Capítulo 14

Tobias

Cuando llega Caleb, Annie se desprende de mis piernas para pode ir a correr con las mellizas, dispuesta a demostrar todo lo que había aprendido del mar en las últimas cinco horas que llevaba disfrutando de la arena y el agua salada. Estaba fascinada, y honestamente, yo también. El sonido constante del agua en movimiento me recuerda al Abismo, pero aún no entiendo porque me da tanta calma y comodidad. 

Tris me rodea un costado, yo pensando que es para abrazarme, dejo caer mi brazo en sus hombros, pero veo sus pequeños dedos apresar un cubito de queso en el plato frente a mi. Río.

— Que cariñosa, Beatrice.

Me codea y bufa, pero sé que cuando se da la vuelta para saludar a su hermano ya trae una sonrisa en el rostro. Es inevitable notar la pequeña pancita que le ha crecido a mi mujer, y sé que es de los primeros temas que se tocan entre ellos porque los ojos verdes de mi cuñado van directo a la zona, con una delicada sonrisa.

El luto aún le cubre los rasgos faciales, en realidad, toda su expresión corporal es indicativo de lo mucho que peleó para salir de la cama. Lo entiendo, más de lo que me gustaría. Pueden doler los hombros de lo pesado que es llevar la muerte de tu pareja en la mente todo el día, y no me imagino lo difícil que será ahora con dos hijas a tu cargo.

Al menos Tris si logró despertar.

— ¡Caleb! — Scarlett sonríe ampliamente al verle, pero antes de poder saludarle a él, las mellizas le envuelven. Mi hermana ríe y les rodea, dándoles besitos en las mejillas como saludo. Se ha ido adaptando a nuestro grupito de amigos, y definitivamente Caleb es uno de sus predilectos: comparten mucho, sobretodo la habilidad erudita... pero mi hermana es más sensible. Caleb aún trabaja en ello.

— Hola, perdonen la tardanza. Nos despertamos un poco tarde — y aún así, es notable el cansancio en sus ojeras, pero nadie comenta nada —. Trajimos, eh, algo de comida.

— ¡Dulces! — grita Sam con ánimo y mi hermana ríe, soltándoles para que fueran a jugar. 

Los saludos son un poco más tardados, porque la mayoría nos detenemos a preguntarle como se encontraba después de todo. Por suerte, Annie, Sam y Juliet salen a la arena, bajo la vigilancia de la mayoría. Caleb inhala, suelta y se revuelve el cabello con un gesto de concentración.

—... mejor. Bueno... dentro de lo necesario. Estoy empezando a entrar en la etapa del enfado, según el montón de libros de psicología.

Tris pega la espalda a mi pecho, y no dudo en pasarle un brazo tras los hombros, besando lo alto de su cabeza como un gesto distraído. Siento su delicado suspirar contra mi pecho, mis dedos rozando donde los cuervos vuelan en su piel.

— Poco a poco empiezas a avanzar. Eso es bueno. — murmura Scarlett, dulce, estirando la mano a frotar su espalda para consolarle. Ian no la suelta.

— Si, hermano, poco a poco. Nadie te pide recuperarte de la noche a la mañana. — Zeke asiente, alzando las manos como si fuera lo más obvio.

—  Las niñas sí. — Caleb tuerce los labios.

— Ni siquiera ellas, Caleb. Ellas también lo están sufriendo, de manera diferente, pero están contigo. No seas necio. — Marlene comía un poco de helado.

— Y tú estás con ellas. Eso es... prioridad. — mi mujer le mira, Caleb le regresa la mirada y termina asintiendo.

— Supongo que tienen razón. Solo es... difícil. Está un poco jodido. — alza las cejas y sorbe de un vaso, suspirando, y cambia de tema para evitar seguir hablando de Susan.

Lo agradezco, porque también noto el semblante de Tris decaer. Antes de La Caída, solo reconocía a Susan de algunos eventos en Abnegación: verla en reuniones de la facción, participando dócilmente en las actividades e incluso en la reunión de los leales. Después, fue como una guía para mi. Había sido la única de mi grupo cercano de abnegados que había elegido quedarse en su facción de origen, era quien había visto todo el alboroto con las simulaciones y la guerra entre facciones. Lo malo, es que solo había tenido que vivir con un cambio en su vida, y había sido el más drástico.

Para Tris, había sido obviamente más duro. Eran unidas en Abnegación, o al menos eso me había contado, pero posterior al Día de la Elección y La Caída , las cosas habían cambiado en su relación. Tris ya estaba alejada de las bases abnegadas, aunque seguía siendo una estirada, pero el proceso de adaptación lo tuvimos que vivir todos, de golpe. Cuando mi ahora esposa despertó del coma, Susan fue un gran apoyo, y vivir su primer embarazo, juntas, las había marcado a ambas.

La voz de Scarlett es la que me saca de mi recuerdo.

— ¿Por qué no hacemos una fogata? En el mar, Ian trajo bombones. — casi da un brinquito de emoción, solo retenida por los brazos de su novio, quien le rodeaba por la espalda, un abrazo más cerrado que el que yo tenía con mi esposa. 

— Si, y cantamos mientras bailamos desnudos alrededor.

Todos miramos a Uriah.

 — Podemos no cantar. — especifica.

Y las risas llenan el lugar.

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Marlene

La playa suena siempre como un plan fabuloso y pretencioso. Alguien tenía que decirlo, y vivirlo en un bikini diminuto, una bebida en la mano y los lentes de sol evitando daño en la retina lo es aún más.

Es justo lo que estoy haciendo.

Uriah se tumba a mi lado, haciéndome reír cuando brinca un poco de arena. Le empujo con una mano, juguetona.

— Pareces un niño. Ten cuidado, tarta de fresa.

— Eh, eh, esas son palabras mayores. — se me lanza encima, haciéndome cosquillas. Se me escapa una espantosa carcajada, que logra llamar la atención de Annie y las mellizas, quienes pronto se acercan. Tengo altas esperanzas en que me ayuden... pero arrojan encima de Uriah. Se me escapa el aire.

— ¡Eh, deben salvar al tío Uriah!

Sam es quien le empieza a hacer cosquillas y por fin me lo quitan de encima.

— ¡Es trampa buscar que las niñas estén de tu lado! — suelto el aire con una sonrisa, en mi corazón vibrando con fuerza un inevitable deseo maternal. Tomo a Juliet y a Annie, rodeando sus pequeños cuerpecitos con gusto. — Mis niñas preciosas. ¿Les está gustando el mar? 

— ¡Es justo como tu nombre! — sonríe Juliet. Mi aun reservada Annie solo asiente. — ¡Es genial!

— ¡Vamos a enterrar a tío Uriah en la arena! — Sam obliga a mi novio a quedarse abajo, quien ríe y solo se acomoda. Claro que acepto.

— Vamos a hacerlo una bonita sirena.

— Vale, pero me pones unas... — hace el gesto a su pecho y le doy un golpe en la frente. — ¡Ouch!

— No resistes nada. ¿Así te haces llamar osado?

— Y el amor de tu vida. — me discute.

— ¿Qué es un osado? — Juliet nos mira. Mi respuesta reflejo es sonreír y evitarles la tortura, acariciando débilmente su mejilla. Mi vista pasa a otra serie de gritos emocionados, las más pequeñas ya cubriendo a Uriah. 

Scarlett viaja en el hombro de Ian, claramente tratando de bajas y apartarse. Parece reír y pedirle que pare, pero Ian le lleva con una sonrisa en dirección a las olas. Sonrío: parecía que todos la estaban pasando bien, aunque no hubiera emociones extremas, ni edificios de los cuales lanzarse. Un par de días aquí y toda nuestra existencia parece basada en la calma, que ironía. En eso y en todos estar levemente bronceados.

Inhalo el aroma a sal y exhalo con gusto, girando cuando noto a alguien acercarse. Christina deja sobre mi cabeza mi sombrero de ala amplia y se tira junto al cuerpo de Uriah, negando con un dedo a Sam.

— No, no. No a mi. ¿Dónde están las embarazadas, el numerito y el otro tarta de fresa?

— Shau está en su sexta siesta del día, Cuatro y Seis estaban... no sé donde estaban. ¿El otro tarta de fresa es Pedrad o Caleb?

— Pedrad. Caleb se estaba poniendo el traje de baño, listo para entrar.

— Probablemente le esté haciendo compañía a Shauna. Dice que el embarazo también le afecta.

— Jodidamente extraño. — pero sonrío, porque la mano de Uriah me aprieta la pierna como una promesa silenciosa. — Ya podrás con ello. 

— Tarta de fresa si no, preciosa. Tú y nuestros niños valdrán cada siesta que me pegue. 

Río. Christina se recuesta en la arena sin el miedo de que esta se enrede en su cabello: las cerradas trenzas que lleva logran evitarlo. 

— ¿Me haces esas trencitas? Yo también quiero. — las señalo. Ella ladea la cabeza y las mira, como si apenas las recordara.

— Oh, si. Seguro, te las hago en la noche. Toman un buen rato. 

— ¿Es real que te las hiciste tú? — alzo las cejas, sorbiendo de mi pajilla — Impresionante.

Sonríe, con un dejo de nostalgia. — Mi mamá me enseñó. Así que parece simple.

— Se te ven increíbles. — ambas giramos el rostro cuando Scarlett sale corriendo del agua, negando ávidamente contra Ian. Entre risas enamoradas se reparten algunos besos y la chica se niega a entrar, sentándose en la orilla. Ian la abandona con un ademán de rendición y se anima cuando Caleb se les une: entran juntos.

— ¿Tú crees que...? — miro a mi amiga, pero ella ya tenía los ojos en el celular. — ¿A quién le escribes?

— A su noviecita. — canturrea Uriah.

— Tú ya estabas dormido. — Christina le da una palmada en la frente. — ¿Y cómo sabes de Ashley?

— Puede que se me haya salido una o dos cositas. —tuerzo los labios como disculpa.

— No me sorprende... — resopla. — Pensé que la bocazas de Verdad era yo.

— Si fueras taaan honesta no te mentirías a ti misma.

— Oye, todos tenemos un fallo. Por eso los osados tenían su lista de miedos, por eso Cordialidad tenía sus drogas en pan, por eso...

— Somos más que antiguas facciones, Chrissy. Mereces desprenderte de lo que es honesto o no, de lo que es valiente o no. Solamente... guíate bajo lo que realmente quieres. — aprieto su rodilla y le sonrío con calma. Ella suspira y asiente.

Rato después, comprendemos donde estaba todo el mundo., la mayoría reunidos en la estancia frente a la casa. Annie, Sam y Juliet habían descubierto la magia del chapoteadero y se había convertido en su mundo entero.

— Shauna tuvo un ligero golpe de calor, está aun en cama. Se le mezcló con las nauseas y siente que se va a desmayar en cualquier momento. — Zeke nos cuenta, Tobias vaciando una bolsa de hielo.

— Madre mía, estas embarazadas de ahora no aguantan nada. — se le ocurre bromear a Uriah.

Tris le lanza una mirada asesina a mi novio y tengo que meterme en medio.

— No tienes rayo láser, Seis. —le recuerdo.

— Que sepas que Marlene no te va a aguantar a ti. —  casi gruñe, su marido con una sonrisa de satisfacción. — Suficiente con tener que subir seis kilos y vomitar todas las mañanas.

— Tris, que asco. — ríe Zeke.

— Que asco, pero que bonito estar embarazada. — aplaudo un par de veces, pronto mis dedos moviéndose con ánimo hacia la pancita de mi amiga, quien pronto olvida que tenía amenazado de muerte a mi novio.

Annie sale corriendo de la baja alberca. — Mami, mami, mami, mami.

— ¿Qué pasó, mi cielo? — el cambio es completo, porque parece escanearla de pies a cabeza en busca de una herida, un moretón: encuentra una conchita.

— ¡Mira, mira! Esta es tuya, esta es para mi papi — y pasa a Cuatro. —. Papi, papi, papi. 

— ¿Shauna está mejor? — Christina sale del baño, secando sus manos. Tobias alza a su hija en brazos y le mima; ni quien le creyera su trabajo de hace unos años.

— Le llevaré un poco de agua. Ian dice que ayudará. — Zeke estaba casi temblando, probablemente de los nervios: y lo entiendo completamente.

— Voy yo,  me aseguro que siga viva y entera. — sonrío y le quito el vaso a mi cuñado, entrando y subiendo a brinquitos antes de que puedan detenerme.

Entro al cuarto, sin sorprenderme al ver a Scarlett colocándole paños húmedos en el cuello a Shauna, quien se deja manejar con quejas. Posterior a su accidente, no ha sido fan de los cuidados médicos, pero no puede evitarlos.

— Te ves como la mierda. — cierro, como si pudiera darle algo de privacidad en un cuatro con tres personas.

— Al menos no huelo así, idiota. — me sonríe de regreso. Río y e acerco, acomodándome a la orilla de la cama.

— Traje el agua.

Ian sale del baño. — Perfecto. A sorbitos, poco a poco se irá regulando. Scarlett, déjame hacerlo.

— Puedo, puedo yo... — pero aún así la retira, tomándola de la muñeca.

Por la mirada de Shauna, el gesto no le gusta, pero se distrae al recibir mi vaso y beber poco a poco. Una mano en mi muñeca para controlar mi inclinación y la otra para mimar a mi sobrino.

— Suficiente... — le retiro el vaso y acaricio su pancita, sonriendo al sentir respuesta — que lata das. ¿No tienes hambre?

Shauna ríe levemente, pero niega, con gesto de asco. Ian le acomoda los paños y parece tomar sus signos vitales con alguna maquina de la que no tengo idea. No me parece algo que Scarlett no hubiera podido hacer, pero no comento nada, porque la menor me da una sonrisita ansiosa y se recarga en una de las paredes.

— Será mejor que te quedes un rato así. Si te sientes mejor avísanos para que comas algo.

— Si, necesitas alimentar bien al bebé o te comerá los pulmones. Las costillitas. — le pico, Scarlett y yo riendo. Palmeo el lugar a mi lado para la chica, que va conmigo y se acomoda. — ¿Qué tal algo de sandía?

— Ohhh, con limón y sal. — casi gime.

— ¿Se te antoja mucho? — pregunta Scarlett con dulzura. — ¿Cómo es... los antojos, qué sientes?

— Es... es un gusto, si, pero también es muy desesperante. Se vuelve una necesidad, algo que no solo deseas, pero necesitas para funcionar. Todo tu cerebro piensa en eso.

Scarlett ríe, asintiendo. — Okay... 

— Pensé que sabías de esto, cerebrito —  le miro, ladeando el rostro —. Eres... doctora de niños.

— Pocas veces convivo con las embarazadas, yo solo... ya los veo salir. — ríe, brincoteando su pierna con ansia. — ¿Y cuándo...?

— Scar. Será mejor que la dejes descansar un poco. — Ian recoge sus cosas, mirándonos con una sonrisa de disculpa.

La mirada de Shauna fácil podría matarle, y es que al parecer hoy las miradas asesinas están en oferta, pero la inseguridad de Scarlett gana, porque asiente y se levanta.

— Nos avisan si te sientes mejor, Shau.

— Avísame cualquier cosa. — remarca el único hombre en la puerta antes de que salgan. 

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Capítulo de ombligo de semanitaaaa. Esto de la playa me parece adorable y quiero narrar a todos, jaja, es que siento que todos tendrían una perspectiva diferente.

¿Quién sería el que no sabe nadar? ¿Y el que se duerme en el sol? ¡Las leo en los comentarios!

Bananas para ustedes

-Dana

PD: ¿quién sería quien olvidara el traje de baño?

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