Capitulo extra

Shauna

La noche se filtra por todas partes, como si hubieran derramado oscuridad por todo el lugar. El dolor de la pérdida se filtra por mi pecho, causando pequeñas punzadas. Traspaso el umbral de la puerta con Zeke detrás de mí e inmediatamente empiezo a subir las escaleras, escucho a mi marido suspirar, pero sólo me concentro en alzar los pies con cada elevación frente a mí.

Una vez en el baño, me retiro el poco maquillaje de la cara con un poco de agua y crema, mis ojos hinchados agradecen el contraste de temperatura y tengo que apretar la mandíbula para no soltarme a llorar ahí mismo. Se me cierra la garganta.

— Shauna, ¿está todo bien? — pregunta Zeke del otro lado de la puerta, coloco las manos en el lavabo y trato de responder algo, pero solo siento las lágrimas abundar en mis ojos. Aprieto los dedos alrededor de la cerámica y dejo caer la cabeza entre los brazos.

Vuelvo a mojarme la cara, y como he olvidado responder, lo siguiente que escucho es el chirrido de la puerta al ser abierta. Me paso una pequeña toalla por el rostro y mi respiración se acelera al tener que contener todo.

— ¿Está todo bien? — tira la cabeza a un lado, su ceño suavemente fruncido.

— Sí, sí, sólo estoy muy cansada — asiento frenéticamente, acomodando los mechones húmedos detrás de mis orejas.

Una vez dentro de la cama, mis piernas entrelazadas a las de mi marido bajo las suaves sábanas, el sueño me lleva a pesar de que resisto un rato; lo único que me anima a dormir es la necesidad mental de desprenderme un rato.

Despierto de golpe, toda la habitación iluminada. Respiro hondo y doy media vuelta en el colchón vacío, me tallo el rostro antes de posar ambas manos en mi vientre y suspiro de alivio al sentirlo abultado.

Imágenes rápidas de mi sueño me golpean una tras otra, las comisuras de mis ojos derraman un par de lágrimas cristalinas, cierro los ojos e inhalo con fuera, tratando de no desgastarme en un estúpido llanto hormonal.

Ese par de lágrimas se convierte en un río y estoy a punto de pasar mis dedos por las mejillas para limpiarlas por completo pero manos ajenas me ganan y retiran con rudeza el agua salada.

— ¿Quieres hablar de lo que no está bien?

Sólo puedo sacudir la cabeza, una clase de maullido sale de mi garganta, mi estómago suplicando por un liberador sollozo. Zeke se inclina hacia mí, sus labios se posan en mi frente y cuando se endereza lo imito, entrelaza sus dedos con los míos y me recargo sobre su hombro, mi rostro en dirección a su espalda.

— Creo que sigo en shock — me sorbo suavemente los mocos y trago saliva — No pude apreciar los últimos momentos en los que la vi, ¿sabes?

— Comprendo — inhala profundo y sus dedos trazan patrones invisibles sobre mi mano — Tal vez nadie esperaba una partida tan repentina, no después de este invierno.

— Yo no quiero que pase eso — lloro, pero sostengo la respiración y como respuesta una punzada me parte en dos y mi cabeza comienza a palpitar. Zeke se separa y me mira, esperando que añada algo más, pero solo bajo la mirada, mis cabellos creando una cortina entre ambos.

— Necesito que te abras un poco a mí, ¿está bien? No sé qué está pasando, quiero ayudarte pero necesito saber a qué te refieres con eso — termina en un murmullo con los labios en lo alto de mi cabeza, uno de sus brazos me rodean y su otra mano esta posada sobre mi vientre, donde nuestro pequeño (o pequeña) crece desde hace tiempo.

— No, Zeke, no quiero... — suplico, aferrándome a su camisa.

— ¿No quieres hablarlo? — inquiere, esta vez más preocupado y desesperado por entenderme.

— No quiero dejarlos — suelto, mi cuerpo relajándose ante la confesión —. No me quiero morir.

— ¿De qué estás hablando? — sigo sin alzar la vista, pero me lo imagino con el ceño fruncido— ¿Es por lo que pasó con Susan? Shauna, tú no...

— ¿Qué tal si sale algo mal en el parto y me muero? — esta vez alzo el rostro con temor — Yo no quiero dejarte, ni a ti ni a nuestro bebé — poso mi mano sobre la de mi esposo, que sigue en mi pequeña barriga.

— Shauna, escúchame — trago saliva y lo único que parece escucharse es mi alterada respiración — No vas a morir en el parto.

— Pero la doctora dijo...

— Sé lo que dijo la doctora, cariño, es un embarazo ligeramente riesgoso, por lo mismo de tu parálisis temporal, pero no indica que... — no termina la frase y me da un pequeño beso en la frente — Voy a estar ahí a tu lado, seguro muerto de miedo y queriendo salir corriendo, pero me quedaré ahí, contigo, tomándote de la mano para que ambos veamos a nuestro bebé por primera vez. ¿Entiendes?

Siendo padre primerizo el pánico le ataca muy seguido, sabiendo que el cuarto mes es uno de los más delicados, sus nervios están por los cielos; la doctora ya le explicó que ha pasado lo más complicado y que hasta la fecha no ha habido ningún problema durante mi embarazo, disminuyendo las posibilidades de un aborto natural, pero él sigue aterrado. Alerta a cualquier cosa.

Su nombre sale de mis labios en un suave susurro:

— ¿Zeke?

— ¿Si, amor? — responde de manera dulce.

— ¿Tú crees que sea buena madre? — pregunto con el ceño ligeramente fruncido y él suspira con una pequeña sonrisa.

— Estoy totalmente seguro de que serás una madre maravillosa — sonrío con lágrimas en los ojos y Zeke me rodea en un abrazo — No nos dejarás, Shauna, cálmate — me tranquiliza.

— Espero que no te libres de mí tan rápido — respondo, entrelazando nuestras manos.

— No lo haré, y será una tortura — bromea, mi puño conectando suavemente con su hombro.

— No podrías vivir sin mí.

— Podría — alza una ceja —. Pero no quiero tener que hacerlo.  

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Editado 💙

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Las amo 💚

-Dana

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