Capítulo V

Harry se despertó agitado, su entrada estaba mojada de lubricante, la puerta se abrió dejando ver a su prometido, el menor suspiró.

—La cena está lista...— Asintió.

—Esta bien.— Murmuró.

—¿Gustas que te ayude?— Se acercó a la cama, el omega asintió acercándose.

—Si.—

Comenzaron a besarse apasionadamente, el alfa deslizó toda la ropa del omega, dejándolo completamente desnudo.

Por la mente de Harry pasó aquel sueño, ese lobo... Ese lobo lo estaba volviendo loco, y en serio necesitaba que alguien hiciera realidad su sueño.

—¡Ah! Más.— Gritó.

Su alfa comenzó a penetrarlo más veces, tocando su punto dulce, hasta que el omega se corrió sin previo aviso, el alfa solo salió de su interior sin correrse.

—Baja a cenar.— Dejó un corto beso en sus labios, el menor asintió.

—Ahora bajo.— Murmuró.

El alfa salió de la habitación, Harry suspiró profundamente.

No podía decirle que se corrió de tan solo pensar que aquel lobo podría hacerlo suyo de una manera salvaje, negó, borró todos esos pensamientos, fue un sueño, un mal sueño, no podía permitir que eso le afectara.

Se vistió rápido, bajó los escalones hacia el comedor, decidió cenar en silencio, mientras que los tres alfas hablaban.

Al terminar la cena los tres alfas le dieron una noticia poco esperada.

—Mañana iremos al nuevo refugio.—

—¿Niall se quedará?— Asintió.

—Si, pero él se irá hoy, regresará mañana.—

—¿Y ustedes?— Le preguntó a su padre y a su prometido.

—Nos vamos hoy y regresamos en una semana.—

—Esta bien, tengan cuidado.— Asintieron.

Después de una corta charla, los tres alfas se fueron, pero le advirtieron a Harry que no saliera de la casa, que no le abriera a nadie.

Al despedirse, esperó varios minutos, tomó su capa y corrió hacia el bosque, necesitaba ver a aquel lobo.
Al llegar lo vio, aquel lobo estaba buscando algo con su mirada.

Ambos comenzaron a acercarse lentamente, hasta que el lobo estuvo a su lado, cruzando el río.

—Hola.— Murmuró acariciando su pelaje, el lobo gruñó y se alejó.

—Hueles a alfa.— Gruñó más fuerte.

—Mi padre y mi hermano se han ido a una misión, me abrazaron, tal vez me impregnaron su aroma.—

El lobo ladeó su cabeza, se acercó a la mano de Harry, el chico sonrió y acarició su pelaje.

—¿Quieres quitarme el aroma a alfa?— Preguntó el omega tomando asiento, viendo hacia el río.

—Si.—

—Hazlo entonces.—

—No puedo, tendré que convertirme en humano.—

—¿Por qué no lo haces?—

—No se si me traicionaras.—

—No lo haré.—

Llevó su mirada hacia el lobito, el cual aún estaba viéndolo, se acercó y dejó un corto beso en su nariz, el lobito ronroneo feliz.

—Esta bien.— Murmuró.

—¿Puedo saber tu nombre?—

—Louis ¿Y tu?—

—Harry...— Asintió.

Louis retrocedió un poco, se convirtió en humano, Harry quedó boquiabierto al verlo, era perfecto, mejor que en su sueño. El chico se acercó, lo tomó de la cintura y hundió su rostro en el cuello del menor, lo marcó con su aroma.

Harry acarició el cabello castaño de Louis, era lacio y muy lindo.Louis se separó un poco, su rostro serio y preocupado, no dijo nada, solo lo miró con aquellos ojos azules que parecían leer cada rincón de su alma.

Finalmente, el omega habló, su voz cargada de la tensión que lo había acompañado durante todo ese tiempo.

—Louis, no podemos seguir viéndonos sin hablar de lo que está pasando. — El alfa suspiró. —No sé si tienes omega y si es así... Lo lamento, pero no sé qué me pasa, no se... Cuando te veo es diferente, me siento diferente.—

Louis frunció el ceño, como si entendiera perfectamente la carga emocional que estaba sintiendo el omega.

Él también estaba luchando con sus propios demonios, pero sabía que lo que había entre ellos no era algo que se pudiera resolver simplemente alejándose.

—No tengo omega. —dijo Louis con calma. —Pero  no puedo negar lo que siento. Y no quiero que esto termine sin saber qué hay entre nosotros. No me importa el qué dirán, ni lo que los demás piensen, solo me importa saber si tú sientes algo, siendo sincero nunca creí en leyendas clichés, pero ahora contigo es diferente.— Murmuró.

El omega lo miró intensamente, su corazón latiendo con fuerza. Podía ver la sinceridad en los ojos de Louis, pero también sabía que, al menos en su caso, eso no era suficiente.

No podían simplemente dejar que sus emociones guiara todo. Había mucho en juego, y las consecuencias serían devastadoras para cualquiera de las manadas si descubrían lo que había entre ellos.

—Lo que estamos haciendo es un error —respondió, sus palabras cargadas de frustración. —Lo sé, Louis. Lo sé porque tengo que proteger mi manada. Porque, si esto se sabe, será la perdición para los dos, no, es mejor irme, esto está mal, no debí venir.—

Se colocó de pie, iba a caminar, pero Louis lo tomó de la mano, no se apartó. Mantuvo la mirada fija en el omega, aunque por dentro sentía la punzada de la verdad que acababa de escuchar. Pero no estaba dispuesto a rendirse. No mientras sintiera que había algo más entre ellos.

—No quiero que te vayas. —dijo Louis en un susurro. —No quiero que nuestra manada, o las tensiones entre ellas, te hagan sentir mal, se que debes protegerla, yo igual, pero si tú sientes lo mismo por mi, lamento decirte que no me importa lo que digan. Si tenemos que luchar, lo haré.—

El omega sintió una presión en su pecho, un nudo que lo ahogaba. No era solo por las palabras de Louis, sino porque en el fondo, lo entendía. Podía ver que Louis estaba dispuesto a arriesgarlo todo por él. Y, aunque esa idea lo aterraba, también despertaba algo en su interior. Algo que no podía ignorar.

Pero no todo era tan sencillo. Las reglas, las fronteras entre las manadas, no se podían romper tan fácilmente. No sin consecuencias graves.

—Dame una oportunidad de conocerte, de saber de ti, de que saber si podemos lograrlo juntos, pero... Mi luna te reconoce, sabe que te necesitó conmigo.—

—No podemos hacerlo. —respondió, con la voz quebrada. —No quiero ser la razón por la que tu manada se destruya, ni que la mía pague por nuestra locura. No podemos…

Antes de que pudiera terminar la frase, Louis dio un paso hacia él y, con una mano, acarició suavemente su mejilla, interrumpiéndolo. Su toque era cálido y seguro, un contraste con la tormenta que azotaba el corazón del omega.

—Lo único que quiero es estar a tu lado —susurró Louis. —No me importa el resto. Estoy dispuesto a encontrar una solución. Si hay algo entre nosotros, debemos luchar por ello, nuestras lunas lo saben.—

El omega cerró los ojos por un momento, sintiendo el calor de la mano de Louis contra su piel. La idea de estar junto a él, de compartir algo tan fuerte, era lo que más deseaba. Pero la razón le decía que eso era imposible. La manada, las reglas, las tensiones entre las dos razas, todo eso pesaba sobre él como una carga insostenible.

Finalmente, suspiró profundamente y retiró la mano de Louis de su rostro.

—Es complicado, Louis. Tú lo sabes. No podemos ignorar las consecuencias de lo que estamos haciendo.

Louis asintió lentamente, pero no se apartó. Su expresión no mostraba derrota, solo una determinación que se reflejaba en cada línea de su rostro.

—Lo sé —respondió en un susurro, mientras sus ojos se fijaban en los del omega. —Pero si no lo intentamos, nunca sabremos qué podría ser.

El omega miró a Louis, viendo la sinceridad en sus ojos, sintiendo esa conexión inexplicable que los unía. No podía negar lo que sentía por él, pero tampoco podía olvidar las reglas que los mantenían separados.

—Debemos tener cuidado —murmuró el omega, su voz temblorosa. —No podemos seguir así, sin pensar en lo que podría pasar si alguien se entera.

Louis asintió, sus ojos brillando con una mezcla de comprensión y frustración. Sabía que el omega tenía razón. Pero el deseo de estar con él, de seguir explorando esta conexión, era más fuerte que cualquier otra cosa.

—Lo haremos a tu manera, lo prometo. Pero no quiero que esto termine sin intentarlo, no quiero que el miedo nos detenga.—

El omega suspiró, el peso de la decisión que estaba a punto de tomar aplastando sus pensamientos. Sabía que esto no era fácil, que las consecuencias de seguir adelante serían más grandes de lo que podían imaginar. Pero al mismo tiempo, no podía dejar ir lo que había entre ellos.

—No prometas lo que no puedes cumplir —dijo, con una última mirada llena de tristeza y esperanza.

—Pero, por ahora, lo intentaremos.— Respondió rápido.

—No lo sé Louis, tengo miedo, será mejor irme, ignoremos este sentimiento.—

Con esas palabras, el omega dio un paso atrás, dispuesto a regresar a su manada, pero sabiendo que el vínculo entre él y Louis era ahora más fuerte que nunca. Y, aunque las fronteras entre ellos seguían allí, algo dentro de él le decía que, con el tiempo, esas fronteras podrían desvanecerse.

El futuro seguía siendo incierto, pero por primera vez en mucho tiempo, el omega sentía que, quizás, había una razón para creer en lo que el destino les había traído.

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