Antes de todo, antes de partir e incluso antes de soñar con ser un pirata. Tan solo existía un niño intentando subsistir bajo la necesidad de conocer y sonreír. Quizá es todo jugarreta del destino o una mera casualidad, pero antes de si quiera pensar, ya soñaba con la libertad.

Su amor era infinito, conocer era una pasión para él y su inquebrantable fe por los demás jamás se vino abajo. Eventualmente apareció Akagami Shanks, y supo que aquello que soñaba no era tan solo el viajar más allá de sus terrenos; era la libertad del pirata.

Añoraba desde muy joven la vida de pirata, ni si quiera Garp, por muy insistente que fuese, podría haber hecho nada para detener aquel paso firme de su vida.

Quizá fue el destino, o quizá fue él mismo; guía de sus pies e imán de las personas. Pero pronto conoció al hijo del Rey de los Piratas, Gol D. Ace.
La viva imágen del antónimo del jóven Luffy. Golpeado innumerables veces por la vida y con un futuro entristecido ante la putrefacción que soltaban las ideologías en aquellos tiempos –y que aún persisten–.

¿Qué pasaría si Gold Roger tuviese un hijo?

Unos creen en el destino y ellos en la libertad. Soñaban con lo mismo pero terminaron con rumbos diferentes.

El primero perdió antes de comenzar.

El segundo luchó pero el orgullo le venció.

El tercero arrastró el dolor y continuó.

Es bien sabido que un hombre tan solo será olvidado cuando sus voluntades se apagen. Así, dos hermanos caídos seguiran bajo la sombra del hermano que aún se mantiene en pie, decidido a cumplir su sueño por aquellos que dejó atrás.

No obstante, ¿cuál fue el precio?