12: ¿Negar? Nunca más

Asthur

¡¿Pero qué mierda hice?!

Cuando me quedo a solas, no tardo nada en arrepentirme de haber entregado a Alice. Por suerte, el imbécil de Zijo me dijo el clan al que se la llevó. Lo malo es que está a mucho viaje de aquí y no sé la dirección exacta.

Conduzco y me pierdo en el camino, así que se termina haciendo de noche. Al parecer hay una fiesta, por lo tanto, reconozco los carteles que dicen Trido. Se creen magnates y reyes con su ostentosidad. Es curioso que uno de los clanes que más me aborrece es este, pues como vivo en una cabaña, aislado de la civilización, me creen un salvaje. Lo más gracioso es que pidieron mis servicios, aunque me odian, imbéciles.

Ahora van a ver lo salvaje que puedo llegar a ser.

Investigo un poco la zona y hago algunos arreglos, luego me aproximo a la entrada. Me dejan pasar a su estúpida reunión de salón, solo porque siempre llevo traje. Es lo único civilizado que hay en mí, según la opinión del guardia. La verdad me gusta vestir formal, me hace ver estilizado. No porque sea un cazarrecompensas, tengo que ir de deportivo todo el tiempo.

Entro al salón, hay una gran cantidad de demonios. Se expande la sala hasta el final en donde hay unas grandes escaleras. Visualizo a Maguer junto a la muchacha que me hace perder la cabeza. Alice lleva un vestido como de princesa, pero en mi opinión todo le queda bien. Tiene arreglado su cabello largo y suelto, solo posee un decorado con dos pequeñas trenzas hacia atrás. Se ve en tan buen estado, que me hace dudar de haber venido hasta aquí. Lo único igual es su mirada perturbada de siempre. No hay día que no esté perdida en el limbo, no obstante, eso también me gusta de ella.

―¡Ah, pero si es Asthur! ―exclama el jefe de Trido al verme―. ¿Qué te trae a mi humilde morada? No era necesaria tan placentera visita, Zijo te hubiera dado tu recompensa por la bonita dama, en otro lugar más acorde para ti. ―Apoya su mano en la espalda de Alice, así que frunzo el ceño―. ¿Me oíste, ermitaño?

―¿Qué haces aquí? ―Se aproxima el mencionado y me habla a regañadientes―. Teníamos un trato.

―Vine a la fiesta ―digo, tranquilo.

―¿Quieres despedirte de la bella dama? ―consulta Maguer, manteniéndose impasible ante mi presencia, e intenta calmar las aguas turbulentas, que él mismo y su grupo, crearon al nada más verme―. Pueden danzar un rato, aunque me cuestiono si los salvajes saben de tal arte.

―Sería un placer ―expreso, serio.

El líder le da un empujoncito a Alice y ella baja las escaleras, despacio hacia mí. Me mira, estupefacta, entonces me pregunta la misma estupidez que el inútil de Zijo hizo.

―¿Qué haces aquí? ―consulta, sonrojada.

―Bailo ―declaro sin titubear y la agarro de la cintura, luego entrelazo nuestros dedos con la otra mano, después me aproximo a su oreja―. Maguer está analizando a qué vine, pero no puedo decirlo en voz alta.

―Me viniste a buscar ―afirma―. ¿Te arrepentiste?

―No hablemos de eso, ahora va a correr sangre.

―¿A qué te refieres? Son muchos.

―Y yo soy el más fuerte, ¿recuerdas? ―le rememoro sus palabras―. Aunque... ―Le doy una vuelta y sonrío, vuelvo a tomarla de la cintura―. También soy muy inteligente. No soy solo un cazarrecompensas, porque sí, tengo unos muy buenos trucos.

Traga saliva y, de repente, como estaba planeado, se corta la luz. Luego presiono un botón en mi bolsillo. Se escuchan muchos gritos de dolor. Cuando vuelven las luces, varios demonios caen al suelo, tienen clavadas las dagas antidemonios. Esas se construyen con elementos de las garras de nuestra especie y yo llevo mucho tiempo juntando e ideando artefactos. Fue el momento perfecto para usar mi sabiduría.

―¡¡Asthur!! ―grita el líder que esquivó el ataque, el cual ya ha cambiado de forma, es enorme.

―La fiesta no acabó ―dictamino.

Corro de la mano con Alice, entonces salimos del edificio mientras el monstruo de cuernos nos persigue. Rápido, el tercer acto de mis arreglitos explota, incendiando todo a su paso. No lo matará, pues el fuego no elimina como las dagas, pero nos dará tiempo de escondernos en el bosque.

Huimos. Nos ocultamos, sentándonos detrás de unos arbustos cuando estamos bien alejados del enemigo. A lo lejos, todavía se puede ver, como caen algunos demonios por las dagas, pero ya nadie nos persigue ni nos están visualizando.

―¿Qué fue todo eso? ―expresa Alice, sorprendida, levantándose cuando no hay más peligro, así que lo hago yo también.

Trago saliva mientras ella mantiene la mirada entre los muertos.

―Lo siento, por... entregarte.

Baja la vista.

―Ya no importa, sabía que no debía confiar en ti.

Un puñal dolía menos, pero tiene razón, la traicioné. Dije que no la entregaría, pero lo hice. Me siento un imbécil y más por negarlo todo.

Se forma un silencio porque ninguno habla. No había notado que su ropa se encontraba rasgada. Ahora que la miro con detenimiento, está rota y puedo ver marcas de mordidas en su piel.

―¿Ellos te...?

―Me mordieron entre varios, sí, por eso me estoy preocupando. ―Mantiene la mirada en los muertos, como si su dolor no fuera lo que la inquieta―. ¿Será verdad? ―murmura, respirando agitada, algo la pone nerviosa en sobremanera.

―¿Qué pasa? Ya no te herirán, me deshice de ellos. ―Hago una pausa―. Si te preocupa Maguer, me encargaré de él.

Gira su vista hacia mí de manera brusca.

―Soy una condenada ―confiesa―. Volví de la muerte.

―Vaya ―solo atino a decir.

Su vista vuelve a los muertos, se ve muy angustiada.

―Maguer me lo dijo, pero no le creí. ―Sus ojos se humedecen―. Pensé que estaba burlándose mientras me atacaba.

―¿Qué te dijo?

―Ya sé la razón por la que me persiguen los demonios. ―Sus lágrimas se derraman y viro mi vista a los cadáveres, los cuales se levantan de la nada―. Mi carne es como la fuente de la juventud, la fuente de la vida eterna. Una sola mordida y no importa que los mates, van a volver. Solo tienen que morderme una y otra vez para vivir por siempre. Una y otra vez ―repite, comenzando a tener un ataque, así que la detengo, agarrando sus brazos, entonces reacciona―. No va a parar, nunca frenará este sufrimiento.

―¡Yo te protegeré, Alice! ―declaro―. ¿Recuerdas? Norville lo dijo. No te preocupes, no importa lo que pase, te cuidaré. Si es necesario destruiré a todos en el pueblo, pero no te tocarán ni un solo pelo más, lo juro.

―¿No estoy loca? ―me cuestiona.

Acaricio su mejilla.

―Claro que no. ―Llora fuerte y la abrazo.

No sé qué estoy haciendo, pero no puedo negarlo más. Me he enamorado por completo de ella. Me humillaré, ya no me importa. Los eliminaré a todos, es definitivo. Nadie va a hacerle daño nunca más. 

Que me enamore de él dice 💖

Saludos, Vivi.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top