21: Encargarse de desmentir
Asthur
Aunque no pienso aclarárselo, los dibujos de Alice son aterradores. Quiero decir, dibuja muy bien, veo mucha madera de artista en ella, pero sus bocetos son tan lúgubres. No tienen ni una pizca de color, todo es negro y oscuro. Supongo que eso se debe a cómo se siente.
«Obsesionada con Tenorio», pienso en sus palabras, al ver uno de los retratos que se parece al infeliz. Hay varios dibujos de hombres, pero solo uno de una mujer. Supongo que es a la que asesinó. No me entra en la cabeza cómo es que cree que se merece todo ese sufrimiento. Aunque supongo que como soy un demonio, no puedo entender la justicia humana.
―¡¿Qué estás haciendo?! ―Entra Alice a la casa y me arrebata los papeles―. Te digo que no me gusta pintar, ¿y te pones a revisar mis bosquejos? ¡Hace nada, estábamos hablando de esto, disimula un poco!
Sonrío.
―Es que me gusta hacerte enfadar.
Abre la boca para contestarme, pero la cierra, luego suspira antes de responderme, cambiando de tema.
―Sobre lo que me dijiste...
Se forma un silencio, ya que no continúa.
―Dije muchas cosas.
Traga saliva.
―Lo siento, por no corresponderte.
Eso no lo quería escuchar.
―Yo... ―Bufo―. ¿Por qué te disculpas? Es obvio que no lo harías, yo te secuestré. Digo, ahora eres libre y te ayudé, pero eso no borra lo que hice.
―Uh, supongo.
―¿Supones? ―Enarco una ceja.
―Bueno... ―Sus mejillas están rojas―. Ya te dije que en realidad yo te busqué, no sé la razón, pero lo hice, ¿eso no te quita algo de responsabilidad?
"No hay que tomárselo literal, en referencia al destino y eso. No estamos conectados ni nada, solo... sé que necesito tu ayuda. Ignora lo que parecía una confesión de amor".
Intento no sonreír.
―Lo había olvidado por completo. Supongo que me sentía tan culpable por entregarte a Maguer que lo bloqueé, me lo dijiste antes de aquello. Cierto, aclaraste que estábamos conectados por el destino.
―Sí... ―Sus labios tiemblan―. Aunque no recuerdo la razón, gran parte de la información es confusa.
―Tu cerebro de muerta fragmentado.
―Qué grosero.
Hago una carcajada.
―Sí, soy un bruto.
―Te estás tomando demasiada confianza, ¿dónde quedó el Asthur avergonzado de sus acciones?
―Lo estoy, es solo que intento entender y me parece gracioso. Necesito prestarte más atención, como cuando dijiste que tenías cosas más importantes en las que pensar en vez de analizar si te gustaría tener sexo conmigo. Ahora que lo pienso, ya las resolviste, ¿no?
―Claro que no ―declara, nerviosa.
―Sí, hablaste con Tenorio, ¿qué otra cosa te importaba? ―Hago una pausa―. ¿Tus hobbies? También estás tomando los talleres. Quizás sea un lugar donde vivir... ¡Ah, no! Tienes una casa aquí. ¿Será a dónde pertenecer? Espera, espera ―repito y me río―. Sabes que perteneces a Norville, este es tu lugar, un sitio en el que te sientes segura. Sin contar que me estoy encargando de los demonios que te atacaron, no hay peligro. Ups, supongo que no me acuerdo o capaz hiciste todo.
Su mandíbula se tensa.
―¿Te burlas de mí?
―Ni idea, tú tampoco lo sabes, pues como verás, estamos conectados.
―Eso es jugar duro, Asthur Wedengraf.
―Apa, se aprendió mi apellido.
―Ya no quiero seguir hablando contigo. ―Se cruza de brazos y me da la espalda―. Terminemos esta conversación.
―Qué mala elección de movimientos. ―Doy un paso hacia adelante, entonces da un respingo cuando la agarro de la cintura, arrimándome atrás de ella―. Olvidas que suelo atacarte por detrás.
―¿Por qué me estás molestando?
Escucho su corazón y cierro los ojos, inhalo su aroma.
―Tú empezaste.
―Claro que no.
Abro los ojos, despacio.
―Sí, pues tú me quisiste sacar mi responsabilidad en tu secuestro, y me recordaste que hay una fuerza más allá de nuestra comprensión que nos une.
―No tengo idea de qué me aclaró Norville sobre el destino, pero quitarte parte de la culpa, no era para que pensaras otras cosas.
―¿Qué cosas? ―Apoyo mis labios en su oreja.
―No sé, no leo mentes. ―Sus mejillas están rojas.
―Yo tampoco, pero te estoy prestando atención.
―Quitarte responsabilidad no significa nada, solo soy amable.
―Puede ser. ―Mi mano pasa a su muslo.
―Oh ―gimotea cuando estoy dentro de su falda y se agarra de mi hombro en cuanto empiezo a jugar―. Te estás aprovechando, ¿por qué haces eso?
―Porque quieres que lo haga, lo percibí en tu mente.
Se agarra como puede mientras sus piernas tiemblan.
―¿No estás influenciándome?
―En absoluto.
―Dijiste que lo era.
―Claro que sí, pero uno tiene que aprender a diferenciar algunas situaciones.
La suelto, así que se sobresalta, entonces hace un movimiento con su mano para sostenerse mejor y mantiene la espalda en mi torso mientras sus piernas se flexionan.
―¿Por qué te detuviste? ―cuestiona, algo asombrada.
―Qué golosa. ―Hago una pausa―. Te estaba ayudando.
―¿Ayudando?
―Claro, te dejé con las ganas, ¿no? Ahora puedes pensarlo mejor, para descubrir si quieres tener sexo conmigo.
―¿Por qué pasamos del sentimentalismo a algo sexual? ―pregunta, confundida.
―Todo tiene que ver con todo, puedes soltarme ahora si quieres.
Se aleja, despacio, y se gira a mirarme, me encuentra ya terminando de limpiarme la mano con mi habitual pañuelo. Se me queda observando fijo, parpadea seguido, antes de abrir la boca y seguir la conversación.
―Yo...
―Cuéntame ―pido, tranquilo.
―Te dije que no te correspondía ―me aclara, avergonzada.
Me río.
―Y casi te creo, pero tú misma te encargaste de desmentirte.
―Imaginas cosas.
―Bueno, no hace falta que hablemos de sentimientos, ¿no? A menos que te haya molestado lo que te hice recién, y solo por esta vez, me disculparía. ¿Tengo que hacerlo? Somos dos personas adultas hablando de sexo casual.
―No, no hace falta.
―Es lo que pensé.
Se dio vuelta la sopa y está muy caliente el asunto 🔥
Saludos, Vivi.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top