18: Un falso amor
Alice
Me encuentro con Tenorio en el hall del hotel en el que se hospeda. No es que haya muchos albergues en Norville, así que es fácil encontrarlo. Me aproximo hasta mi prometido, entonces me siento a su lado en el sillón, por lo tanto, él sonríe cuando me ve, aunque yo no le devuelvo el gesto.
―Me alegra que vinieras ―comenta.
―Yo... ―Muevo mis dedos, nerviosa, y mirando hacia mis piernas―. Quiero terminar esta conversación.
―Por supuesto, estaré para ti, y cuando te sientas lista, nos iremos.
―Es que ese es el tema, no pienso irme. ―Alzo la vista.
Enarca una ceja.
―¿Por qué? ¿Qué tienes que hacer en este pueblucho?
―Aquí pertenezco.
―¿De qué hablas? No conoces a nadie, excepto a ese hombre aterrador. No te habrás enamorado de él o algo así, ¿verdad?
―¿Qué? ―Me quedo pensativa―. No.
Eso sería raro.
―Entonces no entiendo. ―Bufa.
―No me sorprende que no estés celoso ―sugiero―. Siempre supe que tu corazón le pertenecía a Andrea.
―Deja de meterla en esto.
―¿No empezó todo por ella? ―Permanezco con la mirada perdida.
―Ni idea, pero ya no está. ―Apoya su mano en mi rodilla―. Estamos nosotros.
―Aunque quisiera irme, no podría. ―Le quito la mano de mi pierna―. Y como ya dije, pertenezco aquí.
―No entiendo qué debes hacer en Norville, tienes toda una vida fuera de este sitio sin sentido.
―¿Tengo? ―Lo miro fijo y enojada―. He vivido sedada en psiquiátricos, eso no es vida. En cambio, en este lugar, estoy rodeada de naturaleza y me uní a un club de cerámica. ―Me río como boba―. No soy muy buena haciendo tazas, pero es divertido.
―Vale, sí, suena muy malo, pero puedes volver a la casa con tu padre, él te extraña mucho. ¿Eso no te parece más importante que mancharte los dedos con arcilla? Piensa en ello.
―Primero, mi padre ya tiene su vida armada, segundo, no sugeriste ir a tu casa, y tercero, ¿quién dice que no me estás manipulando para que termine en el psiquiátrico otra vez?
Me observa, indignado.
―¿Tengo acaso una camisa de fuerza para ti? ¿Me ves con dos enfermeros detrás listos para atraparte? No inventes.
Me sonrojo, avergonzada, entonces bajo la vista.
―Yo... yo no vine a esto, solo quiero aclarar cosas que están confusas en mi mente. ―Trago saliva―. ¿Me quisiste ahogar en el lago?
―¡¿Qué?! ―Queda en shock―. Una acusación peor que la otra, no podemos hablar de cosas tan fuertes delante de toda esta gente ―refiriéndose a la cantidad de personas que hay en otras mesas.
―Siempre te han importado las apariencias. ―Refunfuño.
Se levanta del sillón y me agarra del brazo para que yo también lo haga, entonces lo sigo, aunque un poco de mala gana. Vamos por el pasillo hasta el ascensor, luego de salir de este, avanzamos a su cuarto. Entramos, me suelto de su agarre, así que él cierra la puerta. Camina y yo me quedo delante de la salida. Me cruzo de brazos, esperando su respuesta.
―¿Y bien? ―insisto y mis ojos se humedecen―. ¿Quisiste matarme en el lago?
―Eso pasó hace mucho, estaba enfadado, nunca más te puse un dedo encima, ¿recuerdas?
―No podías, me enviaste a un psiquiátrico.
―¡Balbuceabas estupideces!
―¡No estoy loca! ―Mis lágrimas mojan mi rostro―. ¡Lo dije mil veces y nunca te paraste a escucharme!
―Basta, calmémonos. ―Levanta las manos―. Está bien, tienes razón, he sido un imbécil, pero ya estoy aquí, sin ningún médico a mi alrededor, no hay nadie que te haga daño, ¿de acuerdo?
―¿Cómo puedes ser tan insensible? ―Cubro mi rostro para que no vea mis lágrimas, entonces me sobresalto cuando me abraza de repente―. Te odio...
―Ya está, ya pasó, tranquila.
―Te odio, te odio, te odio ―declaro sin parar.
―Todo estará bien.
―No te creo, tú me haces mal, muy mal.
Sus dedos recorren mi espalda hasta llegar a mi cuello, luego a mis mejillas. Aparta mis manos de mi rostro, entonces siento su boca en la mía. Ambas se tocan. Me dejo, pues nuestros labios se mueven a la par, de una manera incesante. Me aproxima más a su cuerpo, así que me tensiono.
"Eres muy influenciable".
―Espera ―digo cuando siento sus labios en mi cuello―. Qué pares. ―Me alejo.
Pasa sus dedos por su boca.
―¿Qué ocurrió? ―Me observa, extrañado―. ¿No era lo que querías?
―Sí, digo no... no lo sé. ―Me limpio las lágrimas―. Te estaba diciendo que te odio.
―Ambos sabemos que piensas lo contrario.
―Ese amor ya murió, solo estaba cediendo por costumbre. ―Me muerdo el labio―. Y si de eso hablamos, también sabemos con quién fantaseas mientras tenemos sexo.
Su mandíbula se tensa.
―No metas a Andrea en esto.
―¿Por qué? Es verdad, pero para tu mala suerte, nunca aceptaste tus sentimientos y ahora ya está muerta como para casarte con ella. ¿Sabes qué? Yo no quiero seguir siendo la segunda opción en tu corazón, así que anula de una vez este compromiso, el cual es demasiado falaz.
―¿Por qué no lo anulas tú? ―se burla, entonces me agarra otra vez, así que me sobresalto―. Ambos sabemos que no puedes, me deseas demasiado. Sueñas que me quede en tu aburrido pueblucho y te haga miles de hijos. Anhelas olvidar todo lo malo que te he hecho, solo para que te entregue mi falso amor.
―No es cierto, yo te odio. ―Forcejeo entre sus brazos―. Destruiste todo mi aprecio por ti.
Me tira a la cama y se sube sobre mi físico, me aplasta.
―Mientes, solo sueñas con ser Andrea. ―Chuponea mi cuello, entonces gimo―. Pero ella ya no está y nos quedan estos sonidos sosos y sin gracia. ―Agarra mis piernas y las levanta hasta su cintura, luego susurra en mi oído―. Yo también te odio, y aun así te perdoné, perdoné que me la hayas quitado. Tú sabes que te mereces todo lo que has sufrido, tú la mataste.
Mis lágrimas vuelven a mojar mi rostro e intento limpiarlas, pero son muchas, no puedo evitarlo.
―Sí, tienes razón, yo la asesiné.
Siento que ya lo sabíamos, pero que lo admita ella es igual de fuerte.
Mientras tanto Asthur: ¿Para qué me quedé en la friendzone? ¡Quiero matarlo!
Esté donde esté, sé que se está muriendo de celos 😂
Saludos, Vivi.
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