10: Tu destino es protegerme
Alice
―Alice Holbrook.
Soy interrumpida por una voz femenina y los condenados desaparecen, ya no siento sus presencias. Abro los ojos, entonces me levanto del pasto. Me limpio las lágrimas cuando me giro a mirar a la mujer de cabello castaño. Asthur viene detrás enfadado, aunque creo que lo está con ella.
―¿Por qué la interrumpes? ―se queja por lo bajo, pero logro escucharlo.
La chica lo ignora, luego se me acerca y me muestra su placa de policía.
―Adara Kyleth ―se presenta―. ¿Está todo bien? ―Hace un tono despacio y mueve sus ojos, como haciendo una señal sobre el demonio.
―Claro que está bien ―gruñe Asthur.
―Puedes contar conmigo. ―Saca una tarjeta de su bolsillo, entonces alza la mano para entregármela―. ¿De acuerdo?
―No la necesitamos. ―Él le saca el cartón, lo rompe a la mitad y lo tira al pasto―. Ya vámonos.
―Estoy bien ―contesto al fin.
―¿Ves? Le dije ―expresa Asthur, sintiéndose triunfador.
―¿Estás segura? ―insiste la detective.
―Sí ―murmuro.
Asthur me agarra del brazo, entonces le sigo las pisadas. Miro a la mujer mientras nos alejamos de ella, luego observo hacia adelante, caminando más ligero. Me parece curioso, pues su gesto no se ve enfadado, o sea, cuando estamos a solas.
Subimos a su coche, entonces se termina el silencio al arrancarlo y comenzar a conducir para ir directo en dirección a la cabaña.
―¿Hablabas con Norville? ―consulta.
―Pensé que ibas a reprenderme o quizás golpearme hasta la muerte porque me escapé ―murmuro.
Sonríe.
―Es gracioso, me cambiaste el tema. ―Hace una pausa y pregunta por la detective―. ¿Por qué no le dijiste? Era tu oportunidad.
―¿A ella sí la querías muerta?
Se carcajea.
―Más o menos, algunos humanos son más irritables que otros. Se ve que me escuchas, te advertí sobre que los policías estaban de mi lado, pero la mala suerte te pegó duro, justo esa pudo haber estado del tuyo. Qué triste.
―¿Sabes? Tú no me tienes retenida, yo elijo estar contigo, pues el destino me guio hasta ti, te encontré ―confieso.
De repente, frena el auto de manera brusca y nos sacudimos con tal movimiento fuerte. Todo por escuchar aquella declaración confusa.
―¿Disculpa? ¿Qué? ―Gira su vista a mirarme fijo―. ¿Tienes síndrome de Estocolmo o te volviste loca?
Le mantengo la mirada de una forma profunda.
―Estoy muy cuerda, desperté. Pude haberme ido, pero sabía que me buscarías. Te necesito más de lo que crees.
Se baja del coche al estar perturbado por mis declaraciones.
―¡¿Qué te pasa?! ―grita desde afuera.
Él se mueve con brusquedad, pero yo voy despacio con mi frágil cuerpo. Desabrocho el cinturón de seguridad y abro la puerta. Camino, entonces, rodeo el vehículo para llegar hasta Asthur de nuevo.
―Tú eres el más fuerte de todos, puedes protegerme. Vine al pueblo porque de manera inconsciente sabía que no me dejaría ir. Es el lugar perfecto para que no me lleven.
―¿De qué estás hablando? ―Se indigna.
―Está bien, todavía estoy confundida y no entiendo muchas cosas, pero mientras estoy lúcida, tengo que decirlo. Debo expresar todo lo que tenga en la cabeza antes de que lo pierda. Sé que mi cerebro se encuentra fragmentado, por eso me duele el ojo. Mi parte muerta aún me guía. No estoy completa.
―¿Admites que estás muerta? ―Enarca una ceja―. ¿Y qué tengo que ver yo? ¿Por qué me incluyes?
Me angustio.
―Norville me lo dijo, dijo que me ayudarías. ―Mis ojos se humedecen y me agarro de la cabeza―. ¿Me equivoqué? ¡Oh, no, está pasando otra vez!
―Tranquilízate.
Me siento inquieta, así que empiezo a cantar. Mi cuerpo tiembla y mis lágrimas caen. ¿Qué me pasa? No logro coordinar nada, casi lo tenía. Me estremezco cuando Asthur me abraza.
―Tranquila ―repite con un tono más amable.
Me agarro de su chaqueta con fuerza, entonces lloro con más intensidad. Me alivia tener unos brazos cálidos. No recuerdo la última vez que me abrazaron. Cada vez que he tenido un ataque, solo han sido más y más inyecciones. Fueron tantas que borraron mi existencia de mi mente. Lo sé, ahora sé que soy una condenada que vino al mundo de los vivos. Reviví, vine del infierno, pero todavía no debo decirle, puede traicionarme. No hay duda, estoy sola en esto, siempre lo he estado. Solo tengo que buscar lo que más me convenga para sobrevivir y por ahora, callar es la mejor opción.
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