28: Mi decision, lo que quiero
Alice
La música sube, los demonios bailan y hasta parece una reunión pacífica.
Tengo entendido que los presentes no eran seguidores de Maguer, solo le cobraban favores, no era tan alabado como pretendía ser, todo era más por conveniencia, así que a nadie le importa. No serán como los monstruos de las películas, pero esta raza sí tiene algo de los demonios tradicionales, solo les importa su propio beneficio. Además, si el ser en cuestión, ya está muerto y nadie lo quería, es como si no hubiera ocurrido nada.
Dejo de saltar cuando el ritmo de la música baja e inicia una balada. Tomo la mano de Asthur y le sonrío mientras bailamos lento.
―Te ves feliz ―comenta.
―Lo estoy. Todo es bonito, estas personas no saben quién soy, me encuentro en una fiesta sin ser el aperitivo de nadie y tengo muy buena compañía.
―Me halagas. ―Siento su mano en mi cintura y me aproxima un poco más a su cuerpo―. Qué alegría que todo haya salido como planeamos, aunque no hay que bajar la guardia.
―Está todo bien, mi ojo me avisaría, es seguro.
―Tu detector de peligro. ―Se ríe―. Muy efectivo.
―Soy una excelente escapista ―expreso con orgullo.
―Por supuesto que lo creo. ―Se forma un silencio mientras nos miramos―. Alice...
―Asthur. ―Mis mejillas arden. La música cambia, así que reacciono―. ¡Oh, me gusta esta canción!
―Adelante. ―Retrocede y señala la pista, moviendo su mano entera.
―No seas cobarde. ―Lo tomo de la muñeca.
―Soy de madera, no sirvo para ese tipo de música ―declara, avergonzado.
―¡Solo tienes que saltar!
―Qué Norville me ampare.
Me carcajeo ante su acotación y seguimos el ritmo de la música.
~~~
La fiesta cesa un poco, ya que se ha hecho muy tarde. Debe ser la madrugada. Algunos se van, otros se quedan. Estamos lejos de la casa de Asthur, así que decidimos permanecer, total hay habitaciones vacías por aquí.
Zijo se ha ido, su clan no se encuentra tan lejos, así que nos salvamos de sus comentarios. Aunque debo admitir que creí que era más cruel, o quizás solo le tiene miedo Asthur y por eso ya no dice nada malo.
Avanzo por un pasillo, entonces entro a un cuarto, hay una cama grande y redonda. Me tiro como niña pequeña, por la euforia que me dejó la fiesta, luego le presto atención a la suavidad de las mantas celestes. Escucho el sonido de la puerta, así que me siento al visualizar a Asthur.
―No me encuentro borracha ―le aclaro―. Además, no estaba segura de si lo que había en las botellas era vino, así que ni me atreví a probar.
Se ríe.
―Hiciste bien, era una fiesta de demonios.
Lo miro fijo y cuando se forma un silencio, bajo la vista. Se pueden escuchar los grillos del bosque al mantenernos callados. Recuerdo nuestra última charla, antes de iniciar la misión, sobre cambiar nuestra situación íntima, así que muerdo mi labio inferior.
―Buscaré otro cuarto. ―Asthur corta el silencio―. Se ve que te gustó mucho esa cama.
―Hay lugar de sobra para dos.
Se forma otra pausa, aunque un poco más breve.
―No creo que sea buena idea.
Alzo la vista.
―¿Por qué no? ―cuestiono.
―Ya sabes lo que pasa cuando estamos demasiado cerca.
―Nada.
―Sí, exacto ―repite―: Nada.
―Entonces ven a hacer todo ―sugiero.
―No. ―Traga saliva―. Vas a llorar.
Me río.
―Por la expresión de tu cara, no creo que hables de hacerme daño físico.
Se ríe también, así que la tensión se afloja.
―Eso es sencillo de lograr, tengo tremenda habilidad para controlarme.
Me carcajeo.
―Cuánta confianza. ―Mantengo la sonrisa por un segundo, luego me pongo seria―. No voy a llorar, estoy muy segura de lo que voy a hacer.
Bufa.
―Y eso le dices a todos, ¿cierto?
―¿No aclaraste que era mi decisión? ―Enarco una ceja―. Pues bien, es lo que quiero.
―¿De verdad? ―insiste y entrecierra los ojos.
―No te confundas, no estoy siendo romántica, solo un poco caliente.
―Entiendo lo de sin compromisos, pero todavía no me convences. ―Sonríe.
Frunzo el ceño.
―No voy a llorar, no me hagas rogarte. Arruinas el momento, estábamos festejando. Tú no lo ofreciste, yo lo hice.
Me observa muy atento.
―Tienes un punto, sigo escuchando.
―¿No dijiste que eras mío?
―Eso sí es un buen argumento. ―Camina hacia la cama y yo sigo acostada en esta. Se sienta sobre el colchón, luego se aproxima a mi rostro―. Te ves decidida y hasta casi podría decir que te creo, pero necesito advertirte algo más, antes de que elijas continuar con esto.
―No le tengo miedo a nada.
Veo como algo se mueve en su garganta, pone su mano en su boca, luego de ahí saca un bicho, es como un escarabajo entre azul y celeste.
―Esto es un flushi, forma parte de mi organismo. Tengo miles y de diferentes tamaños. Posee muchas funciones, es parte de mí y sale de cualquier orificio de mi cuerpo. ―Se mira la entrepierna, luego vuelve a mis ojos―. Si sabes a lo que me refiero.
―¿Estás intentando asustarme? ―Frunzo el ceño―. ¿Por qué no había visto ninguno antes?
―Porque los controlo, pero en el sexo se descontrolan, solo te estoy advirtiendo. ―Se ríe―. Puede que no se me escape ninguno, pero no puedo prometer nada.
Muevo mi mano, despacio, entonces agarro al bicho. Está algo pegajoso, como manchado con la sangre negra de demonio. En realidad, no es tan feo a primera vista, su color es intenso.
―Acepto. ―Mis mejillas queman―. Hagámoslo.
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