15: Un café amargo
Asthur
Soy un desastre. Si alguien me viera, creería que estoy cubierto de petróleo o algo así, pero es sangre demoníaca. Tira a un rojo, pero es tan oscura que parece fango o cualquier cosa negra y líquida.
Logré atrapar al infeliz que se me escapó y luego me dediqué a cazar a algunos más de los que estuvieron en la fiesta de Trido. Conseguí más nombres. Aunque ahora solo quiero llegar a la casa, pero sin que Alice note en mi cuerpo, la masacre que acabo de provocar.
Quería esquivarla, ir de puntillas, si era necesario, sin embargo, no se encuentra en la casa. No sé si preocuparme o ponerme triste, ya que la verdad, pudo haberse ido y nada más. Eso estaría bien, sería lo correcto, pero, por otro lado, me inquieta. Pudieron habérsela llevado. Debí haber puesto más trampas en el camino.
Maldita sea.
Reviso las cámaras, no obstante, se nota que no ha regresado por aquí. Nadie la ha perseguido, pues no la veo grabada. Claro, pudieron haberla interceptado antes de llegar al bosque. Cualquier demonio sin temor al que lo vean le dará igual y se la llevará en cuestión de segundos.
Fui tan estúpido y confiado.
Lo que sea, debo revisar la tienda del taller al que asiste. Quizás tiene una amiga y yo estoy imaginando cosas. ¡¿Cómo podría estar tranquilo si varios demonios quieren su carne?! Me volveré loco si le tocan siquiera una uña. Esa deliciosa piel que no tengo derecho a probar.
Salgo corriendo como desquiciado a buscarla.
Alice
Se escucha el sonido de la cafetería. Cucharas moviéndose, gente hablando, tazas siendo servidas y el ruido de la cafetera burbujeando. Hay un delicioso olor a café en el ambiente. Aunque no contrasta con la sensación de tener a Tenorio delante de mí. Bajo mi vista al vapor que sale de mi recipiente y la mantengo ahí, quedándome quieta en mi silla.
¿Qué le digo?
―Alice... ―Toca mi mano, entonces la aparto, junto a la taza que no dejo de sostener―. Ha pasado tanto tiempo. Todos te están buscando, no sabes lo preocupados que se ven. Es seguro que se alegrarán al saber la noticia.
―Yo no ―murmuro.
Queda perplejo.
―¿Cómo? ¿Qué has dicho?
Me animo a levantar la vista. Su cabello es negro y ondulado, justo como lo recordaba. Me gustaba hacer círculos allí. Sus ojos son cafés, pero el líquido en mis manos es más dulce que él, y ni siquiera tiene azúcar.
―No estoy loca ―me repito para mí misma.
―Claro que no, pero ya ves cómo son los médicos. Ellos saben más que nosotros, ¿entiendes?
―No recuerdo por qué nos comprometimos. ―Frunzo el ceño―. ¿En realidad me amas?
―Claro que sí, cariño. ¿No leíste mis cartas?
―Con mucho aprecio. ―Mis ojos se humedecen―. Aunque nunca fue suficiente para ti, y eso duele.
―Cariño, no inventes.
―Nunca viniste al psiquiátrico, me enviabas esas míseras cartas y las leí tantas veces que me agoté. Luego me enteré de que hablabas con mi médico, pero para mí, ni una sola llamada.
―Amor, no sé de qué estás hablando.
―¿Y qué con Andrea? ―Las lágrimas mojan mi rostro.
Observa a la gente que murmura, mirando hacia acá.
―Cálmate, nos estás haciendo quedar mal.
―¿Pretendes que vuelva a aquellos lugares en donde era torturada? No podrás, Norville no te dejará. Estoy en el lugar al que pertenezco.
―Deliras. ¿Tú te escuchas?
Sonrío.
―Sí, no estoy loca. Por primera vez en mucho tiempo, al fin sé que no padezco nada extraño. Los que alucinan son ustedes.
―Piensa en tu padre.
―No sé qué le metiste en la cabeza a mi papá, pero ya no importa, estoy bien aquí, me quedaré en Norville, y no puedes hacer nada para evitarlo.
―Cariño. ―Logra tocarme las manos―. Está bien, entiendo, necesitas procesar cosas, estaré para ti.
Quedo confusa.
―¿Lo entiendes? ―El pálpito de mi corazón se mueve muy rápido―. ¿En serio?
―Sí, me precipité un poco, ¿vale? Lo siento.
Sonrío, cayendo en su mentira, aunque me titila el ojo por el peligro. No obstante, descubro que aquella advertencia, en mi singular gesto, no es por las confesiones de Tenorio. Alzo la vista, visualizando a Asthur, parado en frente de nuestra mesa. Parece enfadado y que va a masacrar a todo el mundo. De hecho, está manchado de algún líquido negro, lo cual lo hace ver más tenebroso.
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