¿De verdad? ―habla como una niña a la que le van a regalar un dulce. No veo su cara, porque estoy concentrado en su piel, pero debe estar sonrojada. Su voz suena tambaleante y confiesa―: ¿Cómo será? Debo admitir que estoy ansiosa y con un poco de miedo.
―No te decepcionaré ―expreso, determinado.
Lamo su cuello, entonces oigo su gimoteo, así que sonrío, complacido. Acaricio debajo de su ropa, por lo tanto, me deleito con otro gemido. Abro mi boca, para empezar a morderla. Lo que no contemplaba, era que me iba a deleitar tanto con su sabor. Es una extraña sensación, debe ser por su carne especial. Soy yo el emocionado e ilusionado, jamás había probado algo así. La sangre de su cuello se desliza manchando su vestido. Mastico como un hambriento, aunque moderado. Para no sobrepasarme solo hago pequeños mordiscos y muevo mis dientes entre su carne, sin dejar de degustarla. Es un manjar. Alice me clava las uñas en los hombros, así que la acerco más a mí. Acurruca su cara en mi cuello, respirando, acalorada y agitada. Comienzo a depurar su herida con el líquido que genera mis dientes, entonces un pequeño vapor sale de allí.
―¡Oh! ―se le escapa otro sonido.
―No he terminado contigo. ―Abro la cremallera de mi pantalón.
Con la cara toda roja, mira hacia abajo, entonces se inclina un poco, para que nos acoplemos en uno solo. Movemos nuestras prendas interiores, entonces ella se sienta de nuevo y nos unimos. Tomo sus caderas, entonces empezamos a movernos.
―Asthur...
―Mierda, Alice. ―La abrazo.
La empujo, tirándome encima y la embisto sin compasión como ella quería. Me siento un salvaje, pero era lo que deseábamos hacer. Además, yo cumplo mis promesas. Ya estoy deseando que haya más momentos así, y ni siquiera ha acabado este. Me alegra un montón haber llegado hasta este punto.
Al fin te tengo, mi princesa.
~~~
Despierto y la mujer de mis fantasías más eróticas no se encuentra en la cama, pero sí una nota. ¿Qué mierda?
"Fui a la casa del lago de mi familia, regresaré más tarde, no te preocupes".
Esa residencia me está molestando demasiado, voy a ir yo mismo a averiguar.
Alice
Me dirijo a la habitación en la que se encuentra el esqueleto de Andrea y cuando me adentro, hallo a Tenorio, sentado en una silla, apuntándome con un arma.
—Sabía que tarde o temprano volverías.
—Descubriste que vine —le respondo.
—Hay cámaras en la casa, Alice.
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