Capítulo 4

Tris

Las siguientes dos semanas se convierten en un torbellino de monotonía, y por primera vez en catorce días dejo mi cuerpo sucumbir ante el cansancio, recostándome totalmente en la cama con brazos y piernas estiradas, los ojos punzándome.

Respiro hondo, mi espalda adolorida ante las horas que he pasado inclinada en la computadora y el sol irrumpiendo con debilidad tras las cortinas y el suave murmullo de los autos que rondan en la calle principal junto con los delicados golpeteos de Annie sobre el mueble a mi lado, tratando de repetir lo que le ha enseñado su padre en un intento de distraerla: código morse.

El suave piano que resuena por la casa me arrulla, aunque lo único que logra sacarme de mi ensoñación es algo caer contra el suelo.

— L-lo siento. — Annie se encoge, sus manos pegadas al pecho, y sus ojos cerrados así como sus labios, me incorporo mientras sacudo la cabeza.

— Está todo bien, ¿puedes revisar que se cayó? — inquiero con voz ronca. Se agacha y cuando se endereza mi corazón comienza a palpitar sin control.

— ¿Qué es esto?

Annie sostiene la caja de prueba de embarazo en su mano, la admira con curiosidad mientras maldigo entre dientes al saber que, de alguna manera, el destino se está encargando de que yo obtenga una respuesta, así la quiera o no.

— Dámelo, princesa.

Asiente antes de que el contenedor de cartón regrese a mis manos. Respiro profundo cuando con temblorosos dedos comienzo a destaparla, sabiendo que dentro de ella en un par de rayas se escribe el siguiente paso de esta historia. Me duele soltar un suspiro cuando veo la prueba indicar negativo.

— ¿Mami?

— ¿Si, amor? — me trago la bola de algodón que me ahoga, apretando el estómago en un intento de retener cualquier sentimiento negativo en frente de mi hija.

— ¿Por qué estás llorando?

Me paso las manos por las mejillas, me sorprendo al notar mis dedos húmedos, me tiemblan los labios pero pongo mi mejor sonrisa al ver de nuevo a Annie, quien sigue viéndome fijamente hasta que nuestros ojos chocan, haciendo que baje el rostro con timidez.

— No es nada, Ann — estiro suavemente la mano sobre las desordenadas colchas, esperando que la tome. Se sienta frente a mí, sus suaves cabellos envolviéndola hasta arriba de los codos. — ¿Quieres ver una película conmigo?

Asiente con emoción y le señalo la repisa bajo la pantalla, donde una gran colección de películas infantiles viejas abarca más de la mitad del mueble. Minutos después, su cabeza se acomoda sobre mi vientre y una ráfaga de dolor me encoge el corazón al recordar mi rota ilusión de estar embarazada.

Annie, en medio de su estado de confianza total, me toma de la mano y la coloca sobre su cabeza, pidiéndome que le dé mimos: mis dedos comienzan a entrelazarse con sus largos mechones y termino relajándome más yo que ella, por qué antes de lograr ver a Rapunzel salir de la torre todo se vuelve oscuro.

Para cuando despierto el cielo se ha vuelto negro y está plagado de puntos brillantes que acompañan a la luna llena; al cuarto lo inunda la penumbra y mis ojos tardan en adaptarse, Annie ya no está durmiendo cómodamente sobre mi vientre, de hecho ya no está en la habitación, pero una ligera frazada me cubre el cuerpo, me tallo los ojos y me pongo lentamente de pie, salgo en dirección al pasillo y la luz de éste me deslumbra.

— ¿Annie? — murmuro mientras bajo un par de escalones con la mano en la barandilla. EL delicioso aroma a pasta inundándome los pulmones, con pies descalzos bajo uno a uno los escalones, con miedo a caer a causa de mi torpeza por estar recién despierta.

Me abrazo ambos brazos, asegurando mi suéter largo alrededor de mi cintura. El piano ya no se escucha más, ha sido reemplazado por un alegre violín y cuando llego a la planta baja se me enternece el corazón al ver a Ann colocando sobre la cabeza de su padre un gorro de chef.

Tobias sonríe y se lo acomoda de mejor manera antes de girarse hacia la barra del desayuno con un par de platos de pasta en la mano y en cuanto me ve sonríe, causando que le regrese el gesto con los ojos cerrados, sensibles a la luz de la cocina.

— Buenos días, Seis — ruedo los ojos y me acerco, me rodea con ambos brazos y me refugio en ellos, mi majilla pegada a su pecho con un lugar en primera fila para escuchar los latidos de su corazón —. Creo que alguien sigue adormilada.

Asiento sin levantar los párpados, sus labios tocan lo alto de mi coronilla antes de que sus manos encapsulen mis pómulos y comience a repartir besos por toda mi cara.

— Te falta aquí. — levanto los labios y rio cuando me besa rápidamente.

— Preparé pasta, ¿quieres que te sirva o mejor solo te preparo chocolate?

— Ambos, tengo hambre.

Me siento al lado de Annie, quien come con avidez sus fideos, sorbiendo con fuerza para terminar manchada de crema. Estando los tres reunidos logro gozar de la noche, Tobias nos cuenta que probablemente tome el puesto de Ryan, su jefe, una vez él se retire.

— ¿Seguirás t-teniendo una silla que gi-gira? — pregunta Annie mientras revuelve lo que le queda de comida.

— Me aseguraré de que si, para que puedas jugar cada que me acompañes. — le sostiene la cabeza con una mano y le besa lo alto de la cabeza, Annie no se opone y aquella regresiva seguridad me deja en calma. — Pero cuéntame, amor, ¿qué hiciste el día de hoy?

Sabe perfectamente lo que pasó hoy y es por eso que pregunta, Annie mueve la pierna de arriba abajo, nerviosa al tener la atención total.

— Hoy-hoy regresé a-a la escuela. — asiente y toma con su tenedor sus últimos fideos antes de pinchar los pequeños pedazos de brócoli que hay a un lado.

— Lo sé, princesa, fui a dejarte — bromea mi marido y Annie sonríe —. ¿Y cómo te fue?

— Había mucho ruido — tuerce los labios, Tobias y yo compartimos una mirada —. Pero mhm estuvo bien, vi a-a mis amigos, y coloreé.

— Me alegra escuchar eso, bebé — le sonreí, colorear le encantaba. Lo dejó un tiempo a causa de su declive emocional, aunque escucharla hablar y ver su determinación al querer regresar a la escuela me indica que va mejorando, va avanzando.

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Frente al pasillo repleto de pruebas de embarazo exhalo con frustración antes de tomar tres marcas diferentes y dirigirme a caja a pagarlas. Me muerdo las uñas mientras la chica escanea los códigos, dando el costo total. En cuanto le entrego el dinero a la chica salgo con paso apresurado en dirección al auto, arrojo el recibo y la bolsa con las pruebas al asiento del copiloto antes de arrancar y llegar a casa después de unos minutos, dónde me encierro en el baño con las tres pruebas frente a mí.

Una por una las voy utilizando, tratando de medir el tiempo para poder pasar por Annie a la escuela a tiempo sin correr riesgo de que las vuelva a ver o de que le mencione algo a su papá. Después de observar los resultados aseguro que mi sonrisa abarca toda mi cara, mi corazón late en descontrol y el llanto alegre aparece después de verificar por tercera vez, cuarta, quinta vez que lo que mis ojos leen no es producto de mi desesperación.

Positivo.

Salgo a la calle y todo parece brillar más, aunque lleno mis pulmones de aire para intentar apaciguar mi emoción e ir captando poco a poco la idea de que seré madre de nuevo. Que Tobias será papá por segunda vez. Que Annie será hermana mayor, como tanto lo pedía.

Al pensar en mi familia siento que mi alegría es totalmente egoísta: Annie necesita atención constante, un hermano o hermana causará que de sienta desplazada. El estrés cae sobre Tobias todos los días, la culpa al ver a nuestra hija retroceder ante un desconocido, al tener sangrados nasales o padecer ataques de ansiedad, e incluso las pesadillas.

Me permito deleitarme con la noticia, ya que tarde o temprano tendré que decirles a ambos. Me estaciono fuera del kínder de mi pequeña y me ablanda el corazón el verla sentada en una pequeña banca, sus pies balanceándose arriba abajo por su corta estatura; en cuanto entrego mi identificación llaman a mi princesa, quien alza la vista y la mano para saludarme alegremente, corriendo a mis brazos.

Durante todo el camino pregunta por qué estoy tan feliz, yo solo sacudo la cabeza con las comisuras de los labios alzadas y le aseguro que pronto sabrá, por qué sigo fiel la idea de que, esta vez, sea Tobias quien se entere primero.

Positivo. Positivo. Positivo.

Me mantengo positiva cuando Tobias llega frustrado del trabajo, rodando los ojos constantemente mientras me comenta la discusión que tuvo con los superiores de las demás áreas, haciendo agresivos ademanes los cuales mantuvieron a Annie inquieta durante la cena. Mi marido se la pasó disculpándose, pero en cuanto seguía con el tema su tono de voz se iba alzando poco a poco; nuestra hija se retiró de la mesa con ojos somnolientos, con Tobias respirando pesado tras de ella.

— Ya está en cama. — me informa Tobias con rastros de molestia en la voz.

— Ven aquí — le extiendo los brazos y, arriba del taburete, logro rodearlo desde los hombros, mis manos deslizándose por su bien trabajada espalda, sus manos apresan mi cintura y la recorren en un intento de que no me preocupe por él. En cuanto nos separamos ordeno mis palabras: —. Necesito hablar contigo, pero me gustaría hacerlo cuando estés más calmado, ¿te parece bien? Es algo importante y no me gustaría...

— Dime, no debería de traer mis problemas laborales a casa. — recorro su marcada mandíbula con mis dedos, acariciando suavemente sus pómulos con el pulgar como él lo hace conmigo.

— Alguien ha estado escuchando a la psicóloga — se encoge de hombros, noto su enfado dispersarse ligeramente.

— ¿Qué es lo que quieres decirme?

Respiro hondo y lo atraigo hacia mí, queda entre mis piernas, con un brazo le rodeo los hombros y dejo que mi mano contraria se pierda entre sus cabellos, mis dedos tiemblan cuando de mis labios salen las palabras.

— Estoy embarazada. — el sonido de mi voz golpea contra su oído, sus manos detienen el recorrido por mi cintura y por un momento dejo de respirar.

— ¿Estás segura? — átono, me pregunta, solo puedo asentir y me separo para ver su reacción — ¿Te hiciste una prueba?

— Cuatro, realmente — rio nerviosa, porque sigue sin darme señales de que la idea le agrada. — Di algo.

No menciona una palabra hasta que estamos en el segundo piso, frunzo el ceño al ver como intercala la vista entre la caja y la prueba misma.

— Esto indica dos meses, Tris.

— Sí, lo sé.

— ¿Dices que esta fue la primera que te hiciste? — alza la única que da negativo, asiento, tirando de las mangas de mi suéter. — ¿Y hace cuánto te la hiciste? ¿Por qué no me dijiste?

— No es porque te lo haya querido ocultar, Tobias, — lo tranquilizo en cuanto termina de hablar y solo tuerce los labios antes de soltar la prueba sobre la cama y pasarse las manos por el cabello. — acabo de enterarme esta mañana.

— ¿Hace cuánto te hiciste la primera prueba? — repite, su voz más fría.

— Dos semanas, casi tres, no sé. — las palabras se me enredan, pero me tiembla el cuerpo al verlo sin ninguna emoción en el rostro.

— Detesto que no me cuentes las cosas.

— Por eso te lo estoy contando ahorita. — suelta el aire de golpe, casi bufando — ¡Maldición, yo me acabo de enterar! Si lo hubiera sabido antes te lo habría dicho — replico en defensa, poniéndome de pie con las manos extendidas.

No entiendo su reacción, o tal vez lo hago pero me niego a imaginar que está tan desanimado como luce. El estómago se me revuelve en una incomodidad terrible al verlo digiriendo a noticia sin un ápice de felicidad, soy consciente de que debí decirle que me había hecho la prueba hace dos semanas, sin embargo, ahora que le comento que será padre de nuevo su actitud me amilana.

— ¿Por qué ni siquiera me lo habías comentado, Beatrice?— inquiere en tono duro. Carajo, sabe que detesto que utilice mi nombre completo, y más cuando estamos discutiendo.

— No me digas Beatrice — le pido lo más calmada que puedo, mi mano subiendo y bajando conforme mi intento de respirar para no comenzar una discusión.

— Responde. — exige con voz fría y cierro los ojos antes de agachar la cabeza, justo como lo hacía cuando mis padres me regañaban.

— Simplemente no había tenido tiempo. — me encojo de hombros.

— No buscaste tiempo para hacerlo.

— ¿Por qué estás tan a la defensiva? — alzo la voz y él tensa las manos

— A esto me refiero. — se altera de nuevo, ignorando mi pregunta y tengo que contar hasta diez para no ponerme a gritar: la otra vertiente es el que rompa en llanto, más de coraje que de tristeza.

— ¿A dónde quieres llegar con esto? — le pregunto, enfadada, aunque conteniéndome, se pasa las manos por el cabello oscuro en señal de frustración y aprieta los labios. — No evadas lo que te estoy diciendo, Tobias, ¿qué quieres que haga? ¿Qué regrese el tiempo?— lo desafío con el enojo burbujeado en mi interior, se queda callado durante unos segundos.

— Empecemos por qué me cuentes las cosas — me engaña como si fuera lo más obvio del mundo.

— Discúlpame, de verdad, discúlpame, pero te recuerdo que haces dos putas semanas falleció mi cuñada y mi hermano me necesitaba, por eso no tenía tiempo — le respondo, sarcástica al principio hasta que mi tono adquiere cierto enfado, se queda sin palabras así que me tomo el tiempo para respirar y hablar —. Solamente no he tenido la ocasión de decírtelo, además, vi la primera prueba hoy en la mañana, ¿Qué esperabas que te dijera?

— Al menos el que tuvieras el presentimiento de que estabas embarazada hubiera sido suficiente — rezonga, sacudiendo la cabeza.

— Oh, sí, en medio del funeral "Tobias, ¿qué crees? Tengo el presentimiento de que probablemente esté embarazada de nuevo", ¿Estás loco o qué? — contraataco.

— ¡Es que siempre es lo mismo!— me grita con el rostro contraído y los brazos extendidos.

Empieza a decir algo acerca de que si le digo una cosa no le digo otra, que nunca le digo las cosas a tiempo y termina él descubriéndolas de una forma u otra, pero yo solo puedo pensar en que está rechazando al bebé: siempre hay dos personas que pueden calmarte con tan solo una mirada, y él es uno de esas dos personas en mi vida, pero ahora, viendo esos perfectos ojos color azul oscuro turbios y llenos de algo parecido a la ira solo me dan ganas de golpearlo.

— ¿Es que nunca se acabarán los secretos entre tú y yo?— es la última frase que escucho salir de sus labios antes de que se quede callado y me dé la oportunidad de estallar como bomba atómica.

— ¡No es otro secreto, Dios mío! ¡Carajo!— las lágrimas me golpean tras los ojos pero me niego a dejarlas salir — Si no te lo dije fue porque estaba esperando el momento correcto para hacerlo, para hablar, cuando las cosas se calmaran, ¡Pero no, maldita sea! Apenas pude confirmar que estaba embarazada y te lo dije cuánto antes fue para qué pudiéramos festejarlo. — termino en tono firme, pero mi voz se rompe constantemente.

Me pongo la mano sobre la frente al momento en el que mis dientes se clavan sobre mi labio inferior con tanta fuerza que noto el sabor metálico en la boca. Aunque eso no detiene mi ataque de ira:

— ¡Si te estás quejando de que yo cometí una equivocación al no decirte a tiempo, tal vez estés en lo correcto! ¡Pero el mayor error que estás cometiendo es actuar como un auténtico cabrón! Parece que lo único que me estás dando son excusas para armar una tormenta en un vaso de agua, para... para reclamarme algo por lo cual deberíamos estar felices los dos. Los tres. — termino entre hipidos y agua salada.

— Tris...

— ¡Lo que menos necesito son excusas! ¡Ni discusiones! — argumento — Necesitaba decírtelo y ya está, si te parece o no, no es mi problema. El bebé está aquí, era importante que lo supieras: ahora lo sabes, no te parece. Pero a mí tampoco me parecen tus actitudes.

Suelto el aire poco a poco y me tallo los ojos, sintiendo como mis húmedas pestañas se enredan unas con otras, no me atrevo a mirarlo, aunque él mantiene el silencio, ahogando sus palabras.

— Me voy a dar un baño — informo en un pequeño murmullo, dando media vuelta en dirección al baño, lamentablemente Tobias avanza a grandes zancadas hacia mí y me toma por la muñeca.

— Tris...

— No — me zafo de su agarre, sus toques levantando la tristeza a su paso. Me observa detenidamente con la ligera preocupación y el enfado brillando en sus ojos, con esa última palabra y el agua salada sobre mi rostro entro al cuarto de baño, cerrando la puerta tras de mí.

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Editado🖤

¡Ya me urgía actualizar! No olviden comentar qué les ha parecido.🤩

Esto se va a descontrolaaaaaar.🤯

Bananas para ustedes🤤

-Dana

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